Verónica y los helicópteros
VICKY DÁVILA: General Ricardo Díaz, hace unos dos meses usted salió del cargo que ocupaba como viceministro de Defensa. ¿Por qué?
RICARDO DÍAZ: Me retiré por solicitud del señor ministro Iván Velásquez.
V.D.: O sea, lo retiraron.
R.D.: Me retiraron…
V.D.: ¿Por qué decide hablar y dar la cara?
R.D.: Mi decisión obedece a que en su momento acompañé al presidente Petro en un proyecto político en el cual creí. Había cosas en común como la estabilidad de los militares, combatir la corrupción en las Fuerzas, trabajar por el bienestar de las tropas y, sobre todo, la institucionalidad, y asegurar el compromiso de las Fuerzas con la democracia.
V.D.: ¿Hoy está arrepentido de haber creído en el proyecto político de Gustavo Petro?
R.D.: Hoy pienso que haber apoyado un proyecto donde lo que se dijo no se cumplió sí da para arrepentirme. Pensé que era un proyecto viable para el país y para las Fuerzas Militares.
V.D.: Salió desilusionado…
R.D.: Salí desilusionado porque veo que no es así. La corrupción y los intereses económicos continúan y están desestabilizando al Ministerio de Defensa, que es la garantía de la democracia en el país.
V.D.: Usted era el viceministro para la estrategia y la planeación del Ministerio de Defensa…
R.D.: Sí, manejaba el presupuesto de 52 billones de pesos en el Ministerio, manejé la parte académica de las Fuerzas Militares, el bienestar, la alimentación de las tropas, las dotaciones y, lo más importante, teníamos que garantizar la defensa y la seguridad del país con las unidades orgánicas del Comando General de las Fuerzas Militares.
V.D.: General, ¿usted encontró corrupción en medio de la gestión de Iván Velásquez como ministro de Defensa?
R.D.: Hay permisividad, sí.
V.D.: ¿Esa es una forma de corrupción?
R.D.: Sí, es una forma de corrupción, porque hay personas que están interesadas en tener acceso a eventos donde se necesita transparencia, porque lo que estamos administrando son recursos públicos y hay intereses que no permiten que eso suceda.
V.D.: Como le ocurrió con una oferta de tres helicópteros para la Presidencia. ¿Qué pasó?
R.D.: Cuando recibí el Viceministerio, se me habló de la necesidad de adquirir unos helicópteros como soporte logístico para el helicóptero presidencial y dos helicópteros para iniciar el reemplazo de la flota de helicópteros UH-1N, que tienen unos 60 años de uso. Me hablaron de tres helicópteros que había ofrecido un país amigo y que podrían servir para la Fuerza Aérea. Desde el principio se empezaron a presentar presiones.
V.D.: ¿Cuál país amigo?
R.D.: Era un país árabe. Su representante había comprado unos helicópteros de fabricación italiana, de la empresa Leonardo, y decidió vender tres de las mismas especificaciones del helicóptero presidencial. Estos habían sido ofrecidos a la Fuerza Aérea.
V.D.: Usted dice que hubo “presiones”. ¿De qué tipo?
R.D.: Las presiones fueron de personas que se presentaron vinculadas con el Gobierno, ofrecieron dádivas para que se tomara en consideración la compra de los helicópteros.
V.D.: ¿Le ofrecieron plata a usted?
R.D.: Sí, a mí me ofrecieron.
V.D.: ¿Cuánto dinero le ofrecieron?
R.D.: Me ofrecieron 700 millones de pesos para que la decisión fuera adquirir esas tres aeronaves.
V.D.: ¿Quién se los ofreció?
R.D.: Me los ofreció un grupo de personas a través de un oficial retirado del Ejército.
V.D.: ¿Quién? ¿Cómo se llama?
R.D.: El coronel Eduardo Mejía. Él se me acercó, me dijo que trabajaba en conjunto con el señor Camilo Benedetti, hermano del embajador de Colombia en Venezuela en ese momento (Armando Benedetti) y con Camilo Torres Méndez.
V.D.: ¿Quién es Camilo Torres Méndez?
R.D.: Camilo Torres Méndez es una persona que me mencionó el señor coronel Mejía, que trabaja en una empresa denominada Force, una empresa que tiene sede en Colombia, es extranjera y ha tenido varios cuestionamientos en contratación con las Fuerzas Militares desde 2020. Él tiene un cargo directivo en esa empresa. Mejía también dijo que él trabajaba con Ángela Benedetti, la hermana del señor embajador. Esa fue la información que me suministró el coronel Mejía.
V.D.: ¿Cómo lo aborda el coronel Mejía?
R.D.: Me cita. Yo lo conocía de tiempo atrás. Me dice que él trabaja con estas personas que le acabo de nombrar y que hay 700 millones de pesos para que el Ministerio tome la decisión de comprar esos helicópteros.
V.D.: ¿Y usted qué le dijo?
R.D.: Primero me pareció muy extraño que Eduardo, conociéndome y habiendo trabajado juntos, me estuviera ofreciendo ese tipo de dádivas. Y dos: el interés era que se compraran los helicópteros que tenía el Gobierno de Catar a la venta, nos despedimos y le pedí el favor de que no se volviera a tocar el tema con relación a comisiones, dádivas o dineros que fueran a perjudicar la buena imagen de todos.
V.D.: Pero hay algo clave y es que Mejía le dice que trabaja con esas personas, pero que hay alguien muy cercano al presidente Gustavo Petro que está muy interesado en que se compren esos helicópteros. ¿Quién es esa persona?
R.D.: Él me dijo que la primera dama tenía un interés particular en que esos helicópteros fueran adquiridos por el Ministerio de Defensa.
V.D.: ¿Verónica Alcocer?
R.D.: Sí señora.
V.D.: ¿Cuándo ocurre este episodio?
R.D.: La primera semana de septiembre de 2022, más o menos.
V.D.: ¿Qué reacción tuvo cuando el coronel le mencionó a la primera dama?
R.D.: Vicky, él dijo que por parte de la primera dama había un interés en que esas aeronaves se compraran. Eso me pareció muy extraño porque no es función de la primera dama estar intercediendo por contratistas. Además, es una actividad netamente militar que corresponde a la parte técnica de la Fuerza Aérea. Pero el coronel sí fue muy claro en decir que había interés de la primera dama de que se compraran esos helicópteros.
V.D.: Hay un episodio adicional y es que abordan a su esposa. ¿Cómo fue?
R.D.: Después de mi nombramiento como viceministro, empezaron a aparecer amistades a las cuales no estábamos acostumbrados, porque somos de pocos amigos. En alguna ocasión la invitaron a un almuerzo.
V.D.: ¿Quién?
R.D.: La citaron en el apartamento de Ángela Benedetti. A esa reunión iban a asistir Camilo Benedetti, Camilo Torres Méndez y (Carlos) Alberto Dada Barguil, exesposo de la señora Benedetti. Mi esposa no llegó a tiempo y hubo una molestia en las personas que asistían a esa actividad. En esa reunión determinaron que debían desprestigiar mi nombre y decir que me habían entregado 4.000 millones de pesos por la compra de las baterías antiaéreas Barak, de origen israelí.
V.D.: ¿Pero se lo dicen a su esposa?
R.D.: No, ella no llegó a tiempo y ellos se fueron, pero llegaron a ese acuerdo para que esa información fuera suministrada, pienso yo, que al Ministerio o posiblemente a la Presidencia. En todo caso, nos informan lo que había pasado en el almuerzo. Con esa información, le solicité al ministro (Iván Velásquez) hablar con él para ponerlo al tanto de lo que estaba pasando. Lo hice a través del sistema de comunicación que teníamos. Me dio la cita, le informé lo que había ocurrido en esa reunión y tomó nota de los nombres.
