SEMANA: ¿Cómo está viendo el país hoy?
Juan Carlos Echeverry (J. E.): El presidente Andrés Pastrana, una vez en su despacho en la Casa de Nariño, me dijo señalando su escritorio: ‘¿qué hace uno sentado ahí todo el día?’. Y él respondió: ‘gobernabilidad, gobernabilidad y gobernabilidad’. El principal problema que tenemos hoy es la gobernabilidad. La de Petro subió en el segundo semestre de 2022, desde entonces ha venido en un declive continuo de casi año y medio.
SEMANA: ¿Le preocupa el rumbo que está tomando el país?
J. E.: Me preocupa la reacción de Petro ante esa pérdida de gobernabilidad, porque el papel del presidente es hacer que el país sea gobernable. Cuando el jefe de Estado pierde las mayorías en el Congreso, a principios de 2023, se dobla en una apuesta por activistas y se encierra en su esquina. En vez de hacer política y salir a concertar con la oposición y los partidos, se encierra, saca a los ministros técnicos, pierde las elecciones de octubre de 2023 y empieza el 2024 hablando de triunfar en 2026. Eso suena fantasioso y, después, promueve una Constituyente. Rasgó las sábanas, no hace lo típico de un político, que es conversar y convocar consensos. Hace todo lo contrario.
SEMANA: ¿Ve el cambio prometido?
J. E.: Sí veo mucho cambio, pero pernicioso, temerario, peligroso, un cambio que ni siquiera Gustavo Petro sabe adónde lo lleva. El presidente trata de cumplir sus promesas de campaña y su promesa de cambio, pero cada día define el cambio de manera distinta. En un principio, el cambio fue la tributaria, la reforma política (se le cayó), la laboral (se hundió), la de salud (se archivó). Ahora le queda la pensional. Entonces, empieza a imponer un cambio a la brava, como el que ocurrió con las EPS y su estatización.
SEMANA: El Gobierno dice que el Congreso y los partidos políticos no le permiten el cambio...
J. E.: Es que el presidente no está solo, somos 50 millones de personas, usted hasta para hacer un viaje a la Costa o Melgar con sus hijos tiene que negociar todo: ¿dónde almorzamos? ¿Qué música escuchamos? ¿Dónde nos quedamos? Ni hablar en el edificio, el barrio, el colegio. En el Gobierno, cómo va a ser diferente. Cómo va a creer Petro que 11 millones de personas le dieron un cheque en blanco para gobernar el país como se le diera la gana, cuando somos 50 millones. El presidente tiene que aprender que subvertir no es gobernar, él era subversivo y quien ha sido no deja de ser. Sigue creyendo que subvertir es gobernar y no lo es. Una cosa es ser subversivo a los 18 años o 20 y otra ser presidente a los 62.
SEMANA: ¿Se puede gobernar con tanto ruido?
J. E.: Esa moneda del ruido tiene dos lados. Una, que ya le pasó a Petro, como me lo dijo un inversionista de Nueva York: el ruido político en Colombia se volvió ruido, es decir, ya no afecta los mercados. Fíjese que la tasa de cambio se ha ido apreciando los últimos tres meses, los bonos de Colombia están ganando de precio en los últimos seis meses. Eso quiere decir que la gente cree que ‘en la medida en que le vaya mal a Petro, así haga más ruido, ese ruido se vuelve blanco’. El presidente asusta mucho y no estamos acostumbrados a esta verborrea de un mandatario, porque nadie ha sido así. Corre el riesgo de que se vuelva ruido, pero del otro, ofusca a las familias y empresarios. La gente está en modo espera y eso es lo peor que le puede pasar a la economía: “no gastemos hoy, no hagamos crédito, no invirtamos, no contratemos, esperemos a ver si esto se aclara”. Recuerden que el gasto de uno es el ingreso de otro. La economía está hoy en un estado comatoso.
SEMANA: ¿Cómo ve al ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla?
J. E.: Sostengo, como lo decía con José Antonio Ocampo, que es el adulto en la habitación. A uno le preguntan si el ministro, realmente, le dice que no a Petro. Yo confío en él. Ahora, me lo dijo alguien muy cercano al gobierno: hay una diferencia entre Ocampo y Ricardo Bonilla. El segundo conoce más a Petro, lo deja hablar cuatro horas y después hace lo que tiene que hacer. Ocampo lo paraba inmediatamente, lo contradecía y ofuscaba –me cuentan ese chisme– a Petro. Mientras Bonilla lo deja hablar y después va a su despacho y dialoga.
