La guerra de los Mil Días en Colombia acabó con la vida de más de 100.000 personas. Los conservadores triunfaron, pero las heridas perduraron. Para zanjar las diferencias, el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo propuso construir una iglesia que fuera el símbolo de la reconciliación entre liberales y conservadores. Rosa Calvo Cabrera donó los terrenos en 1891 y allí, en el costado sur de lo que hoy se conoce como el parque Los Mártires, construyó la iglesia del Voto Nacional.
Hoy Colombia sigue dividida, pero no por el bipartidismo nacional. Aunque ese ciclo hace muchos años se rompió, el fantasma volvió a rodear la contienda, con protagonistas distintos. En 2008, a punto de que el país eligiera en las urnas al sucesor de Juan Manuel Santos, la basílica del Voto Nacional volvió a ser el símbolo de la reconciliación.
Claudia López, Antanas Mockus, Ingrid Betancourt, Ángela María Robledo y Gustavo Petro entraron por la puerta principal y juntos. Ingrid Betancourt, que llegó en ese momento desde Europa a dar su apoyo al candidato de la Colombia Humana, se alejó del grupo en un momento de recogimiento y minutos después se volvió a unir.
Para ese momento ya estaba más que claro que Claudia López y Mockus apoyarían a Petro. Con la basílica del Voto Nacional al fondo, que tiene una carga histórica y política muy grande, el grupo que había sido convocado para ese acto comenzó a hablar.
“Estamos a una X en el tarjetón de jubilar a toda la clase política tradicional, a todas las maquinarias, al santismo, al uribismo, al gavirismo, al vargasllerismo, a la parapolítica”, dijo Claudia López. “No venimos a unir ni a fusionar la Coalición Colombia con la Colombia Humana, ambos son dos proyectos políticos distintos y lo seguirán siendo”, agregó ella en ese momento para evitar confusiones.
Mockus tuvo la palabra después. No podía ser de otra manera, el profesor utilizó una figura contundente para que quedaran muy claras las condiciones con las que iban a apoyar a Petro. 12 mandamientos —como los llamó Ángela María— fueron aceptados por el candidato y tal como Moisés escritos sobre una piedra. Mockus preguntaba y Petro respondía:
- ¿Se compromete a no expropiar?
- Me comprometo a no expropiar, nunca lo he hecho.
- ¿Se compromete usted a no convocar una Asamblea Constituyente?
- Me comprometo a no convocar una Asamblea Constituyente y a defender a fondo la Constitución de 1991.
- ¿Se compromete a manejar los recursos públicos como recursos sagrados?
- Me comprometo a manejar los recursos públicos como recursos sagrados y a mantener la disciplina fiscal. No solo me comprometo, sino que lo he hecho, jamás me he robado un solo peso de los colombianos o las colombianas.
- ¿Se compromete a impulsar la iniciativa privada, el emprendimiento y la formalización?
- Ratifico mi compromiso de impulsar la iniciativa privada en millones de colombianas y colombianos, el emprendimiento y la formalización de la economía, con un trabajo decente y con todos los elementos para poder trabajar.
- ¿Se compromete a garantizar la democracia pluralista y el respeto a la diversidad?
- Sí, me comprometo, la democracia es el objetivo de mis 40 años de lucha.
- ¿Se compromete a respetar el Estado Social de Derecho?
- Sí, me comprometo a defender la independencia entre las ramas del poder público, la participación real y efectiva de la ciudadanía, la justicia social, que son fundamentos del Estado Social de Derecho.
Los ‘mandamientos’ quedaron escritos en mármol, o en piedra —como dijo Mockus—. Pesan tanto simbólica y físicamente, que al momento de levantarlos sobre la mesa se requirieron varias manos. Petro prometió llevarlos hasta el despacho presidencial.
Mockus se tomó un tiempo prudente para pensar su voto. Al final del día dejó a un lado el voto en blanco y eligió a Petro. La negociación de los puntos se dio a puerta cerrada y, según él, “fue una obra de filigrana de Claudia”.
“Acá estamos personas que somos muy distintas y que permaneceremos distintas, pero queremos cumplir nuestros roles de ciudadanos”, dijo Mockus. “Con Gustavo tenemos diferencias políticas, programáticas, pero no éticas, los que estamos en esta mesa somos decentes”, dijo Claudia López en ese momento.
Peor este 15 de marzo de 2024, el presidente Gustavo Petro, en un fervoroso discurso desde Puerto Resistencia, en el centro de Cali, advirtió que si no se aprueban las reformas sociales que le planteó al Congreso de la República, convocará una Asamblea Nacional Constituyente.
Frente a la minga indígena, el mandatario colombiano descartó por completo el diálogo nacional que propuso al principio de su administración.
“Diálogo sí, concertación sí, pero con el pueblo en las calles. Si las instituciones que hoy tenemos en Colombia no son capaces de estar a la altura de las reformas sociales que el pueblo, a través de su voto, decretó, demandó, mandó y ordenó, entonces no es el pueblo el que se va arrodillado hacia su casa, derrotado. Son las transformaciones de esas instituciones las que se tienen que presentar”, indicó el mandatario.
Además, dijo que el pueblo no debe “irse”, sino que deben cambiar las instituciones: “Esa es la historia de la democracia y de los pueblos libres”.
“Por tanto, si esta posibilidad de un gobierno electo popularmente en medio de este Estado y bajo la Constitución de Colombia no puede aplicar la Constitución porque lo rodean para no aplicarla y le impiden, entonces Colombia tiene que ir a una Asamblea Nacional Constituyente”, advirtió el mandatario.