SEMANA: ¿La coalición llega con las fuerzas para poder tramitar la ambiciosa agenda del Gobierno?
David Racero (D.R.): La coalición está sólida. Es indudable que cada reforma y proyecto de ley se discuta a profundidad. Fíjese cómo empezó el debate de la reforma tributaria el año pasado, también hubo una presión desde antes de la discusión. Como es lógico, empieza mal la discusión hacia afuera, en la opinión pública y en medios antes que en el Congreso. Eso obviamente genera muchos ruidos, pero yo siento que es una coalición que se comprometió con una agenda de cambio. Con diferencias, propuestas y preocupaciones, seguramente buscará el camino para aprobar la agenda de transformación que propuso el Gobierno nacional.
SEMANA: ¿Tienen los votos necesarios para aprobar la reforma a la salud?
D.R.: Sí están los votos y soy un convencido de que va a pasar esa reforma a la salud. ¿Que se va a modificar? Por supuesto. Ninguna ley que hemos aprobado hasta el momento se ha aprobado tal cual la ha radicado el Gobierno. Está bien que ocurra eso, se va a cambiar y se va a modificar, pero lo sustancial se va a mantener. Seguramente este Congreso le va a responder al país.
SEMANA: ¿Qué van a hacer con los opositores en los partidos Conservador, Liberal y La U?
D.R.: Todos los partidos han dicho que tienen propuestas y algunos elementos para modificar, pero ninguno se ha opuesto rotundamente a la reforma. Es más, ninguno considera que no haya que hacer reformas. Hay diferentes tipos de voces, unas más radicales que otras. Normal en la discusión.
SEMANA: ¿Y los inamovibles?
D.R.: Toca revisarlos. Toca revisar cuáles son los puntos y las líneas rojas que plantea el Gobierno y cómo se pueden adecuar. Por ejemplo, todos estamos de acuerdo con que la reforma debe enfocarse en la política de prevención, promoción y atención primaria en salud. Nadie lo niega. Hoy tenemos un sistema de salud en el que, de los aproximadamente 80 billones de pesos, porque hay recursos, solo el 10 %, por mucho, se destina a políticas de prevención. Los países más desarrollados, como los de la OCDE, están destinando un promedio de 35 %, algunos hasta el 40 %. Es cambiar la pirámide de inversión en política de salud. Eso es un acuerdo, es un sentido común. Eso es una línea roja, por ejemplo. Hace parte del corazón de la reforma a la salud. Creo que hay más ruido mediático y hacia afuera de lo que realmente se va a discutir dentro del Congreso.
SEMANA: Dicen que va a pasar una reforma a la salud ‘light’, que se aleja mucho de la que radicó el Gobierno.
D.R.: No ocurrirá si mantenemos la política de prevención, que es el corazón esencial, y si mantenemos la posibilidad de centralizar la forma del pago a las entidades públicas, hospitales o privadas. De paso ahí vamos quitando un mito. Este no es un sistema que va hacia una estatización. De por sí, las IPS, las clínicas y las prestadoras de salud representan el 85 % de las entidades que prestan el servicio y se van a mantener. De seguro se van a fortalecer. Creo que los cambios más esenciales que plantea la reforma se consolidarán. ¿Qué tenemos que definir? El proceso de transición. Creo que hay todavía mucha inquietud sobre cuánto nos vamos a tardar en llegar a ese nuevo modelo. El tema de la financiación. Hoy, los recursos del sistema plantean una solidez financiera para empezar esa transición, pero seguramente hay que colocar montos a mediano y largo plazo con la mejor proyección. En eso el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Salud están trabajando de la mano. Otro punto es cómo mejoramos la atención y la oportunidad de que las citas no se demoren tanto cuando son especialistas. Eso es sentido común. Si el Congreso no es capaz de responder al país frente a cómo se mejora esta situación, hemos fracasado.
SEMANA: Expertos opinan que la reforma a la salud debe ser ley estatutaria. ¿Se puede caer por vicios de trámite?