SEMANA: Entonces, ¿cree que le ha ido bien al ministro de Hacienda?
J. E.: El ministro Ricardo Bonilla está haciendo rafting, no nada en las aguas calmadas de la bahía de Santa Marta, está en un bote inflable que navega en olas de 2 y 3 metros. Cuando Gustavo Petro matonea el sector de Ecopetrol, la seguridad, los peajes, la infraestructura, la salud, a los empresarios, la labor del ministro es muy difícil, porque tiene que apagar los incendios. Yo sí creo que lo ha hecho bien.
SEMANA: ¿Qué ministros le preocupan?
J. E.: Soy muy cercano al sector petróleo. Me preocupa mucho ese sector, al ministro de Minas y Energía lo veo al borde de problemas muy serios. Estoy en un chat con exministros, muchos técnicos y hay gran preocupación. Igualmente, el ministro de Defensa, porque el desánimo, la falta de mística, organización de cabezas en las Fuerzas Armadas, es evidente. También infraestructura y vivienda, dos sectores que alimentan mucho la economía. El gabinete, prácticamente, es incendiado.
SEMANA: Lo escuché preocupado por la llegada de Alexander López al DPN y Gustavo Bolívar en el DPS.
J. E.: Zapatero a su zapato, soy heredero de una tradición de más de 100 años de técnicos en Colombia, gente que se ha dedicado a estudiar los temas por décadas. Hay temas muy técnicos en salud, infraestructura, educación, pensión, vivienda, energía eléctrica, todos temas que tienen muchas complejidades, en algunos hay muchos problemas técnicos, matemáticos, ecuaciones, integrales de altísima sofisticación. Por ejemplo: en una reunión de la Comisión Reguladora de Energía, donde va el director de planeación, se tocan muchos temas y hay ecuaciones, integrales y de esas cosas hay que saber. Uno no se monta en un avión con la familia si el piloto no tiene más de 20.000 horas de vuelo. Con este gobierno se volvió el mantra de que lo único que importa es tener buenas intenciones y no hay que saber ni matemáticas, ni finanzas ni técnica, sino buenas intenciones. Yo no creo eso. En el Banco de la República, por ejemplo, hay que saber de banca central, teoría monetaria, de temas cambiarios. Y en Planeación mucho de economía. Alexander López fue un sindical que después se volvió un líder político.
SEMANA: ¿Le preocupa Ecopetrol?
J. E.: No por las utilidades, porque están sujetas a cambios en precios que son impredecibles, me preocupa por una cosa más profunda: la calidad de los técnicos que están llevando, sacaron a gente con espaldas muy anchas que conocían muy bien la empresa y están llevando a personas con espaldas mucho menos anchas. Segundo, la gobernanza de la junta directiva. Es una empresa listada en la bolsa de Nueva York, hay que manejarla con sumo cuidado, porque tiene demasiados reflectores encima. Me preocupa cómo cambiaron la gobernanza y la junta directiva de una forma tan invasiva como lo hicieron. También los procesos de decisión. Pronto deben tomar una decisión sobre inversiones en Estados Unidos, que son tremendamente rentables y me temo que estarán vistas con ojo ideológico y partidista.
SEMANA: ¿Los ruidos contra el gerente Ricardo Roa por la presunta financiación irregular de la campaña de Petro qué tanto afectan a Ecopetrol?
J. E.: Una firma de análisis británica hizo un análisis muy serio y preocupante diciendo que, por supuesto, eso afecta la gobernabilidad, porque la gente está pensando en esas cosas en vez de la empresa. Eso es muy grave, genera un estrés en la junta directiva. De manera que es una insatisfacción muy grande y eso no es bueno para Ecopetrol.
SEMANA: Hay quienes dicen que Petro está generando el caos perfecto, ¿son exagerados?
J. E.: Mi pregunta es por qué Petro elige esa forma de gobernar tan rara, tan litigiosa. La interpretación que tengo es que el presidente tiene un conflicto entre el Petro histórico y el Petro presidente. El primero se construyó en el debate, se reconoce peleando, debatiendo, eso hizo su carrera. Ese Petro no hizo la transición al presidente, un líder conciliador.
SEMANA: Por cierto, ya que todos están pensando en 2026, ¿volverá a aspirar a la Presidencia?
J. E.: Pasamos ese puente cuando lleguemos a ese río.