V.D.: Detengámonos ahí un minuto. Usted llega a la cita, ¿y qué le dijo al ministro?
R.D.: Le dije que me habían abordado y me habían ofrecido un dinero para la compra de unos helicópteros. Como eso no se había dado, entonces habían dicho que había que desprestigiar mi nombre, afirmando que me habían entregado 4.000 millones de pesos por la compra de la batería antiaérea Barak. Una decisión que tomó el comandante de la Fuerza Aérea y que apoyaron el presidente de la república y el ministro de Defensa. Fue una reunión en la Casa de Nariño, era una decisión que tenía que tomar Petro, porque se trataba de la defensa nacional.
V.D.: ¿Qué le dijo el ministro cuando usted le soltó esa bomba?
R.D.: Él me preguntó cómo había adquirido esa información. Le dije que me había sido suministrada por una persona que había estado en esa reunión y que mi obligación era ponerlo al tanto de lo que estaba pasando. Él tomó nota de los nombres, me dijo que tenía otras actividades y me retiré de la oficina. Más tarde me llaman y me dicen que en ese momento estaban reunidas las personas que me mandaron el mensaje y estaban tratando de averiguar quién fue la persona que filtró la información. A partir del momento, el ministro toma unas acciones.
V.D.: ¿Qué tipo de acciones tomó el ministro?
R.D.: Fueron muy puntuales. La primera fue que toda la información que se le suministrara al despacho del señor ministro debía ser a través de su secretaria personal. La segunda fue que dio la orden de que los computadores de los viceministros debían quedar conectados al computador de la secretaria personal para poder tener control sobre las personas que se atendían y las citas que se otorgaban. Por último, a partir de ese momento, no volví a tener comunicación con el ministro. Todo se hizo a través de su secretaria.
V.D.: ¿Usted le dijo al ministro de Defensa que la primera dama, supuestamente, estaba interesada en ese negocio de los helicópteros?
R.D.: Le informé al señor ministro cuando me recibió en su despacho. Le mencioné los nombres de las personas que habían hecho los comentarios de que la primera dama tenía interés en la adquisición de esas aeronaves.
V.D.: ¿Y qué le dijo el ministro?
R.D.: Guardó silencio. Tomó nota de los nombres y me dijo que él iba a resolver el asunto. A mí me dijeron: “El ministro está hablando con la Presidencia”.
V.D.: ¿Y con quién se comunicó el ministro en Presidencia?
R.D.: Con Laura Sarabia. Estoy seguro de que fue ella, porque se trataba de la familia de Benedetti.
V.D.: Usted me contó, antes de la entrevista, que hubo un alto funcionario de la Casa de Nariño que también lo abordó por los helicópteros. ¿Quién fue?
R.D.: El esposo (hoy exesposo) de la señora Ángela Benedetti, Juan Fernández.
V.D.: ¿Cómo fue?
R.D.: Juan Fernández me citó a una reunión, yo asistí.
V.D.: ¿Lo citó a Palacio?
R.D.: No.
V.D.: Entonces, ¿dónde se vieron?
R.D.: En Residencias Tequendama. Me dijo que había recibido unas instrucciones del presidente para hablar de unos aviones que debía adquirir Satena para unas rutas nacionales e internacionales que habían ordenado hacia Caracas. Pero como la empresa Satena pertenecía al Viceministerio de GESEG, me debía acompañar la viceministra que tenía esa responsabilidad.
V.D.: Y llegó allá el día de la cita con la viceministra.
R.D.: Llegamos a la cita y estaba Juan Fernández. Yo llegué con la señora viceministra. Se habló de los requerimientos que me había hecho el presidente, se habló sobre el leasing de unos aviones de la empresa Viva, que estaba con problemas económicos, y en un momento él (Juan Fernández) se levantó y me dijo que necesitaba ir al baño. Habíamos acordado previamente que, cuando eso ocurriera, yo me excusaba con la viceministra y atendía un requerimiento que tenía el señor Fernández. Efectivamente, nos encontramos en el corredor que va hacia los baños.
V.D.: ¿La viceministra se quedó ahí?
R.D.: Juan me dijo que tenía que hablar una cosa privada. Entonces la señora viceministra se quedó en el comedor, yo salí, me entrevisté con él y me dijo: “General, el asunto es de los helicópteros. La primera dama tiene interés en que se adquieran”. Y yo le dije: “Mire, Juan, esa es una actividad que es responsabilidad de la Fuerza Aérea, nosotros no los adquirimos porque no está entre las funciones, ni contratar, ni hablar, ni recibir.
V.D.: Quiero que me describa el sitio exacto donde él le dijo eso de la primera dama.
R.D.: A ver, uno sale del comedor del cuarto piso en Residencias Tequendama. Sale a mano derecha, cruza a mano izquierda y al fondo se encuentran los baños del hotel. Él regresó y me esperó en el corredor, y yo me acerqué para preguntarle qué era lo que tenía que hablar conmigo en forma reservada. Me dijo que era con relación a los helicópteros que había ofrecido el Gobierno de Catar. Me dijo que la primera dama tenía interés en que esos helicópteros se compraran. El señor Juan Fernández es muy cercano al presidente, porque es uno de sus asesores, y el mensaje que enviaron fue muy claro.
V.D.: ¿Pero no le pareció raro que, en lugar de decirle que era el presidente, le dijera que era la primera dama?
R.D.: Sí, bien raro porque la primera dama no tenía por qué estar decidiendo por ninguna empresa en la compra o no compra de elementos militares.
V.D.: ¿Se sintió incómodo?
R.D.: Me sentí muy incómodo. A partir de esa fecha, el señor Juan Fernández no fue la misma persona conmigo. En las dos o tres veces que nos encontramos siempre rehuía el saludo. La última vez que tuve que saludarlo fue en la Escuela Militar, pero pues fue muy lejano. Cuando llegué al sitio de la reunión se alejó.
V.D.: Cuando él le dijo eso de la primera dama Verónica Alcocer, ¿lo sintió asustado o normal?
R.D.: No. Fue con mucha propiedad y naturalidad. Pienso que él debía conocer del tema, porque me llevó fue una razón, básicamente.
V.D.: ¿Esa reunión con Juan Fernández en Residencias Tequendama fue antes o después de que le ofrecieran 700 millones de pesos?
R.D.: Fue después.
V.D.: ¿Y fue antes o después de aquella reunión donde invitaron a su esposa y ella llegó tarde?
R.D.: Fue después de esa reunión.
V.D.: Esos tres helicópteros, por los que recibió tantas presiones, ¿cuánto costaban?
R.D.: Era un negocio, más o menos, de 20 millones de dólares, eso costaban. Sé que después los compró la República Dominicana a muy bajo costo, pero por decisión de la Fuerza Aérea, porque no los necesitaban. Tenían otras prioridades.
V.D.: ¿Qué pasa después de que usted le lleva esa información al ministro Velásquez?
R.D.: A partir de ese momento, el ministro cambia su actitud conmigo. Ya no hay más comunicación. Empiezo a notar una serie de informaciones que no eran ciertas. Por ejemplo, que mi esposa ingresaba frecuentemente al Ministerio a hablar con los viceministros y con las oficinas de contratación. Ese artículo salió en El Espectador.
V.D.: ¿Siente que empezaron a perseguirlos a usted y a su familia?