D.R.: Esa es una discusión que ya está zanjada. Se tramita por Comisión Séptima como ley ordinaria porque esta no es una ley estatutaria, no modifica la ley estatutaria vigente. La desarrolla y le da alcance, no modifica el núcleo esencial del derecho. Lo materializa. Algunos que siguen insistiendo en eso lo hacen de muy buena fe, no voy a decir que no. Otros lo están utilizando como la única agenda que tienen para discutir. Tuvimos asesoramiento de magistrados y expertos constitucionalistas. Incluso, el Gobierno entero se sentó a plantear la reflexión, desde el ministro Osuna, un gran ilustre conocedor, hasta el ministro Prada y el equipo de Salud. Yo hice lo propio con el equipo técnico de la Cámara, pedí conceptos externos y no hay la más mínima duda o riesgo de que esto vaya a tener un vicio de trámite o procedimental. No podríamos cometer un error tan básico. Que después de una gran discusión y aprobación se nos vaya a caer por trámite.
SEMANA: Los más cercanos al Gobierno dicen que esto es un sabotaje a la reforma.
D.R.: Total. Vienen hablando de eso durante dos semanas. Insisto, hay algunos de muy buena fe. No desconfío, por ejemplo, del doctor Humberto de la Calle, entre otros. Hay otros que no tienen otra cosa más que hacer sino insistir en algo que ya se tramitó. La palabra final ni siquiera la tomé yo, la tomaron los siete presidentes de las comisiones constitucionales de la Cámara de Representantes.
SEMANA: El Gobierno se comprometió a eliminar artículos que generen dudas por ser propios de ley estatutaria. ¿Qué puntos se retirarían?
D.R.: Los que se modifiquen o eliminen —y esa fue la revisión que hicimos— no tocan la esencia de la reforma. Hay artículos que están repitiendo lo mismo que dice la ley estatutaria. Sobre eso versó la discusión. ¿Para qué dejarlos? Es innecesario si al fin y al cabo no se va a modificar. Realmente fue una decisión concertada con la ministra de modular en el lenguaje los artículos que puedan generar algún tipo de ruido, pero en el fondo no hay riesgo de vicios de trámite.
SEMANA: ¿Cómo califica la gestión de Carolina Corcho, ministra de Salud?
D.R.: Es una ministra muy inteligente con unas convicciones muy férreas. Viene del proceso social de la salud y, por supuesto, ha recogido las principales demandas y exigencias del pueblo colombiano para ese trámite de la reforma. Está abierta al diálogo y me lo ha hecho saber. Tiene toda la disposición para que dentro de la Cámara de Representantes haya toda la discusión posible para este tipo de trámite. Al final, en los principales puntos de acuerdo y negociación, seguramente va a intervenir el presidente Gustavo Petro. Tendrá la última palabra para revisar qué se queda y qué se puede modificar.
SEMANA: Muchos se quejan por la falta de capacidad de diálogo de la ministra…
D.R.: Me parece bien que, antes de cualquier diálogo o negociación, ella plantee la discusión en estos términos. Con posturas bien definidas y con documento base. Uno no entra a un proceso de negociación cediendo en absolutamente todo. Algunos quieren eso, quieren una reforma a la salud que no reforme nada y eso no puede ocurrir. Ante la postura de la ministra Carolina Corcho y ante los otros agentes, seguramente el presidente va a intervenir. Así ocurrió con la reforma tributaria. La táctica funciona muy bien. Una ministra que plantea una postura muy fuerte, unos fines muy altos y un presidente que tomará la última palabra.
SEMANA: El presidente es quien va a ceder, entonces.
D.R.: Así es.
SEMANA: La oposición no solo viene de afuera. Roy Barreras, presidente del Congreso, ha sido duro con la reforma y ataca a la ministra Carolina Corcho con duros calificativos. ¿Qué opina?
D.R.: Lamentable que una persona tan ilustrada como el senador Roy Barreras caiga hoy en el juego del ataque personal y de la grosería. No sé en qué le suma al debate atacar con esos apelativos a la ministra. Él quiere aparecer como el gran conciliador entre el Gobierno y los que atacan. Ha conseguido algo: quitarle discurso a la oposición. No sé si era su objetivo. Hoy la oposición no tiene voz y quien la ha venido asumiendo es Roy Barreras. Creo que el que va a mediar al final va a ser el presidente Gustavo Petro.
Si nosotros somos congresistas de Gobierno, debemos pensar cómo facilitar la discusión y los cambios. Eso sí, pensando siempre en el país. Soy un militante de valores y de la apuesta que le convenga más a la sociedad. Si hay que plantearle algún debate al Gobierno, se lo planteamos. Creo que el senador Roy se está equivocando en la forma en la que lo está haciendo.
SEMANA: Es decir, tienen a la oposición adentro.
