La vicepresidenta Francia Márquez: mujer, afrodescendiente, activista de derechos humanos, ambientalista, abogada, de origen humilde, venida de esa Colombia profunda por mucho tiempo olvidada e invisibilizada, se convirtió en el gran fenómeno de la pasada campaña electoral. Una figura que llegó a refrescar la política y a darle voz a los ‘nadies’.
Por sus luchas, Francia fue reconocida en 2015 con el premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos, y en 2018 le fue entregado el Premio Goldman para el medioambiente. En 2019, el prestigioso medio BBC de Londres la catalogó como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo. En ese momento, la cadena internacional describió a Francia como: “Una líder formidable de la comunidad afrocolombiana, encabezó una marcha de mujeres de 10 días y 350 millas hacia la capital del país, para recuperar sus tierras ancestrales de los mineros ilegales de oro”.
Por eso, su llegada a la Vicepresidencia no fue un regalo. Márquez se lo ganó en las urnas con más de 800 mil votos que obtuvo en las consultas presidenciales, en las que logró despertar la esperanza de los colombianos al ver en ella una representación de lo que es el colombiano de a pie, el que viene de abajo, el que día a día se levanta a luchar con templanza para buscar el sustento.
Sin embargo, casi 100 días después de haber asumido la Vicepresidencia su voz firme en favor de los “nadies” se ha ido opacando en medio del papel poco protagónico que se le ha dado en el Gobierno. Aunque ha guardado silencio, no es un secreto que está inconforme con el papel que le asignó el presidente y su círculo más cercano.
A excepción de Germán Vargas Lleras, quien tuvo durante el gobierno de Juan Manuel Santos una importante figuración como ejecutor en el sector de la infraestructura, y de Martha Lucía Ramírez como canciller del gobierno de Iván Duque, históricamente el cargo de vicepresidente ha sido poco protagónico, incluso se dice que es una figura más bien decorativa.
Pero con la llegada del gobierno del Pacto Histórico se esperaba que hubiera un viraje en esta concepción. Sin embargo, en este ámbito el cambio, por ahora no ha llegado.
Los reflectores se los ha llevado en absoluto el presidente. La labor de Márquez ha estado por ahora enfocada en el acompañamiento regional de los diálogos vinculantes del gobierno para construir el plan de desarrollo, su papel, que no es un hecho menor, ha estado en tener en contacto directo con las comunidades, en escuchar y acompañar, una labor que, sin embargo, no le da la figuración esperada y que tampoco ha sido muy valorada por las comunicaciones de la Casa de Nariño.
Petro le prometió a Francia Márquez desde antes de tomar posesión que dirigirá el Ministerio de la Igualdad, una entidad cuya creación avanza a paso de tortuga. A pesar de que el proyecto para su creación ya fue radicado en el Congreso con mensaje de urgencia, por ahora no es una prioridad en la agenda legislativa y se espera que sólo hasta el próximo año se empiece a implementar.
Una fuente cercana a la vicepresidenta le contó a SEMANA que ella habló con el presidente hace algunas semanas y le manifestó su interés de presidir el Departamento para la Prosperidad Social (DPS), desde donde pretendía cumplir sus promesas de campaña. El objetivo de esa entidad consiste en poner en marcha políticas públicas para la superación de la pobreza.
El mandatario, según la fuente, vio el tema con buenos ojos, pero sorpresivamente la abogada constitucionalista Cielo Rusinque terminó desbancando a la vicepresidenta y llegó a dirigir esta entidad. Rusinque es amiga cercana del presidente del Senado, Roy Barreras, y del senador Gustavo Bolívar.
En los círculos políticos cuentan que a la vicepresidenta le dieron el Ministerio de Minas y Energía, pues la ministra Irene Vélez es la hija de Hildebrando Vélez, amigo personal de Márquez, aunque en el Polo Democrático lo niegan. En cambio, reconocen como una ficha de la vicepresidenta en el Gobierno a Aurora Vergara, viceministra de Educación, pero más allá de eso, tampoco ha tenido oportunidad de tener mucha representación en el Gobierno.
El momento crítico de Francia Márquez es tan evidente que quiso tener representación en la Alta Consejería para la Mujer, ya que tiene conexión con la Vicepresidencia, pero ese cargo hace parte de la reestructuración propuesta por el director del Dapre, Mauricio Lizcano.
Otra de las labores en las que se esperaba que estuviera presente es la representación diplomática del país ante algunos eventos, en buena medida porque esto lo venía haciendo la exvicepresidenta y excanciller Marta Lucía Ramírez, sin embargo en el gobierno Petro esta función ha estado en cabeza del canciller Álvaro Leyva y, en ocasiones, por la primera dama Verónica Alcocer.
Las funciones
Ante los rumores de una supuesta ruptura entre Petro y Márquez por el papel poco protagónico que le han dado a la vicepresidenta, a Casa de Nariño respondió hace poco más de un mes con un decreto en el que se le asignan funciones específicas.
Quien dio a conocer las asignaciones de Francia Márquez fue Mauricio Lizcano, el director del Departamento Administrativo de Presidencia de la República (Dapre), en su cuenta en Twitter, en la que compartió: “El presidente Gustavo Petro, mediante el Decreto 1874, delegó importantes funciones en la vicepresidenta con el objeto de construir equidad para lograr la paz total”.
El decreto deja claro que Márquez tendrá a su cargo toda la política de igualdad del Gobierno y la coordinación institucional para la protección de las comunidades LGBTI, los afro y las personas con discapacidad.
Sin embargo, a pesar de que su labor es transversal, por ahora no tiene a cargo alguna entidad en específico, más allá de la Vicepresidencia, por lo que no tiene presupuesto propio asignado y no es ordenadora de gasto. Eso sí, puede llamar al orden a las entidades, exigir resultados y ejercer liderazgo.
Por ejemplo, una de las 15 funciones que le fueron entregadas fue la de coordinar la implementación del Fondo para el Desarrollo del Plan Todos somos PAZcífico.
Este plan cuenta con cuantiosos recursos para invertir en el Pacífico colombiano, provenientes de partidas del presupuesto nacional, aportes de entidades territoriales beneficiarias, donaciones, entre otros, pero es administrado por la Unidad de Gestión del Riesgo, por lo que el presupuesto no es ejecutado por la vicepresidenta.
Márquez también tiene a su cargo dos aspectos claves que vienen desde el gobierno de Juan Manuel Santos: el seguimiento al Acuerdo del Paro Cívico de Buenaventura y coordinar la implementación de los compromisos del capítulo étnico del Acuerdo de Paz.
Y, además, debe “presidir la Comisión Intersectorial de Alto Nivel para la protección inmediata de las comunidades afrodescendientes y los pueblos indígenas Awá y Eperara-Siapidaara que habitan el Pacífico nariñense”.
Estas labores implican la interlocución con varias entidades del Estado y son una reivindicación para las comunidades afro, que son las directamente impactadas con estas dos líneas de trabajo.
En todas estas funciones, la vicepresidenta tiene que tirar línea y llamar al orden a las entidades involucradas con la política de igualdad. Tiene bastante trabajo, pero sin presupuesto propio, pues cada entidad por su lado ya maneja sus propios recursos.
Eso sí, a pesar del papel que le han dado en el Gobierno, según la más recientes encuestas, dentro de los miembros del Gobierno nacional y líderes políticos y gremiales del país, una de las figuras más reconocidas es la vicepresidenta Francia Márquez, quien tiene un reconocimiento superior al 70%. Por eso se dice, que su gran apuesta hasta ahora comienza y que esperará capitalizar en las elecciones regionales del próximo año y, por qué no, en 2026.