SEMANA: ¿Cómo es ver la Cámara ya no como presidente, sino como un representante más?
DAVID RACERO: Un contraste. La presidencia le permite a uno tener una conducción, una dirección, una toma de decisiones que, por supuesto, determina el curso de lo que es la Cámara de Representantes. Pero ser un congresista no presidente me ha permitido también ser más libre para opinar y debatir.
SEMANA: ¿En qué temas se había cohibido de opinar?
D.R.: En todos, si le soy sincero. En todos.
SEMANA: ¿Qué no dijo en la legislatura pasada que ahora sí puede decir?
D.R.: Empezando por las grandes reformas, poderle controvertir los argumentos a la oposición dentro del propio recinto. No es parte del presidente tomar partido en esa discusión y en eso me tocó cohibirme todo el tiempo.
SEMANA: ¿Qué exactamente se quedó con ganas de decirle a algún representante que ahora sí puede decirle?
D.R.: En lo que más me tenía que morder la lengua era cuando decían mentiras. Y eso es muy usual.
SEMANA: ¿Quiénes mienten en el Congreso?
D.R.: Hay representantes que apelan a la mentira. La búsqueda del like en las redes sociales los lleva a plantear sandeces, a veces por falta de criterio, pero también con toda la intención de generar un discurso falaz en torno a alguna situación del presidente o la vicepresidenta.
SEMANA: ¿Quiénes han dicho mentiras?
D.R.: He debatido mucho con Miguel Polo Polo, con el representante José Jaime Uscátegui, porque me parece que en varias de sus intervenciones no apelan a la verdad. Pueden tener todas las diferencias políticas, intelectuales, pero apelar a la mentira es completamente repudiable.
SEMANA: Usted se echó las reformas al hombro. ¿El nuevo presidente de la Cámara, Andrés Calle, ha hecho lo mismo?
D.R.: Puede tener tiempos diferentes a los míos. Al venir uno del corazón de este proyecto, como yo lo vengo haciendo hace más de 12 años, esto implicaba para mí no solamente un compromiso político desde la presidencia, sino un compromiso de vida. Pero no dudo en ningún momento del compromiso de Andrés Calle.
SEMANA: Usted hizo que se archivara un proyecto para dar información sobre el estado de salud de los mandatarios electos por voto popular. ¿Por qué promovió su hundimiento?
D.R.: El proyecto que acabamos de archivar tenía muchos errores, era altamente inconstitucional porque todo lo que sea un documento privado debe ser manejado con cautela. Este proyecto dejaba la posible salida del gobernante por cuestiones de salud a decisión de un actor político: los gobernadores decidían sobre la continuidad de los alcaldes y el presidente sobre los gobernadores.
SEMANA: Y sobre el presidente determinaba el Senado…
D.R.: Cuando ya hay una intermediación de algún actor político vemos que es absolutamente preocupante este tipo de proyectos. Y no tiene que ver con el nombre Petro, puede ser para cualquier gobernante. Uno tiene que legislar sin personalizar la discusión.
SEMANA: Pero la motivación de ese proyecto fueron las dudas sobre la salud del presidente…
D.R.: Esa discusión ha sembrado un manto de duda en torno a la gerencia y la capacidad del presidente. Más allá de un asunto de procedimiento legal, están pretendiendo generar con ese y otro tipo de narrativas una duda sobre la capacidad del presidente de gobernar, deslegitimar su mandato.
SEMANA: ¿Cómo está la salud del presidente?
D.R.: Muy bien. Él es un trabajador incansable.
SEMANA: ¿Por qué se ausenta entonces?
D.R.: Cuando era representante a la Cámara pasaba mucho que se ausentaba por situaciones intempestivas que no deberían ser de conocimiento público. Segundo, él se toma muy en serio las reuniones y creo que más bien es una incapacidad de hacer adecuadamente la agenda del presidente. Y sí, lo digo.
SEMANA: ¿Y esa incapacidad es de quién?
D.R.: Pues de su equipo de trabajo.
SEMANA: Desde que se fue Laura Sarabia, entonces, efectivamente todo está más desordenado…
D.R.: Pues ha habido cambios. Y seguramente esos cambios implican priorizar de manera diferente la agenda. Pero creo que el equipo debe ayudar mucho más a eso cuando reconocen la dinámica de trabajo del presidente.
