SEMANA: ¿Gustavo Petro vive su propio calvario en esta Semana Santa?
INGRID BETANCOURT (I. B.): Sí, yo creo que él vive su propio calvario, que empieza en el momento en que decide privilegiar en su corazón el odio sobre el amor y la guerra sobre la paz. Hay un momento en el gobierno de Petro en el que él hace un viraje, tiene un diagnóstico del país que es exactamente opuesto al que él tenía durante la campaña, que era reconciliar a Colombia, acabar con la polarización y dedicarse a solucionar los problemas de los más pobres. Cuando él decide privilegiar el odio entra en una lógica de confrontación de clases, privilegia a todas las fuerzas oscuras que lo ayudaron a llegar al poder: el narcotráfico, la subversión, políticos que le son adeptos porque están haciendo lo que tanto criticaron en otros gobiernos pasados. Ese es el calvario, entrar en contradicción fundamental con lo que él sabe que hubiera podido ser. Había otra historia que se podía escribir con la campaña y el Gobierno Petro. Cuando él decide optar por el odio, el odio es destrucción y los resultados son muy visibles: la desaceleración económica y la imposibilidad de actuar en reformas que le aporten soluciones de vida con los colombianos. Es un calvario porque perdió la conexión con el país.
SEMANA: A propósito de Semana Santa, ¿cuál cree que son los principales pecados de Petro?
I.B.: La vanidad porque se necesita mucha humildad para poder servir a los demás, cuando se piensa que uno es el mesías, yo creo que Petro piensa que es una reencarnación de Simón Bolívar o algo así. Es decir, como que él tiene un mandato que le permite pensar que es el salvador de Colombia. Por qué digo de la vanidad. El pecado de Lucifer, por el cual él sale del cielo y cae, es por un problema de vanidad que es pensar que uno es igual a Dios, esto es lo que ha llevado a todas las guerras, los genocidios, la destrucción. Esa vanidad ha aislado a Petro, hace que él no tienda la mano, no quiera unir, le aburre tratar de entender a la otra parte, se encierra, vive en una torre de marfil. Eso va a llevarlo a su perdición. De ese pecado se desprenden los demás: la corrupción, la violencia, la insensibilidad frente al dolor ajeno, la mentira.
SEMANA: ¿Petro tiene judas en su gobierno?
I.B.: Yo creo que Petro es un judas, no es Jesús, él va a terminar ‘colgado’ cuando se dé cuenta de la oportunidad perdida, se va a cuestionar muy duramente; él es un hombre que llega con un caudal de popularidad importante al poder, no vamos a decir el mayor en la historia, pero sí con una Colombia que quiso darle una oportunidad de cambiar muchas cosas. Es decir, el judas es él.
SEMANA: ¿Qué penitencia le pondría a Gustavo Petro?
I.B.: Es curioso, pero yo mandaría a Gustavo Petro a unos retiros espirituales donde él no actuara como presidente sin que nadie pudiera saber que es Petro y tuviera que oír todo lo que se dice de él por fuera: lo bueno, lo malo y lo regular. Creo que oír las críticas puede ser una penitencia con los vanidosos, pero cuando se logra domar el ego, las críticas se vuelven una gran bendición porque son guías para actuar en la vida. A todos nos chocan las críticas. En ese retiro espiritual lo sentaría con el escritor William Ospina, el académico Rodrigo Uprimny, el padre Darío Echeverry y Diana Sofía Giraldo.
SEMANA: ¿Petro carga su propia cruz a cuestas?
I.B.: Sí, Petro tiene una cruz a cuestas, hay cruces que lo elevan y lo hunden a uno. La que él lleva a cuestas es la de sus malas decisiones y lo mal rodeado que está. Eso se da por la vanidad. Es decir, porque él no quiere estar con gente que lo pueda contradecir, opacar. Se ha rodeado de militantes a su causa.
SEMANA: ¿Considera que Petro cree en Dios?
I.B.: Petro instrumentaliza a Dios, yo creo que eso les sucede a muchos. Ninguno de nosotros puede pretender poner a Dios en beneficio de nuestros intereses y pretender que nos favorece por encima de los demás o que nos bendice, a pesar de todo el mal que podamos hacer. Por ejemplo: Pablo Escobar instrumentalizaba a Dios, hay muchos sicarios que instrumentalizan a la virgen, hay mucha gente que hace daño y que piensa que diciendo que creen en Dios están protegidos. Dios es Dios, no es un becerro de oro (...).