El acuerdo que firmaron este fin de semana el presidente Gustavo Petro y el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, para que los ganaderos le vendan tres millones de hectáreas al Estado para impulsar la reforma agraria es considerado como el verdadero ‘pacto histórico’ en estos dos meses que lleva el Gobierno.

Petro y Lafaurie representan visiones de país radicalmente distintas. Hasta hace pocos meses, Lafaurie acusaba al presidente de representar a la guerrilla y a la extrema izquierda; mientras que el hoy Jefe de Estado señalaba a Lafaurie de tener relación con el paramilitarismo.

Incluso, ambos se vieron las caras ante la Corte Suprema de Justicia en 2019, cuando el presidente de Fedegán denunció a Petro por supuesta injuria y calumnia, proceso que salió a favor del hoy jefe de Estado.

Pero, paradójicamente, con la llegada de Petro a la Casa de Nariño, con su idea de “democratizar” la tierra, el jefe de Estado encontró en Lafaurie las llaves para abrir la puerta a una reforma agraria que se le venía enredando.

Petro tenía dos caminos para impulsar su reforma agraria: desenredar en tiempo récord la compleja estructura de la tierra en manos del Estado (llena de terrenos improductivos y baldíos) o negociar con los actuales propietarios de predios fértiles.

El primer camino llevaría al Estado a un complejo proceso judicial que podría durar décadas, en medio de un conflicto social de campesinos pidiendo que les cumplan lo prometido, mientras que la segunda vía, si bien lleva al Gobierno a meterse la mano al bolsillo, es una camino exprés que le permite a Petro por lo menos poner en marcha la reforma agraria durante su gobierno y dar la imagen de que está cumpliendo, aunque está claro que la “democratización de la tierra” puede durar varios gobiernos.

Para José Félix Lafaurie, la foto que se tomó este fin de semana con el presidente Petro implica nada menos que convertirse en el hombre que le entregó la llaves al Estado para darles tierra a los campesinos.

Pero, además, con la firma de este acuerdo, el presidente de Fedegán aleja los fantasmas que se habían posado sobre los ganaderos, el gremio que él representa, de una posible expropiación. Está claro que vender es mucho mejor que ser expropiado, aunque el presidente Petro ha negado de tajo que tuviera en mente la palabra expropiación.

Este acercamiento con el Ejecutivo también les sirve a los ganaderos para llegar con mayor autoridad a la hora de exigirle al Gobierno que frene de tajo el fenómeno de invasión de predios que se ha venido agudizando en los últimos meses.

“El pacto social y la paz son posibles”, afirmó Petro a través de Twitter, donde compartió una fotografía de la ceremonia de firma del acuerdo, que la calificó de “histórica”.

Lafaurie, que coincide con ese calificativo, resaltó la prontitud a la que se llegó a un acuerdo y destacó la actitud conciliadora y de diálogo del presidente.

“El Gobierno podría hacerla sin nosotros o, inclusive, contra nosotros, pero ha decidido hacerla con nosotros, y esa inclusión tiene una importancia que ahora mismo no alcanzamos a medir”, enfatizó el presidente de Fedegán.

Para lograr esta foto, hasta hace poco improbable, según conoció SEMANA, hubo que contar con los buenos oficios del senador Iván Cepeda, quien es uno de los principales alfiles de Petro pero a su vez mantiene una comunicación relativamente fluida con Lafaurie.

Fue Cepeda quien inició los contactos con el presidente Fedegán, inicialmente a través de chat, para buscar un acuerdo y luego tendió el puente con Petro para una interlocución directa entre ganaderos y Gobierno.

Más allá del trasfondo de este ‘pacto histórico’, la imagen que ofrecieron Petro y Lafaurie dándose la mano en la Casa de Nariño es ejemplo vivo de la democracia, dos antagonistas que mantienen cada uno sus convenciones dejan de lado sus diferencias para encontrar consensos en favor del campo colombiano.

Tal como había ocurrido con el encuentro entre Petro y el expresidente Uribe, quienes se han estado a dialogar dos veces en los últimos cuatro meses, el acuerdo logrado este fin de semana, responde a un clima de conciliación democrática y respeto institucional. Y, por supuesto, a los intereses de cada sector. No hay almuerzos gratis.

El proceso de compra

El pacto, suscrito garantiza la compra por parte del Gobierno de tres millones de hectáreas de tierras a ganaderos con el propósito de destinarlas a familias campesinas sin tierra o que no tienen suficiente.

Además de la condición que especificó el presidente de la República (tierras de máxima fertilidad), la ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, Cecilia López Montaño, agregó que “son tierras que no tengan ningún tipo de problema legal”, es decir que deberán estar saneados en términos fiscales y con posesión en manos de sus propietarios y que “estén absolutamente listas para hacer el proceso de compra de estas tierras”.

“El Ministerio tiene toda la institucionalidad para determinar y eso lo hace la UPRA (Unidad de Planificación Rural Agropecuaria): qué tierras y dónde son productivas y cuál es la capacidad productiva. Allí se mira la capacidad productiva de cada una de las ofertas”, explicó la funcionaria.

Indicó que, una vez surtido esta caracterización, la UPRA junto con el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac) fijarán precios mínimos y máximos de la compra de la tierra “y se tratará de hacer piloto del catastro multipropósito. Ese conjunto de elementos nos dará el precio de la tierra que será a precio de mercado” tal como lo dispone la Ley 160 de 1994.