Nada de lo que está pasando con el Gobierno me sorprende. Lo he advertido desde el principio, sin titubeos. A los colombianos les digo que la etapa de las medias tintas, de algunos empresarios y gremios transando con el Gobierno y de ‘gurús tranquilizadores’, está llegando a su fin.
En su lugar, estamos entrando en un periodo de consecuencias, ¡y vaya a consecuencias!: el país tiene la economía seriamente golpeada, pero además, el país está inseguro y en gran parte del territorio nacional los que mandan son los criminales. Hay que ver que hace apenas unos días el Gobierno legaliza la plata del narcotráfico de las disidencias de las Farc, esa plata que invirtieron en una escuela, apenas a pocos minutos o kilómetros de San Vicente del Caguán.
Y ni qué decir de los escándalos del gobierno, la financiación de la campaña, los topes, el hijo del presidente, la mano derecha (Laura Sarabia) y muchos escándalos más. El último, el ocurrido en la UNGRD, en que, según Sneyder Pinilla, exsubdirector de esa unidad, se estaban comprando congresistas para que aprobaran la reformas, para que votaran por ellas.
El problema no es que Gustavo Petro sea de izquierda, el problema es él y él es el presidente de Colombia, un presidente con un estilo de gobierno caótico, agresivo, que ataca y ataca permanentemente. No es sino entrar a su perfil de X y ahí nos damos cuenta en qué Colombia estamos viviendo y, eso sí, este es el gobierno de las amenazas. El presidente dice que va a hacer una constituyente, aunque en campaña dijo que no lo haría.
Pero además ha llamado a la turba, a lo que él llama su pueblo, el constituyente primario, a que rodee las instancias, los organismos del poder y entonces les dice a los militares y a los policías que jamás podrán ir contra ese pueblo. Perdón, presidente, lo cierto es que los militares y los policías de Colombia jamás irían contra la Constitución y la ley, y ellos saben que en caso de una revuelta ellos tienen que defender a millones de colombianos, cuidarles y protegerles la vida.
Petro también ha amenazado con que si sus reformas se hunden en el Congreso, porque el Congreso no quiere pasarlas, pues él sí quiere y ha dicho que hará incluso un referendo y si no, las pasa a la fuerza. Nadie va a tumbar al presidente y su periodo se cumple el 7 de agosto de 2026, aunque todo el tiempo Petro está tratando de insinuar que quiere quedarse, y a veces lo niega, pero insiste, insiste.
Lo que es cierto es que el presidente no está por encima de la ley y la Constitución. Las guerras empiezan cuando los gobiernos creen que el precio de la agresión es barato y eso es lo que está sucediendo, y no lo digo yo, lo decían Ronald Reagan y Winston Churchill.