A pesar de que una de las promesas de algunos de los nuevos congresistas era llegar al Legislativo para reducir los amplios privilegios de los que gozan, hasta el momento es poco lo que se ha hecho.
No solo se trata de su generoso salario, que supera los 38 millones de pesos, sino el hecho de tener tiquetes aéreos para viajar a sus regiones, oficinas equipadas y robustos esquemas de seguridad.
A pesar de los anuncios, la realidad poco ha cambiado y los congresistas continúan con sus privilegios a pesar de la indignación de la ciudadanía que no comprende cómo, por ejemplo, los colombianos tienen que seguirse metiendo la mano al bolsillo para costear los tiquetes aéreos de los congresistas.
Según indica el contrato de comisión CC_2413_2022 firmado por la comisionista Correagro S.A. y la Cámara de Representantes, firmado en octubre del año pasado, el presupuesto oficial definido para garantizarles los tiquetes a los congresistas de esta corporación es de 10 mil 812 millones de pesos.
Según el contrato, la empresa prestadora del servicio tiene que tener disponibilidad las 24 horas para atender cualquier inconveniente que tengan los parlamentarios con sus tiquetes.
“Atender y tramitar durante las 24 horas en forma inmediata y efectiva cualquier modificación, conexión, cancelación, confirmación o cambio que se presente en la reserva o los tiquetes previamente expedidos que solicite el supervisor del servicio”, indica una de las condiciones señaladas en el documento.
Estos tiquetes tienen que ser en clase económica, “salvo casos de fuerza mayor”.
Si bien el hecho de que haya que pagarles los tiquetes a los congresistas para que lleguen a sesionar genera indignación en un sector de la ciudadanía, esto siempre ha ocurrido así y se hace con el fin de garantizar que los padres de la patria no tengan problema para desplazarse desde sus regiones hasta Bogotá a sesionar. Es decir, el gasto se justifica en época de sesiones.
No obstante, lo que llamó la atención es que, según el más reciente reporte de la Secretaría de la Cámara, conocido por SEMANA, algunos de los congresistas de esta corporación pidieron tiquetes para viajar estando en vacaciones, cuando no había sesiones.
Por ejemplo, la representante Jezmi Barraza viajó cuatro veces entre Bogotá y Barranquilla, con tiquetes de la Cámara, entre el 10 de enero y el 3 de febrero de este año, periodo en el cual el Congreso no estaba sesionando.
No se puede olvidar que las sesiones extra que citó el Gobierno fueron desde el 6 de febrero, por lo que causa inquietud a qué se deben esos viajes en época de receso.
También está el caso de la representante del Pacto Histórico, Gloria Arizabaleta, quien aparece en el documento con tres viajes entre Bogotá y Cali entre el 4 de enero y 3 de febrero.
Otro de los casos que llama la atención es el del congresista conservador Libardo Cruz, quien aparece con tres viajes entre el 10 de enero y el 3 de febrero.
Una situación similar es la de Jhon Jairo González, quien viajó dos veces entre el 10 y el 23 de enero sin que en esa época hubiera sesiones.
Cabe recordar que este beneficio de los tiquetes es una especie de bolsa que contrata la Cámara, cuyo dinero se va ejecutando a medida que los congresistas van haciendo uso. Es decir, no es que se gasten los 10.800 millones de pesos de un solo envión.