En el Congreso se han presentado hechos aislados de corrupción rechazados por el país y en algunos casos castigados por la justicia, pero en las memorias del Legislativo no hay registro de señalamientos sobre los presidentes de Senado y Cámara al mismo tiempo.
SEMANA reveló el explosivo testimonio de Sneyder Pinilla, exsubdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), en el que salpicó a Iván Name, presidente del Senado, y a Andrés Calle, presidente de la Cámara, por haber recibido, presuntamente, millonarias sumas de dinero para favorecer las reformas del Gobierno.
En total serían 4.000 millones de pesos los que tienen a Name y a Calle en la picota y siendo el centro de atención de las conversaciones en los pasillos del Congreso. El presidente del Senado, según el testigo, habría recibido 3.000 millones y el de la Cámara, 1.000. Todo se manejó en efectivo y en grandes tulas que fueron, supuestamente, entregadas a los congresistas.
Durante toda la semana que termina, hubo una gran tensión en el Congreso por este escándalo de corrupción que salpicó, además, a funcionarios del Gobierno Petro. Las plenarias del Senado y la Cámara del martes 7 de mayo resultaron ser una prueba de fuego para los presidentes Name y Calle, respectivamente, quienes llegaron a los atriles de las dos corporaciones como si nada hubiera pasado.
A pesar de la gravedad de las acusaciones en su contra, los presidentes aparecieron como de costumbre con una sonrisa en el rostro y saludando a todos sus compañeros. Eso sí, con la certeza de que eran tema de conversación en los pasillos del Congreso.
En voz baja, los congresistas de la oposición dijeron que el Congreso debía frenar el trámite de las reformas de Petro ante el manto de dudas que había por las explosivas declaraciones de Pinilla en SEMANA. Los integrantes del Pacto Histórico quisieron restarle importancia al asunto y dijeron que nada podía frenar el ritmo del Legislativo.
La sesión de la Cámara la inició el vicepresidente Juan Espinal, porque Calle se quedó hablando con sus asesores. Aunque es costumbre que el presidente abra la sesión, en este caso tuvo que hacerlo Espinal, pues ya estaba compuesto el quorum.
Si bien a las afueras del Salón Elíptico la mayoría de los representantes afirmaban que las pruebas contra Calle eran contundentes y que había unos chats que revelarían la presunta recepción de dinero, dentro del recinto no dijeron nada. No obstante, la tensión siempre fue evidente.
De hecho, la representante Jennifer Pedraza le pidió a Calle que se apartara de su cargo y dejara a los vicepresidentes continuar con las labores de la mesa directiva por los señalamientos en su contra. “No hay duda. Andrés Calle debe retirarse de su cargo como presidente de la Cámara de Representantes. ¡Esto es indignante! ¿Qué garantía tiene el país de un trámite transparente de las reformas si el presidente de la corporación es investigado por posible cohecho?”, dijo la congresista.
Aunque muchos compartieron la postura de Pedraza, nadie más quiso decirlo públicamente. Sin embargo, el representante Hugo Lozano, del Centro Democrático, lanzó una dura pulla contra Calle. “Tiene mil supuestas razones para apoyar la agenda del Gobierno”, dijo en tono sarcástico. Catherine Juvinao fue más contundente con Calle y Name: “Por las denuncias en su contra, exigimos su renuncia a las presidencias de Senado y de Cámara”.
En el Senado el panorama no fue muy diferente. La plenaria empezó una hora más tarde de lo previsto y en el preámbulo varios congresistas fueron entrevistados. Aunque todos fueron prudentes, seguramente por respeto a su colega, sí pidieron que la justicia actúe y se determine la veracidad de las acusaciones contra Name y Calle. Contrario a lo que pasó en la Cámara, Iván Name abrió la sesión y pidió la palabra para defenderse.
En un extenso discurso negó cualquier tipo de responsabilidad en el escándalo de corrupción. Subió al atril principal y desde allí acusó a Pinilla y a su defensa de corruptos. Dijo que no recibió dinero alguno y que acudiría a la Corte Suprema de Justicia para defenderse. Antes de que Name hablara en la plenaria, se rumoró que renunciaría a la presidencia del Congreso, pero finalmente eso no ocurrió.
