SEMANA: ¿Cómo ve hoy el país?

WILLIAM OSPINA: Es muy complejo, hay grandes expectativas de cambio, sentimientos de frustración, desconcierto, una gran cantidad de gente con el deseo de saber qué está pasando. Hay que ir por partes.

SEMANA: Hablemos del Gobierno.

W.O.: Hay un sector importante de la población que sabe que Colombia necesita cambios profundos. En esa medida, ha cifrado en Petro la esperanza de esos cambios porque, en las elecciones de 2022, en la primera vuelta, por lo menos 15 millones de personas votaron por un cambio, los que lo hicieron por Petro y Rodolfo Hernández. Hay conciencia de que el país necesita cambiar, pero hay que hablar sobre cuáles son los cambios que Colombia necesita. Personalmente, siento que son menos reformas legales. La nación necesita emprender una revolución de la productividad, volverse un país productivo.

SEMANA: ¿Las reformas de Petro no son las que necesita el país?

W.O.: Creo que no. Esos cambios en el Congreso casi siempre activan un montón de mecanismos de presión, incluso, de chantaje parlamentario. Se le pueden ir los cuatro años al presidente forcejeando para que le aprueben un cambio en el sistema de salud o de pensiones. No siento que sean los cambios que garantizarían que el país arranque en la dirección que necesita. Hay mucha gente rezando para que Petro fracase para entrar en la piñata, pero alguien que quiera este país no puede apostarle a su fracaso y sentarse dos años a ver que se deteriore y se hunda solo porque alguien tiene ambiciones políticas después.

William Ospina. | Foto: Esteban Vega La-Rotta

SEMANA: ¿Cómo le han parecido los casi dos años del Gobierno Petro?

W.O.: Han sido dos años de buenas intenciones, pero de mucha desconexión. No siento que el Gobierno esté coordinado, hay una serie de funcionarios tratando cada uno de echar a andar su propia idea de cómo hay que cambiar y administrar las cosas. Mencionaré algunas iniciativas para demostrar que por ese camino no se llega muy lejos: la reforma agraria. El debate principal hoy en Colombia no debería ser quién es el dueño de la tierra, eso tiene que cambiar, pero no es lo primero. Hay que volver la tierra productiva. Si eso ocurre, con un intercambio y participación justa de distintos sectores, sería mucho lo que se avanzaría. Pero la idea de comprar 3 millones de hectáreas, cuando en dos años no se han comprado ni siquiera 200.000, y comprarlas a precio comercial y que el Gobierno se gaste 60 billones que no tiene y quedarse sin con qué habilitarla, con qué crear vías y distritos de riesgo necesarios, es absurdo. El tema de la paz es más complicado todavía.

SEMANA: ¿Por qué?

W.O.: Si bien he creído en los procesos de paz y me parecen necesarias las negociaciones y desmovilizaciones, cada vez estoy más convencido de que no es suficiente. Desmovilizar unos guerrilleros no es suficiente porque Colombia necesita cambios reales, que le ofrezcan oportunidades a la mayoría de la población, que es pacífica. No es posible que uno haga la paz solo con la guerrilla, y los ciudadanos pacíficos que llevan décadas esperando trabajo y oportunidades sigan viendo pasmados que en el país solo se les brinda una oportunidad a quien tenga un arma en la mano. Por otra parte, una cosa es negociar con guerrillas o con gente que tenga algún contenido político, donde se pueden llegar a unos acuerdos, otra es pensar que es posible hacer la paz negociando con bandas criminales.

SEMANA: Usted no votó por Petro, pero ¿qué cree que pasó con el presidente?

W.O.: No voté por él. Siempre dije que el proyecto de Petro, como el de Rodolfo Hernández, era de cambio para Colombia. Mucha gente confiaba en él, siento que la manera como se ha interpretado el cambio desde el Gobierno no es la acertada. No sé cuál sea la situación personal del presidente, hay mucha especulación, se habla mucho, pero él tiene unas responsabilidades grandes con el país. Y la principal es examinar cuáles son los cambios prioritarios que pueden permitir que Colombia no siga en la angustia. Si no hay un replanteo de la política de gobierno, será una frustración para el país. No siento que los grandes cambios que los ciudadanos estaban esperando hayan llegado hasta ahora. Ojalá que en dos años las cosas cambien.

William Ospina manifiesta que hace tiempo no ve a Francia Márquez. | Foto: ESTEBAN VEGA LA ROTTA

SEMANA: ¿Por qué dice que Petro cree que va a llegar, pero ya se está yendo?

