Mucho se comenta en los pasillos diplomáticos acerca del embajador de Colombia en México, Moisés Ninco Daza, quien se ausenta de las reuniones importantes y que a veces ni se le ve de día en su despacho. Lo señalan de presuntos malos tratos a los funcionarios y hasta aseguran que la residencia del embajador está siendo un lugar de fiestas.
“A todo el mundo lo trata mal. Es demasiado displicente con los subalternos, he recibido el peor de los tratos después de que se suponía que al ser militantes del Pacto Histórico la relación iba a cambiar”, le dijo una fuente a SEMANA.
Cinco personas que trabajan en las oficinas diplomáticas de Colombia en México y con el Ministerio de Relaciones Exteriores aseguraron que el ambiente laboral en la embajada es tan complicado que ya raya con el acoso laboral. Es más, en contra de Ninco Daza ya hay una queja formal en los folios de la Cancillería, instaurada por una de sus subalternas.
Hay quienes dicen que al embajador hay que cogerlo con pinzas para poder conversar con él, que no escucha los consejos de los diplomáticos de carrera y que para acercarse a su despacho prácticamente toca tener credencial de la Colombia Humana, porque los comentarios de los que no son de su círculo de izquierda no son bien vistos.
Es más, esa misma fuente fue más allá y aseguró que cuando el funcionario de 29 años llegó al despacho le dijo a la planta administrativa que estaba en la misión diplomática desde el Gobierno de Iván Duque que los iba a sacar a todos.
¿El motivo? No confiaba en ellos por venir de la administración del presidente que él tanto criticó en sus tiempos de activismo político en el petrismo, antes de que la oposición de antaño fuera Gobierno. Y justamente es esa línea directa con el presidente Gustavo Petro lo que tiene con los taches arriba al embajador. “Ha abusado de su puesto, de la confianza que le dio el presidente. Los casos de acoso muestran negligencia y abuso de poder”, le dijo otra fuente a SEMANA.
Ninco Daza afecta el clima laboral
A Moisés Ninco Daza bien lo conocen en la Colombia Humana. En campaña lideró reuniones del Pacto Histórico, fue de los que articuló la coalición desde el partido de Petro. En la hoja de vida para convertirse en embajador, presentó credenciales que certificaban una experiencia tan sencilla como que había participado en simulacros del modelo de Naciones Unidas. Pasó de la simulación a la diplomacia real.
Si bien hubo polémica cuando fue designado como embajador, al final su nombramiento, anunciado desde febrero de este año, quedó en firme porque cumple con los requisitos básicos que pide la Constitución para ejercer ese rol: ser colombiano mayor de 25 años.
Pero este nuevo capítulo de la historia del activista de izquierda no se trata de cómo llegó a ese poderoso cargo, que administra una relación con una balanza comercial binacional de 51,2 millones de dólares con un Estado con el que Colombia maneja convulsos asuntos como el narcotráfico y la migración irregular. No.
Como lo aseguró la primera fuente mencionada en este artículo: “Es una persona que está totalmente desubicada en sus funciones propias, no asume qué es lo que está haciendo acá, en México, al no querer prestar atención a los consejos ni a la carrera diplomática en sí. Por eso entra en choque con todo el mundo”.
Por cuenta de la queja formal de presunto acoso laboral que ya llegó a la Cancillería, lo convocaron a una reunión con todos sus subalternos para mejorar el clima laboral en la Embajada. En efecto, en el Palacio de San Carlos en Bogotá ya están enterados de que en su despacho en Ciudad de México hay quienes no se aguantan su actitud.
En las primeras horas del mes de septiembre, al correo de Ninco Daza llegó una notificación de que había sido convocado a una reunión para mejorar el clima laboral con su planta de trabajo.
La cita se iba a hacer con la metodología Great Place to Work. Los facilitadores serían de una agencia de talento humano que tiene sede en Bogotá y la promesa de ese encuentro era que se aplicaría un grupo focal totalmente confidencial para que los funcionarios pudieran hablar con tranquilidad de los comportamientos que estaban afectando su trabajo.
Pero desde Ciudad de México no respondieron a tiempo el correo y el grupo focal que se iba a llevar a cabo esta semana (y del que se alcanzaron a enterar a algunos funcionarios de la Embajada) terminó siendo aplazado por la falta de una respuesta oportuna del funcionario.
Es más, cuentan que al embajador tuvieron que reiterarle la invitación a esa diligencia laboral. “Hay malentendidos (...) Pero solo un caso está formalmente denunciado y se está surtiendo el trámite”, le dijo una tercera fuente a SEMANA que es cercana al proceso.
Otra fuente denunció que en la residencia del embajador se hacen constantes fiestas y que no es adecuado el uso que se le da al lugar. Incluso, el embajador recibiría amigos que hospeda como “si fuera un hostal”. Una persona del servicio diplomático confirmó: “El problema es que hay mucha farra. Se la pasan enfarrados. Hay un mal comportamiento que afecta la imagen de Colombia”.
¿Miedo a hablar?
Si bien la revista consultó a cinco fuentes diplomáticas para la publicación de este artículo, otras tres mujeres que están o pertenecieron hasta hace unos días a la misión colombiana en México no quisieron comentar sobre lo que sucede de puertas para adentro de la embajada.
Una cuarta fuente que sí dio su testimonio a SEMANA aseguró que “hay mucha gente que tiene miedo. A algunos ya los echaron, pero siguen con temor. Otros simplemente tienen miedo de que los vayan a trasladar. No puedo decir que sea el ministro el que haga eso, el ministro ha sido respetuoso, un hombre decente. El problema de Cancillería es que muchos tienen línea directa con el presidente. Entonces, llaman al presidente”.
Esos señalamientos de presunto acoso laboral estarían afectando tanto a la embajada como al consulado en Ciudad de México, pero solo la situación de la embajada ha escalado hasta la instauración de quejas formales ante los funcionarios que operan desde Bogotá, adonde llegó la papa caliente de la relación con Ninco Daza, el que tiene línea directa con el presidente Petro.
Pero él no es el único que está a una llamada de distancia con el jefe de Estado. El cónsul de Colombia en México, Andrés Hernández, es tan cercano al mandatario que fue uno de los que manejó sus comunicaciones en la campaña de 2022 y se conoce con Ninco Daza desde que ambos eran cercanos a Gustavo Petro, no como presidente, sino como senador.
Otro asunto que tensa los pasillos diplomáticos de Colombia en México es que esa relación de los dos principales representantes colombianos ante el Estado mexicano pasó de una aparente amistad a una profunda fisura.
“Esa disputa son puros egos. Eso viene desde la campaña porque Andrés quería ser embajador. La comunicación está superrota entre el consulado y la embajada. Los temas migratorios, de drogas y el del fentanilo están descoordinados”, detalló una quinta fuente que también aceptó dar su testimonio en anonimato.
Del corto circuito en México, la embajada aún no da respuestas. SEMANA contactó a la Cancillería y al embajador y la respuesta fue: “Desde control interno de la Cancillería respondieron que en ese despacho aún no hay registro de algún proceso activo o queja formal que involucre al embajador”.
Hace exactamente dos semanas, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador estuvo en Colombia en una visita de Estado que se dio como respuesta al paso de Gustavo Petro por ese país en noviembre de 2022.
Una de las personas que habló con este medio trabaja con el Gobierno de México y cerró su entrevista con un duro dardo contra el embajador Ninco Daza: “Él no sabe que no está representando solo a su izquierda, sino a todos los colombianos”.