SEMANA (S.): ¿En qué le ha ido bien y en qué le ha ido mal al gobierno del presidente Gustavo Petro?

RODRIGO LONDOÑO (R.L.).: El presidente Petro se ha posicionado internacionalmente como un referente en materia ambiental y de nueva política antidrogas. Su reapertura de las relaciones con Venezuela ha sido un acierto. Ha traído un aire de democratización a América Latina, con cierta dosis de pragmatismo político, que le permite establecer cierta distancia con los gobiernos caracterizadamente de izquierda, sin tener que ser hostil con ellos.

Igual ha propuesto y sacado adelante, proyectos como las reformas tributaria y política, aunque no logren reflejar en un cien por ciento sus intenciones de campaña, o leyes como las que reconocen los derechos del campesinado, de muy hondo y justo contenido.

No me atrevo a decir que le haya ido mal en algo, simplemente creo que algunos sectores que lo apoyaron esperaban más de su gobierno, o al menos que fijara su atención en ellos de modo más pronto y decidido. Es claro que tendrán que esperar, porque el Presidente apuesta a la gobernabilidad mediante una serie de alianzas con viejos sectores políticos que imponen la media marcha en muchos aspectos. Sólo cito el caso de la reforma rural integral y su propósito de comprar tres millones de hectáreas, algo que parece lento.

El presidente Gustavo Petro en Chile, este fin de semana. | Foto: Presidencia de la República de Colombia.

En lo personal, creo que ha habido ciertos problemas de comunicación que generan debates innecesarios, algo en lo que se podría mejorar.

S.: ¿Cree que es posible hacer la ‘paz total’ con todos los grupos armados ilegales que hay en Colombia como lo pretende el Gobierno nacional?

R.L.: La ‘paz total’ es posible, efectivamente, con todos. Solo que hay que obrar con sumo ánimo político. No creo que haya un solo colombiano que se oponga a la idea de paz total, algo que sin ninguna duda traerá enormes beneficios al país y a la sociedad. Lo que hay es incredulidad en muchos sectores, el pesimismo propio de muchos colombianos, que si se decidieran más bien a apoyar ese propósito en lugar de criticarlo, ayudarían a hacerlo realidad más pronto.

S.: ¿Un cese del fuego bilateral puede ser una solución al problema de violencia con las organizaciones armadas ilegales?

R.L.: El cese al fuego bilateral, y ojalá definitivo, como lo suscribimos nosotros en un momento del proceso de paz de La Habana, es requisito esencial para solucionar el problema de la violencia en Colombia. Sabemos que no lo es todo, que hay que atender diversos frentes económicos, sociales y políticos para poner fin a la violencia, pero para eso son las conversaciones de paz, para llegar a acuerdos que encaminen a Colombia hacia esas soluciones. Con un cese al fuego serio y verificable se facilita obviamente el diálogo, expuesto a muchos vaivenes en medio de la confrontación.

S.: En concreto, ¿cuál es el ofrecimiento que usted hace para colaborar en este cese del fuego bilateral?

R.L.: Tenemos una experiencia innegable en el campo de las conversaciones de paz y dentro de ellas del cese al fuego bilateral y definitivo. Además fuimos protagonistas centrales del conflicto colombiano durante más de 50 años. Conocimos, tratamos, guerreamos incluso con el ELN, con quien finalmente llegamos a un acuerdo que puso fin a los enfrentamientos. En la situación colombiana de hoy muchos hablan de paz y trabajan por ella. A nosotros no se nos considera útiles para nada en esa materia, lo cual nos parece una equivocación. Simplemente queremos ponerlo de presente. No se puede echar por la borda lo actuado por nosotros.

S.: ¿Por qué varios sectores del país siguen teniendo dudas sobre ese cese del fuego bilateral?

R.L.: En general pienso que en materia de la política de ‘paz total’ ha faltado una mayor difusión y explicación por parte del Presidente. Hasta hoy parece más una consigna que una política. El Gobierno debería exponer con mayor amplitud lo que se propone y cómo piensa hacerlo, trabajando por conseguir el apoyo de más y más sectores de la sociedad. El tema es hasta cierto punto un enigma, algo que sólo unos iluminados conocen. Así pasa también con el cese al fuego bilateral. El presidente lo anunció, pero a las pocas horas Oty Patiño salió a aclarar que apenas era una propuesta, lo que generó enorme desconcierto. Después el ELN prácticamente lo rechazó con el argumento de que no había sido concertado. Claro, olvidando que cuando son ellos lo que decretan los ceses unilaterales, esperan que el Estado sí los acepte y cumpla. Es esa falta de claridades lo que genera escepticismo. El Gobierno debería involucrar en el tema de la ‘paz total’ al mayor número de fuerzas y organizaciones sociales y políticas, hacer de ello un propósito nacional. Así las cosas serían realmente diferentes.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN) está en medio de un proceso de paz con el Gobierno Petro y ha manifestado que está analizando la propuesta de cese del fuego bilateral. | Foto: AFP or licensors

S.: ¿Cómo se puede verificar el cumplimiento de un cese del fuego de esta naturaleza?

R.L.: Mediante acuerdos serios, producto de un intercambio juicioso entre las partes, que permitan prever las más diversas situaciones, con un monitoreo permanente de las comunidades afectadas por la violencia, con participación de la comunidad internacional. Sin embargo, hay que precisar algo: nada funciona sin la voluntad política real y sincera de los protagonistas del conflicto. Si se pretenden derivar réditos políticos o militares pensando en la confrontación, lo que habrá luego serán los consabidos reproches por cuenta de reales o supuestos incumplimientos.

