SEMANA: ¿Por qué les dice a sus fieles que se preparen para una guerra civil?
JESÚS ORJUELA: Hay que poner el contexto en el que estoy en la homilía. Predicaba el texto de Éxodo, cuando Dios llama a Moisés y le dice: “He visto un pueblo que está oprimido, secuestrado por el mal, llevado a la esclavitud, he escuchado el grito de auxilio de mi pueblo”. En ese contexto, le digo a mi comunidad que tenemos que evitar, prevenir que llegue lo que han vivido tantos pueblos por tanto tiempo de sufrimiento y dolor. En ningún momento y bajo ninguna circunstancia, he nombrado a Gustavo Petro, no tengo esas funciones. Él ha hecho un llamado a la paz total, que todos deseamos, a un acuerdo, todos sentimos esperanzas. Pero me duele, mi dolor es el de cada colombiano, llevo dolor en mi corazón, como sacerdote vi y sé lo que es la guerra y un conflicto que no para, lo viví en Israel. Siento dolor por doña Martha, quien forma parte de mi comunidad, su niña especial necesita un medicamento que no le puede faltar. Ella hoy llora y sufre porque le falta la medicina cuando empieza a convulsionar.
SEMANA: ¿Y por qué le falta el medicamento?
J.O.: Están faltando los medicamentos en Colombia. Sufro y me duele el comerciante que ha trabajado con esfuerzo para tener su negocio. Lo amenazaron, como lo han hecho conmigo, le anunciaron que matarían a uno de sus empleados y lo mataron. Ese empleado era su hijo. Me duele ver niños, jóvenes, mamás durmiendo entre plásticos en el parque Nacional, comunidades indígenas que aguantan frío. Yo digo: Dios mío, por qué no hay una ayuda para ellos. Me duele. El pueblo no aguanta tanta injusticia, tanta hambre. No estoy juzgando, no estoy condenando a un Gobierno, no digo que la culpa es de un presidente. La solución al conflicto del país la tenemos todos. Yo estoy llamando a prevenir. Están manipulando la información de mi homilía.
SEMANA: ¿La situación del país es tan compleja que podríamos llegar a una guerra civil?
J.O.: Lo que vivimos fue un estallido social, fue un conflicto social en el que las personas tuvieron que defenderse con palos y escobas. A este tema de injusticia, si le sumamos lo que estamos viviendo hoy, ¿a dónde vamos a ir? La invitación a los creyentes es a que no nos llenemos de odio, no permitamos que el odio nos divida. Si no nos unimos, si seguimos en ese conflicto y enfrentamiento, el lobo nos destruye y nos lleva a destruirnos como lo vivimos. Yo le llamo guerra civil al estallido social que tuvimos los colombianos. Creo que ninguno quisiera volver a vivirlo.
SEMANA: ¿Pensó lo que iba a decir en el sermón o fluyó?
J.O.: Fue espontáneo por lo que estoy viviendo, sintiendo, las lágrimas que estoy experimentando, el dolor que tengo. Pueden entrevistar a toda mi comunidad si los he invitado a coger un arma, a que nos unamos a salir a las calles a hacer guerra. Todo lo contrario.
SEMANA: Petro se sintió aludido y le respondió: “Qué guerra civil ni qué ocho cuartos”.
J.O.: Conozco a un primo hermano del presidente, cantaba con él en el Cantón Norte, a sus tíos, sus primos. No conozco al presidente y tuve un sueño en el que vi que me encontraba personalmente con él. Le dije: presidente, conozco a su familia, todo lo que usted tiene en su corazón para hacerle bien a los que más sufren lo logrará con la bendición de Dios. Me quisiera encontrar con Petro para decirle que Dios lo bendiga.
SEMANA: Dice que Colombia llegará a una guerra civil si no reaccionamos. ¿Cómo así?
J.O.: Apoyar y fortalecer las instituciones de nuestro país, la institucionalidad. ¿Cómo evitar un estallido social? ¿Una batalla civil entre unos y otros? Dejando estos odios. No estoy metiéndome en política, me lo han propuesto no una, sino muchas veces, me han pedido que me lance, pero nunca lo voy a hacer. Me han propuesto alcaldías, gobernación. No estoy para eso. Sea esta la oportunidad para pedirle perdón a Colombia si, de pronto, este sermón lo malinterpretaron y han entendido como si la Iglesia se metiera otra vez, como en años anteriores, a crear división en el Estado. Le pido perdón a mi Iglesia por lo que dije como prevención: hay que apoyar las instituciones, soñamos con una institución como el Ejército, que ha llegado a tantas victorias y logros, una Policía, una Fuerza Aérea.
SEMANA: ¿Lo han amenazado después del sermón?
J.O.: Sí, he recibido todo tipo de amenazas. Tengo unos sobrinos que el año pasado (Juan Felipe y Francisco José Orjuela) tuvieron que salir de Colombia. Llevo esa tristeza, ese dolor, porque fueron atacados por ser mis sobrinos. Llevo ese dolor, me equivoco, pido perdón si me equivoqué, jamás he maltratado a un presidente, a un partido político e incitar al odio. Pero sí les digo y lo vuelvo a repetir: cuidémonos, colombianos, unamos las fuerzas de bien que tenemos, no permitamos más, apoyemos todos los procesos que traen justicia. Sí tengo en este momento la posibilidad de irme a Estados Unidos, le agradezco al Gobierno norteamericano que me entregó una visa para poder estar allí, pero quiero estar en Colombia, a pesar de las amenazas y el dolor que llevo.
