SEMANA tiene en su poder la queja de 102 páginas que llegó a la Procuraduría General de la Nación y que fue interpuesta por un nutrido grupo de escoltas que se quedaron sin empleo el pasado 12 de junio cuando, según ellos, fueron retirados de los esquemas de seguridad de Verónica y de Nicolás Alcocer.
Algunos de ellos confirmaron que en Palacio se hizo una reunión el 11 de junio en la que estuvieron presentes la primera dama, Verónica Alcocer; la directora del Dapre, Laura Sarabia, y el polémico coronel Carlos Feria, quien fue llamado a curso de ascenso, a pesar de los señalamientos en su contra. El tema era claro: los esquemas de seguridad le habrían estado pasando información al director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez. Por eso anunciaron una rotación por una supuesta desconfianza del personal.
Antes de esa reunión, aseguran los escoltas, encontraron la manera de decirle al presidente Petro que se sentían relegados y maltratados por el coronel Feria, jefe de seguridad del Palacio de Nariño, porque al ser civiles no tenían la obligación de cumplir las órdenes que él daba. Sin embargo, Petro amablemente les hizo saber que esos temas eran de competencia del Dapre y de Feria, pero que informaría a Sarabia sobre sus molestias.
Según varios relatos de los escoltas que hablaron con SEMANA, desde hace algunos meses empezaron a cumplir misiones como salir de compras, recoger personas que debían encontrarse con la familia presidencial o sencillamente estar todo el día en la Casa de Nariño, por lo que se sentían subutilizados, dado que su formación es para proteger a los ciudadanos.
“En uno de los sótanos de Palacio nos pusieron a dos personas que no conocíamos para que estuvieran pendientes de todo lo que hiciéramos, es curioso que no tenían identificación ni nada, pero su labor era vigilarnos. Es curioso que alguien vigile a un escolta porque esa es la misión de nosotros”, dijo uno de los guardaespaldas, que afirma sentir temor por su vida ante la denuncia que se hizo en el Ministerio Público contra el coronel Feria.
Un comentario que se hizo a manera de chiste fue el detonante: “Si no nos dicen qué harán con nosotros, nos tocará amarrarnos en Palacio”, dijo uno de los escoltas a sus compañeros ante la incertidumbre de lo que podría pasar con ellos. No obstante, ese chiste llegó al coronel Feria y, según ellos, fue el principal argumento para que él dijera que no eran personas de confianza, a pesar de que llevaban dos años en los esquemas de seguridad de la familia presidencial y no tuvieron objeción alguna sobre su trabajo.
La queja en la Procuraduría se basa en seis hechos concretos y se argumenta una presunta extralimitación de funciones de servidores públicos, oficiales de la Policía y la Jefatura de la Protección Presidencial. Los hombres de protección indican que en ese fuego amigo que hay en la Casa de Nariño se empezó a tejer la versión de que ellos no prestaban ningún servicio, lo que les extrañó porque sencillamente están a la orden del protegido o del jefe del esquema.
“Eso es falso, todos los escoltas de la UNP estamos asignados al doctor Gustavo Petro y familia, la distribución de personal es voluntad de la familia Petro Alcocer y en algunas oportunidades de la UNP, adicionalmente hay servicios de forma permanente que se prestan en la Casa de Nariño 24 horas al día, los siete días de la semana y que la UNP tiene conocimiento”, aseguran. Por esa razón, la UNP les abrió procesos disciplinarios.
El segundo hecho relatado al Ministerio Público indica que el coronel Feria firma informes oficiales en los que pide el retiro y desvinculación de los escoltas asignados a la familia Petro sin argumento alguno. “La Jefatura para la Protección Presidencial envía estos documentos solicitando a la Unidad Nacional de Protección la desvinculación laboral de algunos escoltas, incurriendo en extralimitación de funciones y posible violación a la ley 1010 de 2006, al no permitir que los escoltas asignados por la UNP lleguen a cumplir con las obligaciones laborales por las cuales somos contratados, mediante contratos individuales de trabajo con empresas de vigilancia que actualmente contrata y vincula escoltas para prestar una labor misional a la Unidad Nacional de Protección”.
