SEMANA: ¿Qué opina de las amenazas del ELN en contra de su madre?
Juan José Lafaurie (J. F. L.): Es la demostración de que no se ha avanzado en este país. Por el contrario, hemos vuelto a las épocas del terror. Considero que esta es una demostración de que ese cuento de la paz que nos vendió Juan Manuel Santos y ahora, que nos quiere vender Gustavo Petro con su ‘paz total’, es una gran mentira. Con los delincuentes no se puede negociar. Por el contrario, hay que perseguirlos y aplicarles el imperio de la ley. No hay otra alternativa.
SEMANA: ¿Qué información oficial tiene usted sobre las amenazas a la senadora Cabal?
J. J. L.: La información es que las amenazas son absolutamente verdaderas. Tienen un plan para asesinar a María Fernanda porque ella es una piedra en el zapato para ellos, siempre lo ha sido.
SEMANA: Internamente, en la familia, ¿cómo se ha manejado el tema? Su madre está amenazada y su padre habla de paz con ellos, el ELN.
J. J. L.: Desde el principio yo no he estado de acuerdo. No creo que uno deba negociar con terroristas. Mi mamá tampoco ha estado de acuerdo. Hemos respetado la decisión de mi papá porque él representa los intereses de un gremio, es el presidente de Fedegán. No le puedo decir que no es incómodo, para mí lo es. Sin embargo, rescato un artículo que él escribió donde plantea tres posibilidades del contexto de las amenazas. Uno, que estos tipos (el Cose) conocían las amenazas, eso sería grave; dos, que no conocían, pero sí es el ELN porque habría, posiblemente, un problema de mando; tres, que no hayan sido ellos, que sigue siendo igual de grave porque, finalmente, lo que demuestra es que negociar con estos grupos no sirve de nada porque siempre alguien ocupará su espacio.
SEMANA: ¿Usted cree que su padre esclarecerá el fondo de las amenazas del ELN contra su madre?
J. J. L.: Lo que le entiendo es que dicen que no fueron ellos, que no fue el ELN. Yo no he podido hablar personalmente con mi papá, es lo que hemos dialogado por teléfono.
SEMANA: ¿Usted como hijo le ha reclamado a su padre? ¿Le ha pedido que averigüe el fondo de las amenazas?
J. J. L.: Sí, de hecho hace unos días le lancé una pullita a mi papá porque hace 10 años él participó en un debate con Antonio Navarro Wolf donde discutían sobre la participación política de las Farc. Mi padre, por supuesto, defendía que él no estaba de acuerdo. Allí él daba unos puntos frente al tema de negociar o no con terroristas. Yo me encargué de escucharlo y sacar unos apartes de lo que decía y se los envié. Y le escribí: “papá, como decimos los abogados, para refrescar la memoria”. Yo le voy mandando sus pullitas porque yo nunca he estado de acuerdo con que él esté ahí y ahora mucho menos. Debe ser muy incómodo que mi papá esté sentado con unos tipos que, al parecer, quieren matarle a su esposa y sus hijos. Yo, insisto, no estoy de acuerdo con que él esté allá. Mi madre tampoco está de acuerdo, no le gusta para nada.
SEMANA: ¿Es decir, no es que pasó el tiempo y la familia se acostumbró a ver a José Félix Lafaurie negociando con el ELN?
J. J. L.: No. Mi mamá se lo reitera a mi papá muchas veces. A mí me lo dice también, siempre que hablamos me dice: no me gusta que él esté allá.
SEMANA: Cuando usted le lanzó la pulla, ¿él qué le respondió?
J. J. L.: No me la contestó. Le mandé la pulla y no me respondió, se la envié por el grupo de la familia. Me cambió el tema. Yo estoy pendiente de llegar a Bogotá y hablaremos juntos.
SEMANA: ¿Hasta cuándo cree que aguante José Félix Lafaurie en la mesa con el ELN?
J. J. L.: Finalmente esa negociación no va a llegar a ningún lado, esos tipos son unos degenerados, y por ello será imposible llegar a un acuerdo. No habrá acuerdo. Estoy seguro que esa negociación se caerá por sí sola, porque van a incumplir. El cese lo van a incumplir.
