SEMANA: ¿Cómo despide la presidencia del Congreso?

JUAN DIEGO GÓMEZ: Fue una presidencia que planteó muchos retos y que afortunadamente se superaron. Temas tan importantes como la reforma tributaria o la ley de inversión social que recoge cuatro principales programas del Gobierno Nacional, la transformación de la Policía, su estatuto disciplinario de la Policía, dos leyes fundamentales para tener una policía con los mejores estándares de protección de derechos humanos (...). Lo mismo que la Ley de Insumos Agropecuarios, el Estatuto Migratorio y la Ley de Acción Climática, leyes fundamentales que muestran un gran avance de la transformación en el país en el último año.

SEMANA: ¿Qué le quedó faltando?

J.G.: Más tiempo para hacer debates de control político.

SEMANA: ¿Cómo ve el nuevo Congreso?

J.G.: Es un congreso muy interesante que empieza a mostrar el reflejo del país: gran participación de organizaciones sociales, muchos campesinos, afros, indígenas, líderes de movimientos sociales. Representación de más regiones y hoy una luna de miel para el gobierno de Gustavo Petro al que esperamos que le vaya muy bien (...) El escenario del país exige un Congreso activo, disciplinado, con mucha dedicación a lo que se viene. En ese contexto yo quisiera ver qué reacción tendrán algunos partidos, entre ellos, el Conservador, mi casa política, frente a una reforma tributaria que grave la canasta familiar o los insumos agropecuarios, una reforma agraria. Eso empezará a marcar ciertas tendencias y diferencias claras ideológicas que existen de por vida en La U, en el Partido Conservador, entre otros, y lo que piensa el Pacto Histórico.

SEMANA: ¿Esta luna de miel de Petro hasta cuánto durará?

J.G.: El mensaje que ha mandado Petro tras su elección ha sido positivo, de humildad, de tranquilidad, de reconciliación nacional. Eso hay que convertirlo en decretos, leyes y propuestas. Cuando lleguen las propuestas habrá que revisarlas con ojo crítico. Ahí, creo, que podrá haber diferencias o por lo menos que se estrecharían las mayorías en el Senado.

SEMANA: ¿Qué lección le daría a Roy Barreras, el nuevo presidente del Senado?

J.G.: Absolutamente nada. A Roy Barreras lo que hay es lecciones para aprenderle. Es un gran político, un hombre lleno de medallas políticas (...).

SEMANA: Pero usted pidió perdón al país por las oscuras actuaciones de Roy Barreras en los petrovideos revelados por SEMANA. ¿Por qué cambió de opinión?

J.G.: Sí, cuando se confiesa la campaña sucia y todo lo que había sucedido en ese momento. Fue una campaña lamentablemente polarizada, llena de odios, pero también tengo que decir que la campaña se acabó y tenemos un nuevo gobierno.

SEMANA: Deme 5 amigos que le haya dejado la presidencia del Senado.

J.G.: Iván Name, íntegro, impecable, muy valioso; Juan Carlos García Gómez, compañero, colega del Partido Conservador; Jorge Eliecer Guevara, un hombre de izquierda que defiende su causa, que respeta y pondera; Roy Barreras, un hombre valioso, lleno de lecciones y aprendizajes y Aida Avella.

SEMANA: ¿Y los senadores que lo decepcionaron?

J.G.: Definitivamente, Gustavo Bolívar, es un hombre que no tiene las maneras y las conductas que debería tener un senador de la república. Creo que Angélica Lozano, a quien he apreciado mucho, me defraudó porque a veces, su nivel de acomodo, le puede a su amistad y respeto por los colegas.

SEMANA: ¿Cómo podría Roy Barreras capotear a Gustavo Bolívar y Angélica Lozano?

J.G.: (Risas) A Gustavo Bolívar ya lo ha venido capoteando con Twitter donde Bolívar tiene una gran rapidez con sus dedos y un gran número de seguidores. A Angélica Lozano la puede capotear con los temas de Bogotá y seguramente con otros asuntos de sus iniciativas de la Comisión Primera. Finalmente, el presidente del Congreso es quién hace seguimiento y quien hace viable las órdenes del día, los debates que terminan dando cierto margen de maniobra.

SEMANA: Lo bueno de ser presidente del Senado

J.G.: Tener la coordinación del orden del día.

