En el mundo de Gustavo Petro, las formas han tenido un papel muy importante. Y para mal. Antes de llegar a ser presidente, además de las críticas por lo que piensa, era claro que había un elemento de su forma de ser que le haría la vida muy difícil en el Gobierno: su incapacidad de hacer equipo.
No era una opinión suelta de sus enemigos políticos, sino un hecho que han narrado quienes han sido sus amigos. Y el ejemplo más notable de ese problema había sido su alcaldía.
En Bogotá, el hoy presidente tenía esos titulares seguidos. Sus principales escuderos se iban dando un portazo, argumentando que el burgomaestre les había pedido temas contrarios a las formas jurídicas. En otras, él los despedía.
Para 2013, SEMANA ya había contado más de una decena de funcionarios que se habían ido. “El retiro de 15 funcionarios de la Administración Distrital podría confirmar la falta de liderazgo y gerencia del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro”, escribía la revista para ese entonces.
Estaba en ese grupo la secretaria de Movilidad, Ana Luisa Flechas; el gerente del acueducto, Diego Bravo; el director de IDRD, Elemir Pinto; el director encargado de la UAESP, Henry Romero, los gerentes de TransMilenio, Fernando Rey y Carlos García. Los secretarios Consuelo Ahumada, Margarita Flórez y Jorge Pulecio. Y muchos más.
En ese listado de caídos, hubo dos que marcaron su alcaldía: Antonio Navarro y Daniel García-Peña. El primero, exlíder del M-19, era el hombre fuerte de su alcaldía. Se fue apenas tres meses después de posesionarse, en medio de grandes rumores de que las peleas habían sido insostenibles y él había preferido dar un paso al costado. Pero argumentó motivos personales.
Daniel García-Peña era el escudero más cercano a su corazón. Y se fue con una carta violenta en la que dejó expuestas las debilidades y riesgo que vivía Petro por su carácter.
El texto hoy es recordado por muchos para explicar lo que sucedió este lunes en el Palacio de Nariño, cuando por medio de un portazo, Petro decidió despedir “de la peor manera”, como dijo Patricia Ariza, a tres de sus ministros: Alejandro Gaviria, María Isabel Urrutia y Ariza.
A las mujeres ni siquiera les avisó personalmente, y Urrutia se enteró por un edecán de Palacio que la sacó de la alocución diciéndole que ya no era funcionaria.
El texto de García-Peña es revelador y da luces sobre lo que se puede estar viviendo en el Gobierno. “Mi desconcierto no es solo por tu decisión, sino más que todo por la forma en la cual fue tomada”, decía el exfuncionario con dolor sobre la forma en que había sido retirada María Valencia, su esposa de la Secretaría de Hábitat. ”Lo mínimo, por decencia, era tener la valentía de poner la cara, hablar con la persona, agradecerle sus aportes y no permitir que sean informados de sus despidos por los medios masivos de comunicación”.
Al final, le escribió una frase que se convirtió en el titular de todos los medios del momento. “En la política, las formas son de fondo. No basta con tener los principios correctos ni la razón científica. Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota”. Este fue el texto completo:
14 de junio de 2012, Bogotá, D. C.
Querido Gustavo,
Hace más de diez años he tenido el honor de acompañarte en las buenas y en las malas y creo que no me equivoco al afirmar que he sido uno de tus más fieles y cercanos colaboradores y compañeros de lucha. Es precisamente por la confianza y la lealtad que te tengo, como fruto de esa larga e intensa relación, que me veo en la obligación de hacerte las siguientes consideraciones con toda franqueza y respeto.
Estoy totalmente desconcertado con tu decisión de desvincular a María Valencia de su cargo como Secretaria del Hábitat. Mucho antes de que a ti se te pasara por la mente la idea de ser alcalde, María llevaba años estudiando, conociendo y trabajando Bogotá, pero sobre todo soñando y construyendo una ciudad humana, ideal pero posible. Soy testigo de cómo María te enseñó el término revitalización y su diferencia con la renovación urbana tradicional; como te contó por primera vez quién era Le Corbusier y te ilustró sobre la historia urbanística de Bogotá antes y después de 1948; como te llevó de la mano para conocer las bodegas del barrio Santafé y te mostró con sus mapas de Google Earth qué era eso de la segregación socio-espacial y cuál debería ser la zona para el plan piloto de revitalización del centro ampliado.