R.D.: Exactamente. Y así con muchas cosas, incluso llegaron a decir que por el hecho de no saludar a un empleado había persecución laboral de mi parte y cosas por el estilo. Cosas que nunca sucedieron porque las desvirtué en su momento frente al señor ministro.
V.D.: ¿Querían que usted se fuera?
R.D.: Atacaron a mi señora y me atacaron a mí. Uno está acostumbrado a ese tipo de actitudes, pero la señora es ajena y está en sus actividades laborales de acuerdo con su profesión. Ella no tenía ninguna actividad vinculante con el Ministerio. Como le repito, nosotros no somos personas de muchos amigos. De un momento a otro nos volvimos muy populares y me imagino que debe ser por el cargo que yo ostentaba. Empezaron a acercarse personas que, cuando vieron que no se podía hacer la gestión que querían, empezaron a atacar por las partes más débiles. Informaciones de maltrato, de visitas, de actividades que nunca se realizaron porque ella no formaba parte del Ministerio.
“Petro estaba ido”
V.D.: ¿En qué concepto tiene al presidente Petro?
R.D.: Es una persona que tiene en su cabeza un país que ha idealizado, de cómo quiere que sea Colombia. Pero va en contravía de toda la realidad que tenemos. Tiene contradictores, personas que muy seguramente no lo quieren mucho. Pero me parece que es experto en manejar el caos.
V.D.: ¿Eso qué quiere decir?
R.D.: Producirlo, controlarlo y manejarlo. Muchas de sus declaraciones son explosivas, cosas que van contra todo.
V.D.: ¿Pero el presidente Petro está en sus cabales?
R.D.: Yo pienso que alguien tiene que determinar.
V.D.: Tiene dudas.
R.D.: Tengo dudas de que esté bien.
V.D.: Usted vivió con él un episodio pocos días antes de la segunda vuelta. Recibió una llamada en la que le informaron que debía verse con Petro en un hotel en Bogotá. ¿Qué pasó?
R.D.: Me recibió el entonces candidato en compañía de la señora Laura Sarabia, que se encontraba en su séptimo u octavo mes de embarazo. Ya había ganado la primera vuelta. Petro me mencionó que tenía información de que iban a atentar contra su vida, pero la impresión que tuve era que estaba demasiado cansado. No coordinaba las cosas que decía. Estaba como ido.
V.D.: ¿Lo vio extraño?
R.D.: No lo vi como siempre lo había visto.
V.D.: Descríbame el aspecto físico de Petro ese día.
R.D.: Era el de una persona agotada físicamente. Su cara estaba como transfigurada. No sé si por el cansancio.
V.D.: Pero nadie se transfigura por un cansancio. General, olvídese de eso.
R.D.: Era muy diferente al senador que conocí cuando me reunía con él.
V.D.: Cuando usted dice que lo veía “ido”, ¿cómo era el discurso de Petro ese día?
R.D.: En algunos apartes no hubo mucha coherencia. Desvariaba.
V.D.: ¿Cómo así que desvariaba?
R.D.: De pronto no se concentraba en lo que tenía que decir. Fue una reunión de diez o veinte minutos. Pero su comportamiento no era el mismo que se le ha conocido en reuniones anteriores. No era la misma persona.
V.D.: ¿Usted se fue preocupado?
R.D.: Pues sí me fui preocupado.
V.D.: ¿Se acuerda de la mirada de Petro ese día?
R.D.: Una mirada lejana, perdida.
V.D.: ¿Qué le dijo Petro en esa oportunidad sobre el supuesto plan para asesinarlo?
R.D.: Me dijo que una organización criminal, denominada La Cordillera, iba a atentar contra él. Me dijo que él había estado en reunión con el general Vargas, el entonces director de la Policía.
V.D.: ¿Pero él confiaba en Vargas en ese momento?
R.D.: Yo creo que no.
V.D.: ¿Cree que no o se lo expresó?
R.D.: Me lo expresó. Me dijo que él no confiaba en el director de la Policía.
V.D.: ¿Qué recomendaciones le dio usted a Petro?
R.D.: Yo prefiero, Vicky, dejarlo así.
V.D.: Me parece importante que lo diga.
R.D.: Le dije que, si le llegaba a pasar alguna cosa, él estaba en la obligación con el país de tener un sucesor.
V.D.: ¿Que no fuera Francia Márquez?
R.D.: Sí, una persona que no fuera la vicepresidenta, porque la señora no tenía las condiciones, ni el liderazgo, ni la preparación para ser la conductora del país. Además, que ya habían pasado a la segunda vuelta. Entonces, si hacía falta, si el presidente estaba ausente, pues la que iba a suceder en esa actividad presidencial iba a ser ella.
V.D.: Y el problema estaba en las compañías de ella…
R.D.: Sí, sus asesores. Pienso que los asesores de la Vicepresidencia no tienen el concepto de país. Por tanto, no están en capacidad de asesorar al primer mandatario de los colombianos.
V.D.: ¿Solo eso?
R.D.: Solo eso, Vicky.
V.D.: ¿Cuál fue la primera vez que usted supo de Petro?
R.D.: Yo era teniente cuando el presidente era concejal en Zipaquirá.
V.D.: ¿Y por qué supo de él?
R.D.: Porque su organización incipiente en ese momento, el M-19, asaltaba los carros de leche de las empresas del sector.
V.D.: ¿Pero su organización o él?
R.D.: Él, con su gente. Y la repartían en un barrio que se llamaba Bolívar. Incluso, en campaña, le pregunté por un episodio que ocurrió allá, donde golpearon a un oficial y le robaron el armamento. Me dijo: “Claro, yo me acuerdo de eso, inclusive la pistola la tuve hasta hace dos años”. Era una pistola oficial. El Gobierno lo perdonó y hoy es el presidente, pero uno no puede negar lo que hizo.
V.D.: ¿Y es cierto que Verónica Alcocer sugirió que usted fuera el ministro de Defensa?
R.D.: Ella sugirió que fuera ministro, senador y vicepresidente.
V.D.: Pero ella insistía en que usted fuera el ministro de Defensa.
R.D.: El ministro de Defensa. Les dije: “Hombre, pues lo acompañamos en el proceso electoral de la segunda vuelta, de pronto con este hombre podemos controlar algo la corrupción”.
V.D.: Y no.
R.D.: Pero no.
V.D.: Para usted, como general y viceministro en su momento, ¿qué significaron las denuncias de Day Vásquez sobre Nicolás Petro, las denuncias de la niñera de Laura Sarabia, los ‘petrovideos’ y los audios de Armando Benedetti? ¿Qué significó eso internamente para el Gobierno?
R.D.: Yo le digo una cosa, Vicky, el Gobierno está en modo autodestrucción. Así de sencillo.
V.D.: ¿Pero estos escándalos qué significaron para el Gobierno?
R.D.: Falta de credibilidad, de honradez; y permisividad.
V.D.: ¿Y el regreso de Laura Sarabia como directora del DPS?
R.D.: A ver, la premiaron.
V.D.: ¿El ministro Velásquez es un mal ministro o simplemente no existe?
R.D.: El Ministerio está en interinidad. A la secretaria general la acaban de nombrar. Contratación está en encargo, lo mismo que personal. El Viceministerio que yo tenía está en encargo.
V.D.: ¿Y el ministro qué? ¿Existe o no?
R.D.: Existe para sus amigos, pero no para el país.
V.D.: Usted ha dicho que no le va a agachar la cabeza al ministro. ¿No le da miedo decir todo esto?
R.D.: No. Es que es la verdad. Claro que hay un riesgo, pero hay que asumirlo. El país tiene que conocer qué es lo que está pasando
V.D.: ¿Lo echaron porque usted no se prestó para torcidos?