SEMANA: ¿No descarta irse a Estados Unidos?
J.O.: Hablé con mi obispo Juan Vicente Córdoba, si Dios quiere que esté en un lugar donde tengo amenazas, lo haré. Si en algún momento el obispo me dice que debo salir, tengo que obedecer. Él, después de mi homilía, me dijo que me quería apoyar, porque escuchó el sermón el fin de semana pasado. Afirmó que yo no había maltratado la institución y que nunca me había visto u oído hablar mal de un presidente.
SEMANA: ¿Ha pensado en pedir escoltas?
J.O.: Sí, está en riesgo mi vida. En Semana Santa suspendo todas las procesiones en las que pueda exponerme. No tanto pensando en que me hagan daño. Un niño que vea un crimen, un golpe que alguien me propine, no es bueno. Me han querido golpear, me han tirado botellas, piedras, me han escupido. Me duele que alguien al lado mío, especialmente un niño, vea eso.
SEMANA: Lo vi preocupado por la reforma a la salud, especialmente por la falta de medicamentos, en una de sus misas.
J.O.: Me preocupa, no sé qué está pasando con los medicamentos. Hoy mi mamá toma una medicina que ya no tiene. Claro que me preocupa la salud. En este momento están faltando medicinas para pacientes psiquiátricos, entre otros.
SEMANA: ¿Usted votó por Petro?
J.O.: No pude votar porque no estaba en Bogotá.
SEMANA: ¿Es un cura de derecha?
J.O.: No me siento ni de derecha ni de izquierda, acojo las propuestas buenas de todos. Yo escuchaba de niño que los conservadores no van al cielo porque Dios es liberal. Mi padre era conservador y mi madre, liberal. Del otro lado respondían que los liberales tampoco, porque allá no podrán robar. Eso lo oía de niño. Entonces, de joven empecé a buscar lo mejor de unos y otros. Me gustan las propuestas de la izquierda, de la derecha.
SEMANA: ¿Cree que Uribe y Petro van al cielo?
J.O.: Respiré tranquilo cuando escuché que Petro y Uribe se reunieron. Yo dije: “Ay, Dios, métete allí, saca al diablo que los quiere dividir”. Ojalá que hablen, porque son dos líderes importantes en el país. Y no solo estos dos, ojalá todos: Andrés Pastrana, César Gaviria, Juan Manuel Santos, señor, reúnelos. Creo que, si se estrechan no solo la mano, sino que se unen para empujar al país, por ahí empieza la paz. Yo creo que, si van al cielo, yo me los quiero encontrar, ojalá yo también pueda llegar.
SEMANA: Creo que le faltó oración o Dios no lo escuchó, porque ese acercamiento no tuvo mayor triunfo.
J.O.: Sí, es triste. Si me encuentro a Uribe, a Petro, los bendigo. Me gustaría coger una guitarra y decirle al presidente: “Venga, yo conozco a su primo, invitémoslo y cantémosle algo a Dios”.
SEMANA: Si lo invitan a la Casa de Nariño, ¿va? Verónica Alcocer es muy católica…
J.O.: Si me piden la bendición y si me invitan a orar, me gustaría ir y bendecir. Con la esposa del presidente Santos, Tutina, muy creyente, fui. Estuve con ella en la Casa de Nariño orando por la familia. Si me invita la esposa de Petro, con mucho gusto. Supe y me gustó saber que Verónica Alcocer tuvo intención de ser una monjita. Si me invitan a rezar, voy.
SEMANA: Tiene buena relación con los expresidentes. ¿Con cuál ha orado más?
J.O.: Con Uribe. Una vez, como en 2018, visitó mi santuario, llegó, se arrodilló y lloró. Él nunca había experimentado ese momento. Lloró porque a su padre lo mataron y me dijo al final de la oración que había podido perdonar. Él quizás iba por algo distinto, pero terminamos orando con mucha humildad. También he orado por Santos, Duque, la doctora Marta Lucía Ramírez cuando fue vicepresidenta.
SEMANA: Usted es exorcista. En un libro de las primeras damas, de Felipe Zuleta, Tutina habló de brujerías en la Casa de Nariño. Usted presenció un episodio similar.
J.O.: Yo estuve en la Casa de Nariño con el presidente Santos. También con Duque. Visité un lugar que me llamó la atención, el entonces jefe de Estado ordenó cerrar ese sitio, es una ruta que conduce del palacio presidencial a una casa antigua, allí se sentía la infestación. No es que los presidentes encarnen el mal, pero hay lugares donde hay infestación, donde sientes ruidos, que golpean, que prenden la luz y no hay nadie, que sale una culebra, ratas, pero nadie sabe de dónde. Son acciones extraordinarias donde el mal actúa y no era ninguna oficina, es un espacio que había que me llamó la atención, porque sentí el mal. No sé si el sitio fue abierto, lo bendije, hice una recomendación y no sé qué pasó.