El relato asegura que el coronel Feria ha querido “usarlos como sus empleados” y que ante las negativas, por ser civiles, empezaron los problemas. Supuestamente, Feria se molestó porque un día le dijeron que los vehículos blindados únicamente debían ser conducidos por personal de la UNP que cuentan con capacitaciones y no por la Policía Nacional, que, en muchos casos, no tiene la pericia para manejar este tipo de vehículos, que en un momento dado pueden ser armas letales.
“Más del 90 por ciento del personal uniformado de la Policía Nacional no cumplía con este requisito y no son idóneos con relación a sus nuevas funciones asignadas, vulnerando la seguridad y la vida del presidente de la república y su familia; este hecho se puede demostrar en los folios de las hojas de vida de cada uno de los uniformados que integran la jefatura para la protección presidencial”.
Los escoltas afirman que las irregularidades llegan a tal punto que, incluso, hay policías cumpliendo labores de protección sin tener experiencia y conduciendo camionetas blindadas sin licencia de conducción. Según su relato, Feria quiere que toda la seguridad presidencial esté en manos de la Policía y no haya civiles, por lo que, en medio del denominado fuego amigo, aprovecha para afirmar que por medio de ellos es que se conoce todo lo que pasa en Palacio. “Mire, nosotros nos capacitamos para proteger a la gente, no nos interesa si es de derecha o de izquierda o qué hace. Nosotros somos profesionales y créame que nadie se pone a hablar de su protegido y menos cuando son personas con poder, como la primera dama o Laura Sarabia”, dijo uno de los hombres de protección.
Llama la atención que en muchas ocasiones a los escoltas de la UNP los enviaron a viajes por carretera y no les dieron recursos para pagar los peajes y tuvieron que cancelarlos con su propio dinero. En varias ocasiones tuvieron que hacer vaca y crear un fondo para evitar problemas en los traslados con los protegidos. Además, asumen costos mecánicos que no les corresponden y el dinero nunca fue devuelto. Creen que Feria hizo esto para “aburrirlos” y argumentar en Palacio que no hacían bien su trabajo.
Después de que pasara todo esto, el 12 de junio les dijeron verbalmente, y no quedó nada por escrito, que debían presentarse al otro día para devolver el armamento y esperar una rotación. Sin embargo, documentos entregados a SEMANA demuestran que realmente los sacaron de sus trabajos. Unos pocos de ellos aún están en la Casa de Nariño gracias a la mediación de uno de los hijos de Petro. Un amplio número de escoltas quedó sin trabajo. Ellos aseguran que fue una masacre laboral, dicen que los usaron como excusa en medio de las presuntas pugnas internas en Palacio.
“El coronel Feria está exigiendo a la UNP que quienes contraten para seguridad presidencial deben ser policías pensionados, no quieren civiles”, confirmó otro escolta, quien dijo que esa decisión obedece a que el oficial puede tener control de esas personas.
Otro relato asegura que no se entiende la desconfianza porque vienen en la seguridad presidencial desde la campaña y nunca tuvieron algún problema. “Laura Sarabia era la mujer más sencilla y amable, pero tuvo un cambio indescriptible. Ella siempre estaba pendiente de nosotros y podíamos tener un diálogo, pero llegó ahí y se le olvidó de dónde viene, lastimosamente llegó y se le acabó la humildad por tener un cargo tan alto”, dijo uno de los escoltas desempleados.
En medio de toda esta polémica, los escoltas se preguntan para qué se capacitan si el coronel Feria solo quiere tener policías y, a la fecha, más de 1.000 hombres están asignados a Palacio. “Están sacando policías de las calles, de patrullaje o de vigilancia para contestar teléfonos o las entradas de las calles del Palacio. Eso no tiene sentido”.
Su lealtad con sus antiguos jefes sigue intacta. A pesar de que los dejaron sin trabajo, aseguran que no tienen nada malo que decir sobre la familia presidencial y que lo que les ocurrió los ha dejado totalmente sorprendidos, porque sus labores nada tienen que ver con asuntos políticos del país.
“Yo sé que esta llamada la están escuchando desde Palacio, se lo aseguro. Las líneas están chuzadas, pero quiero que entiendan que no estamos haciendo nada malo y sencillamente estamos peleando por nuestro trabajo. Si nos quieren sacar, que sea con argumentos, pero como nos escuchan, también quiero que sepan que sentimos temor por nuestra integridad”, dijo uno de los escoltas en la llamada que sostuvo con SEMANA.