S.: En el caso del proceso de paz con las Farc, ¿cómo se manejó el tema del cese del fuego?

R.L.: Hubo una subcomisión de la mesa de conversaciones, conformada por mandos militares de las dos partes, conocedores como pocos de las realidades de la confrontación, que se sentaron a encontrar esas fórmulas con la mayor buena fe. Sus conclusiones se llevaban a la comisión principal de las conversaciones y por este conducto a las dos jefaturas, la de las FARC y el Estado. Las recomendaciones volvían a la subcomisión, hasta perfeccionar un acuerdo, que, en el caso nuestro, se cumplió debidamente. Ese mecanismo permitió generar una gran confianza entre las partes, la que a su vez redundó en el mejor acuerdo.

S.: Algunos dicen que un cese del fuego bilateral debe acordarse cuando ya hay avances en una negociación. ¿Usted qué cree?

R.L.: Con nosotros las cosas fueron así porque la posición del Gobierno nacional era la de que nada estaba pactado hasta que todo estuviera pactado. Por eso rechazaron la idea de comenzar con un cese el fuego. Entendemos que la posición del actual gobierno es radicalmente distinta, se va implementando lo que se vaya acordando. Eso permitiría acordar un cese el fuego bilateral de entrada, que quiero pensar estaba en la mente del Gobierno nacional al expedir el decreto de fin de año pasado.

S.: ¿Por qué el ELN rechazó el cese del fuego bilateral ofrecido por el presidente Petro?

R.L.: No puedo responderle esa pregunta. Se trata de un asunto propio de la dirección del ELN, una organización que tiene su forma muy particular de hacer las cosas que respeto así no comparta.

S.: ¿Cree que el Gobierno se apresuró al declarar este cese del fuego bilateral?

R.L.: Como dije antes, el Gobierno no es muy dado a explicar sus políticas y sus decisiones en esta materia. Parto de la idea de que obró con la mejor intención, por eso no creo que haya sido él quien se equivocó.

S.: ¿El ELN debería aceptar la propuesta de cese del fuego bilateral que está haciendo el gobierno de Petro?

R.L.: Sin lugar a dudas creo que sí. Un sí rotundo. Reconozco que eso es potestad del ELN y no quiero tomar atribuciones que no me competen. Confío que el ELN evaluará de manera positiva la propuesta realizada por el gobierno Petro de establecer un cese al fuego. Las condiciones actuales, con un gobierno profundamente comprometido con la paz, con la justicia social y con las necesidades más sentidas de nuestro pueblo, permitirían aceptar un cese al fuego para aliviar las afectaciones del conflicto. Es momento de abandonar las prevenciones hacia Petro y actuar en coherencia con el llamado popular de acabar con la violencia.

S.: Para usted, ¿debe haber diferencia en el tratamiento a las organizaciones con origen político y las que están dedicadas de lleno al narcotráfico?

R.L.: No creo que se trate de una apreciación personal. Se trata de una lógica constitucional y política. Existen unos delítos políticos reconocidos en todas las legislaciones del mundo, cuyo tratamiento debe ser distinto, por razones filosóficas que no voy a explicar aquí, pero que cualquier estudiante de derecho penal conoce muy bien. Entonces, ese tipo de organizaciones tienen un tratamiento diferente, reconocido incluso por el derecho internacional.

Lo de las otras organizaciones obedece a lógicas distintas. Se trata de la política soberana de cada Estado en materia de política criminal, cómo enfrenta y cómo logra poner fin a conductas que afectan a sus sociedades. Es perfectamente válido que un gobierno busque el modo más adecuado para poner fin a conductas criminales, sobre todo cuando el sólo Código Penal no ha sido suficiente. Aquí entiendo que se ha puesto por encima de todo el derecho a la vida y a la paz de los colombianos y colombianas, lo que amerita hallar las mejores soluciones.

S.: ¿El Gobierno debería negociar el sometimiento a la justicia con las bandas delincuenciales?

R.L.: Una cosa es real: si se desea ponerles fin por una vía distinta a la militar y policial habrá que hablar de algún modo con ellas. Podría hacerse por medio de sus abogados defensores, para no pensar en mesas de negociación. El país tiene experiencia en eso. Parece que sólo ahora, porque es Petro, resulta escandaloso pensar en ello.

S.: En su opinión, ¿se debe renegociar el acuerdo de paz firmado con las Farc con disidencias como la de Iván Márquez?

R.L.: El acuerdo que se firmó con las FARC el 24 de noviembre de 2016 es inmodificable. Sólo piense usted en que cualquier renegociación del mismo tendría que involucrarnos a todos los firmantes. Sería absurdo pensar en modificarlo, porque se acordó con un grupo minúsculo. Lo que habrá que hacer es llegar a un acuerdo específico con esos grupos.

S.: ¿Cómo va el Partido Comunes?

R.L.: Con muchas ganas de hacer política con las comunidades en los territorios. Las dificultades por las que nos ha tocado atravesar no han sido sencillas.

S.: ¿Cuál es la apuesta de la colectividad para las elecciones regionales de octubre de este año?

R.L.: Presentarnos a elecciones, con candidatos propios en algunos casos, o en alianzas políticas en otros. Hemos considerado apoyar liderazgos sociales reconocidos en los territorios, incluso capacitarlos para un mejor desempeño.