R.D.: Me les volví incómodo, no me presto para torcidos, y mis oficiales y mis suboficiales y mis soldados me conocen. Yo no soy corrupto, Vicky.
La recomendación de Santos
V.D.: ¿Qué fue lo que supuestamente le pasó con una empresa que tenía intereses comerciales en temas de aviación en las Fuerzas Armadas?
R.D.: Es una empresa de aviación que ha suministrado aeronaves, repuestos y mantenimiento durante muchos años a la Fuerza Aérea, a la aviación del Ejército y a la Armada. Es una representación en cabeza de la familia Montaño. El representante, el más joven de los miembros de esa familia, en dos ocasiones me pidió que lo recibiera. Efectivamente, lo recibimos normalmente en el Viceministerio. Siempre había un escribiente.
V.D.: Un testigo...
R.D.: Sí, para evitar que hubiera algún requerimiento que no se pudiera cumplir. En la segunda o tercera visita que me hizo el señor Montaño a mi oficina, me dijo en un momento, mientras nos organizábamos: “Nosotros nos reuníamos en esta oficina con los viceministros y distribuíamos el presupuesto para la aviación”.
V.D.: ¿Disponía del presupuesto de la empresa?
R.D.: Sí. Me dijo: “Se distribuía y no había tanto misterio”. Yo le dije al señor Montaño que le agradecía su visita y que le pedía el favor de que se retirara de mi oficina.
V.D.: Lo echó...
R.D.: Sí, le dije que por donde había entrado tenía que salir.
V.D.: ¿Se acuerda del nombre del señor Montaño?
R.D.: Sí, Camilo Montaño.
V.D.: Pero luego pasa algo...
R.D.: Después recibo una llamada de una persona con la cual había tenido relación cuando estuve en el servicio activo. Me dijo que el expresidente Santos me solicitaba que recibiera una comisión que venía de Estados Unidos, de esa empresa.
Entonces le dije que claro, que con mucho gusto se hacía la actividad. Le informé a mi personal en la oficina para que tomaran contacto con la empresa y se programara la reunión. Asistieron funcionarios de los Estados Unidos de la empresa e insistían en que se les diera la prioridad para hacer el mantenimiento de los C-130. Era un mantenimiento, de acuerdo con lo que decían los asistentes, que podía estar costando más o menos unos 10 millones de dólares por cada aeronave. Se les dijo que esas reparaciones las hacía el personal técnico de la Fuerza Aérea, porque tenemos la capacidad para hacerlas y que los repuestos se compraban de acuerdo con el presupuesto. Al finalizar la reunión, uno de los norteamericanos, cuando se despidió, me dijo: “Nosotros sabemos quién es usted, general”. Entonces, le dije que si me estaba amenazando o si estaba haciendo algún tipo de observación. Me dijo: “No, nosotros sabemos quién es usted”. La molestia que tenían ellos era porque no se había definido que ellos hicieran ese tipo de reparación.
Salí de mi oficina una vez terminó la reunión. Le informé al ministro de Defensa lo que había pasado, que me habían amenazado en mi oficina y le dije muy claro: “Ni aquí en la oficina, ni en este edificio, ni en mi país puedo recibir amenazas de nadie”. La respuesta del ministro fue que si no me daba temor de que me suspendieran la visa. Entonces le dije: “Yo no tengo ningún problema”. Y ahí terminó la conversación.
V.D.: ¿Le pareció extraño que el expresidente Santos pidiera que se reunieran con esas personas?
R.D.: Sí. Mandó un mensaje a través de un oficial que me conocía. Me llamó y me dijo: “Mire, lo están buscando para que reciba una comisión de los Estados Unidos”.
V.D.: ¿Y los Montaño son amigos de Santos?
R.D.: Ellos son los representantes y la Sikorsky en Colombia. No sabría decirle, Vicky, si son amigos o no, pero la visita se recibió. El que pidió que se recibiera (esa visita) fue el expresidente.
El lío con los rusos
V.D.: ¿Qué pasó con los helicópteros MI?
R.D.: Esa flota fue adquirida por el Gobierno durante muchos años con el Gobierno ruso. Son helicópteros necesarios para la labor del Ejército. Por su capacidad, llegan a mucha más altura, tienen más autonomía. Desafortunadamente, esa flota se ha distinguido, y lo voy a decir muy escuetamente, por ser una flota corrupta. Además, los vínculos con el Gobierno ruso, los sobrecostos en los overhaul de los motores y los repuestos. Eso no es viable para el Ejército, pero se necesita. Los helicópteros MI, en este momento, están en preservación por una orden del Ministerio de Defensa, porque no hay forma de llevar a cabo el mantenimiento. De los 20 con los que cuenta el Ejército, diez están en tierra.
V.D.: ¿Están desarmados?
R.D.: Como no hay repuestos en los mercados por el veto que tiene Estados Unidos hacia los productos rusos, entonces los helicópteros terminan en tierra. En la medida en que los repuestos se vayan agotando, la flota va saliendo del servicio. Pero aquí también aparece un interés muy particular. Me abordan en el Ministerio y me indican la necesidad de que el Gobierno negocie con los norteamericanos la flota MI, porque va a ser entregada a Ucrania.
V.D.: ¿Quién lo aborda?
R.D.: Me aborda el agregado militar de Estados Unidos, un coronel de apellido López, y me informa del interés que tiene Estados Unidos para que la flota les sea cedida a cambio de 300 millones de dólares. Se le deja claro que la flota es de interés nacional, es un patrimonio de los colombianos y que muy seguramente el presidente no va a estar de acuerdo con esa negociación.
La flota no puede pararse porque habría un detrimento patrimonial, y no puede venderse porque en nuestra legislación no hay comercio de aeronaves y mucho menos de aeronaves armadas, y la flota terminó en tierra. Inclusive, nos insinuaron que si la flota no era cedida a Estados Unidos, ese país no iba a ofertar los aviones estratégicos, los F-16.
V.D.: ¿Qué instrucción le dio el ministro sobre los MI?
R.D.: La instrucción es que el convenio ruso se debe cumplir. De esta flota hubo mucho interés, mucha gente externa se comunicó, llamó, incidió en la necesidad de que la flota tenía que seguir en uso, a pesar de los costos que tiene por la limitación de material de repuesto.
Sin embargo, el Ejército determina que la flota, en la medida en que no se puede hacer mantenimiento, debe ir quedando en tierra. Los helicópteros están parados, pero las deudas o los conflictos contractuales permanecen.
V.D.: ¿Cuánta plata tenían que cancelar?
R.D.: 15 millones de dólares. Lo intentamos con varias cuentas y en varios países.
V.D.: ¿Y qué pasó?
R.D.: Las cuentas rebotaban porque los bancos tienen vetado recibir dinero para actividades militares rusas. Ellos insistieron en que las aeronaves debían ser reparadas en Rusia. Los costos eran muy elevados, después accedieron a que se hiciera en Guaymaral, pero la estructura como tal debería ir a Rusia. En ese momento les dije que consideraba que, si teníamos la transferencia de tecnología después de 30 años, que fueran a Tolemaida. Ellos querían irse para Guaymaral a un hangar...
V.D.: ¿De quién?
R.D.: De un señor que después conocí su nombre: Billy López.
V.D.: ¿Y él quién es?
R.D.: Es una persona que nos alquilaba aeronaves MI para abastecimiento de las tropas.
V.D.: ¿Es amigo del expresidente Juan Manuel Santos?
