Agobiado por la verdad que cargaba a cuestas sobre la entrada de dineros de la multinacional de los sobornos Odebrecht a su campaña presidencial del 2014, Óscar Iván Zuluaga buscó ayuda espiritual. En los últimos años, el excandidato tocó permanentemente las puertas del padre Arturo Uría Eguíluz, un sacerdote de 73 años nacido en Arequipa (Perú), quien oficia en una casa ubicada a pocas cuadras de la Zona Rosa de Bogotá.
El religioso, Óscar Iván Zuluaga, su hijo y Daniel García Arizabaleta eran la únicas personas que sabían la verdad de uno de los peores escándalos de corrupción de la historia reciente del país. Lo sorprendente, según los audios entre Zuluaga y García Arizabaleta, es que el padre Uría Eguiluz le aconsejó a Zuluaga guardar silencio. En sus propias palabras, citadas por el excandidato, “protegerse a sí mismo” y “no inmolarse”.
“Le dije: ‘Padre, yo lo sabía, esto ocurrió así, quiero que me diga qué debo hacer, desde la luz, soy un hombre de fe, católico’. Me dijo algo muy sabio y por eso quería que usted (García Arizabaleta) hablara con él. Me dijo: ‘Uno tiene que protegerse a sí mismo ante la maldad de los demás; a usted nada lo obliga a no protegerse, usted y su familia’”, le cuenta Zuluaga a García Arizabaleta.
El padre Uría Eguíluz es el mayor de cinco hermanos y fue el encargado de liderar la llegada de la comunidad Emaús a Bogotá. A través de diferentes fuentes, SEMANA conoció que Uría Eguíluz estudió primaria y secundaria en el colegio privado San José de los Jesuitas en Arequipa. Posteriormente, estudió Ciencias de la Educación en la Universidad Católica de Santa María, luego Filosofía y después se graduó de Teología en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Uría Eguíluz también se ordenó como sacerdote.
Una vez ordenado, Uría Eguíluz vivió con los jesuitas, en Perú, en la casa de retiro. Tras la llegada de la teología de la liberación a ese país, de la mano del sacerdote católico peruano Gustavo Gutiérrez Merino, Uría Eguíluz decidió irse a vivir a Ecuador, entre 1983 y 1990, pues no estaba de acuerdo. Allí fue director espiritual en colegios y terminó como capellán en el Hospital Luis Vernaza. Luego, el padre se radicó en Estados Unidos.
Retiros de Emaús
Uría vivió en Miami y, en un viaje a Medjugorje, en Bosnia y Herzegovina, conoció a los esposos Angelo y Susana Servalli, quienes le comentaron que en Estados Unidos participaban de un retiro que se llamaba Emaús, que nació en Miami en la parroquia de San Luis, en 1978, de la mano de Mirna Gallagher, directora de educación religiosa de la arquidiócesis.
Tiempo después, a principio del 2000, Uría se radicó en Bogotá y les pidió a Angelo y a Susana traer los retiros de Emaús a la capital colombiana. De esta manera, la comunidad de Emaús inició en la ciudad en la calle 86 con 16 y, en el 2005, como lo registra la Arquidiócesis de Bogotá, empezaron los retiros de Emaús con hombres y, un año después, con mujeres. Con el pasar de los años, los retiros de Emaús se fueron expandiendo a las diferentes parroquias.
El retiro de Emaús, que se realiza de viernes a domingo, busca que quienes participen aporten sus testimonios para acercar a las personas a Dios. Es un retiro orientado a laicos, dado por otros laicos, y el sacerdote únicamente aparece al final para dar una charla sobre los sacramentos y escuchar a las personas bajo el sacramento de confesión.
Fuentes cercanas a Zuluaga le confirmaron a SEMANA que él y su esposa, Martha Ligia Martínez, son fieles asistentes a la comunidad religiosa que dirige el padre Uría e incluso revelaron que el exministro de Hacienda acostumbraba a visitarlo en la campaña presidencial. Zuluaga siempre buscaba al padre Arturo, como él lo llama, para que lo guiara y le diera consejos en su carrera por la Casa de Nariño. “Óscar Iván es muy devoto, muy creyente”, dijo una fuente.