D.R.: Creo que hay que tener la claridad y decantar muy bien cuándo se tiene una agenda de Gobierno o una agenda personal. No soy ingenuo, todos somos actores políticos y tenemos nuestras propias agendas, pero, ¿en qué momento la agenda personal se pone por encima de la agenda del proyecto al que pertenecemos? Si no hicimos elegir dentro del Pacto Histórico era porque defendíamos el proyecto que le ofrecimos a la sociedad en su momento, que ganó. Si bien hay que plantear todas las discusiones posibles —yo soy un demócrata convencido y no creo para nada en el unanimismo— tal vez, en algunos momentos, la agenda personal parece imponerse sobre la del colectivo. En ese sentido, hay que revisar la permanencia de ese actor político. Si la agenda personal se impone, termina afectando al proyecto y el proyecto está por encima de nosotros.
SEMANA: ¿Propone que Roy Barreras se vaya del Pacto Histórico?
D.R.: Roy es un actor muy importante dentro del Pacto Histórico. La Fuerza de la Paz, que lanzó esta semana, es una fuerza de siete fuerzas políticas que componen el Pacto Histórico. Su presencia ha sido vital para el proceso. Le ha dado dinamismo, tiene una capacidad de trabajo inigualable, tiene un conocimiento del Estado que no entra en la discusión y la capacidad de tender puentes con otros sectores que no son de izquierda. Todo eso se lo reconozco y se lo he dicho tanto en público como en privado, pero le recordaría al senador que el proyecto del Pacto Histórico, que es un proyecto que se trazó con una ruta de más de cuatro años, no puede ceder o debilitarse por intereses personales.
SEMANA: ¿Se ha contemplado como grupo la salida de Roy Barreras?
D.R.: Nunca. El Pacto Histórico no es una fuerza intransigente ni es una fuerza que expulsa, sobre todo por diferencias políticas. Por otro lado, el Pacto Histórico sí reclama que los procedimientos se respeten y que, más que en cualquier otro momento, debemos estar unidos para plantear esa discusión hacia afuera.
SEMANA: ¿A qué se refiere con revisar la permanencia del senador?
D.R.: Dije revisar la permanencia de cualquier actor. Roy Barreras ha manifestado su interés de seguir siendo parte del Pacto Histórico y es respetable. Yo doy fe del gran aporte que le ha hecho Roy a este proyecto. La revisión es constante, no de él, sino de cualquiera. La regla de medida es si esa agenda personal quiere imponerse sobre la agenda del colectivo porque afecta al colectivo.
SEMANA: Gustavo Bolívar dice que el senador Barreras quiere robarse el Pacto Histórico. ¿Está de acuerdo?
D.R.: Tal vez Roy Barreras quiere ponerse por encima del Pacto Histórico. Insisto, La Fuerza de la Paz es solo una fuerza de siete. Tiene toda la legitimidad y yo celebro la iniciativa. Lo que tiene Roy es iniciativa y está muy bien porque se trata de acercar a otros sectores, pero la línea no es la misma del Pacto Histórico y tendremos que revisar el procedimiento.
SEMANA: Se dice que Roy Barreras se perfila para ser candidato presidencial en 2026…
D.R.: Sí. Sin duda. No somos inocentes. Blanco es, gallina lo pone. No está mal, está muy bien. Me parece muy bien que muestre las cartas y que quiera fortalecerse. Que vea una oportunidad en este proyecto de consolidarse y que sienta que puede ser la continuidad de este primer gobierno del Pacto. Sin embargo, si quiere ser el candidato presidencial del Pacto no es imponiéndose, sino justamente planteando ese debate de manera interna.
SEMANA: ¿Qué opina sobre los políticos tradicionales que podrían ser avalados por La Fuerza de la Paz?
D.R.: Cuando Roy Barreras lanza su partido, presenta a un sinnúmero de posibles candidatos a gobernaciones y alcaldías, de los cuales, en lo personal, hay varios que tendremos que revisar si de verdad cumplen con el ideario del Pacto Histórico. Aquí no se trata de sumar por sumar. Es más, hay gente que resta. O pensamos en un Pacto Histórico que de verdad reivindique un proyecto de transformación o vamos a reencauchar la vieja política. Como colectividad tendremos el procedimiento para definir las candidaturas y no se pueden imponer.
SEMANA: ¿Qué le pareció la presencia de contradictores del presidente Gustavo Petro entre los invitados del lanzamiento del partido del senador Barreras?