Recuerdo las arduas discusiones durante el empalme en las que María Mercedes Maldonado defendía la expansión en Usme, mientras fue María quien se opuso con vehemencia y te convenció con sus argumentos contundentes de las virtudes de la redensificación. Desde el empalme trabajó intensamente, con entrega y transparencia. Poniendo de lado sus asuntos personales aceptó el cargo de Secretaria de Hábitat, a favor del interés general y se arriesgó a fondo (enfrentándose a los Tierreros, por ejemplo), logrando importantes avances como se reflejará en su informe de gestión y como lo saben las muchísimas personas que conocen del tema y tuvieron la oportunidad de trabajar con ella estos meses.
Su presentación ante el Concejo Municipal del Plan de Desarrollo en lo concerniente a Hábitat fue calificado cómo la más clara y la mejor por muchos concejales, no sólo progresistas sino de diversos partidos incluyendo al Presidente del Concejo. Te puedo asegurar, no sólo por sus cualidades profesionales sino fundamentalmente por su visión y compromiso con la construcción de una verdadera Bogotá Humana, que has perdido la mejor integrante de lo que sigue siendo un excelente equipo. Afortunadamente, su paso por la Secretaría del Hábitat no fue en vano ya que buena parte de sus sueños y su visión quedaron consignados como metas en el Plan de Desarrollo.
Pero mi desconcierto no es sólo por tu decisión, sino más que todo por la forma en la cual fue tomada. Tu sabes muy bien que María ni te pidió el cargo ni lo quería y que fuiste tu quién la convenció asumirlo, así como la convenciste lanzarse al Concejo con el argumento de que ella podría atraer las juventudes gaitanistas. Es cierto que su carácter fuerte contrasta con la obsecuencia que caracteriza a tanto funcionario ante el poder. También es obvio que como Alcalde tienes la potestad y toda la libertad para decidir quiénes deben hacer parte de tu equipo y determinar con quién te sientes cómodo o no para trabajar. Pero lo mínimo, por decencia, era tener la valentía de poner la cara, hablar con la persona, agradecerle sus aportes y no permitir que sean informados de sus despidos por los medios masivos de comunicación.
No se trata sólo de buenos modales ni de cuestiones de estilos. En la política, las formas son de fondo. No basta con tener los principios correctos ni la razón científica. Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota. La democracia no es sólo un ideal sino que implica prácticas de respeto y solidaridad, especialmente cuando se trata del uso del poder al servicio de la transformación social. La repetida impuntualidad no es nada distinto a un profundo irrespeto por los demás.
La política del amor no es sólo una bella frase, sino un profundo replanteamiento de la política. Eres de las personas más valientes, inteligentes y creativas que he conocido y me siento un privilegiado de haber aprendido y crecido tanto a tu lado. Gracias a tu valentía el país conoció las alianzas diabólicas de la parapolítica y Bogotá se alertó del carrusel de la contratación. Gracias a tu inteligencia y creatividad, convenciste en la campaña presidencial a Santos de la importancia de la tierra y las víctimas, fuiste el primer político en Colombia de hablar sobre el agua y los derechos de la madre tierra y hoy lideras a Bogotá Humana, una hoja de ruta que es vanguardia en América Latina y quizás en el mundo, encaminada a enfrentar los grandes retos de superar la segregación social, mitigar y adaptarse al cambio climático y fortalecer lo público.
Espero que seas capaz de utilizar tu inteligencia para reflexionar sobre las consecuencias del uso del poder y que acudas a tu valentía para reconocer errores y tomar los correctivos correspondientes, por el bien tuyo y del proyecto progresista. Todo lo anterior me ha llevado a tomar la decisión más difícil de mi vida, pero quizá la más reflexionada, de presentar de manera irrevocable mi renuncia a la Dirección Distrital de Relaciones Internacionales, no sin antes agradecerte la oportunidad que me diste durante estos meses de contribuir a la proyección internacional de Bogotá Humana, tarea que hoy cuenta con un equipo de mujeres y hombres altamente calificados para continuar tan loable y necesaria labor.
