Alexánder Farfán Suárez, el exguerrillero de las Farc que el presidente Gustavo Petro designó como gestor de paz en medio de las negociaciones con las disidencias, se burló del jefe de Estado, del país, de las víctimas y de la justicia. Alias Gafas, como el país lo conoció porque se convirtió en el carcelero de Ingrid Betancourt, se levantó de la mesa de conversaciones desde febrero de este año y se alzó nuevamente en armas junto a Iván Mordisco, el temido narcotraficante buscado por las Fuerzas Militares.
A la última reunión entre el jefe negociador del Gobierno Camilo González Posso y el Estado Mayor Central, en marzo, en San José del Guaviare, Alexánder Farfán no llegó. Gafas y sus movidas en contra del proceso de paz han pasado de agache en medio de las conversaciones que lidera el alto comisionado para la Paz, Otty Patiño.
Hasta ahora, el Gobierno Petro no se ha referido a la burla del exguerrillero, mientras algunos sectores de oposición creen necesario abrir el debate sobre el verdadero interés de los grupos armados en nombrar gestores de paz que, al final, salen de las cárceles y vuelven a delinquir.
SEMANA confirmó que Gafas es el hombre que aparece, a nombre de las disidencias de las Farc, entregando el pasado 21 de septiembre a delegados de la Cruz Roja a la concejal Sandra Betancourt, de Argelia (Cauca). Con tono desafiante, Farfán, de jean, camiseta amarilla y arma de fuego en la pretina de su pantalón, aparece sentado dirigiendo la entrega de la secuestrada. El acto fue en un polideportivo del Cauca y asistieron el alcalde de Argelia, Osman Guaca, y el de Patía, John Jairo Fuentes.
“Quiero que no vuelva a venir al Cauca, no sé cómo va a hacer, si va a seguir ejerciendo como concejal o no, pero por acá no la queremos ver para no tener problemas más adelante”, le advirtió Gafas a la concejal. Los delegados del CICR y los dos alcaldes miraron perplejos hacia los lados, mientras a la política de la Alianza Verde se le observó el miedo y la incertidumbre en el rostro. Ella no pronunció palabra.
La figura de Alexánder Farfán pasó desaparecida para la prensa porque tiene 40 kilos de más, gafas y los años le pesan. Sin embargo, fuentes del Gobierno le confirmaron a SEMANA que se trata del mismo guerrillero que mantuvo secuestrados a Ingrid Betancourt y a los estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves.
“En la selva él iba más allá de las órdenes. No solo maltrataba a los secuestrados, sino a los guerrilleros que estaban con él. No se hizo querer ni siquiera por las Farc. Tuvo muchas dificultades con sus subalternos, es de una gran crueldad, abusaba de los hombres y de las mujeres bajo su mando”, narró Betancourt a este medio.
El Gafas de hoy es diferente al que el país conoció el 2 de julio de 2008 cuando militares encubiertos lo engañaron y, fingiendo pertenecer a una misión humanitaria, lo golpearon y lo retuvieron en medio de la Operación Jaque, cuyas imágenes le dieron la vuelta al mundo y que permitió la liberación de 15 secuestrados. El hecho ocurrió en las profundidades del Guaviare.
Sin embargo, Farfán conserva el mismo espíritu guerrerista que lo caracterizó en las Farc y que lo llevó a vigilar de cerca a los secuestrados. SEMANA lo contactó y él reconoció que forma parte del grupo armado de Iván Losada, conocido como Mordisco. “Yo estoy con las Farc-EP. Las únicas Farc son las del camarada Iván Losada”, expresó. Es decir, no reconoce al comando guerrillero de Calarcá Córdoba, que hoy sigue sentado en la mesa de negociación y a quien el Gobierno Petro le extendería otros seis meses el cese al fuego para continuar en los diálogos.
