La Consejería Presidencial para la Reconciliación no tiene doliente en propiedad. Desde que se creó el 1 de enero de 2023, cuatro meses después de que Gustavo Petro asumió la presidencia, han desfilado cuatro consejeros, la mayoría con el guiño de la primera dama, Verónica Alcocer. Sin embargo, extrañamente, no han durado más de 12 meses en el cargo. ¿Qué está ocurriendo?
La primera en convertirse en consejera fue Eva Ferrer, la catalana y asesora personal de Alcocer, la mujer que diseñó una estrategia de marketing para vender la imagen de la esposa de Petro e impulsarla, en su momento, como una eventual candidata presidencial. Ferrer, quien obtuvo la ciudadanía colombiana semanas después de la posesión de Petro, estructuró y creó la Consejería para la Reconciliación. Ella, inicialmente, fue consejera para la niñez.
Ese cargo se transformó, pese a la negativa del entonces director de Planeación, Jorge Iván González, quien se oponía a las funciones del nuevo despacho centrado en la reconciliación. El presupuesto: 5.650 millones de pesos. Lo que empezó como una relación de confianza entre Verónica Alcocer y Eva Ferrer terminó en ruptura. Ninguna de las dos habla del enfrentamiento, pero en los pasillos de la Casa de Nariño tienen claro que eso le costó la cabeza a Ferrer.
Petro no quería prescindir de los servicios de ella, porque conocía su trabajo desde la Alcaldía de Bogotá, pero Alcocer promovió su salida. En mayo de 2023, el rompimiento se concretó. A la entonces consejera le frenaron la aprobación del presupuesto y la movieron de oficina. Ferrer aguantó en silencio.
El 14 de noviembre de 2023, la Casa de Nariño aceptó su renuncia. Ferrer fue notificada por dos funcionarias del Dapre. Ni siquiera lo hizo Laura Sarabia o Carlos Ramón González, del anillo cercano a Petro. “O renuncias, o te declaran insubsistente”, le notificaron. Ferrer optó por lo primero.
SEMANA conoció que a ella le ofrecieron convertirse en la representante permanente de Colombia ante la FAO, pero no aceptó. Su fuerte son las comunicaciones y quería un cargo en Colombia desde donde pudiera desarrollar una labor social. El 8 de febrero, Armando Benedetti ocupó ese puesto, y ella, desde entonces, se dedicó a su empresa privada y a guardarle fidelidad a Petro. Custodia los más profundos secretos de la familia presidencial, especialmente, de Verónica Alcocer.
En la resolución de aceptación de renuncia de Ferrer nombraron a su sucesor: Álvaro Manuel González Hollman, otro amigo personal de Alcocer, hijo de la consejera espiritual de la primera dama, quien venía del ICBF y salió de esa entidad en medio de ruidos por presunta corrupción.
La permanencia de González Hollman en la Consejería duró menos de cinco meses. El 2 de abril, por medio del Decreto 0431, firmado por la directora del Dapre, Laura Sarabia, le aceptaron su renuncia. Una fuente, quien pidió reserva de su identidad, le dijo a este medio que le pidieron que dimitiera, al parecer, por diferencias con María Antonia Pardo, hoy cónsul en Chile y cercana a Alcocer. SEMANA lo contactó, pero no respondió los mensajes.
En ese mismo decreto encargaron a Margarita Barraquer Sourdis, la exsecretaria de Integración Social de Claudia López, quien llegó al Dapre como jefe de Talento Humano por recomendación de Carlos Ramón González, dueño de una fundación que se benefició de millonarios contratos de la Alcaldía de Bogotá.
Barraquer, después de pasar por el Dapre, terminó en la Consejería como asesora y luego como consejera encargada. Extrañamente, solo se sostuvo un mes y presentó su renuncia. La razón es desconocida. Ella no aceptó hablar del tema.
Ante esta crisis, Laura Sarabia designó una nueva consejera encargada: la subdirectora del Dapre, Luz Karime Fernández Castillo, una abogada de Chinú, Córdoba, cuya permanencia en el puesto es incierta y dependerá de la orden de la primera dama. La Consejería está al garete.