SEMANA: ¿Cuál es su versión acerca del robo de la espada de Simón Bolívar?
EVERTH BUSTAMANTE: En enero de 1974, la dirección del M-19 estaba conformada por una parte clandestina con Jaime Bateman, Carlos Pizarro, Álvaro Fayad y la Anapo Socialista, un movimiento político de la Anapo. Allí participaban Carlos Toledo Plata, Andrés Almarales, Israel Santamaría y yo. El 17 de enero de ese año, la parte clandestina comandada por Bateman realizó la toma a la Quinta de Bolívar. Ese mismo día también se tomaron el Concejo de Bogotá. Sustrajeron la espada de Bolívar para promover una gran campaña de surgimiento del M-19. En Colombia, ese día se publicaron distintos avisos en medios y se reportaba que se había perdido la memoria después del M-19.
SEMANA: ¿Y qué pasó con la espada?
E.B.: La tomó el M-19 y la mantuvo hasta enero de 1991, cuando la devolvió a su sitio, un mes antes de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente, en un acto de reconciliación nacional. El M-19 había obtenido 19 curules y no tenía lógica que, firmado un acuerdo de paz el 9 de marzo de 1990 con el Gobierno de Virgilio Barco, y habiendo ganado las elecciones a la Constituyente, retuviera una espada que no le pertenecía al M-19, sino al país. Es un símbolo nacional. Y se devolvió como una manifestación de reconciliación. No se puede utilizar para dividir al país.
SEMANA: ¿Por dónde movieron esa espada?
E.B.: Estuvo en varios lugares hasta 1991. En 1987 creamos la orden de los guardianes de la espada de Bolívar, que consistía en entregar una réplica del símbolo a personalidades de América Latina, como el expresidente de Costa Rica José Figueres, el escritor Eduardo Galeano y las madres de la Plaza de Mayo, entre otros. Quien manejó eso fue Bateman. Yo era responsable en 1987 de los asuntos internacionales del M-19 y recibí instrucciones para crear esa orden. Antonio Navarro ha contado cómo se trajo la espada después de estar en Cuba y allí la entregaron vía Venezuela. Jugó un papel muy importante el expresidente Carlos Andrés Pérez, quien se la entregó personalmente a Navarro. Esa espada se entregó en la Quinta de Bolívar al expresidente César Gaviria, quien la puso en una caja fuerte en el Banco de la República.
SEMANA: ¿Vale la pena que, 50 años después, el Gobierno Petro haga un homenaje al robo de la espada de Bolívar?
E.B.: No. Haber devuelto la espada de Bolívar un mes antes de la Constituyente significa que es un símbolo nacional que nos pertenece a todos. No puede ser utilizado con interés político, entre otras razones porque el M-19 ya no existe. No hay explicación para utilizar ese símbolo y generar una discusión impertinente. Por el contrario, debería ser usada para impulsar y garantizar la unidad de los colombianos, no la confrontación ni las luchas partidistas.
SEMANA: ¿Por qué cree que el Gobierno Petro realizó dicho homenaje?
E.B.: Creo que el ministro de Cultura, Juan David Correa, no tiene un conocimiento suficiente de la historia. Él afirma en un documento oficial que se va a resignificar el sentido de la espada de Simón Bolívar. ¿Cómo así? No es pertinente, se equivoca el ministro con esa explicación para justificar esos actos. Eso se debe a la juventud del ministro, creo que no había nacido cuando el M-19 se tomó la Quinta de Bolívar y se llevó la espada del Libertador. Creo que hay un desconocimiento de la historia y un intento de generar incomodidad en el país, porque ese símbolo nos representa a todos.
SEMANA: Pero el presidente Petro formó parte del M-19.
E.B.: El presidente era un niño en esa época, tendría 14, 15 años, no era militante del M-19 en ese momento. Hay desconocimiento. Afortunadamente, aún vivimos algunos testigos presenciales que conocimos las razones de esa sustracción de la espada. En el Gobierno, por supuesto, hay otras personas mayores, pero tienen una versión muy parcial. En el caso del presidente y el ministro, no tuvieron ningún conocimiento, fue por versión de terceros. Por eso, la palabra ‘resignificar’ en el comunicado del Ministerio de Cultura es totalmente extraña y ajena. No se puede resignificar. La espada es símbolo de libertad y unidad.
SEMANA: ¿El M-19 recuperó o robó la espada de Bolívar?
E.B.: El M-19 fue un movimiento que se alzó en armas. Se calificó como el robo de un símbolo para expresar la disposición a defender el triunfo electoral que se había escamoteado el 19 de abril de 1970. Y como había unas elecciones de por medio, el propósito era simbolizar la defensa del posible triunfo de María Eugenia Rojas. El M-19 tomó un símbolo nacional y se lo apropió, y por eso lo tuvo que devolver.