W.O.: Los Gobiernos calculan que van a durar cuatro años, pero todo el mundo sabe que el primer año echan a andar los proyectos y el último se va en la campaña electoral. Todo el mundo siente que transcurridos tres años de un gobierno todo el mundo está hablando de lo que viene y no de lo que está pasando. El Gobierno puede calcular que no lleva sino dos años, pero tiene que pensar que lo que ha hecho hasta ahora tiene que ser la locomotora de lo que va a alcanzar a hacer, porque en un año se hablará de otra cosa o la gente estará desencantada. Al Gobierno le queda poco tiempo, tiene que aprovecharlo al máximo.

SEMANA: ¿Hay material para que Petro cierre un buen gobierno?

W.O.: Me temo que va a ser muy difícil.

SEMANA: ¿Petro quiere reelegirse?

W.O.: Petro es consciente de que en Colombia no es fácil echar a andar la reelección y mucho menos con el grado de desaprobación de su Gobierno. Incluso, la propuesta de una constituyente suena más como poner a andar una idea y poner a la gente a debatir sobre ella a que haya alguna posibilidad de una constituyente.

SEMANA: ¿Cómo ve a la vicepresidenta Francia Márquez?

W.O.: Hace días que no la veo. Para ella era particularmente difícil el desafío de la Vicepresidencia, porque pertenece a otro orden de la realidad. La respeto mucho, muy luchadora, muy comprometida con la causa de la gente, su espacio está principalmente allí. Desde el comienzo veía menos a Francia como una funcionaria en un ministerio que, por ejemplo, como alguien encargada de dinamizar la política del litoral pacífico.

William Ospina dice que le preocupa mucho la salud de Rodolfo Hernández. | Foto: Esteban Vega La-Rotta

SEMANA: ¿Volvió a hablar con Rodolfo Hernández?

W.O.: No, y me ha preocupado mucho su salud y el hecho de que haya sido condenado en ese juicio. Tengo entendido que está en marcha una apelación. En mi convicción personal, ese delito no se cometió, hubo la iniciativa de un hijo de él de participar y lucrarse de los negocios de la administración, pero esa iniciativa hizo que no se firmara jamás y que el hecho no se cumpliera. Está mal que en el caso de quienes no quieren a Rodolfo lo declaren culpable de lo que hizo su hijo, cuando ellos mismos saben que Petro no es el responsable de lo que hizo Nicolás Petro, que sí está confirmado y sí ocurrió. Veremos cuál será el desenlace de todo.

SEMANA: Si Rodolfo Hernández hubiera ganado la presidencia, ¿el país sería distinto?

W.O.: Sin duda sería distinto. ¿En qué? Las propuestas que él hacía eran pertinentes, él tiene una capacidad gerencial que le habría permitido echar a andar muchas cosas. Es difícil comparar lo existente con lo inexistente, lo que ocurrió con lo que pudo haber ocurrido. Pero creo que mucha gente juzga a Rodolfo por su manera de ser, aquí hay como una especie de culto por los buenos modales y él es muy espontáneo, desabrochado, que muestra lo que es. Habría sido un gobierno bien distinto.

SEMANA: ¿Ve a un personaje como Rodolfo Hernández para 2026?

W.O.: Debería aparecer alguien como él, no solo con la capacidad gerencial que tenía y su capacidad de comunicación, sino con una propuesta de país que le permita articular un movimiento.

SEMANA: ¿Le ha costado su respaldo a Rodolfo Hernández?

W.O.: Sí, aquí tenemos en algunos casos niveles de discusión precarios. Por ejemplo, muchas veces he simpatizado con procesos de cambio y transformación, no me gusta decir que soy de izquierda o de derecha, porque siento que esas palabras representan menos cosas eficaces. Aquí no se juzga a las personas por lo que opinan o lo que dicen, sino a quién adhieren. Y si no te adhieres a un personaje por determinada razón, eso parece que borra todo tu pensamiento, tu compromiso. Ese es el precio que hay que pagar por la coherencia y unos principios.

SEMANA: Si hubiera apoyado a Petro, ¿estaría arrepentido?

W.O.: No lo apoyé y, sin embargo, le digo: muévase, haga algo, haga cambios. Mi actitud no es tanto de entusiasmo y de arrepentimientos, sino de apuestas a cosas que de verdad le sirvan al país.