En la campaña presidencial, Gustavo Petro no tuvo necesidad de pisar Timbiquí, un municipio del Cauca, a cuatro horas en lancha desde Cali, para moler en las urnas a Rodolfo Hernández. El 98,57 por ciento de los electores que acudieron a las mesas de votación en la segunda vuelta lo respaldó masivamente. Por su parte, el ingeniero santandereano solo obtuvo el 1,25 por ciento de los respaldos. Eso quiere decir que de los 8.777 votantes, 8.633 lo hicieron por Petro y solo 110 por Hernández.
Hoy, el escenario es otro. Si Petro volviera a participar en otra elección, el pueblo, uno de los más remotos en el Cauca, votaría, seguramente, en su contra, según el concejal Abel Sinisterra, del partido Colombia Renaciente.
La decepción empieza a rondar en el pueblo de aproximadamente 22.000 habitantes porque dos años después del gobierno Petro el cambio no ha llegado. Y las promesas se han quedado en cantos de sirena o a medias.
En enero de 2024, el presidente llegó a Timbiquí y fue el primer jefe de Estado en caminar por sus calles. La gente lo recibió con algarabía, cumbias y decenas de teléfonos celulares desde los cuales le tomaron fotografías.
En el coliseo Francisco Antonio Orobio habló la entonces alta consejera para las regiones Sandra Ortiz y el alcalde Kilian Cuero. “Presidente, el único municipio del país donde casi el ciento por ciento dijo sí a su elección fue Timbiquí y sin patrones políticos”, recordó Cuero.
Sin embargo, las ayudas no se han cristalizado. Una de las promesas del presidente fue la llegada de la aerolínea Satena, pero se dará a medias.
Este lunes 23 de septiembre aterrizará el primer avión en el aeródromo del pueblo en señal de prueba, pero el alcalde Cuero tuvo que meterse la mano al bolsillo y adecuar la pista aérea porque, entre otras, no podían aterrizar las ambulancias aéreas. Él forma parte del partido Todos Somos Colombia, que dejó de existir porque el Consejo de Estado le quitó la personería jurídica que le pertenecía a la senadora del Pacto Histórico Clara López. Ella tampoco ha aparecido en el pueblo, ni ha gestionado recursos para el municipio.
Cuero –quien también ha metido recursos de su bolsillo a la restitución de la pista– tramitó ante el Concejo de Timbiquí un traslado presupuestal con motivo de urgencia por 800 millones de pesos para parchar el improvisado y abandonado aeródromo Apolinar Amu Vente, adecuar la sala de espera y otras obras. El presupuesto anual de la Alcaldía es de 46.000 millones de pesos, que, en la mayoría de los casos, se destina a la salud. En recaudo de impuestos, solo recibe 15 millones de pesos al año.
En el pueblo pensaron que el Gobierno Petro restituiría la terminal aérea, pero no ocurrió, pese a que el presidente ha insistido en comunicar las comunidades remotas como Timbiquí, a donde se llega y se sale en lancha hasta Guapi y cuesta 80.000 pesos. De ahí hasta Cali, una tarifa de avión comercial alcanza los 500.000 pesos. Con Satena, el trayecto a la capital del Valle del Cauca cuesta unos 200.000 pesos.
Como si fuera poco, la Alcaldía no sabe qué hacer con el aeropuerto en caso de que entre en servicio. “No tengo cómo operarlo”, le anticipó el alcalde a SEMANA. Él, quien sigue guardando las esperanzas de que el Gobierno del “cambio” mire hacia su pueblo, espera que la Aeronáutica Civil, en una reunión que sostendrá en octubre próximo, se encargue de la administración porque su municipio no tiene recursos para sostener el aeródromo.
Petro también se comprometió con la construcción de dos acueductos. Uno de ellos en el casco urbano y otro en el corregimiento de Puerto Saija. El primero llegó hasta el 40 por ciento, debía ser entregado en junio de 2024, pero no ocurrió. La obra está casi detenida. En cuanto al otro, se pretendía adelantar por el Ministerio de la Igualdad con una partida de la nación de 9.000 millones de pesos.