D.R.: No quiero hablar de nombres, cada caso es particular, pero el mensaje de fondo es que Roy Barreras está hablando por sí mismo, no a nombre del Pacto Histórico. En las próximas elecciones regionales debemos ser cuidadosos con las personas que traemos.
SEMANA: ¿Cierran la puerta a alianzas con políticos cuestionados para ganar alcaldías y gobernaciones?
D.R.: El Pacto Histórico, internamente, debe definir como coalición candidaturas propias. Esas candidaturas deben ser hojas de vida intachables. Después de la consolidación de candidaturas propias, ahí sí entramos a revisar la política del frente amplio con actores de afuera con otra corriente o tendencia. El presidente Gustavo Petro ha mostrado cómo se pueden hacer acuerdos políticos sobre la mesa con esos actores, pero internamente el Pacto Histórico tiene que ser coherente. Si esos nombres quieren participar, deberíamos revisarlo como frente amplio. El senador Roy Barreras nos quiere montar en una discusión de manera muy prematura.
SEMANA: ¿Corre riesgo la coalición de Gobierno en las próximas elecciones por la elección de candidatos?
D.R.: Le apostamos a candidaturas del frente amplio por encima de candidaturas únicas del Pacto Histórico. Por eso, le pedimos a Roy Barreras que no se precipite. Le apuntamos a acuerdos con los sectores más progresistas de los partidos y posiblemente con actores de derecha decentes. Creo profundamente que nuestro proyecto no es de izquierda, es de país. Tenemos que tener unos límites, que no nos desdibujen. Lo suficientemente amplios para seguir consolidando un proyecto de país, pero sin perder la brújula ética ni la identidad de lo que queremos.
SEMANA: Es decir, la derecha decente puede entrar.
D.R.: Así es. Gente de derecha que no sea corrupta o extremista. Que esté pensando en función del país y no de la polarización.
SEMANA: ¿Quiénes?
D.R.: En el Gobierno ya hay, se pueden llamar liberales. No hay precandidatos todavía.
SEMANA: ¿Quién podría tener el perfil para unirse al Pacto Histórico?
D.R.: Veo en el Partido Conservador figuras muy interesantes. El mismo Juan Carlos Wills de Bogotá. Me parece que es un representante muy interesante y decente. ¿Por qué no pensar en Bogotá un acercamiento con los conservadores?
SEMANA: ¿En quién piensa?
D.R.: El mismo Juan Daniel Oviedo, que es una derecha alternativa. La derecha se está repensando en el país. Hay una derecha que va a mantener su discurso polarizador de odio, ahí está María Fernanda Cabal y Miguel Polo Polo. Creen que, en cuatro años, el péndulo va a volver a cambiar hacia ellos. Manejan una postura trumpista y bolsonarista. Le apuestan a radicalizar su discurso, esa es la táctica. Siento que hay otra derecha que se está modernizando, es ‘light’ y chévere. Es una derecha que comprendió que o cambiaban o los cambiaban. Oviedo pertenece a esa derecha, a pesar de que diga que es de centro. Le apuestan a la no corrupción y es un punto de encuentro. Una política decente, no tengo miedo a hablar con ellos si el presidente Gustavo Petro se sienta a hablar con el expresidente Álvaro Uribe.
SEMANA: ¿Ha habido acercamientos con Oviedo? ¿Dónde quedó Gustavo Bolívar?
D.R.: Defenderé el candidato o candidata que salga del Pacto Histórico. Es más, siento que el nuevo alcalde de Bogotá va a ser de la coalición, lo siento y lo veo. Bogotá no va a votar en contra de Gustavo Petro, pero eso no significa que no dialoguemos con otros. Esa política del sectarismo es una política del siglo XX. No soy un militante de izquierda que rechace, lo he demostrado como presidente de la Cámara. Creo profundamente en los acuerdos.
SEMANA: Denos más nombres.
D.R.: Hablemos con Oviedo y también con Carlos Fernando Galán. No sé aún quién aspire de la Alianza Verde.
SEMANA: ¿Qué pensó de la presencia del ministro del Interior, Alfonso Prada, en el lanzamiento del partido de Roy Barreras?
D.R.: Como ministro del Interior, de las garantías políticas, no está mal que acompañe un ejercicio de representación o discusión. Se sienta con todos los partidos. Me parece un acto genuino, sincero y democrático que ha expresado constantemente el ministro Prada. Es el garante de la política, no creo que está mal. Tal vez su corazón sigue siendo muy santista, eso también motivó a que estuviera en ese espacio. Hay un santismo que se está recogiendo con el nuevo partido.
