El presidente Gustavo Petro asumió la paz como una de las prioridades más urgentes durante su mandato. A pesar de ser uno de los más grandes impulsores de la reconciliación de un país dividido por la violencia, el mandatario le declaró la guerra al sector de los hidrocarburos, el cual se caracteriza por ser la columna vertebral de la economía colombiana y garantía de bienestar para las regiones más vulnerables.
Después de muchos mensajes adversos y estigmatizantes sobre el sector durante los primeros tres meses de mandato, el presidente asistió a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) como abanderado en contra del petróleo, gas y carbón.
En su primera intervención, en medio del Foro de la Asociación de Líderes para los Bosques y el Clima, antes de hablar sobre la vasta biodiversidad del país, le pidió al mundo que, si se quiere acabar con la crisis climática, se debe “dejar de consumir petróleo y carbón, hidrocarburos en general”, en el corto plazo.
“En lugar de planificar los procesos de descarbonización de nuestras economías, estamos metidos en una guerra. Dedicamos el tiempo a las guerras, guerras que se derivan precisamente del consumo del petróleo, del carbón y del gas, en este siglo”, manifestó el presidente.
Luego, en el debate general de la convención, el presidente reiteró su mensaje y propuso un decálogo, en el cual cuatro puntos iban directamente en contra de la industria del petróleo, gas y carbón.
Primero, pidió “desvalorizar” la economía de los hidrocarburos, repitiendo que “la solución es un mundo sin petróleo y sin carbón”. Luego, en un mensaje directo a la banca privada y multilateral, pidió “dejar de financiar” la extracción de estos recursos.
Además, por medio de historias y retórica, tocó el tema en todos los encuentros a los que asistió en el marco de la COP27. En el Foro Permanente Indígena, por ejemplo, contó que un indígena colombiano le dijo que “sacar el petróleo era quitarles la sangre a las entrañas de la tierra”.
Luego, en su visita a Francia, el presidente no dejó de exteriorizar ese mensaje. En la Universidad de Ciencias Políticas de París, como referencia final, dijo que si Colombia utilizaba todo el carbón en su subsuelo, “la humanidad muere”.
Opositor desde la campaña
Desde su candidatura presidencial, Petro se empeñó en iniciar una dura campaña en contra de los hidrocarburos. En plaza pública, frente a miles de personas, el ahora presidente aseguró que el daño de la cocaína era comparable al del petróleo y el carbón, llamándolos “tres venenos”.
Esto no acabó al ser elegido presidente, intensificando su discurso contra las fuentes de ingresos y de energía. En su discurso de posesión, el presidente dijo estar dispuesto a “transitar una economía sin carbón y sin petróleo”.
La industria de los hidrocarburos, a pesar de la posición tajante del Gobierno, pidió hacer parte del diálogo nacional que propuso el mandatario, incluso comprometiéndose a aportar a la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, con el nombramiento de Irene Vélez como ministra de Minas y Energía, la interlocución se complicó con la clara intención de no suscribir más contratos de exploración y explotación.
A pesar de los esfuerzos del ministro, el discurso del presidente es claro, el cual reiteró ante potencias mundiales en su primera intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: “¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?”, se preguntó.
De ahí hacia adelante, el Gobierno deshojó margaritas sobre el futuro de la industria. Mientras que la Ministra aseguró que no habrá más contratos, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, calmaba las aguas para no generar incertidumbre en los mercados, inversionistas extranjeros y los mismos empresarios del sector.
La incertidumbre, entre otras razones externas, ocasionó un alza histórica del dólar hasta los 5.100 pesos y una devaluación del peso colombiano sin precedentes. Por las repercusiones, el presidente cedió y se evalúa la firma de nuevos contratos de exploración y explotación para garantizar autosuficiencia energética y el cumplimiento de las obligaciones financieras del país.
Golpe tras golpe para los hidrocarburos
Los intentos del ministro Ocampo de tranquilizar al sector no han sido suficientes para lograr su objetivo. El gremio de los hidrocarburos reconoce el momento adverso que enfrenta y teme que se disminuya hasta su desaparición.
Los ingresos que ingresan al país por la exploración y exploración de estos recursos son el oxígeno de la economía colombiana, siendo determinantes para la estabilidad fiscal y balanza de pagos del país. Según el último informe del Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf), es la principal fuente de oferta de divisas, cerca del 40 % de las exportaciones y del 20 % de la inversión extranjera directa.
En total, el sector representa hasta el 20 % de los ingresos del Estado colombiano, lo cual es difícilmente reemplazable en un panorama económico adverso para Colombia y el resto del mundo.
Al esfumarse la confianza en la industria colombiana con los anuncios del mandatario, también se esfuma la inversión y la financiación del déficit fiscal. Ahora, con el golpe de la reforma tributaria, se teme que el sector deje de ser competitivo regionalmente y que los recursos migren a otros países con una menor carga impositiva.
“Si lo que el Gobierno quiere es marchitar la industria del petróleo y gas, empezando por ahuyentar la inversión extranjera y a las empresas privadas, la reforma tributaria es perfecta”, dijo Francisco Lloreda, presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas, para SEMANA.
De acuerdo con el líder gremial, la reforma aumenta la carga fiscal de un 65 % a un 85 %, por no poder deducir lo que pagan por regalías y una sobretasa de renta que aplicaría una tarifa de hasta el 15 %.
Los anuncios de la posibilidad de suscribir más contratos son poco esperanzadores, dado que son percibidos como una acción para calmar los mercados internacionales. Con este panorama, para los años venideros, Lloreda prevé “un desastre económico, ambiental y social” para Colombia.
El factor Nicolás Maduro
Desde el inicio de la ofensiva del Gobierno contra la industria de los hidrocarburos, la Ministra de Minas y Energía habló sobre una posible compra de gas a Venezuela, en caso de que las reservas colombianas no fueran suficientes para suplir al país.
Hubo retracto, pero la posibilidad de que Colombia se surta energéticamente de Venezuela sigue siendo un temor para los empresarios del país. Luego de la reunión entre Nicolás Maduro y Gustavo Petro en Caracas, revivió la posibilidad de establecer una cooperación en ese sentido entre ambos países.
En la declaración conjunta firmada por los mandatarios al terminar la reunión, un punto sobre el tema llamó la atención: “En materia de Energía y Minas, se acordó establecer mesas de trabajo entre ambas partes para explorar y establecer nuevos esquemas de complementariedad en ambas partes”.
De acuerdo con el presidente de la ACP, el mensaje es claro para el sector: “Es claro, desde el primer día, que el presidente Gustavo Petro quiere entregar la soberanía energética del país a Venezuela. Desde el primer día se ha hablado de la importación de gas de Venezuela, cuando Colombia tiene gas”.
Mientras Gustavo Petro hace la paz con grupos armados ilegales y sanciona la ley que da el primer paso para una reconciliación nacional, acciona una fuerte ofensiva nacional e internacional contra los hidrocarburos. Sin plan de contingencia, el presidente podría apostarle a desangrar un sector clave para la sostenibilidad de las finanzas públicas.