R.D.: Él es amigo del expresidente Santos.
V.D.: Es decir, al final, ni se enviaron a Rusia, ni se arreglaron acá, ni se están usando, sino que están parqueados.
R.D.: Están en preservación. Entonces sencillamente nos quedamos sin flota MI, que tiene un costo grandísimo.
V.D.: ¿Y entonces cómo están haciendo?
R.D.: Estamos sobreutilizando la flota UH60, que tiene que asumir esa cantidad de horas que tienen los helicópteros rusos, que puede estar por el orden de las 1.500 o 1.800 horas anuales. La flota entra en un desgaste acelerado.
V.D.: ¿Usted le advirtió desde el principio al ministro de Defensa que la flotilla de MI era un foco de corrupción?
R.D.: Cuando él (Velásquez) me informa que el presidente Petro me había nombrado, me dice que hay que combatir la corrupción en el Ministerio. Yo le hago referencia sobre la flota rusa, porque no son desconocidos en el medio militar los problemas que ha tenido y las incidencias de corrupción, que han cuestionado la integridad de los miembros de la fuerza pública, y quedó tácitamente que se tenía que combatir la corrupción.
V.D.: ¿Y usted tiene nombres de los corruptos de los MI?
R.D.: Sé que hay investigaciones. Hay mucha información. Mucha fue corroborada, pero las investigaciones que se adelantaron en su momento no permitieron determinar, no sé si por incidencia o por recomendación de los comandantes, pero la flota sigue en tierra y con esa flota se ha enriquecido mucha gente.
V.D.: ¿Quiénes?
R.D.: De un momento a otro, en las unidades militares empezamos a recibir unos apoyos de horas de más asignadas para la actividad de mando y control, y apoyo a operaciones.
V.D.: ¿Pero un apoyo de privados?
R.D.: Sí. Las aeronaves eran contratadas por la aviación del Ejército y empezaron a llegar requerimientos en los que nos exigían que esas horas que eran asignadas debían ser consumidas, en términos militares.
V.D.: ¿No se necesitaban?
R.D.: Algunas veces nos sobraban horas, pero pues los contratos estaban firmados y había que hacer los consumos. Unos años después, cuando estaba en mi situación de retiro, alguien de una de esas empresas que tiene sede en Medellín me abordó. Me dijo que estaba interesado en que yo administrara la empresa, pero en la conversación con la persona que me entrevistó me dijo que había un ‘pero’, y era que en esos contratos había que entregar unos dineros por la cantidad de horas que se volaran. Entonces le dije al señor que no estaba interesado ni en administrar la empresa, ni en corromper a oficiales o suboficiales que tenían que ver con esa contratación.
V.D.: ¿Quiénes eran esos oficiales que, supuestamente, en ese momento, recibían un porcentaje por las horas que ellos volaban?
R.D.: Me dijeron que el comandante de la división de Asalto Aéreo en esa época, que era el general Rey, y que el comandante de la Cuarta Brigada, que era el general Montoya. A mí no me consta, pero fue la afirmación de ese señor.
V.D.: ¿También hubo muchos cuestionamientos con respecto al general Mejía?
R.D.: Sí, también.
V.D.: Lo cierto, general, es que siempre se ha sabido quiénes son los ladrones en el Ejército y ha habido complicidad.
R.D.: Sí, las investigaciones siempre han recaído casi en las mismas personas.
V.D.: Pero no les ha pasado nada.
R.D.: No les han podido probar absolutamente nada. Muchas personas arriesgaron su carrera militar y fueron separados de las Fuerzas Militares por haber denunciado a los comandantes de turno las indelicadezas administrativas que estaban cometiendo. Las Fuerzas Militares hicieron sus investigaciones, pero hasta ahora no hay detenidos.
V.D.: O sea, el resultado es cero.
R.D.: El resultado es cero, pero los sobrecostos y los elementos nos indican que hay problemas administrativos evidentes.
Iván Velásquez y su corporación
V.D.: ¿Cómo va la propuesta de querer sacar a la Policía del Ministerio de Defensa?
R.D.: En medio de todas nuestras averiguaciones, encontramos que había un interés muy particular en que la Policía fuera desvinculada del Ministerio de Defensa. Ese es un punto que ha tenido mucha controversia. Resulta que hay una corporación que tiene el señor ministro de la Defensa. Se llama Corporación Justicia y Democracia. Tiene su sede en Colombia, pero tiene una particularidad: los socios de esa empresa eran los abogados de Odebrecht en el proceso de Guatemala.
V.D.: ¿Quiénes eran?
R.D.: Es socio de esa corporación Alfonso Carrillo, relacionado con otro abogado llamado Juan Pablo Carrasco de Groote. Esos dos abogados eran los representantes de Odebrecht en Guatemala, uno de ellos tenía que ver con el banco ruso de la familia Bitkov en Guatemala. Ahí también estaba la señora Cecilia Orozco, directora de un medio periodístico. Ellos son los socios del ministro.
V.D.: ¿Pero son socios?
R.D.: Socios.
V.D.: Socios. ¿Se les puede decir socios?
R.D.: Claro.
V.D.: Cecilia Orozco ha dicho que no es socia.
R.D.: Hay un documento oficial que se lo puedo mostrar donde están relacionados los socios de la Corporación del señor ministro y que hoy maneja su hijo. Uno de los objetivos que tenía esa corporación es la desvinculación de la Policía Nacional del Ministerio de Defensa.
V.D.: ¿Y el hijo del ministro tiene que ver algo con la labor del papá para sacar a la Policía del Ministerio de Defensa?
R.D.: Yo pienso que sí.
V.D.: ¿Por qué?
R.D.: Él ha asistido en muchas ocasiones a las unidades policiales, como para poner al tanto de las ‘ventajas’ de la salida de la Policía del Ministerio.
V.D.: ¿El hijo del ministro Velásquez ha ido a reuniones oficiales?
R.D.: Sí, claro. La Policía tiene presupuesto propio y no depende del Ministerio. El director de la Policía es el ordenador del gasto de su presupuesto. El apoyo que le damos es mínimo, algo en educación, en sanidad. Pero desvincularla es quitarle funciones a la Policía, es volverla mansita. Nuestra Policía es militarizada, se ha utilizado para neutralizar la actividad violenta que tiene el país por las organizaciones y narcotraficantes. Pero como hay una negociación directa con organizaciones y narcotraficantes, con las Farc, el ELN, no sé cuál sería la utilidad de la Policía. A no ser que tengamos una Policía tranquila, hablando de convivencia, pero los grados de inseguridad que hay en este momento no van a permitir que la Policía pueda desempeñar ese tipo de actividades.
V.D.: ¿Ha habido la intención de modificar la Defensa Civil?
R.D.: ¿Por qué la Defensa Civil no tiene director? Tiene una directora encargada. El director anterior salió y no han nombrado director. Pero empezaron a hacer consultas en las que nos preguntaban si era viable que pudieran formar parte de la Defensa Civil las personas que habían pertenecido a la primera línea. La Defensa Civil es una organización creada para atender una catástrofe.
V.D.: ¿Quién hizo esa consulta?
R.D.: Esa consulta la hicieron al Ministerio, en particular, el director saliente de la Unidad de Gestión del Riesgo, el doctor (Javier) Pava. Decía que había la posibilidad de que esas personas de la primera línea hicieran parte de la Defensa Civil.
Se preguntó cómo sería la compensación, porque nadie trabaja gratis, y la Defensa Civil es un voluntariado con apoyo de uniformes y cosas por el estilo. Pregunto: ¿cuál es el interés de que la Defensa Civil tenga a los de la primera línea? Son 100.000 personas en 32 departamentos, en todas partes tenemos funcionarios de la Defensa Civil.
