Desde hace algunos años, el tema de la protección a los animales se tomó el Congreso y cada vez son más los proyectos de ley que buscan eliminar actividades que se desarrollan alrededor de estos seres, los cuales, para otros congresistas, son una de las fuentes de la economía en diferentes partes del país.
Entre los primeros congresistas que tuvo la bandera de la protección a los animales estuvo el representante a la Cámara por el Partido Liberal, Juan Carlos Losada, quien logró sacar adelante varias leyes en favor de los animales. Sin embargo, con la llegada de varios legisladores de bancadas alternativas, el número de congresistas animalistas aumentó significativamente.
En este momento, Losada impulsa un proyecto de ley que busca eliminar actividades como corridas de toros y otras alrededor de estos animales. No obstante, la senadora por la coalición Centro Esperanza-Alianza Verde, Andrea Padilla, también está en la misma cruzada y tiene otro proyecto de ley similar que busca prohibir progresivamente los espectáculos crueles con estos seres mientras se buscan otras fuentes de sustento para quienes dependen de estas actividades.
Pero si bien es cierto que varios sectores en el Congreso apoyan a estos dos congresistas animalistas en sus intenciones de proteger a estos seres, también hay quienes piensan diferente y creen que las actividades con animales no pueden ser vistas como maltrato animal, sino también como una fuente de ingresos para varias familias en Colombia y como uno de los renglones clave de la economía en las regiones.
Entre estos congresistas están el senador por Cambio Radical, Didier Lobo, quien hace unos días protagonizó una protesta para defender a quienes están alrededor de las peleas de gallos. “Se debe garantizar a estas familias que tradicionalmente han vivido de las peleas de gallos una transición de una actividad laboral para que de esta manera se pueda sentir menos el impacto”, afirmó el congresista en medio de esa protesta.
Ante esta clase de voces, en el proyecto de Juan Carlos Losada, se avanza en algunas audiencias públicas en diferentes partes del país para escuchar a los afectados con la eliminación de estas actividades y tratar de darle un enfoque regional al propósito de acabar con ellas.
Todo esto se da en un Congreso que desde el comienzo se declaró ‘pet friendly’, es decir, amigo de los animales, pero en el que también hay voces que rechazaron cuando el senador por el Centro Democrático, Alirio Barrera, reconocido domador de caballos, arribó al Capitolio con su ejemplar, traído desde el Casanare, su tierra natal, con todos los cuidados y protecciones que requiere un ser de esta naturaleza.
“El Presidente del Senado anunció que el Congreso se iba a mostrar amigable con los animales y que los senadores podrían llevar sus mascotas. Yo dije, pues si es un congreso amigable, pues lo es con todos los animales, y si se pueden traer las mascotas, pues mi mascota es mi caballo, como lo es para muchos y muchos campesinos”, le dijo en ese momento el congresista uribista a Vicky Dávila, directora de SEMANA.
Entonces, algunos de sus compañeros, comenzando por Losada y por la senadora Angélica Lozano, quien también ha dado muestras de su intención de proteger a los animales, se fueron en contra del senador y lo calificaron, incluso, de buscar la atención de la opinión pública.
Ante esto, muchos se preguntan hasta qué punto la decisión del Congreso de ser ‘pet friendly’ y las intenciones de proteger a los animales se articulan con la noción que existe en varias partes del país del trato a los animales y que, al parecer, no es igual a la crueldad que algunos legisladores han mostrado para tratar de eliminar las actividades que se realizan con estos seres.
Esto sin tomar en cuenta que, por lo visto, no parece haber una medición precisa de hasta qué punto se afectaría la actividad económica de varias familias en diferentes partes del país y las cuales derivan su sustento en esa prácticas que se pretenden acabar desde Bogotá.
Lo cierto del caso es que hay una intención loable de algunos sectores de proteger a los animales de ciertas actividades que pueden ser crueles para ellos. Sin embargo, las protestas de congresistas como Lobo y la programación de audiencias en diferentes partes del país para escuchar a quienes viven de estas prácticas pueden ser una reflexión para que los congresistas animalistas vean la otra cara de la moneda y avancen de manera que se protejan los derechos de los animales, pero también de todos los colombianos.