En los corrillos políticos y en los salones del Congreso se comentaba en las últimas tres semanas que Germán Vargas Lleras estaba más que incómodo con el gobierno y que en cualquier momento ese malestar se desataría de manera visible. Ocurrió esta semana con su demanda a la ley de financiamiento, el proyecto bandera de Duque y posteriormente con la declaratoria de Cambio Radical de rechazar las objeciones de Duque. Ambos elementos eran tan fuertes que pocos anticipaban que Vargas pudiera hacer una arremetida con mayor fuerza. Sin embargo, este domingo, el país político se sorprendió. En un hecho sin precedentes, el jefe de Cambio Radical se fue en la prensa dominical con toda contra el gobierno. En su columna en el diario El Tiempo, Vargas Lleras denunció que el gobierno de Iván Duque está sonsacando congresistas de su partido a cambio de gabelas. El texto contiene nombres y apellidos relacionados con situaciones puntuales que generarán un gran debate político y seguramente también expedientes por parte de los órganos de control. El primero en ser blanco de la severa columna de Vargas fue el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla. Según el jefe de Cambio Radical, el plan de gobierno respecto del Plan Nacional de Desarrollo nunca fue someter a discusión el proyecto en el Congreso sino lograr su aprobación sin mayor debate. Relacionado: Germán Vargas le ganó el pulso a los Char Ese proyecto, crucial para el gobierno Duque, consta de 311 artículo fue aprobado por las comisiones conjuntas del Congreso luego de ser votado en tan solo cuatro horas. “Tan solo dos días y medio de debate, después de haber perdido un mes y medio por la inexperiencia y la improvisación de los ministros y el DNP. Aquí no hubo ninguna discusión. El Gobierno nunca lo quiso. Así me lo notificó el ministro de Hacienda a principio de la semana pasada. Nada de lo propuesto juiciosamente por nosotros sería acogido”, afirma Vargas en su columna. Después vino el párrafo más fuerte. Vargas asegura que el gobierno no contaba con las mayorías en el Congreso para la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo y que lo logró gracias a que trasgredió el orden de las bancadas con prebendas burocráticas. “La opinión pública debe saber que desde la Presidencia de la República, siguiendo órdenes que espero no sean del Presidente sino de algún lambón con iniciativa, los señores Luis Lorduy y Andrés Betancur, que despachan desde la Casa de Nariño y se presentan como consejeros políticos, han llamado sin descanso a senadores y representantes de Cambio Radical, y seguramente de otros partidos, a convenir qué grado de participación aspiran tener en el Gobierno”. El exvicepresidente cuestiona que el costo de esas jugadas sucias no es otro que desinstitucionalizar los partidos e irrespetar la independencia de las bancadas que decidieron no acompañar la iniciativa del Ejecutivo además de que significa, para el gobierno, “irrespetarse a sí mismo”. Los senadores barranquilleros Luis Eduardo Díaz Granados y Arturo Char Chaljub, miembros de Cambio Radical (además del liberal Mauricio Gómez Amín, también barranquillero) fueron el salvavidas para el gobierno pues con sus votos el proyecto del Plan Nacional de Desarrollo logró salir avante en las comisiones conjuntas del Congreso. De estos no haber llegado en volandas al Capitolio el proyecto habría sido un hundido. A profundidad: El voto que partió en dos a Cambio Radical Vargas Lleras, en su columna denuncia que ya se materializaron las prebendas burocráticas o la “participación” que se habrían dado a cambio. El jefe del partido dice: “Participación (en el gobierno) que, en el caso de quienes en Cambio Radical asistieron presurosos a la sesión del viernes pasado a votar el plan, se ha concretado ya, a modo de cuota inicial, con la designación de Karen Cecilia Abudinen como alta consejera presidencial para las Regiones y, más recientemente, de la nueva directora del Fonade, la institución tristemente recordada como un nido de corrupción y que tiene a su cargo parte de la contratación del Estado. A esta llegó Elia Abuchaibe, anterior secretaria de Planeación en la Alcaldía de Barranquilla”. Según el jefe del partido, el senador Díaz Granados, mediante conversación telefónica el jueves a media noche con el propio Vargas Lleras, aseguró que el viernes estaría en Valledupar donde toda la bancada se reuniría para analizar las acciones a tomar en