Es decir, ¿Gafas ya no es gestor de paz del Gobierno Petro?, le preguntó este medio. “¿Y qué quiere usted que yo haga? Las convicciones políticas no se venden”, respondió. Gafas, quien ha sostenido que estaba en el Cauca cuando el Gobierno acabó el cese al fuego con Iván Mordisco y le reanudaron la orden de captura, dijo a SEMANA que su papel es el “trabajo con las comunidades”.
Reconoció que es subordinado de Iván Losada y contó que las disidencias son un ejército en el que todos no pueden hacer lo que quieran. Además, no ahorró críticas contra el Gobierno Petro y el ministro de Defensa, Iván Velásquez, por la persecución a las disidencias en las profundidades de El Naya, la ruta de la cocaína que ya no es oculta para las autoridades.
Él, por ejemplo, comparte constantemente información sobre las disidencias en el Cauca y lo que considera son posibles excesos de la fuerza pública. El primero de julio pasado divulgó vía WhatsApp la inauguración del puente en la vereda Honduras sobre el río Micay, construido con dineros del grupo armado. Ese día entregaron maquinaria amarilla destinada a mantenimientos de la vía que comunica con Huisito, con El Nayita o El Plateado, un corredor estratégico de las disidencias para movilizar tropas, armas y coca. Gafas es cercano a Mordisco y, según informes de inteligencia, es clave para adelantar operaciones contra la fuerza pública.
SEMANA habló con Andrey Avendaño, el comandante de un sector de las Farc que está en contravía de Iván Losada (Mordisco) y quien sí está conversando en la mesa de diálogo que lidera Camilo González Posso. Él confirmó la salida de Gafas del proceso de paz. “Sí, él se quedó con Iván Losada”, informó. Y contó que Gafas siempre perteneció al bloque de las Farc que comandó Mordisco entre Guaviare, Meta y Cauca. De hecho, el presidente Petro lo nombró gestor de paz porque era el vocero del grupo del temido guerrillero.
Desde las primeras semanas de 2024, el guerrillero violó la resolución firmada por el presidente con su puño y letra el 4 de septiembre de 2023, en la que le otorgó medidas especiales para facilitar su tarea y solicitó a las autoridades judiciales y administrativas “la suspensión de las medidas de aseguramiento y penas que se estén cumpliendo por parte del gestor de paz, en el marco de lo dispuesto en el Decreto 1175 de 2016”, según se lee en el documento oficial.
En el oficio quedó claro que Gafas firmó un acta con el alto comisionado para la Paz en la que se comprometió a asistir a las diligencias judiciales cada vez que fuera requerido y de paso debía rendir un informe mensual dirigido a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz sobre sus actividades. En las mesas de diálogo, alias Gafas no desempeñó un papel protagónico, habló poco, pero sin duda se convirtió en un símbolo de la guerrilla porque fue el hombre al que le arrebataron los secuestrados en la Operación Jaque.
La burla de Alexánder Farfán al proceso de paz del Gobierno se conoció justo cuando Petro le anunció al país que contempla, a dos años de finalizar el mandato, abrir la puerta y reconocer como nuevos gestores de paz a exparamilitares como Rodrigo Tovar Pupo (Jorge 40), Carlos Mario Jiménez (Macaco), entre otros. “Estoy pensando en instalar la mesa para finiquitar el proceso de paz que inició Álvaro Uribe con ustedes, esta vez sin traición, sin miedo a la verdad”, les dijo el Petro a los exparas.
¿Cómo evitar repetir la historia? La respuesta, al menos por ahora, es incierta. Y más cuando el proceso de paz que adelanta el Gobierno con las disidencias de Calarcá Córdoba espera que la justicia confirme el papel de gestores de paz a cuatro guerrilleros, entre ellos Jesús Orrego Arango, alias Firu, perseguido por las autoridades durante años, pero tan pronto fue capturado con armas en una camioneta de la Unidad Nacional de Protección (UNP) en Antioquia, fue nombrado gestor y está a punto de quedar libre. ¿Se repetirá la historia?