En medio de todos los escándalos que ha tenido su gobierno y los señalamientos contra funcionarios y congresistas por el capítulo de corrupción en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), el presidente Gustavo Petro logró sacar adelante parte de su agenda legislativa. Eso sí, muchos de los proyectos naufragaron por falta de consensos y diferencias políticas.
Contra todo pronóstico, Petro sacó adelante la polémica reforma pensional en la plenaria de la Cámara, en que David Racero acudió a una ‘jugadita’ para que se acogiera el texto aprobado en Senado y no se surtiera el último debate. Esa discusión jurídica seguramente la dirimirá la Corte Constitucional, pero el hecho político es que la iniciativa fue aprobada y está lista para la sanción presidencial, tras el trabajo del ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, y de la del Trabajo, Gloria Inés Ramírez.
Otra victoria que se puede apuntar Petro es el avance en primer debate de la reforma laboral, primera iniciativa que se le hundió al Ejecutivo en 2023 y que resucitó a última hora, ya que estaba ad portas de morir nuevamente. Los 88 artículos fueron aprobados y será una de las grandes discusiones en la plenaria de la Cámara en el segundo semestre de 2024.
Además, en el último día de la legislatura (20 de junio), se aprobó la conciliación de la Ley estatutaria de la Jurisdicción Agraria que reglamenta el acto legislativo que reformó la Constitución para solucionar los problemas agrarios y de tierras en Colombia.
Otros compromisos de campaña, como la prohibición de las corridas de toros y los beneficios para campesinos al reconocerlos como sujetos especiales de protección, también avanzaron sin problema alguno.
Aunque para el ministro Velasco la agenda de gobierno fue un éxito, la realidad es que pasó raspando el semestre, porque muchas iniciativas importantes para Petro se quemaron en la puerta del horno. La reforma estatutaria a la educación se hundió por la presión de Fecode y a la larga el Gobierno se metió un autogol porque la ministra de Educación, Aurora Vergara, y las senadoras María José Pizarro y Clara López, lograron un acuerdo con la oposición que no gustó en la Casa de Nariño. La ponencia se cambió, se rompió el acuerdo, llegaron tres ponencias y se agotó el tiempo para tramitarla.
La reforma a la salud, tal vez la más importante para Petro, se hundió en la Comisión Séptima del Senado, donde diferentes sectores le ganaron el pulso al Gobierno y enterraron su propuesta. Ese hundimiento es el que más costo político ha tenido para el mandatario y no ha podido lograr un consenso para construir un nuevo texto.
Otro proyecto importante para el Gobierno, que se hundió, fue el de la prohibición del fracking por falta de trámite. Nunca se logró agendar la iniciativa y ya cumplió dos años tramitándose. Una derrota para la ministra de medio ambiente Susana Muhamad. Y en esta misma legislatura quedó en el pasado el acto legislativo que buscaba regular el cannabis de uso adulto en Colombia y que era plenamente respaldada por Petro.
Como si esto fuera poco, la legislatura se vio empañada por los escándalos y señalamientos. Por primera vez, los presidentes de Senado, Iván Name, y de Cámara, Andrés Calle, fueron salpicados en el escándalo de la UNGRD y señalados de recibir miles de millones para apoyar las reformas del Gobierno.
Aunque la tercera legislatura empezará el 20 de julio y el Gobierno Petro tendrá tiempo para habilitar las asignaturas perdidas, es un hecho que el desgaste con las bancadas podría pasarle factura y complicar mucho más el trámite de su agenda legislativa.
Además, en el segundo semestre de 2025 los congresistas ya estarán en modo campaña y será casi imposible tramitar alguna reforma importante. Aunque dos años parezcan demasiado tiempo, en política es poco, sobre todo cuando existe una relación tan tensa con el Congreso y las peleas están al orden del día.