SEMANA: ¿Cómo analiza la postura del Gobierno del presidente Gustavo Petro ante el régimen de Nicolás Maduro, quien insistirá en posesionarse el próximo 10 de enero?
Paola Holguín (P.H.): La postura del gobierno de Gustavo Petro frente al tema de Venezuela es dolorosa y vergonzosa para los demócratas, pero no sorprende, porque este ha sido un gobierno que ha manejado las relaciones internacionales con un criterio de afinidad ideológica que raya en la complicidad criminal. Por ejemplo, en este caso, para Petro cuenta más su amistad y su entramado con Maduro, que el respeto a los valores democráticos que han caracterizado la postura de Colombia como Nación.
SEMANA: El canciller debe velar por las relaciones internacionales de Colombia, pero guardar silencio frente al régimen de Maduro es avalar el fraude electoral que tanto se ha denunciado. ¿Qué cree usted que debería hacer el canciller Luis Gilberto Murillo en este caso?
P.H.: Aquí hay varios temas que son importantes. El primero es que, de nada sirve mantener una diplomacia babosa, una diplomacia sin principios, una diplomacia sin posturas claras en un momento que va a ser parte fundamental para la historia democrática de América Latina, porque hoy el tema no es ideológico, no es de izquierda o de derecha. Hoy, lo que se define es si uno es demócrata o no, porque en las urnas el pueblo venezolano tomó una decisión soberana, que fue elegir a Edmundo González como su presidente. Avalar algo distinto es, simplemente, convertirse en cómplice de una dictadura que se quiere quedar sí o sí en el poder. Termina siendo avalar un régimen criminal que está siendo investigado por graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario.
Y lo más grave y sobre lo que deberían reflexionar todos los gobiernos de América Latina es si se permite que se consolide este fraude, este robo del resultado de la elección, ¿cómo se vuelve a garantizar una elección democrática en la región?
SEMANA: Diferentes países han tomado una posición radical frente al régimen de Maduro. Incluso Chile, con el presidente Gabriel Boric, que también es de izquierda, llamó a su embajador en Caracas. Colombia, por su parte, no ha hecho nada. ¿Qué lectura ve usted de que Boric sí llame a consultas a su embajador, mientras que Petro guarda silencio y mantiene al embajador Rengifo en Caracas?
P.H.: Boric ha demostrado que él es una persona de ideología de izquierda, pero es, sobre todo, un demócrata y las declaraciones que ha hecho frente al régimen de Maduro han ratificado esa postura demócrata de la cual hoy carece Gustavo Petro.
Hay muchas cosas que debería hacer Petro. La primera es, obviamente, anunciar que ni él ni nadie en representación del gobierno colombiano asistiría a la falsa toma de posesión de alguien que no ganó una elección. Lo otro es que debería llamar a consulta al embajador de Colombia en Venezuela.
Es que, más allá de la postura que tienen otros países en la región, la de Colombia es fundamental porque es el país vecino, porque, finalmente, si no se recupera la democracia de Venezuela, Colombia no recupera la paz, porque hay que recordar que el régimen ha sido violador de derechos humanos, del sistema democrático, del derecho internacional, pero no solo con sus connacionales. Ha sido también albergue de organizaciones terroristas colombianas y nosotros no podemos olvidar que es un régimen, además, que ha maltratado a conciudadanos colombianos y que ha permitido que estructuras criminales delincan al lado y lado de la frontera.
SEMANA: ¿Qué mensaje cree usted que mandaría Colombia si el embajador Rengifo se hace presente en Caracas el 10 de enero?
P.H.: El mensaje es que el gobierno de Colombia, porque no es Colombia, no es el pueblo, no es el Congreso, es el gobierno de Colombia, es cómplice de una narcodictadura criminal. El mensaje es que Petro no es un demócrata y lo que se debería prender a partir de ahí es una alarma, porque, finalmente, cuando se es un demócrata a carta cabal, eso no tiene límites fronterizos, es demócrata para Venezuela, para Colombia, para cualquier país del mundo. Si muestra ese talante allá, esperemos lo peor dentro de nuestro país, porque lo que quedaría claro es que ya, sin ningún tapujo, estaría en evidencia que no es un demócrata el que está gobernando a Colombia.
SEMANA: ¿A qué cree usted que se debe la complicidad de Petro con Maduro?
P.H.: Yo creo que hay muchos temas. Y no solo con Maduro, sino una complicidad con Chávez, que ayudó a que Petro terminara electo presidente. Un manejo de negociación de paz y la participación de Venezuela en esos procesos. Entonces, pareciera que opera una especie de chantaje del régimen sobre Petro, el cual le ha impedido tener una postura mínimamente decorosa o democrática de cara al mundo.
SEMANA: ¿Qué cree usted que va a pasar este 10 de enero?, ¿se va a posesionar Maduro?, ¿va a llegar Edmundo González?
P.H.: Es muy complejo tratar de predecir qué va a pasar. Hoy, hay una serie de instrucciones claras. La movilización del 9 de enero en la cual va a estar María Corina Machado. El 10, unos expresidentes ya anunciaron que van a acompañar a Edmundo González para que tome posesión en la Asamblea, como lo establece la constitución. Yo creo que vienen días y horas de muchísima tensión.
Pero, independientemente, de lo que pase el 10, este es un tema que no puede acabar ahí porque estamos hablando de un régimen criminal que se quiere perpetuar en el poder después de haber perdido una elección. Yo creo que es un tema que no admite ningún tipo de negociación, ningún tipo de posturas tibias. Aquí es blanco o negro. Aquí se es o no se es demócrata. Aquí se está contra la criminalidad o no. Aquí se respeta o no los derechos humanos y el derecho internacional.
Y más temprano que tarde, el mundo entero va a tener que hacer que se respete la voluntad del pueblo en las urnas. Yo no sé si va a ser el 10 o si va a ser unos días después, pero estoy totalmente segura de que las horas del régimen de Maduro están contadas.
SEMANA: El régimen ha amenazado con meter presos a María Corina Machado y a Edmundo González. Si eso llega a suceder, ¿qué podría pasar?
P.H.: Eso sería muy grave porque María Corina indiscutiblemente es la líder que encarna la oposición y el sentir, y es el corazón, el alma, del pueblo venezolano. Hoy, Edmundo es el presidente legítimamente electo. Eso sería muy grave. Sería otro crimen para la larga lista de crímenes de Maduro. Creo que esto cada vez es más insostenible y siento, además, que todos esos anuncios desesperados por parte de Maduro, de Diosdado Cabello, lo único que muestran es la debilidad, que ya se sienten acorralados, ya sienten que no tienen salida.
SEMANA: De continuar el régimen de Maduro, lo más probable es que regresen los altos flujos migratorios de Colombia a Venezuela…
P.H.: Si sigue el régimen, va a venir, no solo una ola de violencia en Venezuela, sino que va a terminar impactando acá. Tenemos más de 2.000 kilómetros de frontera muy porosa. Seguramente se acrecentaría el tema de los migrantes, que en realidad son refugiados más que migrantes, y Colombia tendría el mayor impacto por ser en la frontera limítrofe, el país más cercano para los venezolanos salir. Pero, lo que sería inconcebible, es que en pleno siglo XXI, a los ojos del mundo se permita que una estructura criminal y narcotraficante se quede en el poder, burlándose de la voluntad de todo un pueblo.
Eso sería inconcebible. Eso lo que mostraría es que no tiene ningún sentido ni la comunidad internacional, ni los organismos internacionales, ni los acuerdos, ni los tratados, ni nada de lo que los países han firmado por décadas y con lo que se han comprometido.