No voy a apostarle a que te vaya mal, como irresponsablemente hacen muchos. Al contrario, necesitamos que tengas mucho éxito, por el bien de Bogotá, pero aún más por Colombia, que se merece una esperanza luego de tantas frustraciones, por que tu y yo sabemos que el futuro del proyecto de transformación democrática que nuestro querido país requiere, depende en gran medida de lo que suceda en Bogotá en los próximos tres años y medio.
Un fuerte abrazo,
Daniel
La sacada de los ministros del gabinete
El presidente Gustavo Petro pateó el tablero el pasado lunes. En una sorpresiva declaración, el jefe de Estado sacó a tres de sus ministros, una movida que desató todo un debate político sobre las motivaciones de fondo de esta decisión.
Anunció la salida del ministro de Educación, Alejandro Gaviria, en medio de una profunda tensión que se desató en el Gobierno nacional por las críticas que lanzó sobre la reforma a la salud.
Igualmente, salieron del gabinete la ministra de Deporte, María Isabel Urrutia, así como la ministra de Cultura, Patricia Ariza.
Este remezón tempranero, en apenas siete meses de Gobierno, revive el temor que se había sembrado en algunos sectores frente a la inestabilidad que suele haber en las administraciones de Petro.
Este ‘fantasma’ se ha hecho más presente si se tiene en cuenta que no son los únicos altos funcionarios que han salido del Gobierno en apenas 200 días de estar en el cargo.
Una de las primeras en abandonar el barco del ‘Gobierno del cambio’ fue la exviceministra de Energía, Belizza Ruiz, quien salió de su cargo en medio de agudas diferencias con la administración Petro, en especial con la ministra de Minas, Irene Vélez
Inconsistencias y supuestas mentiras de Vélez, así como informes falsos, hostilidad y poner funcionarios “a dedo” en juntas directivas que no cumplen con los requisitos técnicos que exige la ley, fueron algunas de las razones que dio Ruiz para salir de su cargo.
Pocos días después, el turno fue para la viceministra de Empleo y Pensiones, Flor Esther Salazar, quien dejó su cargo después de apenas un mes de haberse posesionado, al parecer, porque no la estaban teniendo en cuenta en la construcción de la reforma pensional.
Hace apenas 20 días, la puerta de salida fue para la entonces directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Concepción Baracaldo, quien presentó su renuncia al cargo luego de cuestionamientos en torno a su gestión y experiencia frente al ICBF.
“He aceptado la renuncia de la directora del ICBF. Asumirá su cargo Astrid Cáceres, profesional en pedagogía y ciencias sociales con maestría en educación y desarrollo comunitario”, confirmó el presidente Gustavo Petro.
Aunque no depende directamente de la Presidencia, otra de las renuncias que se han dado durante el actual Gobierno fue la del presidente de Ecopetrol, Felipe Bayón, quien recibió el cargo desde 2017 y presentó su carta de renuncia el pasado 26 de enero. La decisión fue de mutuo acuerdo con la junta directiva y algunos sectores han indicado que habría existido presión del Gobierno para precipitar esta salida.
A esto se suman las barridas que ha hecho el Gobierno en la fuerza pública, el Sena, el Ministerio de Salud, entre otras entidades, donde han salido funcionarios de nivel medio y asistencial.
Se repite la historia
El libreto ya está escrito. Cuando Petro fue alcalde de Bogotá, solo en los dos primeros años en el Palacio Liévano, se produjo la salida de más de 20 altos funcionarios de la administración distrital. Esto llevó a múltiples analistas a expresar críticas, pues esta inestabilidad atentaba contra la gobernabilidad de la ciudad.
Recapitulando, y como si la historia se repitiera, a menos de seis meses de la posesión en la Alcaldía de Bogotá, a Petro le renunció el primer secretario de Gobierno, Antonio Navarro Wolf, y a los pocos meses le siguieron tres más: Guillermo Asprilla, Guillermo Jaramillo y Hugo Zárrate.
Posteriormente, cuando se produjo la destitución de Petro por parte de la Procuraduría, se dio la renuncia de todo el gabinete, que decidió salir a las calles a apoyarlo. Esto produjo que, luego de volver al cargo, el entonces alcalde tuviera que armar por completo su gabinete.
Se esperaba que esto trajera algo de estabilidad, pero nada más alejado de la realidad: al terminar su administración, Petro rompió récord: 43 cambios en su equipo de gobierno. ¿Se está empezando a repetir la historia?