Skytrax, una firma auditora que revisa la calidad de las empresas aéreas, galardonó al aeropuerto El Dorado de Bogotá como la mejor terminal de Sudamérica. El reconocimiento no solo se debe a sus instalaciones, también tiene en cuenta el pesado tráfico nacional e internacional que gestiona diariamente.
La terminal, que recibe más de 32 millones de pasajeros al año y maneja cerca del 80 por ciento del tráfico de Colombia, parece tener una infraestructura actualizada y funcional, pero el área de trabajo de una parte fundamental de las operaciones, que depende directamente de la Aeronáutica Civil, pone en peligro la seguridad aérea del país.
Las instalaciones de la torre de control del aeropuerto, que consisten en zonas administrativas, de descanso y operativas, se están cayendo a pedazos y cuentan con varias deficiencias, lo cual pone en riesgo la integridad de los funcionarios y el normal funcionamiento de la terminal aérea. SEMANA visitó la torre de control de El Dorado, donde se pudo constatar el deterioro de la edificación, así como el temor de quienes trabajan en ella.
Se trata de una infraestructura inaugurada en 2015, durante el Gobierno del expresidente Juan Manuel Santos, con una inversión pública de cerca de 150.000 millones de pesos. Menos de nueve años después, el estado de las instalaciones de la Aerocivil no permite que los funcionarios administrativos y operadores se sientan seguros.
Este medio comenzó el recorrido en las oficinas administrativas de la Aeronáutica Civil llamadas Centro de Control, que quedan en un pequeño edificio de cuatro pisos, dentro de la zona resguardada de la torre de control. En estas instalaciones se encuentran algunas oficinas y la sala de crisis del aeropuerto, donde se toman decisiones en casos de emergencia.
Sin embargo, diariamente se usan para fines de descanso y alimentación de los operadores aéreos, quienes solo pueden tener una jornada laboral de seis horas continuas, por lo que si existe una extensión por emergencia o falta de personal se debe habilitar una zona de sueño o descanso para garantizar que siempre estén alerta.
En la entrada del edificio existen varias falencias que no han sido corregidas, como una puerta de vidrio rota y baldosas desajustadas, que podrían provocar una caída si no se transita con cautela. La humedad comienza en la zona de cafetería y el comedor para funcionarios, en donde se pueden ver huecos gigantes en el cielorraso, en el que se ve cómo el agua se filtra por grietas en las tuberías.
El personal de aseo, con suelos inundados de agua, debe optar por poner baldes de basura debajo de los chorros que salen de los tubos: “Se dobla el trabajo que tenemos que hacer”, dijo una de ellas, en conversación con este medio. En las zonas en las que se manipulan alimentos también se cayó el cielorraso, hay un fuerte olor a humedad y charcos en los que se pueden caer los funcionarios y colaboradores de servicios varios.
Algunos de los baños también presentan fallas en tuberías y filtraciones de agua, lo cual ha acabado con las baldosas y techos. Varios de ellos están constantemente fuera de servicio. Las áreas de descanso, que consisten en habitaciones con cama y baño completo para los funcionarios, tienen múltiples parches de moho en las paredes, lo cual hace imposible respirar de forma segura por las posibles enfermedades que podría desatar la exposición a ese tipo de humedad.
Las aseadoras deben amarrar trapos a las tuberías, con el fin de que se filtre el agua con menor frecuencia. Luego está la torre de control, que se comunica al edificio administrativo por un sótano. Desde el primer piso de la edificación, que fue inaugurada apenas hace dos años, se puede ver la falta de mantenimiento, con cristales rotos y varias oficinas inhabilitadas por el deterioro.
SEMANA logró subir en el ascensor, el cual se descompone con frecuencia, lo que impide que los controladores puedan subir al piso 13, donde se encuentra la cúpula de la torre de control. Sin importar la edad y posibles discapacidades físicas, los funcionarios deben subir los pisos por escaleras, que en la última etapa son de hierro. De acuerdo con controladores, quienes aportaron sus videos de la situación, se inunda cada vez que llueve, lo cual provoca que se descuelgue o se quede suspendido en pisos altos.
“Tenemos suerte de que no haya cobrado una vida”, dijo un controlador, quien asegura que los daños son recurrentes, a pesar de que se han hecho trabajos para subsanar.
Incluso, en el último piso de la torre de control, lugar en el que se debe tener un espacio seguro para situaciones de posible emergencia, hay huecos de rendijas de aire acondicionado defectuosas. A falta de arreglo, pusieron una puerta de madera encima, junto a letreros de ‘Piso mojado’, a pesar de que ya ha habido caídas.
SEMANA habló con Demetrio Capador, presidente del sindicato Aserpaci, quien aseguró que este tipo de falencias ponen en peligro la seguridad aérea del país: “Ha habido paños de agua tibia. Los ascensores se inundaban, por lo que los controladores deben subir 13 pisos para hacer su labor esencial”.
“Es negligencia administrativa. Se conoce el problema desde 2017. Se ha manifestado que existe riesgo operacional, según la Organización de la Aviación Civil Internacional (Oaci) de las Naciones Unidas, por un paral en la estructura de las ventanas de la torre de control, que bloquea la visión”, denunció el sindicalista, quien asegura que las deficiencias las conocen todos los organismos de control, pero no se han corregido.
Llama la atención que permanezcan las falencias, a pesar de que en mayo de 2023 la Aeronáutica Civil suscribió un contrato con la empresa Vincol Construcciones S. A. S. para el arreglo de las instalaciones, por más de 3.300 millones de pesos.
SEMANA tuvo acceso a la documentación del contrato, que solo muestra informes de ejecución contractual hasta diciembre de 2023, a pesar de que el contrato tiene vigencia hasta diciembre de 2024. De acuerdo con el documento, solo se alcanzó a ejecutar el 36,83 por ciento.
“El señor abandonó el contrato, dejó tiradas las obras. Le he solicitado a la oficina de control disciplinario adelantar acciones legales contra la firma contratista por la no continuación del mismo”, manifestó Capador, en conversación con SEMANA.
Mientras tanto, podría estar en riesgo la seguridad aérea del país por la falta de mantenimiento de las instalaciones de la torre de control del aeropuerto El Dorado, que carecen de condiciones mínimas para trabajar y cuenta con deterioro que podría ser peligroso para la integridad de los funcionarios.
De acuerdo con Capador, esta situación también se está viviendo en otros aeropuertos del país, como el de Providencia, en el archipiélago de San Andrés, y en Guaymaral, donde operan buena parte de los vuelos privados de Bogotá.
SEMANA se comunicó con la Aeronáutica Civil, con el fin de obtener respuesta sobre la situación que atraviesan los controladores aéreos y funcionarios administrativos, pero a la hora de cierre de esta edición no contestaron las preguntas.