Esta masacre laboral se presentó al país como una simple rotación de esquemas de seguridad que es habitual, pero cuando el número es tan alto, algo podría estar pasando. En todo caso, los hombres de protección aseguran que todo se debe a que Laura Sarabia y Verónica Alcocer quieren sacar del cargo a Augusto Rodríguez, pero no han podido por la amistad que él tiene con Petro.
La respuesta de la UNP
En la Unidad Nacional de Protección no niegan la solicitud de la primera dama, Verónica Alcocer, de remover su esquema de seguridad. Lo hizo la semana anterior, mediante el coronel Feria, jefe de seguridad de la Casa de Nariño, quien envió una carta dirigida al director de la UNP, Augusto Rodríguez. No argumentó las razones, pero sí pidió cambiar el personal. La entidad –según le contó Rodríguez a SEMANA– procedió a informarle y pedirle a la unión temporal que se encargara de proporcionar el personal de seguridad al Estado.
“Salió un grupo de personas, pero se reemplazó por otro, hay una especie de rotación”, explicó el director. No dio cifras por razones de seguridad. “Esas personas quedaron en disponibilidad. Lo más probable es que queden para brindar seguridad a otras personas”, aclaró. Una mesa de cambio liderada por la Subdirección de Protección de la UNP lideró el proceso de rotación. Ese procedimiento, según el argumento de Augusto Rodríguez, es rutinario.
Aunque la noticia sorprende por el número de hombres que fueron rotados del esquema de seguridad de Verónica Alcocer, genera más preguntas el hecho de que la directora del Dapre, Laura Sarabia, haya enviado, en la misma semana que lo hizo Verónica, otra carta a Augusto Rodríguez firmada con su puño y letra en la que le solicita que le cambie a un escolta que formaba parte de su esquema de seguridad. No entregó las razones. Se procedió de inmediato a la rotación, explicaron desde la UNP.
Rodríguez le dijo a SEMANA que “no existe ninguna guerra” entre Verónica Alcocer y él. Tampoco ocurre con Laura Sarabia. “No hay ninguna guerra, no señor, eso no es cierto. Para una guerra se necesitan dos y yo no estoy peleando con nadie”, dijo. “En la carta piden la rotación de unos de sus escoltas, no que eliminemos sus esquemas. No lo piden. Empezando porque los vehículos de la Unidad Nacional de Protección los debe manejar la UNP, no personas extrañas o de otras entidades”, aclaró.
Del tema –según el director– está informado el presidente Petro. De hecho, cada vez que ocurre algún incidente con los esquemas de seguridad de las personas que trabajan en la Casa de Nariño, Rodríguez le escribe a su teléfono celular. “Yo le escribo, hablo con él constantemente, le reporto; él siempre responde, se inventaron una guerra que no existe”, dijo.
El director de la Unidad Nacional de Protección le dijo a SEMANA que no entiende cómo lo relacionan con el director Nacional de Inteligencia, Carlos Ramón González, para adelantar supuestos seguimientos a funcionarios del Gobierno.
“Nunca he hecho equipo con el doctor Carlos Ramón, nunca hago equipo para esas cosas, para nada”, expresó. Ambos formaron parte del M-19, el grupo guerrillero al que perteneció Gustavo Petro. ¿Usted es amigo o tiene diferencias con Carlos Ramón González?, preguntó SEMANA. “Yo respeto su trabajo y punto. Eventualmente, para temas del Palacio, nos reunimos para que el DNI opine sobre temas exclusivos de seguridad”, respondió.
Augusto Rodríguez es amigo personal de Gustavo Petro. De hecho, quienes lo conocen estiman que es una de las personas que más lo blinda en la Casa de Nariño. Aunque han surgido rumores que desnudan sus diferencias con la primera dama, Verónica Alcocer, y que eso habría llevado a la esposa presidencial a pedir el retiro de su esquema de protección, él lo desmiente. “Yo con la primera dama tengo una relación de respeto, aunque no es muy fluida porque la veo poco”, dijo.
¿Y cómo es su relación con Laura Sarabia?, preguntó nuevamente SEMANA. “También de respeto. Interactúo con ella porque gestiono las reuniones que hago periódicamente o constantemente con el presidente para informarle sobre cómo va el desarrollo de la protección de las personas, qué necesidades hay y los problemas que se presentan”, respondió.