A Nelson le encontraron un tumor en la tiroides el pasado 20 de abril, diez días antes de que concluyera el modelo de atención en salud para los maestros. El médico fue claro con su diagnóstico: tiene alta probabilidad de tener células cancerígenas según los resultados de la biopsia. Ese día le ordenaron exámenes de laboratorio de rutina, una tiroidectomía, orden para una cirugía y de anestesiología. Solo alcanzó a practicarse las pruebas de sangre porque no consiguió citas para lo demás.
¿El motivo? Las IPS a las que lo direccionaron se quedaron sin contrato el primero de mayo y desde entonces el Fondo del Magisterio (Fomag) no le ha dicho a dónde debe acudir para continuar su tratamiento.
Sin un profesional que siguiera su caso y con la preocupación de tener células cancerígenas en su cuerpo, siguió las indicaciones que le dieron en Fecode: instaurar una queja y acudir a un reconocido centro médico, donde le prometieron que revisarían su caso, pero no lo atendieron porque no tenían contrato.“Tengo una preocupación, un estrés, porque uno siempre asocia este tipo de cosas con la muerte. Uno ve el desorden del servicio de salud al no prever estos casos”, relató Nelson.
Él es uno de los 800.000 usuarios del Fomag y parte de una estadística que ya se cuenta por miles entre los maestros que están esperando que el Gobierno les resuelva las dudas sobre su atención. Y se habla de miles porque solo durante los primeros seis días de implementación de este esquema se recopilaron 17.652 requerimientos en los centros de atención al usuario y el call center.
Esta coyuntura tiene un claro antecedente. El presidente Gustavo Petro y las directivas de Fecode, encabezadas por el excandidato al Congreso por el Pacto Histórico Domingo Ayala, promovieron un cambio en el modelo de salud para eliminar la intermediación del sistema, que comenzó a operar el primero de mayo pese a que aún no estaban listas las cuestiones administrativas para su funcionamiento. Justo cuatro días antes de que el nuevo modelo entrara en vigencia, SEMANA denunció que solo estaba listo al 40 por ciento, pero ese indicador no le importó al presidente para dar el banderazo de inicio.
Es más, el gerente de salud del Fomag, José Milton Guzmán, apenas tomó posesión de su cargo el pasado 4 de mayo, y la Vicepresidencia del Fomag, la dependencia de la Fiduprevisora que tiene a cargo este asunto, carece de un vicepresidente en propiedad. Los directores administrativos y regionales del sistema solo comenzaron a firmar sus contratos cuando ya había pasado una semana de la puesta en marcha del modelo. Un completo desorden.
Sin respuestas
Estas demoras administrativas las padecen los pacientes como Nelson, del Huila, o como Eduard Acuña, un profesor que vive en el municipio de El Bagre, en el Bajo Cauca antioqueño, quien quedó con un tratamiento de vejiga y próstata suspendido por la falta de un operador contratado en su región. Él es paciente crónico y está esperando un antígeno prostático, ese examen del que tanto se queja el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, que su EPS no le ha ordenado. También necesita medicamentos de control de presión y exámenes del corazón, que no tiene cómo conseguir en su zona. Su única opción es viajar seis horas a Medellín cada vez que necesite que le resuelvan un tratamiento.
“En este proceso de transición no sabemos en dónde nos van a atender. Como veedor de salud, recibí las inquietudes de los maestros, pero no sé a quién reclamarle, porque no nos han dicho quién nos va a prestar el servicio. Somos 426 oficiales más sus beneficiarios, que sumamos casi 1.000 personas. Esto está pasando en todos los municipios. Estamos en el limbo”, asegura el docente. Él es claro con un mensaje de alarma: “Hay servicios que quedaron desahuciados”.
Las barreras para que los maestros accedan al servicio de salud son indiferentes a factores como la ubicación de los afiliados, si estos son beneficiarios de algún familiar suyo que sea educador del magisterio o el tipo de cuadro médico que presenten. Están en todas partes.
Luis Carlos Rodríguez está en Bogotá esperando que el Fomag le diga cuáles son las IPS que lo atenderán en los cuidados posoperatorios de una colostomía que tuvo en agosto de 2023, de la que no ha podido sanar. Le suspendieron la entrega de medicamentos y de insumos médicos para limpiar su herida y solo tiene el servicio de una IPS que va a su casa a revisar la cicatriz que quedó en su cuerpo: lo visitan cada cuatro días, pero como no tiene una institución que le entregue los insumos para la curación, le toca comprarlos por su cuenta. Ha gastado 800.000 pesos de sus ahorros en adquirir utensilios quirúrgicos que el sistema debería darle.
A Luis Carlos se le quiebra la voz cuando cuenta su caso: “Ya los recursos no alcanzan. Si uno no los compra, ¿cómo le hacen la curación? Uno termina muriéndose. Me comuniqué con el Fomag, con un call center, y ellos ni siquiera tienen la información de cuáles son los hospitales y las clínicas, no saben cuál es el alcance de lo que está pasando. Como quien dice: ‘Eso es problema suyo’”.
Modelo apresurado
Esta semana se hizo viral un video en el que una mujer pedía a gritos atención en el punto de atención de la Fiduprevisora en la calle 72 con carrera 10, al norte de Bogotá. “Mi hermana se va a morir, ayúdenme”, suplicaba. Quien grabó ese material es la docente Zareth, una paciente diagnosticada con una enfermedad autoinmune y quien está en proceso de pedir una pensión anticipada por pérdida de capacidad laboral.
Con el cambio de sistema se quedó esperando que le agendaran citas con las especialidades de neurología, endocrinología y gastroenterología, pues su última visita al médico fue en abril y ya no estaban programando revisiones para mayo por la falta de contratos. Lo grave es que su calidad de vida depende de un medicamento de alto costo que le inyectan cada seis meses y para el que antes de cada inyección necesita exámenes especializados.
La aplicación le corresponde en junio y ni siquiera ha podido empezar el proceso previo a esa diligencia médica porque quedó “volando”. “No es cierto lo que Fecode dice o lo que el Ministerio dice. Hicieron todo al revés. Iniciaron un nuevo modelo de salud sin tener lo prioritario, que eran las contrataciones. Ahora uno no sabe qué va a pasar”, reclama. Su hija de 6 años, beneficiaria suya en el Fomag, quedó sin una cita de seguimiento de electrofisiología pediátrica, pues la clínica a la que la enviaron desde el Fondo del Magisterio le respondió que no tenía contrato.
Los casos de docentes desatendidos no caben en estas páginas. Gloria María Perpinán está esperando terapias de oxígeno, órdenes de medicamentos y de citas con especialistas en Valledupar. “No hay instrucciones en las IPS, la Fiduprevisora no ha establecido parámetros de cómo son los procesos para autorizaciones y las IPS no saben a dónde enviar a los pacientes a reclamar medicamentos”, afirma su hija Dianis Sánchez.
Otros dos pacientes de Bogotá, uno con una enfermedad crónica y otra con una enfermedad huérfana, bajo reserva contaron sus casos documentando cómo han llamado a cada teléfono o han visitado cada sede que les dice el Fomag, pero siguen sin atención.
El Fomag comparte testimonios de pacientes a los que sí les resolvieron las quejas en sus redes sociales, y Fecode está divulgando los datos de los centros en los que, en teoría, sí atenderían a los usuarios. Sí hay casos resueltos, pero también otros tantos que quedaron en el limbo, en los que la vida es la que está en juego por un cambio en el formato de operación del sistema de salud que comenzó cuando aún no estaba listo. Los maestros le exigen a Petro que decrete medidas de inmediato.