SEMANA: ¿El santismo y el petrismo se complementan?
D.R.: Creo que se complementan. La agenda de paz es nuestro común denominador, sobre todo entendiendo que la paz no es un campo más de la acción política, sino que es una columna vertebral. Seguramente en otros puntos no tanto.
SEMANA: ¿Qué opina de las críticas de los ministros José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López a la reforma a la salud?
D.R.: Completamente lamentable que algunos exterioricen esa discusión por fuera, sobre todo generando mantos de duda. Es inadmisible que la ministra Cecilia López salga diciendo que eso le huele a la corrupción que vivió con el Seguro Social hace 30 años. Lo que necesitamos es un gabinete cohesionado. Con diferencias sí, esa fue la apuesta del presidente. Sin embargo, ese ruido hacia afuera y contra la ministra —a veces hasta personal y generando zozobra— no le ayuda al debate.
SEMANA: ¿Cree que son ataques personales contra la ministra?
D.R.: Hay la suficiente madurez para no pasar del ámbito político al personal, pero lo que sí es cierto es que parte del gabinete, cuando transitas la discusión hacia afuera, lo que hace es debilitar al Gobierno. ¿Cuál es el sentido de eso? Una cosa es marcar una postura personal y tomar distancia, completamente respetable, pero otra cosa es afectar al Gobierno.
SEMANA: ¿Qué opina de cuando el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, desmiente a la ministra Irene Vélez?
D.R.: En algunos momentos, esos contrapesos dentro del gabinete son muy importantes. ¿Cuál es la intención de plantear el debate hacia afuera? La intención es que con esos comentarios se blinda al Gobierno, se genera tranquilidad hacia afuera y se marca una ruta de debate que permita solucionar la conflictividad política. En otros casos, ese tipo de salidas hacen lo contrario. Meterle más leña al fuego de manera innecesaria para dinamitar. Por ejemplo, reconozco del ministro Ocampo que con sus salidas lo que ha hecho es generar tranquilidades hacia el mercado y el sector empresarial. Son diferentes los casos. Una cosa es plantear un debate y otra es echarle agua sucia a la reforma a la salud.
SEMANA: Hay una tensión en el gabinete entre ministros radicales o activistas y moderados o experimentados…
D.R.: Es una clasificación injusta porque pone a unos como inexpertos, activistas y soñadores, pero incompetentes o que no tienen la claridad de lo que están haciendo. Otros sí son clasificados como maduros, con la experticia, la claridad y los cables a tierra. Me parece muy injusto con el sector del gabinete que quiere realizar lo que más se pueda del plan de gobierno. Es muy normal que en las sociedades se planteen voces conservadoras y que algunos quieran frenar el cambio o temerle a ese cambio. Aquí a lo que vinimos, y lo ha dicho el presidente Gustavo Petro, es a transformar una realidad. Algunas cosas las mantenemos, la mayoría. Esa mirada de algunos del gabinete quieren empujar las transformaciones. Creo que el gabinete quedó sensible con la reforma a la salud, recomiendo retiros espirituales.
SEMANA: ¿Cree que los más de 30 proyectos del Gobierno se aprobarán en este semestre?
D.R.: Este Congreso del cambio sí se ha planteado el reto de plantear el debate para hacer las grandes transformaciones. Muchas de ellas son urgentes, el pueblo y la gente las reclama. Seguramente, no todas las 32 reformas —que consideramos las más importantes— se podrán sacar adelante este semestre. Creo que si nos enfocamos en las más gruesas, las sociales, las de justicia y paz, y el mismo Plan Nacional de Desarrollo, terminaríamos con un buen balance.
SEMANA: ¿Qué vendrá después del cambio de estos cuatro años?
D.R.: Nuestro proyecto nunca ha sido un proyecto para ganar elecciones. Nuestro proyecto ha sido un proyecto para las nuevas generaciones. Por eso nos hemos planteado una ruta de 20 años y no nos sonroja decirlo. Las grandes transformaciones toman tiempo. El proyecto debe consolidarse y la misma gente lo demandará.
SEMANA: ¿Aspiran a estar en el poder por 20 años?
D.R.: Ojalá. Diferentes líderes, un mismo proyecto de transformación nacional. No es solo un proyecto de izquierda, es un proyecto de país que nos posicionará como líderes regionales.