El pasado 21 de octubre, el presidente Gustavo Petro posesionó a Mauricio Baquero Pardo como embajador de Colombia ante la República de Panamá. Es un funcionario de carrera diplomática con una trayectoria de 30 años. Fue jefe de gabinete, coordinador de Asuntos Institucionales ante Organismos Multilaterales y perteneció a grupos como la misión ante Naciones Unidas en Nueva York.
Sin embargo, el nombramiento causó polémica en el Ministerio por lo que ocurrió cuando fue embajador en Singapur. SEMANA conoció el testimonio de una primera secretaria de carrera diplomática que, en su primera salida, fue enviada a trabajar en la embajada en el país asiático. Denuncia acoso sexual de Baquero, revictimización durante la investigación y que las medidas que tomó la Cancillería no son suficientes.
Contó que en ese momento era tercera secretaria y trabajaba junto a otras dos mujeres que no pertenecían a la diplomacia. Baquero era el único hombre, quien al principio era un ejemplo a seguir para la joven funcionaria. “Tuvimos buena relación. En la calificación del primer año me puso el puntaje máximo. Nos llevábamos muy bien. Era amable, nos invitaba a almorzar a las tres, pero en 2017 empecé a notar un coqueteo incómodo, solo me invitaba a almorzar a mí”, manifestó. Luego, la mujer narra que el embajador comenzó a llamarla por apodos: “En chat me decía ‘flaca’. Lo aguanté porque era nueva y no quería ser una enemiga para él”.
Le enviaba emoticones con caras de beso, escribiéndole por fuera de horarios laborales. “Lo dejaba en leído, nunca le correspondí y tampoco le reclamé”, narró.
El coqueteo aumentó rápido: “Él cuadraba para que fuéramos a comer o salir. Yo veía a su esposa como una amiga porque me recomendaba médicos. Pero, al ver esto, me dijo que no saliera más con su esposo”.
Todo esto hizo que su salud mental y física se deterioraran. A pesar de la advertencia de su esposa, Baquero habría seguido con sus avances.
“Ofrecía llevarme a la casa. Una vez, cuando nos despedimos, me mandó una palmada entre la pierna y la nalga. Me tocó, me sentí asquerosa. Las miradas eran evidentes en la oficina”, sostuvo.
Lo más fuerte ocurrió cuando, por cosas de trabajo, la mujer se quedó un viernes en la oficina resolviendo pendientes, previo a salir de vacaciones. Su jefe coincidió con ella.
“Yo estaba por salir y mi jefe estaba tomando vino en su oficina. Al verme me ofreció y acepté. Yo estaba del otro lado, hablé de cosas de trabajo. Me hizo conversación, me iba de vacaciones, me preguntó sobre eso y le conté. Al irme, se levantó, me agarró la cara y empezó a besarme. Quedé en shock, quité la cara y volvió a hacerlo. Así pasó tres veces”, narró.
Con apoyo de compañeras diplomáticas, denunció el acoso sexual ante la Oficina de Control Interno del Ministerio, y por competencia terminó en la Procuraduría.
La mujer denuncia revictimización durante todo el proceso que llevó a cabo el Ministerio y en las audiencias de la Procuraduría.
“Además del acoso sexual, durante la investigación que condujo la oficina de Control Interno de la Cancillería, tuve que soportar ser confrontada en varias ocasiones con el señor Baquero. En las diligencias, el señor Baquero no negó en ningún momento los hechos ocurridos el 6 de abril de 2018, los cuales motivaron mi denuncia. También fui culpada por él de ‘provocar’ su comportamiento abusivo. Por esto, tuve que buscar ayuda psicológica, pues todavía enfrento las secuelas del abuso del que fui víctima y de las consecuencias de haber hecho la denuncia”, narró en una carta al canciller, que conoció SEMANA.
Ella pidió que se replanteara el nombramiento de Baquero como embajador, pero no rindió frutos, dado que la respuesta a la carta fue que la Cancillería esperará la decisión de la Procuraduría. A su vez, la mujer dijo que intentó agendar una reunión con la vicecanciller, Laura Gil, pero nunca hubo respuesta.
SEMANA le consultó a la Cancillería sobre el caso y esta respondió que el gobierno anterior, por la alternación de los funcionarios de carrera, solicitó y obtuvo el beneplácito para designar a Baquero y que el embajador goza de su derecho de presunción de inocencia, dado que el proceso sigue en curso en Procuraduría.
Según la diplomática, muchos hombres con alto rango dentro de la Cancillería y denuncias por violencia sexual son premiados al ser nombrados jefes de misión. Además, el proceso de investigación tanto interno como externo en Colombia no solo es desgastante, sino que en muchos casos no existen repercusiones inmediatas, lo que puede resultar en que sigan perpetrando estos ataques contra otras mujeres.
La presunta víctima no quiere que otra mujer pase por lo mismo y asegura que, como ella, hay otras funcionarias con testimonios similares. “Pedimos que nuestro entorno laboral sea de respeto”, manifestó.