SEMANA: Cuando usted y su madre le dicen a José Félix Lafaurie que se levante de la mesa, ¿él qué les responde?
J. J. L.: Él dice que él es presidente de Fedegán, representa a un gremio, él todo lo hace de la mejor manera posible, eso nos ha enseñado. Él hace su labor. Él es tan juicioso que lee literatura frente a las negociaciones, lee autores, está pendiente de que las cosas salgan bien, él está allá para que eso salga bien. Lo debatimos, lo molestamos y él sigue ahí porque, finalmente, siente una responsabilidad inmensa por los ganaderos y su gremio.
SEMANA: ¿Usted siente que el ELN está actuando por detrás de su papá?
J. J. L.: Yo sí creo. En ellos no se puede confiar, es que uno no confía en ellos, son criminales. Uno no puede partir sobre la base del principio de buena fe cuando se trata de estos delincuentes. No se puede con ellos, son terroristas. No les creo nada. Nunca les he creído y no les creeré.
SEMANA: ¿Le preocupa que cada día los temas de seguridad son más complejos para la familia?
J. J. L.: Eso es muy triste porque creo que a veces la gente no lo entiende. Por ejemplo, tuve que dejar casi de salir, me gustaba en las noches ir a comer, ya casi no puedo tener vida social, es difícil porque uno se tiene que restringir. Por más guardaespaldas que le pongan a uno, no garantiza nada, lo único que medio garantiza la seguridad es cambiar el estilo de vida. A nosotros nos ha tocado un cambio muy radical. Mi hermana está fuera del país, yo casi no puedo salir, he pensado en irme del país, dentro de poco, seguramente lo haga porque el tema es agobiante. No puedo tomarme un café tranquilo. La gente le dice a uno “salga con seguridad”, pero el escolta que está conmigo también quiere llegar a su casa y, ver a su familia. Uno piensa en ellos. Uno no puede pretender hacer trasnochar a la gente como le venga en gana. Ellos también necesitan descansar. Prefiero que cada uno se quede en su casa y listo. Las personas no dimensionan el temor que uno puede llegar a sentir. Yo soy muy cristiano, y aunque encomiende en Dios siempre a mi madre, todas las mañanas vivo con la preocupación de que algo le pueda ocurrir. Es muy triste.
SEMANA: Y usted que adora a su madre.
J. J. L.: Uy sí, parecemos novios, yo la adoro, uno no sabe qué puede pasar, un francotirador, un dron que es lo que dicen era el plan del ELN, eso es en segundos. Es un temor muy horrible que no se lo deseo a nadie. El temor de que uno se levante y no sepa qué le pueda pasar a su mamá porque la tienen amenazada por todas partes, es muy duro.
SEMANA: ¿Y a ella también le cambió la vida?
J. J. L.: Ahora que estuvimos juntos me decía: “Juan, me da mucha tristeza esto porque a mí me gusta visitar lugares y gente que sé que ya no puedo visitar”. Le gusta ir a comunidades, a pueblos pequeños, a ciudades. A ella le gusta la política de la calle y es triste porque como se tiene que restringir, hay sitios a donde no podrá ir. Le restringen su libertad de hacer política. Eso le afecta. Ella cree mucho en Dios, hablamos mucho con él. Hago una confesión: yo a mi mamá la llamo todas las noches. Yo la llamo a ella y cuando no me contesta le timbro a un conductor porque yo me tengo que asegurar que ella está bien. Es todos los días.
SEMANA: ¿Ya tiene claro que se irá del país? ¿Será pronto?
J. J. L.: Sí, cada vez que pasa esto yo aseguro más mi ida del país, aunque por lo pronto, tengo un gran jefe, el doctor Jaime Lombana, al que quiero y admiro muchísimo y por eso he querido quedarme más tiempo aprendiendo de él. También lo hago por mis papás. De los cuatro hijos puedo decir que soy el más apegado a ellos.