Jesús Hernán Orjuela, el sacerdote colombiano reconocido como el Padre Chucho, habló sin rodeos con SEMANA. Se refirió al presidente Gustavo Petro y dijo que si Verónica Alcocer, la esposa del jefe de Estado, lo invita al palacio presidencial a orar, él asiste.
“Si me piden la bendición y si me invitan a orar, me gustaría ir y bendecir. Con la esposa del presidente Santos, Tutina, muy creyente, fui. Estuve con ella en la Casa de Nariño orando por la familia. Si me invita la esposa de Petro, con mucho gusto. Supe y me gustó saber que Verónica Alcocer tuvo intención de ser una monjita. Si me invitan a rezar, voy”.
Orjuela reconoció que no es un sacerdote de derecha ni de izquierda. Y que históricamente ha sostenido una estrecha relación con la mayoría de los expresidentes de Colombia.
Por ejemplo, con el expresidente Álvaro Uribe, a quien le profesa respeto y con quien vivió un momento espiritual que considera importante.
“Álvaro Uribe, una vez, como en 2018, visitó mi santuario, llegó, se arrodilló y lloró. Él nunca había experimentado ese momento”, narró.
Lloró –según el Padre Chucho– “porque a su padre lo mataron y me dijo al final de la oración que había podido perdonar ese día. Él quizás iba por algo distinto, pero terminamos orando con mucha humildad”.
El sacerdote también ha orado por Juan Manuel Santos, Iván Duque e incluso Martha Lucía Ramírez, cuando fue vicepresidenta de Colombia y lo invitó a su despacho.
En diálogo con SEMANA narró que recientemente ha visitado en dos oportunidades la Casa de Nariño. Una fue con el presidente Juan Manuel Santos. La otra con Iván Duque.
“Visité un lugar que me llamó la atención, el entonces jefe de Estado (Iván Duque) ordenó cerrar ese sitio, es una ruta que conduce del palacio presidencial a una casa antigua, allí se sentía la infestación. No es que los presidentes encarnen el mal, pero hay lugares donde hay infestación, donde sientes ruidos, que golpean, que prenden la luz y no hay nadie, que sale una culebra, ratas, pero nadie sabe de dónde. Son acciones extraordinarias donde el mal actúa y no era ninguna oficina, es un espacio que había que me llamó la atención, porque sentí el mal. No sé si el sitio fue abierto, lo bendije, hice una recomendación y no sé qué pasó”, contó.
El sacerdote, además, confesó que “respiré tranquilo cuando escuché que Gustavo Petro y Álvaro Uribe se reunieron. Yo dije: “Ay, Dios, métete allí, saca al diablo que los quiere dividir”. Ojalá que hablen, porque son dos líderes importantes en el país. Y no solo estos dos, ojalá todos: Andrés Pastrana, César Gaviria, Juan Manuel Santos... Señor, reúnelos. Creo que, si se estrechan no solo la mano, sino que se unen para empujar al país, por ahí empieza la paz. Yo creo que, si van al cielo, yo me los quiero encontrar, ojalá yo también pueda llegar”.
Y remató: “Si me encuentro a Uribe, a Petro, los bendigo. Me gustaría coger una guitarra y decirle al presidente: ‘Venga, yo conozco a su primo, invitémoslo y cantémosle algo a Dios’”.