En uno de los momentos más álgidos de la contienda, cuando salió a la luz el capítulo del hacker Sepúlveda, Zuluaga se refugió en las oraciones y en la iglesia del padre Uría. También recurrió a él cuando empezaron a relacionar a su hijo David, quien fue el gerente de su campaña, con Odebrecht. “A Óscar Iván le dolió mucho lo que pasó con su hijo, y el decir de él era que no podía exponer a su hijo a esa situación”, dijo una fuente.
En los audios, Zuluaga le cuenta a García Arizabaleta cómo conoció al religioso. “El padre Arturo es un sacerdote muy especial. Cuando arranca todo esto, fui a donde él. Lo conocimos porque fue el que trajo a Emaús, él formó a las primeras personas de Emaús, a mi señora (…) Su casa es su iglesia, entonces es un sitio de oración y diálogo especial”.
Según Zuluaga, los consejos del padre fueron determinantes para su decisión de callar la verdad todos estos años. El excandidato le contó detalles a García Arizabaleta acerca de su encuentro con el padre Arturo: “Fue una charla de una hora que me cambió mucho la perspectiva. Él me dijo: ‘Usted está rodeado de cuánta maldad’ (…) La semana pasada, cuando sale todo este problema otra vez, que la Fiscalía, que las pruebas, volví y hablé con él. Le dije: ‘Padre, ¿qué debo hacer? Y volvía y me insistía: ‘No, usted tiene que protegerse’”.
Zuluaga le confesó todo al padre Arturo. “Le dije: ‘Padre, aquí hay un secreto que hemos tenido con una persona, pues con Daniel y con mi hijo es como un secreto de sangre que hemos compartido nosotros’. Y él me dijo: ‘No, no, no’. Por eso quería que fuéramos a hablar con él”, le dice Zuluaga a García Arizabaleta, quien se muestra entusiasmado también de asistir a una cita con el sacerdote: “Yo quiero ir a hablar con él”. Zuluaga le dice: “Es aleccionador (…) Es un padre muy especial”.
El excandidato le insiste a García Arizabaleta en la importancia de hablar con el padre Arturo. “Creo que le ayudaría mucho, sobre todo para dilucidar, por ejemplo, estas cosas que son conflictos de vida. Yo le dije: ‘Padre, estoy que me reviento, yo sabía de eso, qué voy a decir’. Y él me ayuda afianzando, me lo explicó desde el punto de vista de la moral, de la iglesia, y el mensaje fue: ‘Tiene todo el derecho de protegerse de tanta maldad, nadie le está diciendo que usted tiene que inmolarse’. Entonces aquí hay que defenderse con toda la ferocidad”, le señala Zuluaga a García Arizabaleta.
La iglesia
Miembros de la comunidad religiosa le confirmaron a SEMANA que la iglesia del movimiento que lidera el padre Uría está ubicada al norte de Bogotá. Se trataría de una casa de dos pisos. En el primer nivel, según contaron quienes han visitado la iglesia, hay una sala para conversar y recibir a los invitados o incluso para adelantar el sacramento de la confesión; también hay un espacio grande que sirve como capilla o iglesia y una sala comedor extensa. En el segundo piso, hay una especie de sala de entretenimiento, un cuarto principal, dos alcobas para huéspedes y una biblioteca o estudio.
“Es una lujosa y extensa vivienda en donde se siente una paz y tranquilidad y en la que abundan las imágenes religiosas de Jesucristo, la Virgen María, los arcángeles y hasta del santo Juan Pablo Segundo, a quien el padre Arturo le tiene mucha fe y le ora con bastante frecuencia”, le dijo una fuente a SEMANA. Creyentes y fieles de la comunidad explicaron que en esta casa el padre vive solo, pero de lunes a viernes, durante el día, está acompañado de una señora que lo ayuda con los oficios varios. Indicaron además que en sus tiempos libres Uría acostumbra a leer, ver conferencias de teólogos y ver películas. Todos los días da misas presenciales y virtuales.
La casa, según conoció esta revista con fieles de la comunidad, pertenece a una empresa, pero el padre Uría puede hacer uso de manera indefinida del inmueble. Allí, en ese sitio, Zuluaga depositó toda su verdad, la misma que hoy todo el país conoce.
SEMANA contactó al padre Uría para conocer por qué le aconsejó a Zuluaga que se protegiera “a sí mismo” y no se inmolara, a lo que simplemente contestó: “Eso es algo privado entre él y yo y no puedo manifestarles nada”.