SEMANA: ¿Lo malo?

J.G.: La exposición mediática aumenta muchísimo, aparecen personas que uno ni siquiera sabía que eran los contradictores o enemigos.

SEMANA: ¿Lo feo?

J.G.: Las noticias falsas y cómo algunos comunicadores afrontan la profesión tratando de enlodar el nombre de uno y el de su familia.

SEMANA: ¿Cómo termina el gobierno de Iván Duque?

J.G.: Muy complicado frente a las mayorías en el Congreso. Muchos de los partidos políticos, al acercarse al nuevo gobierno, disimulan su cercanía con el gobierno de Iván Duque, pero hay muchos logros que se le abonan.

SEMANA: Es decir, ¿muchos partidos abandonaron a Duque por acomodarse a Petro?

J.G.: Agradecidos en privado y disimulando en público.

SEMANA: ¿Cómo cree que el país lo recordará?

J.G.: Como el presidente del Senado que no permitió, según la versión de Gustavo Bolívar, que él no se posesionara como vicepresidente del Senado y que hubiéramos terminado con una mesa directiva incompleta.

SEMANA: Confiese algo: ¿qué pasó con su intentó de establecer diálogos con la Asamblea Nacional de Venezuela para restablecer relaciones entre ambos países? Fue una decisión suya…

J.G.: Yo insisto en eso hoy, creo que en eso Iván Duque no acertó. Lo único que había detrás de esto era un tema humanitario, de normalizar las relaciones comerciales entre Colombia y Venezuela.

SEMANA: ¿Es cierto que Iván Duque se molestó y le llamó la atención?

J.G.: Al presidente no le gustó el asunto y me pidió que reconsiderara esa decisión. Obviamente, acudí a su llamado, pero debo confesar que no acepté los términos en que me pidió que reconsiderara esa decisión.

SEMANA: Pero Martha Lucía Ramírez sí se molestó. Además de ser canciller, es conservadora, es decir, de su sector político.

J.G.: A ella tampoco le gustó el asunto porque ese es un tema de relaciones internacionales que las tiene que manejar el presidente, a través de la Cancillería.

SEMANA: A usted lo quisieron asociar con la salida del director de la Aerocivil, Jair Orlando Fajardo, quien fue retirado del cargo ante ruidos de corrupción. ¿Qué responde?

J.G.: Eso es lo que le decía: lo relacionan a uno con todo. Con el gobierno de Iván Duque no tuvimos un relacionamiento de cargos. En la última etapa del gobierno hubo una representación política de partidos. Nadie, individualmente, puede decir que tuvo un cargo o representación política directa.

SEMANA: Usted ha sido polémico. Lo han señalado de ser, supuestamente, espía de Venezuela y Rusia. Al menos, así lo dijo en su momento Francisco Santos.

J.G.: Una afirmación de esa naturaleza proviniendo de Francisco Santos, quien se despidió de su cargo por la filtración de una conversación con la excanciller, uno cualquier cosa podría esperar. Lamentablemente, la política, pareciera, que para algunos no tiene límite y ese tipo de situaciones son de lo malo que uno se puede llevar. Como político, uno está preparado para recibir esas situaciones, pero los hijos en el colegio, no. Tampoco la esposa y demás familiares.

SEMANA: ¿Tiene negocios con el senador capturado Mario Castillo? Se lo pregunto porque lo han querido relacionar con dicho congresista.

J.G.: A Mario Castaño lo conocí hace años en la Cámara de Representantes, pero mi trabajo ha sido intachable. Yo, prácticamente, no salgo de mi casa en Bogotá, de la oficina a la vivienda. La agenda de un presidente del Senado es de 24 horas al día entre eventos protocolarios, gestiones de comunidades, eventos académicos, mesas de trabajo y responsabilidades legislativas. Casi que ni los hijos ni la familia lo ven a uno. Lo observan a uno por televisión.

SEMANA: Por último, ¿le preocupa que el Partido Conservador, su casa política, esté tan entregada a Petro?

J.G.: Sí, me preocupa. Creo que hay diferencias radicales, históricas entre los conservadores y lo que significa el Pacto Histórico. Cuando lleguen las reformas agrarias, tributarias, que afecten a los empresarios, emprendedores, ahí creo que hay que echar mano al espíritu conservador y defender con vehemencia los principios (...).