Hablaban de que los recursos para pagarles debían salir de las actividades en las que ellos participaran, que si participaban dos o tres días se les pagaba una bonificación. Pero mi apreciación es que en la Defensa Civil, con este tipo de organización, podríamos estar viendo la formación en una organización paramilitar.
V.D.: ¿Quién hizo la consulta?
R.D.: La hizo Pava.
V.D.: ¿Y el ministro supo lo que ustedes contestaron?
R.D.: Él sabía de lo que se estaba hablando. Pienso que el doctor Pava no hizo una consulta de esas por iniciativa propia. Lo cierto es que es raro que, después de un año, siga una directora encargada en la Defensa Civil.
V.D.: ¿Y era solamente la gente de la primera línea o también de otros grupos?
R.D.: Hablaron de grupos de reinsertados.
V.D.: ¿Cuáles?
R.D.: De todos los grupos, Farc, ELN, y todos los reinsertados en el país para que formaran parte de esa organización. Eso es un exabrupto porque es militarizar un organismo humanitario. Me parece que es una formación de paramilitares. Entiendo el problema del Gobierno de darles a los miembros de la primera línea, fueron los del paro. ¿Pero por qué hacerlo con la Defensa Civil? Es un voluntariado y les pagarían.
“No quiso ser corrupta”
V.D.: ¿Por qué salió la secretaria general del Ministerio de Defensa, Ana María Garzón?
R.D.: Hasta donde tengo entendido, no sale por corrupción. Hay dos hechos que se presentan y que dejan una serie de preguntas porque iban a afectar el presupuesto del Ministerio. A mi parecer, ella no se prestó y ese fue un motivo suficiente para salir de la señora. Aunque lo trataron de camuflar.
V.D.: ¿Cómo es la historia del Dapre?
R.D.: El Dapre asistió a una reunión en la sede del Ministerio de Defensa, específicamente a la oficina de la Secretaría General. Venían a hacer efectivo un convenio entre el Ministerio de Defensa y el Dapre para la adquisición de ciertos elementos que se necesitan para la seguridad del presidente.
V.D.: ¿De cuánto era el convenio?
R.D.: Más o menos de unos 12.000 millones de pesos. Había un antecedente. Durante el Gobierno Santos, el Ministerio suministraba películas blindadas y actividades de protección a la vivienda del presidente. Pero lo que nos pareció particularmente raro era que estaban solicitando adquisición de material de guerra.
V.D.: ¿Qué tipo de material de guerra?
R.D.: Pistolas, armamento, vehículos blindados, inhibidores, radios de comunicación y pues de la Casa Militar hacen parte las Fuerzas militares y la responsabilidad de la seguridad del presidente es de la Policía. Todas las instituciones tenemos esos elementos. Entonces nos pareció raro que solicitaran esa adquisición, a través del Ministerio. Y el Dapre asumía el pago de esos elementos.
V.D.: Y ustedes se negaron...
R.D.: La recomendación fue que no era apropiado.
V.D.: ¿Y quién era el director del Dapre en ese momento?
R.D.: El doctor Lizcano era la cabeza de esa oficina.
V.D.: ¿La secretaria general se negó a firmar?
R.D.: La secretaria general, por recomendación, dijo que no era conducente y ese material nunca se adquirió por el Ministerio de Defensa.También ocurrió que pidieron del Ministerio del Interior que el Ministerio de Defensa pagara unos refrigerios y que el Ejército transportara en helicóptero a los participantes de una actividad.
Hasta donde tenemos entendido, el Dapre y el Invías, de unos contratos que había, sacaron la plata para esto. Esta señora contesta todos los correos que le mandan. Al final dice que el Ministerio de Defensa no puede hacer eso porque no cuentan con los dineros para hacer esas actividades. Fue el único ministerio que no participó porque había un peculado. El Ministerio de Defensa, de su presupuesto, no puede trasladar recursos a otro ministerio. Lo hace el Ministerio de Hacienda por orden del Estado.
V.D.: ¿Qué sucedió con la secretaria general, Ana María Garzón, quien había trabajado más de una década con el ministro Velásquez?
R.D.: Pues la empezaron a cuestionar. La señora no sale por corrupción, sale porque no quiso ser corrupta. Eso es diferente. Y no estoy defendiendo a la señora, la conocí producto de mis funciones.
La trampa en los manuales
V.D.: ¿Hoy sigue la corrupción en las Fuerzas a la hora de hacer compras?
R.D.: Hay intereses personales de oficiales.
V.D.: ¿Eso se llama corrupción?
R.D.: Claro. Son oficiales que tienen capacidad de tomar decisiones en la adquisición de elementos.
V.D.: Sigue la corrupción…
R.D.: Sí, si usted altera los patrones para las licitaciones.
V.D.: ¿Eso fue lo que lo decepcionó al final?
R.D.: Claro. No hay transparencia. Encontramos estudios técnicos que fueron alterados para beneficiar a ciertas empresas.
V.D.: Eso es gravísimo.
R.D.: Claro que es grave.
V.D.: ¿Y quiénes alteraron esos estudios?
R.D.: Me imagino que los comités donde se analizaron los estudios.
V.D.: ¿Y esos comités están conformados por quiénes?
R.D.: Por oficiales de las Fuerzas.
V.D.: ¿Activos?
R.D.: Sí, claro, en el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada hay un comité. Entonces uno veía que los manuales técnicos, para tomar las decisiones, habían sido alterados y eso es muy grave.
V.D.: ¿Y me puede decir en qué casos?
R.D.: Puntualmente hubo un caso donde se alteró, la competencia eran dos aeronaves; por decir algo, una aeronave tenía una autonomía de tres horas y la otra de dos horas, y las invirtieron porque daba más puntaje.
V.D.: O sea, ¿dijeron mentiras?
R.D.: Dijeron mentiras.
V.D.: ¿Y ustedes lo descubrieron?
R.D.: Sí, puse eso en conocimiento y fui muy claro. Dije: “Por favor, las decisiones que va a tomar el presidente tienen que ser sobre cifras reales”.
Coimas para una campaña
V.D.: ¿Ha habido generales ladrones en el Ejército?
R.D.: Sabe que sí, y han salido.
V.D.: ¿Pero quedan unos?
R.D.: Quedan unos. Pero también hay gente que ha salido y el Gobierno la está incorporando.
V.D.: ¿Quiénes?
R.D.: Por ejemplo, me pregunto el cuestionamiento que tiene el general Parra, salió por todos los medios, hay investigaciones en curso y el general está en Estados Unidos como coordinador de todos los medios de inteligencia del Estado.
V.D.: Él está en Washington.
R.D.: Sí, claro.
V.D.: ¿Y es el coordinador de todos los medios de inteligencia del Estado?
R.D.: A solicitud del embajador colombiano en Estados Unidos.
V.D.: El embajador Luis Gilberto Murillo.
R.D.: Me pregunto cuál puede ser la credibilidad del señor. Conozco, por ejemplo, al general Fuentes. Lo nombraron jefe de seguridad de Ecopetrol. Pero al general no le dejaron ser segundo comandante del Ejército por muertes cuestionadas, entonces no sirve para el Ejército, pero sí para manejar la seguridad de Ecopetrol.
V.D.: ¿Tiene algo que decirme del general Huertas?
R.D.: Muy seguramente estará de regreso, pero sale de las Fuerzas Militares. Hay investigaciones que soportan su salida.
V.D.: ¿Y el sargento Chalá?