“El dinero todavía no está. El Ministerio de la Igualdad nos dice que está en precontratación, pero no tenemos un documento para decir que arrancamos en un mes, en dos o tres”, confirmó a este medio una fuente de la Alcaldía, quien pidió reserva de su nombre.
El problema es que la Corte Constitucional anuló la creación del Ministerio de la Igualdad y dejará de existir en 2026. Mientras el Congreso no vuelva a aprobar su creación, mediante una ley, los recursos quedarán en el aire.
Y es que en el municipio ocurre algo inusual. Algunos corregimientos tienen acueducto, pero en la cabecera municipal no hay. “El agua nos llega gracias a la lluvia, la recogemos en tanques, hay 30 por ciento de la población que tiene el antiguo acueducto y es de muy mala calidad. Es mejor el agua del cielo que juntamos para el consumo”, describió Abel Sinisterra.
En Timbiquí, la salud está en las mismas condiciones desde hace 15 años, coinciden varios líderes con los que habló SEMANA. El hospital del pueblo no avanza como en casi todas las regiones apartadas del país y no hay especialistas. Quien requiera un ginecólogo o pediatra –dos de los especialistas más solicitados– debe moverse por agua o aire hasta Cali.
“El Gobierno no se ha portado muy bien, no ha habido hasta ahora un impacto grande en el pueblo, se han escuchado manifestaciones”, sostuvo la concejal Luisa Hurtado, del Partido Todos Somos Colombia.
Ella, por ejemplo, dice que uno de los anhelos de Timbiquí es tener una universidad y el Gobierno Petro la prometió para Guapi, un municipio ubicado a menos de 40 minutos en lancha, donde han existido problemas por la calidad del terreno. En el pueblo no tienen claro si el proyecto se hará realidad.
La paz total tampoco ha llegado. El 11 de septiembre, un artefacto explosivo fue activado desde una lancha y dejó ocho infantes de marina heridos, que se movilizaban por el río, y más de 200 viviendas destruidas.
El vicealmirante Harry Reina, segundo comandante de la Armada, confirmó que el frente 30 Rafael Aguilera, de las disidencias de las Farc, estaría detrás del atentado. “Fue retaliación por los operativos de la fuerza pública”, reportó.
Hoy las calles de los barrios Francia y Nuevo Amanecer, donde ocurrió la explosión, lucen casi iguales desde el estallido: fachadas destruidas, techos caídos e infraestructuras invivibles porque la comunidad, de escasos recursos económicos, no tiene cómo levantar nuevamente sus predios, que edificaron durante décadas. El ministro de Defensa, Iván Velásquez, no llegó a la zona tras la explosión. Tampoco la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. El alcalde Cuero envió el censo de damnificados a la Gobernación del Cauca, donde prometen ayudarle.
El concejal Abel Sinisterra, por ejemplo, perdió gran parte de un local en medio de la explosión. Reparar lo destruido vale 10 millones de pesos.
En Timbiquí, los pobladores no quieren perder la esperanza y creen, como el alcalde, que en los dos últimos años del gobierno cambie el tercio y lleguen las ayudas. “Hay mucha gente triste por eso, tengo fe, Dios permita que Petro pueda hacer algo por estos territorios. Las personas dicen que están decepcionadas, que esperaban más del Gobierno del cambio”, explicó la concejal Hurtado. Ella estima que si hubiera elecciones en este momento, muchas personas difícilmente le votarían.
“No salimos todavía de la expectativa, estamos esperando a ver cuándo nos miran de manera responsable. Todo ha sido promesas”, añadió el concejal Abel Sinisterra.
Hoy el pueblo se mueve económicamente entre la pesca, los cultivos de caña, coco, piña, la producción del viche y la miel, pero sus pobladores no tienen cómo comercializar sus productos. Igualmente, la minería es cada vez más controlada por la fuerza pública. Otro factor es la coca, pero tampoco es rentable. O Gustavo Petro y Francia Márquez miran a Timbiquí, o el pueblo termina por decepcionarse del cambio que nunca les llegó.