Como ya es costumbre en Name, terminó su discurso y a los pocos minutos abandonó el recinto, y la plenaria quedó en manos de los vicepresidentes. Desde hace varios meses Name hace el mismo ejercicio: llega, se registra, abre la sesión y se retira.
Varios senadores dijeron que vieron a Name muy tranquilo y que, al parecer, los señalamientos en su contra no lo afectaron. Curiosamente, los integrantes del Pacto Histórico no dijeron absolutamente nada sobre este escándalo de corrupción, lo cual es notable, pues esa agrupación política siempre ha dicho que su bandera es la lucha contra ese delito; además, esta fue una de sus promesas de campaña.
Las autoridades verificarán las denuncias de Pinilla, pero ha llamado la atención que Name se ha retirado de las discusiones importantes y deja el manejo de la plenaria en manos de los vicepresidentes. Para algunos, esa postura puede ser conveniente para el Gobierno Petro, que, en medio de todo el escándalo, ha salido a defenderlo.
El primero en hacerlo fue el propio presidente Petro en sus redes sociales: “Quien diga que al senador Name le dieron dinero para aprobar las reformas del Gobierno simplemente está mintiendo. El senador Name es miembro de la oposición y no ha escatimado un segundo en ejercerla. Que la justicia haga su labor”.
Lo mismo hizo el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco: “Es contraevidente que el presidente del Congreso, Iván Name, haya recibido miles de millones de pesos a cambio de impulsar los proyectos, teniendo en cuenta que siempre actuó en oposición a estas propuestas del Gobierno”.
Esas declaraciones han sido interpretadas como una real defensa a Carlos Ramón González, quien, según la matriz de colaboración de Olmedo López, fue el que dio la orden de comprar congresistas para aprobar las reformas.
En el caso de Calle, el panorama ha sido diferente. Aunque integra el Partido Liberal, su corazón siempre ha estado con el petrismo, le hizo campaña a Petro en Córdoba y su hermano Gabriel fue candidato a la Gobernación de Córdoba con el respaldo de fuerzas del Pacto Histórico. A pesar de esa cercanía pública con la Casa de Nariño, nadie ha dicho nada sobre él.
El liberalismo ya le abrió una “investigación ética disciplinaria” y podría ser suspendido, lo que le quitaría su derecho de voz y voto en la Cámara. Por ahora, Name y Calle deberán dar explicaciones en la Corte Suprema de Justicia, donde se abrió una indagación previa por la gravedad del escándalo. La indagación comenzó con la hipótesis de los delitos de cohecho propio y un posible enriquecimiento ilícito
Pese a la gravedad de las acusaciones, que, en todo caso, deberán ser soportadas por los denunciantes, Name y Calle se quedarán en sus dignidades sin importar el daño que le puedan hacer al Congreso, una de las instituciones con la imagen negativa más alta en el país.
El asunto de fondo es que no hay alguna norma que los obligue a dejar el cargo. Name y Calle saben que con la presunción de inocencia pueden permanecer en las mesas directivas de las corporaciones, pero voces en el Legislativo dicen que se trata de un tema moral e institucional, por lo que deberían dar un paso al costado para dejar que las investigaciones avancen y no tengan la calidad de presidentes.
En todo caso, al ser señalados siempre estará la suspicacia sobre si su presencia puede afectar el trámite de las reformas de Petro y otras iniciativas, ya que las acusaciones son justamente por el presunto beneficio al Gobierno actual. Aunque sus colegas no insistirán más en su retiro por lo que se llama en el Congreso la cortesía parlamentaria, Name y Calle deberían dar un paso al costado y evitar más señalamientos sobre sus actuaciones.
Sus periodos terminarán el 20 de julio, fecha en la que comenzará la tercera legislatura, cuando la Alianza Verde asuma las riendas de la Cámara, y el Partido Conservador, las del Senado. Pero faltando más de dos meses esos acuerdos pueden cambiar. No le hace bien al país que se quieran atornillar a las dignidades y solo logran que el manto de duda aumente con cada sesión plenaria que se adelante. ¿Hasta cuándo aguantarán en las presidencias del Senado y la Cámara tras el escándalo de la UNGRD?