SEMANA: ¿Ha habido mal manejo de la comunicación desde Palacio?
D.R.: Ha brillado por su ausencia una gran estrategia de comunicación de la Presidencia. Parte de lo que se debate en la opinión pública tiene que ver con rumores o fake news que se propagan porque no tenemos una gran apuesta de comunicación que pueda controvertir y debatir. Sobre todo cuando tienes una opinión pública que por momentos se vuelve muy agresiva, en la que están midiendo a este presidente con una vara mucho más alta de lo que han medido los anteriores presidentes, con unos medios de comunicación muy duros.
SEMANA: Con la vara que el mismo presidente trazó o la que usted también trazó como representante…
D.R.: Sí, pero el alcance que tenemos nosotros a través del Twitter es diferente a lo que pueden tener medios de comunicación con unos sistemas desplegados de información. En temas de comunicación, el Gobierno siempre está en desventaja. Y este Gobierno mucho más.
SEMANA: Usted dijo que unos ministros se estaban rajando. ¿Todavía se están rajando o el jalón de orejas del presidente sirvió?
D.R.: Sí, ha servido. El presidente nos escuchó a quienes estábamos planteando que hay ministros que se estaban colgando. ¿El papel de los ministros cuál es? Justamente poder materializar en concreto esa visión del presidente. El presidente no puede hacer el papel de los ministros, para eso es que ellos están ahí. Es más, a veces hemos visto cómo el presidente termina cubriéndoles la espalda a los ministros, cuando son los ministros los que no deberían generarle problemas al presidente, sino dar soluciones.
SEMANA: ¿A cuáles?
D.R.: No me ponga contra la espada y la pared porque igual sigo respetando a los ministros. Creo tener algunas dudas con los que no estaban comprometidos con el proyecto. Soy sincero: Alejandro Gaviria, quien brilló por su ausencia en el paso por el ministerio y no compaginaba con el proyecto del presidente. Un ministro tiene que aterrizar el proyecto, y para poderlo aterrizar debe compartirlo y tener la capacidad técnica para sacarlo adelante.
SEMANA: ¿Cómo ve el trabajo de Luis Fernando Velasco, que es quien tiene que hablar con los congresistas para que las reformas pasen?
D.R.: Él llegó finalizando el semestre pasado, cuando ya había una coalición completamente fragmentada y parte de su principal papel es reconstruir esa coalición. Estamos en este semestre en el marco de la discusión y es a partir de las reformas sociales, si avanzan o no, como podremos evaluar al ministro.
SEMANA: Hablando de evaluaciones, las elecciones regionales son un referendo para el Pacto Histórico. ¿Cómo cree que les va a ir el 29 de octubre?
D.R.: Va a ser un contraste. Como todo proyecto político, quisiéramos tener victorias en las principales ciudades y departamentos, pero seguramente el resultado no va a ser el esperado ni para nosotros ni para cualquier partido. El Pacto Histórico ha cometido muchos errores, empezando por la forma como se dieron los avales al momento de las candidaturas. Nos quedamos en muchos departamentos y municipios sin listas a la Asamblea y al Concejo, un error interno del Pacto del cual todavía no hemos hablado las consecuencias. Parte del costo que vamos a tener en las próximas elecciones tiene que ver con la inmadurez de ciertos sectores del Pacto Histórico, de su egoísmo y de la falta de criterio político que no dimensionan el momento en el que estamos.
SEMANA: ¿Qué sectores del Pacto son inmaduros?
D.R.: Hay algunos sectores del Pacto Histórico que no quieren perder su lugarcito pequeño de poder, que no comprenden que la unidad es lo que nos hace fuertes. Tenemos una situación en la que varios partidos del Pacto se terminaron alejando de las candidaturas oficiales. Hago un llamado respetuoso, con cariño, pero absolutamente crítico, al partido Mais, que se separó de las candidaturas del Pacto Histórico.
SEMANA: ¿Se arrepiente de no haber sido candidato a la Alcaldía de Bogotá, teniendo en cuenta que Gustavo Bolívar va de segundo en todas las encuestas?
D.R.: Gustavo Bolívar era y es el cuadro político del Pacto Histórico que tenía la mayor posibilidad de asumir esta candidatura en Bogotá. Y yo, en lo personal, no iba a dejar tirada la presidencia de la Cámara de Representantes.