SEMANA: ¿Por qué el Gobierno insiste en que esa guerrilla “recuperó” la espada?
E.B.: El M-19 ya no existe, y el presidente y su ministro no eran parte en ese momento de esa guerrilla. El ministro ni había nacido. Yo sí formaba parte, por eso doy mi testimonio.
SEMANA: ¿Petro quiere cambiar la historia y lavarle la cara al M-19?
E.B.: La historia no la cambian los presidentes ni los partidos políticos.
SEMANA: ¿Qué papel desempeñó Petro en el M-19?
E.B.: En 1978, cuando se produjo el robo de las armas del Cantón Norte, Petro era un joven estudiante que se vinculó a un pequeño grupo de apoyo. No era militante, sí simpatizante. Después de ese hecho muy difícil, en el que casi se acaba el M-19, perdí contacto con la estructura de base, pero me enteré de que en 1981 no siguió en la militancia, sino que se hizo personero y luego concejal. En 1985 promovió la toma de un predio de Zipaquirá, el barrio Bolívar 83, y en una reunión la Policía allanó el sitio y encontró un arma muy vieja, sin salvoconducto. Le preguntaron y él respondió que era de él. Lo condenaron a 16 o 17 meses de cárcel por porte ilegal de armas. Es decir, su participación en el M-19 hasta la firma de los acuerdos de paz fue anodina, muy desconocida, totalmente secundaria.
SEMANA: ¿Pablo Escobar tuvo responsabilidad en la toma del Palacio de Justicia?
E.B.: No conocí a Escobar ni supe de su existencia. Hay que recordar que Escobar había logrado permear distintos sectores de la sociedad, fue representante a la Cámara, tuvo influencia en el Partido Liberal, con la Iglesia, seguramente hubo algunos vínculos, pero no fueron institucionales. Algunos dicen que una o dos personas se reunieron en alguna ocasión con él, no sé, pero decir que Escobar financió la toma al Palacio para destruir sus investigaciones no corresponde a la realidad. Los que decidieron tomarse el Palacio pagaron con su vida este hecho de terror que fue la más grande equivocación del M-19, por la cual hemos pedido perdón los sobrevivientes, así no hayamos participado.
SEMANA: La Comisión de la Verdad dice que Escobar sí tuvo injerencia…
E.B.: Los que tendrían procesos en la Corte a lo mejor tuvieron intereses, pero no quiere decir que el M-19 organizó una operación militar para hacerle el favor al narcotráfico. Fue una operación equivocada, errónea. No me imagino a Andrés Almarales haciéndole un favor a Escobar, no tiene lógica. Creo que la Comisión también falla.
SEMANA: ¿Entonces, por qué se tomaron el Palacio de Justicia?
E.B.: Se buscó juzgar al Gobierno Belisario Betancur porque, supuestamente, incumplió con las conversaciones que se adelantaban.
SEMANA: ¿Usted qué estaba haciendo el día de la toma al Palacio?
E.B.: Era el responsable del trabajo internacional del M-19, estaba en el exterior, me enteré por los medios de comunicación. Eso lo contaré en mi libro. Para mí eso fue una tragedia doble. Soy externadista, abogado del Externado, graduado en 1971, y Alfonso Reyes Echandía fue mi profesor. ¿Cómo no va a ser doloroso para mí? Murió mi presidente de tesis, Carlos Medellín; Mario Calderón; el doctor Manuel Gaona Cruz, entre otros. Yo no sabía; si me hubiera enterado, me habría opuesto con todo, con mi vida de por medio, eso no podía suceder. Seguramente me habría apartado del M-19.
SEMANA: El Gobierno Petro le quitó los reconocimientos al general Jesús Armando Arias Cabrales. Él lideró la retoma del Palacio de Justicia. ¿Le parece justo?
E.B.: No, de ninguna manera. Dejé una constancia en 2015, siendo senador. En la investigación que llevaba más de 20 años se había condenado injustamente al coronel Plazas, vino la Corte en 2015 y lo absolvió definitivamente. Sin embargo, se continuó la investigación de Arias Cabrales, entre otros. A los coroneles los condenaron a 40 años y al general a 35. Con lo que no puedo estar de acuerdo es que el artículo 220 de la Constitución dice que a los miembros de la fuerza pública no se les puede privar de sus reconocimientos y solo se puede a través de una ley. Por eso, expedir un decreto para retirar los honores es un desconocimiento de la Constitución, un error jurídico y político. Ahí no hay una motivación objetiva, sino subjetiva, y no contribuye al entendimiento nacional. Es un desatino total.
SEMANA: ¿Cómo ve al Gobierno Petro?
E.B.: No lo veo. Le confieso que creía que Petro iba a desarrollar la Constitución del 91, pero no. Había una gran oportunidad, pero se perdió.
SEMANA: Escribe un libro, ¿cómo se llamará?
E.B.: La vida es cuento, rebeldía, armas y democracia.