SEMANA: Usted se reunió con alias Calarcá (uno de los comandantes de las disidencias) y él le planteó que los gobernadores podían estar en los diálogos regionales. Por eso, viene pidiéndole a Otty Patiño que sean incluidos en los diálogos regionales. ¿El comisionado le ha respondido?
Rafaela Cortés (R.C.): No. Inclusive nos encontramos y le volví a reiterar la posibilidad de que nos tengan en cuenta. Todos los gobernadores anhelamos la paz, queremos ser protagonistas en el sentido de ayudar. Las necesidades del Meta no son las mismas del Chocó, de Antioquia o el Amazonas, son diferentes.
Calarcá es del municipio de Mesetas, del departamento del Meta. Que una gobernadora quiera sentarse con él genera cercanía y podemos avanzar.
SEMANA: La paz se negocia en la mesa de diálogos, pero se hace en los territorios. ¿Usted considera que el Gobierno los ha tenido en cuenta en ese proceso?
R.C.: No nos ha tenido en cuenta. La gente cree que cuando uno denuncia el reclutamiento, la extorsión, la instrumentalización de la población civil, el terrorismo, entonces es una gobernadora terrorista. Pero yo soy una gobernadora que quiera la paz y tiene que denunciar que hay reclutamiento, hostigamiento, extorsión. No podemos hablar de paz cuando pasa todos esto en los departamentos y la población civil cada vez se siente más sola.
Estamos perdiendo el territorio y la legitimidad en el territorio. Eso nos preocupa porque desafortunadamente estos grupos son cada vez más fuertes y con mucha más capacidad militar. A pesar de que la Fuerza Pública trabaja al 200%, la capacidad es mínima.
SEMANA: Todas estas hostilidades se dan en un contexto en el que el Gobierno está intentando hacer diálogos de paz con cada uno de los actores que están afectando al departamento del Meta. ¿Usted ve necesario que haya un cese total de hostilidades para que se pueda hablar de paz con las disidencias?
R.C.: Aquí se prolongó por tres meses más el cese al fuego en el país con Calarcá. Hablamos con el ministro del Interior y esperamos que ellos hagan unas verificaciones porque no podemos hablar de paz cuando, demás Calarcá lo dijo, va a seguir extorsionando. Lo dijo en una mesa abierta con el Gobierno. Siguen reclutando, retienen a los soldados, eso es instrumentalización de la población civil.
El Gobierno tiene que tomar decisiones ya porque, si no se toman decisiones, esto puede generar un desbordamiento de una guerra interna a nivel de los departamentos donde la gente está pensando en armarse nuevamente y vivir lo que vivimos hace 20 años. No hay un gobernador y un alcalde que no quiera la paz, todos queremos la paz.
SEMANA: Si en una mesa abierta Calarcá les dice que va a seguir extorsionando, ¿ustedes confían en la posibilidad de paz con ese actor?
R.C.: Esa pregunta es para el Gobierno nacional que son los que tienen montada toda las seguridad en los departamentos. Hay un punto de encuentro, la paz, sentémonos y miremos. Pero con el señor Calarcá yo no veo cosas claras, hace poco en SEMANA dijo que en estos dos años de Gobierno no veía que pudieran dejar las armas porque no ve un horizonte claro frente a las negociaciones.
Entonces, yo lo que quiero es que el Gobierno tenga una mesa que no sea tan grande porque ese día en Puerto Concordia hablaron unas 30 personas y eso desgasta. Necesitamos cuatro o cinco personas que tengan claro para dónde vamos y el Gobierno nacional no ha tenido claro lo que se va a hacer. Siento que se ha venido manoseando, dilatando, y lo que pasa en el territorio es que estamos perdiendo la gobernanza y estos grupos se vienen fortaleciendo.
SEMANA: Usted habla de perder gobernanza y justamente en el sur del Meta hay enfrentamientos constantes entre disidencias y hay una disputa territorial en el sur del Meta por las rentas criminales entre disidencias de Calarcá y de Mordisco. ¿Qué está pasando con la población en medio de esta disputa, la ciudadanía está sitiada?
R.C.: Nosotros estamos preocupados porque hacia Puerto Concordia, que es en límites con San José del Guaviare, ya empiezan a mandar panfletos donde le dicen a la gente que no pague la extorsión de Mordisco porque Calarcá también está pidiendo. Entonces, la gente queda en medio, ¿a quién le paga, a Mordisco o a Calarcá?