conjunto. En la llamada Díaz Granados nada dijo –asegura Vargas– sobre sus argumentos posteriores para revelarse quedándose en Bogotá y yendo a votar. “Ni una palabra me dijo sobre la salvación de Electricaribe, ni una mención sobre los beneficios del plan para su región. Su compromiso con el partido y con la decisión mayoritaria de la bancada era inquebrantable”. Y luego Vargas se pregunta: “¿Qué poderosa razón lo hizo cambiar de opinión en la madrugada del día viernes? ¿Qué pasó entre esa hora y el momento de su entrada triunfal al recinto del Congreso el día viernes? Qué pena me dio verlo, agobiado como está por la investigación que contra él cursa en la Corte Suprema de Justicia por la ‘operación quirófano’, en la que ya fue capturado el director médico de la EPS Cajacopi, Javier Peña. Detrás de su nerviosa sonrisa se debía de ocultar algo muy grave y también quizás algo muy atractivo, como lo es la prometida Dirección Nacional de la Aeronáutica Civil. Zanahoria y garrote”. Se deduce entonces de la denuncia del jefe político de Díaz Granados que el cambio de planes de este, de pasar de la independencia a abrazar al gobierno en relación al Plan Nacional de Desarrollo, obedeció a una mezcla de dádivas materializadas con nombramientos en puestos directivos en Barranquilla y algún tipo de alivio frente al lío judicial que afronta el parlamentario vinculado al caso de la ‘operación quirófono’. Vargas no es muy explícito en este último punto frente al que no tendría injerencia el gobierno pues es asunto de la Corte Suprema de Justicia, sin embargo, dado que el jefe de Cambio Radical es una de las personas más informadas en la política nacional se puede concluir que efectivamente algo se estará moviendo por allí. Puede leer: Lupa al Plan Nacional de Desarrollo en emprendimiento y salud Vargas Lleras cierra su columna lanzando su preocupación hacia delante. Asegura que si esos movimientos turbios se dieron frente a un proyecto de ley que bien puede ser expedido por decreto “qué no estará dispuesto a hacer el Gobierno en una materia tan delicada como la discusión de las objeciones a la JEP o la anunciada reforma constitucional para modificar los acuerdos”. Y remata con esta afirmación: “Juego limpio es lo que exigimos para todos, para la oposición y para nosotros, los independientes”. Con este escrito Vargas golpea al gobierno Duque en un punto sensible: pone en evidencia el rastro de la mermelada empleada para articular el Congreso cuando el Presidente de la República ha tenido como bandera la afirmación de que nunca acudiría a ello. Así mismo, el impacto de la denuncia se verá al interior de la bancada que acaba de tomar la determinación de no acompañar las objeciones de Duque frente al proyecto de ley estatutaria de la JEP. Allí cada voto es crucial y Vargas desde ahora está ilustrando el escenario que le esperaría a quien considere revelarse. También, al señalar con nombres propios a funcionarios del gobierno nacional que estarían trabajando en sonsacar congresistas, por un lado Vargas obliga a que el Presidente a salga a desautorizar esos métodos al tiempo que levanta todo un blindaje para que esos cantos de sirena cesen en las próximas semanas cuando el Legislativo afronte ese asunto en el cual cada voto será crucial. Otro efecto que podría sobrevenir por cuenta de la denuncia está en el plano de las autoridades. Como mínimo, la Procuraduría tendrá que abrir una investigación disciplinaria en la que se implique a todos los mencionados –incluyendo al senador Díaz Granados y a su jefe político y denunciante–, y además no es descartable que el asunto trascienda a lo penal. Los magistrados que instruyen la investigación de la ‘operación quirófano’ seguramente también querrán oír lo que Vargas pueda aportar a ese expediente y el caso tomará una relevancia tal que no tenía hasta antes de la columna dominical. Vargas, en suma, está clavando profundo el estandarte de que Cambio Radical es un partido independiente frente al gobierno, y advierte que no admitirá ninguna presión para moverse de ahí. El hecho político sin duda generará alguna reacción del gobierno Duque, y le suma tensión al debate de las objeciones frente a la ley estatutaria de la JEP. El gobierno decidió dar esa batalla pero el margen de maniobra se le está estrechando, cada día más. Con las cartas puesta sobre la mesa, se hace claro que una derrota de Duque allí será también un triunfo de Vargas.