En sus redes sociales, Pedro Mario Burelli, empresario venezolano y exmiembro de la junta directiva de PDVSA, le respondió al expresidente colombiano Juan Manuel Santos sobre la crisis política que vive Venezuela tras las elecciones de julio 28.
El exmandatario mostró en su cuenta de X el “memo” que le hizo llegar a Gustavo Petro, exponiendo su postura frente al régimen de Nicolás Maduro, que “perdió toda legitimidad y debe salir”, dijo el expresidente.
Sin embargo, Burelli asegura que lo que hace Santos es buscar “reivindicarse luego de más de una década de error tras error con respecto a Venezuela”, dijo.
“Al leer su propuesta a Gustavo Petro de como manejar la crisis creada por el vulgar robo de las elecciones en Venezuela, podríamos decir que retorna a posiciones que sostenía con firmeza hasta llegar a la Presidencia de Colombia en el 2010″, indicó el empresario en su cuenta de X.
Destacó que como periodista y ministro de Defensa de Álvaro Uribe Vélez fue “preclaro en cuanto al riesgo de dejar a Hugo Chávez hacer y deshacer en Venezuela y en la región”.
“Algunos de sus artículos en El Tiempo fueron pioneros en advertir lo que se le venía a la región si no se le ponía un alto al golpista tutelado por Fidel Castro. Como ministro desataba crisis tras crisis por lo tajante de sus posiciones”, contó.
A pesar de esto, de acuerdo con Burelli, a los días de su posesión se le vio cercano a Chávez y Maduro.
“Mientras unos hablan de que el insólito giro se debió a su anhelo por el Nobel de la Paz, perdón, por la paz para su país, yo creo que lo que ocurrió en la casa donde murió Simón Bolívar fue un ejercicio de chantaje mutuo o cruzado”, narra Burelli.
De acuerdo con el exmiembro de la junta de PDVSA: “Santos tenía en sus manos los datos recabados, y no publicados, tras el bombardeo del campamento del líder guerrillero de las Farc conocido como ‘el Mono Jojoy’. Chávez, protegido por La Habana, no fue con las manos vacías”.
“Poco después de esa fatídica reunión, se hizo evidente que Caracas había hackeado el correo personal del mandatario colombiano. Era difícil imaginar que Chávez fuese a reunirse con su némesis sin armas con las cuales neutralizarlo”, explicó.
Y recordó también que en 2013, cuando se dio el “primer fraude electoral de Nicolás Maduro”, Santos “tiró por tierra” la exigencia de los miembros de la Unasur de hacer una auditoría a las elecciones, antes de declarar el triunfo del heredero de Chávez.
“A los días, Santos se presentó, como si nada, en Caracas para la toma de posesión exprés que consumó ese primer golpe contra la voluntad popular”, resaltó el empresario.
También lanzó una pulla contra María Ángela Holguín, a quien llamó “equívoca canciller” durante el Gobierno Santos, dado que “no quisieron entender que Maduro era mucho más peligroso y aun más criminal que Hugo Chávez”, aseveró Burelli.
“Yo mismo se lo advertí al presidente en febrero de 2013, sin que fuese necesario, pues si alguien tenía acceso a información de inteligencia sobre las actividades delincuenciales de Maduro, y su pareja, era él. La señora Holguín abogó entre sus pares para el ‘reconocimiento de Nicolás’ pues según ella: la oposición no podría gobernar y Maduro era más potable que Chávez. Craso, inexplicable e imperdonable error”, expuso el empresario venezolano.
Y aseguró que el país se pudo haber ahorrado lo que hoy padece si Santos “hubiese actuado como el periodista preclaro que fue o el Ministro de Defensa corajudo que ponía la diplomacia a un lado para decir lo que había que decir sobre las andanzas del chavismo en Venezuela, Colombia y más allá”.
Frente al memo enviado a Petro, Burelli asegura que Santos quiere “dar cátedra al maleante que llegó al Palacio de Nariño”. Finalmente, recalca que el expresidente colombiano debe pedirle disculpas al país vecino.
“Antes de estar dando lecciones a quien no le interesa la democracia o la institucionalidad, Juan Manuel Santos debería pedir perdón a los venezolanos, a los colombianos y a toda una región que ha sido fatalmente impactada por sus injustificables y repetidos errores de cálculo”, concluye el escrito de Burelli.