Después de más de un año tratando de discutir este tema, en medio de dilaciones, aplazamientos e impedimentos, el Congreso de la República por fin logró culminar el trámite del proyecto de ley que ratifica el Acuerdo Escazú.
Este pacto internacional ya había sido firmado por Colombia previamente, pero para ponerse en marcha en el territorio debía ser aprobado por el Congreso de la República, como ocurre con todos los tratados internacionales.
Este es un acuerdo que reúne a 33 países de América Latina y el Caribe para fortalecer cinco aspectos medioambientales en los que deben trabajar en conjunto: proteger a los defensores del medioambiente; garantizar los mecanismos para evitar vulneraciones de derechos en materia medioambiental o para exigir justicia si suceden; participación de las comunidades en asuntos ambientales que generan afectaciones en los territorios: acceso gratuito y público a la información medioambiental, para que las personas conozcan sobre la calidad del aire, el agua, etc.
En otras palabras, pretende que la sociedad civil sea más fuerte en la política ambiental, haciéndola más participativa y participativa.
Para Colombia, el Acuerdo de Escazú es un instrumento clave que le permitirá superar las ambigüedades actuales que tiene la legislación ambiental y contar con un marco jurídico unificado y estandarizado que proporcione reglas claras a todos los actores nacionales.
En abril de 2021, entró en vigor este tratado internacional, durante el Día Internacional de la Tierra, celebrado el 22 de abril. Sin embargo, Colombia seguía en deuda con ese tema, a pesar de la firma que hizo el presidente Iván Duque del documento, pues se requería la aprobación de la ley para hacerse real en cada país.
Según le explicó a SEMANA Lina Muñoz, profesora de la Universidad del Rosario y experta en temas medioambientales, esta es la primera vez que la región se une en un instrumento con fuerza de ley internacional en temas de derechos humanos y medioambiente.
Los opositores del acuerdo, en su mayoría miembros del Centro Democrático, aseguran que este les da agencia a organizaciones internacionales para entrometerse en asuntos ambientales internos del país, que según ellos son del orden nacional.
De otro lado, congresistas de la derecha consideran que se pueden generar algunos riesgos de la soberanía del país sobre sus territorios. La senadora Paloma Valencia comentó que está de acuerdo con algunos puntos que se deberían implementar, pero recalcó el riesgo que habría al firmar el tratado completamente.
El Centro Democrático en pleno se pronunció en contra de este acuerdo. La principal crítica es que se podría afectar al sector productivo en todos los niveles y la confianza inversionista. “Luego de un minucioso estudio jurídico y político sobre el acuerdo, nuestra bancada encuentra que Escazú significa la pérdida de la soberanía de Colombia, por tratarse de un acuerdo que supone la prevalencia del derecho internacional sobre el orden interno”, dijo la colectividad.
De hecho, durante el debate en la Plenaria de la Cámara, se retiraron las bancadas del Centro Democrático y de Cambio Radical.
¿Brujería?
El debate de este acuerdo en la Plenaria resultó tan candente, que dio incluso para acusaciones de brujería.
Óscar Villamizar, representante a la Cámara por Santander, denunció que estaban haciendo supuesta brujería en el Capitolio Nacional, el edificio del Congreso de la República.
En sus redes sociales, el congresista del Centro Democrático compartió un video en el que se ven algunas veladoras, muñecos que al parecer eran frailejones y mochilas en el salón elíptico del edificio. Según él, estos objetos obedecían a un acto de brujería.
“¡Esto es el colmo! Con brujería quieren aprobar proyecto en el Congreso de la República. ¿Hasta dónde son capaces de llegar?”, compartió en su cuenta en Twitter el representante Óscar Villamizar. La iniciativa que se discutía era el Acuerdo de Escazú.
En otro video, que también está circulando en redes sociales, se ve a Óscar Villamizar pidiéndole al representante de la Cámara, David Racero, apagar las veladoras y prestar atención a lo que estaba ocurriendo.
“Presidente, yo le quiero pedir un favor, esto que acaba de decir el representante anterior no es un llamado de poca monta. Arriba están haciendo brujería en el Congreso. Podrán reírse, pero ya les paso las imágenes. Hay velas, muñecos, que están quemando en el tercer piso del Congreso de la República. Esto nunca lo habían hecho, y si les parece muy chistoso, subas ustedes y lo revisan. Pero yo creo que este no es el recinto para eso, así que presidente, yo le pido a usted el favor, como autoridad, o que retire la gente o que se comporte”, afirmó.
Acerca de lo sucedido se pronunció el joven activista y defensor de derechos humanos Juan Felipe Lozano, quien confirmó que los muñecos en el salón elíptico eran frailejones. De hecho, tenía similitudes con el personaje animado Frailejón Ernesto Pérez, que por su canción pidiendo el cuidado de los páramos y el agua se hizo popular entre los colombianos.