Eso va a generar que se enfrenten esos grupos y en el medio va a quemetr la población civil, entonces el llamado es nuevamente a que nos sentemos y escuchen a los gobernadores que le estamos contando lo que pasa. El Gobierno nacional y el ministro saben lo que está pasando en el Meta y cómo han crecido estos grupos.
SEMANA: Usted ha dicho que como gobernadora se ha quedado sin cómo responder a tantos alcaldes que piden seguridad en la zona...
R.C.: Nuestros alcaldes que se quedan en el territorio tienen un chaleco y un botón de pánico, se sienten impotentes e inseguros. Nos preocupa que se vaya intensificando ese conflicto, la gente se sienta más expuesta y terminen alcaldes asesinados, renunciando o gobernando desde Villavicencio, que es lo que se les ha recomendado, pero ellos no quieren irse del territorio porque allá está su gente. Al gobierno departamental le preocupa la seguridad, pero la gran mayoría es competencia del Gobierno nacional.
SEMANA: En estos ocho meses de gestión usted ha sido crítica de la paz, pero ha estado abierta a hablar con el Gobierno. ¿El presidente y el ministro de Defensa sí han escuchado las peticiones que usted ha hecho?
R.C.: Le pedí al presidente Gustavo Petro un espacio. En el almuerzo con los gobernadores le reiteré al presidente la buena disposición y sigo peleando para que nos dejen hacer parte de estos procesos porque la gente en los territorios nos dice que no quieren guerra ni enfrentamientos. La gente está atemorizada y no quiere volver a vivir que hayan enfrentamientos de Calarcá con Mordisco o con la Fuerza Pública porque los que sufren son la población civil. Yo pido que refuercen a la Fuerza Pública, más Policía, y le pedimos al ministro que venga personal de artillería para enfrentar a Mordisco que se ha estado fortaleciendo.
SEMANA: ¿Usted cree en la paz total con todo esto que ha estado sucediendo y al ver cómo la ciudadanía está acorralada de cuenta de los enfrentamientos?
R.C.: Esta paz total no es una paz total que se pueda lograr en dos años. Aquí hay que mirar la voluntad y, si hay voluntad, se puede construir. Aquí no hay paz total sin seguridad total. Si no hay seguridad, si no hay compromiso, si la gente no se tiene en cuenta en la mesa, es muy complicado. Esta paz total se está convirtiendo en una guerra total en el territorio donde la gente siente los enfrentamientos y está viviendo nuevamente los desplazamientos.
Hemos visto niños que no volvieron a la escuela porque sus familias se fueron para la ciudad porque quería reclutarlos. Tenemos cifras pequeñas porque la gente no denuncia y es importante que haya voluntad. Creo que esta paz total se ha politizado muchísimo, ha sido más un discurso ideológico y al final no se completa nada, no se va a la acción.
SEMANA: Gobernadora, si usted habla de seguridad total es porque está pidiendo más presencia de la Fuerza Pública y más hombres para que pueda haber paz...
R.C.: Claro. ¿Para qué hablar de paz si esta gente está sentada supuestamente en la mesa y se sigue fortaleciendo? Acá debemos tener la mano tendida para hacer la paz, pero también a la Fuerza Pública para proteger a la población civil y nos corresponde como gobernadores pedir que no haya más extorsión, no más reclutamientos, no más hostigamientos y no más instrumentalización de la población civil.
SEMANA: ¿Qué le pide usted a las disidencias que son, al fin de cuentas, las que están intimidando a la gente en los territorios?
R.C.: A Calarcá le decía el día que estábamos reunidos que él tiene 40 años. O sea, hace 25 años estaba en Mesetas, un niño de 15 años cuando era un municipio de despeje. 25 años después, ¿ha valido la pena? Cuando usted es de Mesetas, su familia vive en el municipio, ha visto un progreso. ¿Vale la pena volver a lo mismo? ¿Vale la pena poner a su departamento en la misma situación? Ese es el llamado a estos grupos. Con este Gobierno tienen la oportunidad de la paz, pero tienen que demostrarlo con acciones de paz porque no pueden estar hablando de paz en la mesa y por detrás estar haciendo acciones de guerra. No podemos quedarnos en el discurso y es momento de pasar a la acción.