Ni siquiera en sus últimos meses de vida, cuando la salud se iba desgastando a una velocidad incontrolable, el excandidato presidencial Rodolfo Hernández dejó de pensar en Juliana, su hija que desapareció hace 20 años sin dejar rastro alguno y a quien el país conoció en plena campaña presidencial de 2022 cuando el ingeniero se derrumbó en un debate organizado por SEMANA y contó con lágrimas en sus ojos la historia desgarradora de su hija.
Era la niña de sus ojos. La única hija mujer. La primera en llegar a su vida en la década de los setenta , cuando Rodolfo y Socorro Oliveros, su esposa, no podían concebir. Y ante el anhelo de abrazar una nieta de la madre del ex alcalde, Cecilia Suárez de Hernández, no hubo otra alternativa que adoptar una niña.
En 2004, cuando la niña había crecido y vivía independiente, salió de su apartamento con un joven a tomar una cerveza. Se dirigían a Ocaña, en Norte de Santander, a disfrutar de los festivales de enero. “Yo le pedí que no fuera”, rememoró en SEMANA Rodolfo Hernández con un tono amargo.
Las chicas, junto con otras compañeras de quinto semestre de Derecho de la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, donde estudiaba Juliana, se hospedaron en una finca. De repente, hombres sin identificar se la llevaron de la finca. Al parecer, eran delincuentes comunes que se enteraron de que era la hija de Rodolfo Hernández, el afamado ingeniero, empresario y constructor de Santander. Una de sus compañeras también fue plagiada, pero días después la dejaron libre. Ella, según contó, no tenía dinero para financiar su liberación y los captores la liberaron.
Rodolfo Hernández empezó una búsqueda que paró en 2021. Habló con intermediarios, envió mensajes a grupos armados, pero no encontró eco. Al contrario, le cobraron a través del teléfono una millonada. Él –quien ya había vivido la historia del secuestro porque las Farc plagiaron a su padre– no aceptó pagar a cambio de que le devolvieran la hija.
El senador Humberto de la Calle, entonces jefe negociador del gobierno de Juan Manuel Santos con las Farc, habló con ese grupo armado, pero no hubo noticias del paradero de Juliana.
El anhelo de Rodolfo Hernández por volver a ver a su hija fue de tal tamaño que en la junta directiva de la constructora que tuvo Hernández en Bucaramanga, Juliana tuvo un asiento, como cualquiera de sus hermanos, así el de ella siempre esté vacío.
“Jurídicamente Juliana está viva: pagamos los impuestos de ella, la retención en la fuente, todo lo que ella tiene se maneja como si estuviera en otro país y cuando venga, si ocurre un milagro, se le entregan las cuentas”, dijo, en su momento, uno de sus hermanos. Un apartamento estuvo a su nombre y una cuenta bancaria recibió recursos económicos durante los últimos años.
Este lunes 2 de septiembre, Rodolfo Hernández falleció producto de un cáncer de colon que le hizo metástasis en el hígado. Y de su hija, jamás volvió a saber.