R.D.: Chalá es un suboficial resentido. Es una persona muy difícil de entender, pero en el Ministerio le dan mucha credibilidad.
V.D.: ¿El ministro?
R.D.: El ministro le da mucha credibilidad a lo que dice Chalá.
V.D.: ¿Por qué lo dice?
R.D.: Porque muchas veces denuncié a Chalá por comentarios que hizo sobre mi familia, mis hijas y sobre mí. El ministro decía: “No le dé importancia”. Y Chalá seguía. Y si no era conmigo, era con Lara o con la viceministra. Después fue con el general Ospina, con el segundo comandante, con todos.
V.D.: ¿Pero él es petrista?
R.D.: Claro.
V.D.: Estuvo con el presidente en la campaña, de alguna manera.
R.D.: Pero el Ejército no puede comandarse por las recomendaciones de Chalá. Hace unos días, Chalá sacó un informe que decía que al general, el segundo comandante, el general Pérez, debían sacarlo por corrupto.
V.D.: ¿Cuál es el papel de Chalá?
R.D.: Chalá es muy cercano al sargento Manzur.
V.D.: ¿Quién es el sargento Manzur? ¿El superintendente?
R.D.: El superintendente de seguridad. Son muy cercanos. De hecho, cuando Chalá empezó a afectar el buen nombre de los funcionarios del Ministerio, se le dijo a Manzur que lo controlara.
V.D.: ¿Se le dijo quién?
R.D.: Se lo dijo el ministro. Él llamó a Manzur y le dijo: “Lo controla y lo pone a trabajar o lo saca”.
V.D.: ¿Cuál es el papel del superintendente Manzur?
R.D.: Lo conocí cuando la primera dama nos pidió el favor en su momento, era la esposa del candidato, de que se atendiera al sargento Manzur. El sargento Manzur se hizo pasar por oficial naval.
V.D.: Y no era…
R.D.: Cuando lo saludé, lo hice muy militarmente, le dije “mi capitán, ¿cómo está?”. Me dijo que él no era oficial, era suboficial y que había llegado hasta sargento y había sido enfermero, pero es el superintendente. Lo nombra el señor presidente y depende del ministro, pero a mí sí me gustaría que ustedes averiguaran qué está pasando en la Superintendencia.
V.D.: ¿Qué está pasando, general?
R.D.: Muchas cosas.
V.D.: Dígame qué sabe.
R.D.: Sé que hay corrupción generalizada y hay información muy precisa de corrupción. Dinero que deben pagar por sobrecostos.
V.D.: ¿Coimas?
R.D.: Coimas, sí, que pueden estar llegando a patrocinar campañas políticas.
V.D.: ¿Probablemente una campaña política en Cali?
R.D.: Puede ser esa.
V.D.: ¿Presuntamente del candidato del Pacto Histórico en la capital del Valle del Cauca?
R.D.: Parece que sí es así.
V.D.: ¿Qué tiene que ver Manzur con la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI)?
R.D.: Manzur, según lo que manifestó, fue ayudante del almirante Echandía, tanto en la DNI como en la jefatura de Inteligencia Naval y Conjunta. Tiene muchos conocidos en la DNI. Es muy cercano a Chalá. No sé qué vínculo tendrá con el actual director de la DNI, pero pareciera que al DNI lo manejaran muchas personas con muchos intereses diferentes al de la seguridad nacional.
V.D.: ¿Por qué?
R.D.: La misión primordial de la DNI es la inteligencia estratégica, qué está pasando en el entorno de Colombia, en sus fronteras, etcétera. Pero no qué está pasando con los grupos subversivos, ni con los carteles de la droga, ni cosas por el estilo. Para eso están la Policía, el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, con misiones muy puntuales. ¿Cuál es el uso que le están dando a la DNI?
V.D.: ¿Están cometiendo excesos?
R.D.: Pueden estar cometiendo excesos. Creo que están dedicados a otras actividades. Cuentan que hay personal ruso y cubano que los está asesorando. Entonces muy seguramente deben tener tecnología que les permita algunas otras cosas.
V.D.: ¿Y en las Fuerzas Militares hay esas asesorías?
R.D.: No.
V.D.: ¿En la DNI sí?
R.D.: En la DNI sí hay ese tipo de asesoría. En las Fuerzas Militares no. En el Ministerio de Defensa, la única persona que fue de inteligencia es mi coronel Mazo. Es muy cercano al ministro y tiene misiones muy específicas, trabaja en coordinación con el exdirector de la Uiaf, que trabaja para el Ministerio.
V.D.: ¿De la Uiaf también?
R.D.: Sí, claro.
V.D.: Pero, ¿qué tiene que trabajar la DNI con la Uiaf?
R.D.: Mi apreciación es que están tratando de montar una organización para combatir la corrupción desde el Ministerio. Muy parecido a lo que pasó en Guatemala, eso estaba en cabeza de Iván Velásquez, en ese entonces delegado por las Naciones Unidas. No sé cuáles pueden ser los resultados de esa organización, pero definitivamente el Ministerio tiene otros propósitos diferentes a los de la defensa nacional.
V.D.: Si el ministro Velásquez no está dedicado a la defensa nacional, ¿qué otros intereses tiene?
R.D.: Preguntémosle al ministro porque él es el promotor de desvincular la Policía del Ministerio. Además, la inteligencia se ha debilitado enormemente. Fui testigo, fui director de inteligencia, ¿qué piensan los hombres? Recibía mucha información. Los recursos son muy reducidos para la magnitud del problema. Un aparato tan fuerte que había de inteligencia me tocó dirigirlo, tanto en el Ejército como en las Fuerzas Militares, con resultados palpables como los que tuvimos: Reyes, Emmanuel, Mendieta, Jojoy, Rojas, Caballero, eso se hizo con inteligencia. Las fuerzas especiales entregaban la X con el punto, “están en tal parte”. Eso se hacía, teníamos la capacidad, en este momento usted no sabe dónde está el enemigo.
V.D.: Pero eso es deliberado...
R.D.: Pregunto, en el proceso de paz, ¿los convenios de cese al fuego bilaterales son urbanos o rurales? Lo único cierto es que en la parte rural no podemos actuar, pero en la parte urbana no nos dejan actuar, ¿entonces?
V.D.: ¿Tienen arrodilladas a las Fuerzas Militares?
R.D.: No creo que arrodilladas, las tienen maniatadas, asustadas. Cuando a uno le dicen que es una orden del presidente, es nuestro comandante en jefe. Si no cumplimos, es una insubordinación.
V.D.: ¿La orden es no tocar a los criminales?
R.D.: Ahí van creciendo. Así nos pasó en el Gobierno del presidente Santos, nos dedicamos a atacar a las Farc y el ELN creció, y ahí tenemos las consecuencias de eso. La prueba de la magnitud del problema es que un jefe guerrillero de las Farc sale a pedir ayuda para que se lleven un poco de heridos del ELN.
V.D.: Eso ya es el colmo de los colmos.
R.D.: Pues claro, esa función debe haber sido del Ejército, que debió haber atendido a esos heridos. ¿Cuáles son las órdenes que hay en el Ministerio?
V.D.: Le pregunto: ¿cuáles son esas órdenes? Usted estaba allá.
R.D.: A mí no me pueden decir que por las carreteras, Vicky, no se puede transitar, y que la sargento (secuestrada en Arauca) es una imprudente. ¿Qué pasó con la inteligencia? Debió haber dicho: “Hay un retén en tal kilómetro”. Hay medios aéreos, ponen un helicóptero y se pierden. No queda ninguno en la carretera, deben permitir la movilidad, eso no está ocurriendo.
