La espada de Simón Bolívar se convirtió en el centro de atención este domingo 7 de agosto en la posesión de Gustavo Petro como nuevo presidente de la República, para el período 2022-2026.
Desde un principio estaba contemplado que la mítica arma formara parte del evento, pero el mandatario saliente, Iván Duque, no permitió que fuera puesta en la mesa principal.
Fuentes involucradas en la organización de la posesión le contaron a SEMANA que el gobierno saliente no permitió la salida por falta de seguridad y pólizas que la protegieran.
A pesar de este motivo, quienes estaban involucrados en la organización aseguran que contaban con todos los permisos necesarios y pagaron las pólizas para proteger el artefacto en el recorrido hacia la Casa de Nariño.
SEMANA conoció una de las posibles pólizas, la cual aseguraría la espada de Bolívar contra varios riesgos por un valor de 1.000 millones de pesos.
Según la póliza de sustracción de todo riesgo de la compañía Previsora, el seguro tendría vigencia desde las 00:00 horas del 7 de agosto de 2022 hasta el final del día, para un total de 24 horas.
Así, a pesar de haber sido negada su salida, tan solo minutos después de haber tomado posesión como primer mandatario, Petro ordenó a la Casa Militar, que se encarga de su seguridad y la de la Casa de Nariño, de trasladar la espada a la Plaza de Bolívar.
“Como presidente de Colombia le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar. Una orden del mandato popular y de este mandatario. Señores de la Casa Militar, traigan la espada de Bolívar ante el pueblo, ante el Congreso y ante el Estado”, dijo Petro.
Posterior a esa orden, el presidente del Congreso, el senador Roy Barreras, decretó un receso de 10 minutos (que en realidad fueron más de 10), para esperar a la llegada de la espada de Bolívar al acto de posesión.
Después de la llegada de la espada de Bolívar, el presidente Gustavo Petro inició su primer discurso como mandatario de Colombia.
Luego de mencionar a todos los presentes, especialmente a los colombianos, el presidente se refirió a la espada, la cual dijo que es “del pueblo”.
“Esta espada significa mucho para nosotros. En este momento y en este lugar para los próximos presidentes y presidentas se vuelva un hecho que los y las acompañe siempre, la espada libertaria de Bolívar”, señaló.
Después de lo ocurrido, la senadora del Centro Democrático, Paloma Valencia, quien estuvo presente en la Plaza de Bolívar, compartió una foto en su cuenta oficial de Twitter. Una foto de años atrás que, al parecer, involucraría a la espada de Bolívar y al hijo de Pablo Escobar.
“Esta es la espada de Bolívar, la luce el hijo de Pablo Escobar a quien se la había dado el M-19″, afirmó Valencia en la red social.
Siempre se ha especulado que la espada de Bolívar estuvo en manos de Pablo Escobar y que su hijo Juan Pablo, hoy conocido como Sebastián Marroquín, jugaba con ella. Sin embargo, los exguerrilleros del M-19 siempre han negado que la espada de Bolívar hubiera estado en poder de la familia Escobar.
El robo
El robo de la espada, recuperación a juicio de Petro y del M-19, es una historia de película, como los golpes que acostumbraba a dar esa guerrilla de raíces urbanas y cuyos cabecillas tenían perfil de universitarios, intelectuales y revolucionarios.
La idea fue de Jaime Bateman y lo secundó Luis Otero. La propuesta se la hicieron a las Farc y Tirofijo lo consideró un encarte. Así que quienes dieron el golpe fueron los del M-19; eso los catapultó en el escenario latinoamericano.
El golpe fue publicitado en días previos en medios de comunicación, pero nadie sabía de qué se trataba hasta ese 17 de enero de 1974, cuando Álvaro Fallad, en una operación que no requirió ni un solo tiro, la sacó de la Quinta de Bolívar; se montó en un carro en el que iban una mujer francesa y Carlos Sánchez, quien conducía.
La francesa bajó del carro con la espada en la calle 26 con carrera quinta. Llevó la espada a la casa de Ernesto Sendoya. Allá se tomaron las fotos con las que el M-19 dio a conocer el simbólico golpe. De ahí la llevaron a la casa del poeta León de Greiff, también en el centro de Bogotá.
En 1976 muere De Greiff y Bateman ordena llevarla a su casa, donde la tuvo por dos años. Luego estuvo en el barrio La Esmeralda en manos de dos amigos suyos. Eran tiempos del gobierno de Julio César Turbay, y el M-19 había dado otro golpe, el robo de las armas del Cantón Norte; por eso la represión y persecución no daban tregua.
La encaletaron en un tubo de plástico y la enterraron en un pueblo a las afueras de Bogotá, pero la orden era sacarla del país, y el aliado perfecto era Cuba.
Ahí estuvo bajo llave hasta 1985, el mismo año en el que el M-19 se tomó el Palacio de Justicia. Se trataba entonces de una guerrilla más sólida y poderosa que aprovechó la intención de paz del gobierno de Belisario Betancur para, por el contrario, arreciar en sus actos violentos y coger vuelo.
Álvaro Fallad pidió que la enviaran a Panamá, por si en medio de la guerra y negociación paralela con el presidente Betancur era necesario entregarla. Estados Unidos invadió a Panamá para capturar al general Manuel Antonio Noriega, y de inmediato la devolvieron a Cuba. No podía quedar en manos de los “gringos”.
Finalmente, la espada del combate de Bolívar regresó a Colombia para quedarse. El M-19 logró un acuerdo de paz con Virgilio Barco, el país estaba en júbilo y se venía una constituyente. Era el momento de entregar el símbolo más importante de la lucha.
Ni Navarro tenía claridad de su paradero. Cuentan que Otty Patiño, a través del embajador de Cuba en Venezuela, pidió el regreso de la espada. El dictador cubano Fidel Castro aceptó, pero solo se la entregaría a Antonio Navarro Wolf, quien luego del asesinato de Carlos Pizarro se había convertido en la máxima cabeza la Alianza Democrática M-19, como se llamó esta guerrilla al dejar las armas. Uno de los principales testigos de este hecho fue el nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Navarro se la entregó al presidente César Gaviria y fue dejada en una bóveda del Banco de la República. Desde el 24 de julio de 2020, para la conmemoración de los 227 años del natalicio del Libertador Simón Bolívar, fue trasladada a la Casa de Nariño.
Ahora la espada de combate fue la invitada de honor en la posesión de Petro como presidente. Las vueltas de la historia y de la vida hacen que un exmiembro del M-19, guerrilla que la robó hace 48 años, sea el encargado de su custodia. Con la advertencia de que la mantendrá desenfundada porque es el símbolo, a su juicio, de la lucha vigente por la libertad.