Los acercamientos entre los gobiernos de Gustavo Petro y de Nicolás Maduro con miras al restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas ya dieron sus primeros frutos: la reapertura de la frontera con el país vecino a partir de este lunes 26 de septiembre.
“El próximo 26 de septiembre daremos apertura a la frontera entre Colombia y Venezuela. Como primer paso, se reanudará la conexión aérea y el transporte de carga entre nuestros países”, manifestó Petro.
Mientras ambos países se preparan para este importante paso, la revista The Economist lanzó duras advertencias, especialmente para nuestro país, sobre lo que implica la reapertura de la frontera y los acercamientos entre el nuevo presidente de Colombia con “el tirano de Venezuela”.
El medio internacional advierte que hay dos cuestiones que resultan particularmente preocupantes frente a la frontera, una de ellas es la migración.
“Colombia se ha convertido en el hogar de 2,5 millones de los 6,8 millones de venezolanos que han huido del régimen de Maduro y del colapso económico que ha provocado por la corrupción, la incompetencia y los controles de precios. Colombia ha acogido a los recién llegados, concediéndoles permisos. Pero con los venezolanos viviendo en las calles de las ciudades colombianas, la tolerancia se ve limitada”, indica la reconocida revista.
La publicación también muestra preocupación por la seguridad en la frontera, agravada especialmente por el refugio otorgado por Maduro a grupos ilegales colombianos.
“Tanto el ELN, un grupo guerrillero, como las bandas colombianas de narcotraficantes, utilizan Venezuela como refugio, con la aparente connivencia del régimen de matones de Maduro. Petro ha proclamado la ‘paz total’ como prioridad de su gobierno, con ello se refiere a las negociaciones con el ELN y, al parecer, también con los narcotraficantes”, explica The Economist.
A esto se suma el hecho de que, según la publicación internacional, el embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, se ha mostrado permisivo con Maduro y no ha habido exigencias “contundentes sobre cómo gestionar la frontera” y que incluso, al igual que el Gobierno venezolano, el diplomático colombiano ha negado la existencia de un éxodo de ciudadanos de ese país hacia Colombia.
“Benedetti se apresuró a reunirse con un radiante Maduro y con otros líderes de Venezuela. Se refirió al ‘supuesto éxodo’, repitiendo como un loro la negación de Maduro de que haya habido uno y añadió que Colombia debería empezar a importar gas de Venezuela, utilizando un gasoducto entre ambos países inaugurado en 2007. No importa que este se hubiera utilizado solo para exportar gas colombiano, hasta que Maduro lo detuvo en 2015, ni que Petro quiera desalentar la exploración de hidrocarburos en su país. El nuevo embajador ha despreciado a la oposición, calificando a Juan Guaidó de ‘don nadie’”, apunta la revista.
The Economist reconoce, no obstante, que “el régimen de Maduro ha dado marcha atrás en algunas de sus políticas socialistas y la economía venezolana ha experimentado una modesta reactivación”.
En todo caso, la publicación le recomienda a Petro “actuar con cautela” ante el riesgo de revivir los temores que existen en un sector de la población colombiana sobre la posibilidad de que Colombia se vuelva como Venezuela.
“Petro se arriesga a revivir esos temores, aunque una reactivación del comercio sería bienvenida, le corresponde actuar con cautela al otro lado de la frontera”, concluye la revista.
Esta publicación de The Economist se suma a la incertidumbre que hay en Colombia, especialmente en las zonas de frontera, donde hay más dudas que certezas.
No se puede olvidar que la frontera es muy diferente a la que se cerró y la dinámica social que hoy maneja la economía y el tránsito pendular por las trochas, se trasladara a los pasos formales, donde nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas y vehículos van a pasar.
Según declaró a SEMANA Víctor Bautista, asesor de fronteras de Norte de Santander, “en las últimas tres semanas hemos visto un crecimiento significativo migratorio, con gente muy vulnerable, con madres cabeza de familia, con niños que están caminando en las carreteras nuevamente”.
La llegada de más migrantes, en este caso sin regularizar, implica el desafío, de que crucen formalmente por los puestos de Migración Colombia, pero muchos de ellos ni siquiera tienen un documento de identificación.
Además, ya están cruzando hacia Cúcuta a solicitar servicios médicos para regresar a su país una vez son atendidos, y eso causa mucha congestión. La incertidumbre es total.