V.D.: ¿Esta política que aplica el ministro Velásquez está acabando con el Ejército?
R.D.: Con todas las Fuerzas.
V.D.: ¿Las está acabando?
R.D.: ¡Claro! Estamos dedicados a neutralizar la coca, nos estamos volviendo expertos en interdicción, claro que es bueno, es dinero que se le quita al terrorismo, pero ¿qué vamos hacer con las organizaciones del narcoterrorismo?
V.D.: ¿Cuál puede ser el interés del presidente de poner en marcha una política que ponga en riesgo la seguridad nacional?
R.D.: ¿Cuál es la formación política del presidente?
V.D.: ¿El hecho de que él haya pertenecido a un grupo terrorista como el M19 significa algo sobre esto que me dice?
R.D.: Claro. Me puedo preguntar: ¿quién gobierna? ¿Gobiernan los históricos del M-19?, ¿el presidente? o ¿la primera dama? Ellos se propusieron llegar al poder, y lo lograron, y están cambiando las instituciones. Tenemos un ministro de Defensa que poco conoce el sector, no es el ministro más popular, porque en el interior hay mucha gente que no aprueba su labor y afuera peor. El director de la DNI se nos convirtió en un asiduo visitante del Ministerio de Defensa. Entonces, dice uno: ¿quién es el ministro, Casanova o Iván? Esa es la situación.
V.D.: ¿Por qué se pregunta si gobierna la primera dama?
R.D.: Hay nombramientos que se hacen directamente.
V.D.: ¿Qué piensa del papel de Laura Sarabia en la época en que a usted le tocó?
R.D.: La señora tiene su poder, pues era la mano derecha del presidente.
V.D.: ¿Daba órdenes en el Ministerio?
R.D.: El ministro sí era muy respetuoso de lo que la señora Sarabia ordenaba.
V.D.: Lo que ella decía se cumplía.
R.D.: Exactamente. Y ahora la acaban de nombrar nuevamente.
V.D.: Ahora tiene chequera…
R.D.: Sí señora, y harta plata.
V.D.: General, hay algo que no quiero dejar pasar en esta entrevista y es la prevención que siempre mostró el entonces candidato Petro con los militares. A usted siempre le manifestó que los militares lo iban a matar.
R.D.: Manifestaba que el temor que tenía era que los militares le dieran un golpe de Estado. Eso no va a ocurrir. Me lo dijo muchas veces. También manifestó que el Gobierno (Duque) y los militares querían asesinarlo.
V.D.: Que los militares de ese momento y el Gobierno lo querían matar.
R.D.: Exacto, y uno dice ¿quiénes eran los militares de ese momento? Mi general Zapateiro, Navarro, el expresidente Duque. Nosotros no tenemos vocación de asesinos.
V.D.: ¿Será que el presidente llegó a vengarse de las Fuerzas Militares?
R.D.: Creo que la venganza es del ministro. No del presidente.
V.D.: ¿Por qué cree eso?
R.D.: En una reunión, siendo ministro, pidió que le dieran una relación de todos los oficiales generales y oficiales superiores que fueran de inteligencia, que no quería a ninguno. En este momento solo hay un general.
V.D.: Vera.
R.D.: Mi general Vera. Estaba para que fuera director de Inteligencia o director de Inteligencia Conjunta. Esa es su misionalidad, para eso lo preparamos.
V.D.: Pero lo mandaron a una brigada.
R.D.: Lo mandaron para Bucaramanga como comandante de la Quinta Brigada, a los Santanderes, no tiene los medios, puede tener muy buena voluntad, pero no tiene los medios.
V.D.: No es su experticia tampoco.
R.D.: Está hecho para la inteligencia.
V.D.: No para el combate.
R.D.: Lleva 30 años en inteligencia. Explotémoslo.
V.D.: ¿Por qué el ministro quería acabar con toda la gente de inteligencia?
R.D.: Esa es una buena pregunta que hay que hacerle al ministro. En este momento, la inteligencia del Ejército y de las Fuerzas Militares está en manos de dos oficiales, muy buenos oficiales, pero no tienen la especialidad.
V.D.: O sea, no son expertos en inteligencia.
R.D.: Me ocurrió una cosa muy particular. El director de Inteligencia Conjunta, inicialmente, era un piloto de la Fuerza Aérea. El hombre duró un mes, dijo: “Es que soy piloto, no soy agente de inteligencia”. Pidió que lo cambiaran y lo cambiaron. Cambiaron a un brigadier general por un coronel. Allá está el coronel.
V.D.: ¿Qué están buscando, general?
R.D.: Están desestabilizando la Fuerza.
V.D.: En el momento en que usted apoya a Petro, le llueven rayos y centellas, ¿qué le decían? Cuénteme la verdad.
R.D.: Me dijeron infiltrado, guerrillero, traidor, mis amigos me sacaron de sus redes sociales.
V.D.: Lo rechazaron.
R.D.: Claro, mi misma familia me cuestionó.
V.D.: ¿Quién?
R.D.: Mis hijas me cuestionaron. Me dijeron que estaban enterrando al héroe. Yo trabajé para que este país tuviera paz, pero no soy el héroe de nadie.
V.D.: De sus hijas sí…
R.D.: Muy seguramente.
V.D.: Mire hacia atrás. Usted tenía muy buenas intenciones, pero con todo lo que nos ha contado, ¿no cree que sus hijas tenían razón?
R.D.: Lo que me tocó fue bien maluco, pero bien maluco y bien evidente.
V.D.: Deles la razón a sus hijas de una vez por todas.
R.D.: Ellas pueden estar teniendo, creo, 99,9 por ciento de razón, para no perder la amistad.
V.D.: ¿Usted salió por corrupción?
R.D.: No salí por corrupto. Le mandé un mensaje al ministro y le dije: “Señor ministro, la revista SEMANA publica el día de hoy un artículo en el que se afirma que mi renuncia solicitada por usted, porque no fue el presidente, fue usted, es el resultado de la denuncia por sobrecostos en contratación de los vehículos LAV III de fabricación canadiense. Esta clase de noticias afectan mi patrimonio moral y mi imagen. Mi renuncia es producto de asuntos políticos manejados por usted.
Frente a los señalamientos de corrupción que hace la revista SEMANA, usted más que nadie sabe que entre mis funciones y responsabilidades no se contemplan funciones de contratación. Esto está en cabeza de la Secretaría General y la Oficina de Contratación, mas esta decisión fue tomada por el señor presidente con base en una recomendación del señor general comandante del Ejército, que era comprar ese vehículo. Agradezco se aclare esta situación ante el medio que publica la noticia”.
Me contestó unos minutos después: “Buenas tardes, general. Haremos la aclaración correspondiente”. Acá la estoy esperando y ya llevo dos meses por fuera. Él me dijo: “Su retiro del Ministerio, como bien lo dice, nada tiene que ver con temas de corrupción. Es propósito de esa revista atentar con chismes de cualquier naturaleza contra el Gobierno”. Yo sé que me le convertí al ministro en un problema.
V.D.: ¿Por qué?
R.D.: El ministro es una persona que no habla, no dialoga, no recibe a nadie. Entonces los comandantes no tienen contacto con él.
V.D.: ¿Cree que el general Helder Giraldo está cómodo?
R.D.: No creo que esté muy cómodo
V.D.: ¿Y Ospina está cómodo?
R.D.: No creo que estén cómodos. Tienen un compromiso con su gente, con sus subalternos, con sus amigos, con el país y lo están tratando de cumplir de la mejor manera.