El presidente Gustavo Petro ha tenido un duro primer año de gobierno, entorpecido por los escándalos y la falta de resultados. La baja aprobación del mandatario no solo representa un obstáculo para su administración, sino también para el Pacto Histórico, una colectividad que podría enfrentar una contundente derrota en las elecciones regionales de octubre próximo.
Petro ganó la presidencia porque el progresismo se unió en el Pacto Histórico, una coalición que abarcó desde la Colombia Humana hasta partidos de grupos étnicos de menor tamaño.
Sin embargo, las diferencias de corrientes, tamaño y relevancia entre los partidos comenzaron a ser evidentes cuando empezó la elección de candidatos a gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos. En febrero se estableció que podrían ser aspirantes propios o formar parte del llamado frente amplio, que incluye a partidos aliados.
Además, según las reglas, estipularon que el orden de las listas a corporaciones o candidatos se iba a definir “procurando el diálogo democrático y el consenso”.
A pesar de las normas, el cronograma y demás intentos para organizar el proceso, lo que ocurrió posteriormente fue un fuerte disenso entre colectividades, fuego amigo y alianzas con sectores tradicionales, pasando por encima de liderazgos progresistas.
En todo el país hubo una ‘guerra’ por los avales y las listas, tanto por la posición como para determinar si esta debería ser cerrada o abierta. Una de las más fuertes disputas se dio en Bogotá, donde el Polo Democrático se rompió internamente por diferencias entre el concejal Carlos Carrillo y la dirigencia, encabezada por su expresidente Alexánder López.
Por otro lado, partidos más pequeños protestaron por falta de representación. La tardanza de los acuerdos hizo que los documentos de las candidaturas se subieran a último momento. En los días finales de inscripciones, la página de la Registraduría colapsó, por lo que no se pudieron enviar múltiples avales. En la colectividad estiman que el 30 por ciento de los candidatos del Pacto Histórico no lograron inscribirse por dichas dificultades.
Otro problema para el petrismo es la falta de liderazgos fuertes, especialmente en las principales ciudades. Gustavo Bolívar, candidato a la Alcaldía de Bogotá, es la ficha más opcionada del Pacto Histórico, pero es segundo en las encuestas y una alianza entre sectores tradicionales podría derrotarlo en una segunda vuelta.
En Medellín arrasa Federico Gutiérrez, por lo que el partido Independientes, del alcalde Daniel Quintero y el más afín al Pacto Histórico, podría perder la Alcaldía. En Valle del Cauca, el Pacto Histórico se la juega con Ferney Lozano a la Gobernación y Danis Rentería a la Alcaldía de Cali, aunque no figuran entre los primeros tres en intención de voto.
En Barranquilla no lograron tener candidatos propios, departamento donde se imponen Alejandro Char y Eduardo Verano de la Rosa como candidatos a la Alcaldía y a la Gobernación del Atlántico. En Cartagena tampoco tienen con quién pelear, allí el exgobernador Dumek Turbay sobrepasa a sectores progresistas en las encuestas.
En conversación con SEMANA, el representante Gabriel Becerra, uno de los directivos de la coordinación del Pacto Histórico, aseguró que “las elecciones regionales no serán el fin del progresismo”. A pesar de esto, aceptó que se trata de una contienda difícil.
“El voto regional es más amarrado, no es de opinión. Creo que tendremos más alcaldes, gobernadores, concejales y diputados. Tal vez no en las condiciones que quisiéramos, pero es un proceso que empieza”, explicó.
Si se suma el escándalo de Nicolás Petro, todo apunta a que el Pacto Histórico enfrentará una inminente derrota en las próximas elecciones. No hay liderazgos y tampoco acuerdos para sacar adelante a los candidatos. Los cerca de 8.500 aspirantes inscritos de la coalición y de los partidos que la integran cargarán con el peso de un Gobierno envuelto en polémica y una ciudadanía que pide liderazgos distintos.