Desde el 20 de julio, fecha en la que tomó posesión de la Cámara de Representantes, cada semana se presenta una polémica con Jaime Raúl Salamanca de la Alianza Verde. Sus colegas están cansados de la falta de garantías, de los malos tratos y de la férrea defensa que hace de las reformas del Gobierno Petro.
Cuando fue elegido todos los sectores políticos creyeron que el joven boyacense daría garantías a todos los sectores políticas para las discusiones naturales que se presentan en la corporación. Sin embargo, esto no ha ocurrido y todos los partidos tienen una queja sobre él.
No obstante, no es el primer presidente polémico de la Cámara porque en la primera legislatura estuvo el controvertido David Racero, señalado de supuestamente hacer cobros irregulares a los trabajadores de su unidad de trabajo legislativa, y para el periodo 2023-2024 estuvo Andrés Calle quien resultó salpicado en el escándalo de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo.
Tal vez lo que está pasando con Salamanca es la muestra de lo que pasó en la Cámara de Representantes donde hubo una renovación cercana del 70 por ciento y llegó mucha gente joven y sin experiencia legislativa, como Susana Boreal del Pacto Histórico, una congresista que no conoce el reglamento del Congreso ni cuántos departamentos tiene Colombia. Casos como el de ella hay por decenas, pero mantienen el bajo perfil y así se mantienen con el paso del tiempo.
En todo caso lo que está pasando con Salamanca podría resultar siendo grave ya que no existe antecedente alguno sobre la falta de manejo de la plenaria por parte del presidente de una corporación y lo cierto es que a él sus colegas ya le perdieron el respeto.
El congresista de la Alianza Verde tiene un polémico estilo para manejar la plenaria. Por ejemplo, llega en camiseta, jeans, tenis y no oculta su desconocimiento de la Ley 5 de 1992 para dar trámite a las discusiones ni para escuchar a sus compañeros.
Algunos representantes, en voz baja, dicen que a Salamanca se le subieron los humos a la cabeza y que desde que llegó a la presidencia de la Cámara cree que todo lo soluciona a gritos o quitándoles la palabra en medio de las discusiones. Otros, como la representante Carolina Arbeláez, denunció violencia política en contra de ella y otras representantes, de parte del presidente de la corporación, Jaime Raúl Salamanca.
“No nos dan la palabra, nos cortan el micrófono y se ignora nuestra representación. 450.000 empleos están en riesgo, la violencia política del presidente de la Cámara de Representantes es inaceptable. ¿Eso era lo que decían del “cambio es con las mujeres o no es”?”, cuestionó Arbeláez en sus redes sociales.
Lo más grave del señalamiento de Arbeláez es que, al parecer, el problema de Salamanca es, sobre todo, contra las mujeres. “Aquí lo que le estamos diciendo al señor presidente (de la Cámara) es que respete la voz de las mujeres en el Congreso de la República, porque hemos venido haciendo un trabajo muy juicioso para argumentar y decir por qué es tan inconveniente esta reforma que va a destruir los empleos de los colombianos en las pequeñas y medianas empresas”.
La actitud de Salamanca ha generado que los propios congresistas tengan discusiones entre ellos por el uso de la palabra. Incluso, han terminado en peleas por reclamar sus derechos.
El 1 de octubre, durante el debate de la reforma laboral, Jhon Jairo Berrío, representante del Centro Democrático, pidió la palabra, pero Jaime Raúl Salamanca, presidente de la Cámara, cortó su intervención.
Por esa razón, el congresista del uribismo le hizo un fuerte reclamo. “Esta curul usted no me la regaló, señor. Yo tengo derecho a hablar y usted tiene que darme el uso de la palabra si lo estoy pidiendo, presidente. ¿Cuántas veces vamos a hablar cada uno? Entonces ponga las reglas del juego. Yo tengo que hablar, presidente”, manifestó Berrío.
El caso más reciente para demostrar la polémica actitud de Salamanca, se presentó en la plenaria del 22 de octubre donde Salamanca chocó con el representante Oscar Villamizar del Centro Democrático, una vez más, por cortarle el uso de la palabra. “Se va a hacer sancionar, representante”, dijo Salamanca, ante los reclamos de Villamizar. “Dígale a la Policía que me saque, dígale a la Policía que me saque”, respondió el congresista del Centro Democrático.
Salamanca amenazó con llamar a la Policía y en una intervención posterior confirmó que se sintió amenazado y que por eso llamó a los uniformados. Algo que jamás había sucedido en una plenaria, sobre todo, porque la Policía hace presencia para garantizar la seguridad de todos los congresistas y el funcionamiento de la plenaria, pero no para proteger a Salamanca exclusivamente.
“El presidente de la Cámara, del Partido Verde, y el congresista del gobernador de Boyacá, irrespetan la democracia. Es vergonzoso la manera como trata a nuestro compañero Óscar Villamizar. Tiene delirio de Diosdado Cabello, cree que las normas no hay que cumplirlas”, dijo Paloma Valencia.
Además de todas las polémicas que se presentan cada semana, Salamanca hace un mes salió a defender una polémica y millonaria propuesta para construir un edificio en el Congreso.
“Tener espacios dignos de trabajo para los trabajadores del Congreso no es un lujo. Ver jóvenes y funcionarios de planta en hacinamiento, trabajando en los pasillos o en sus casas es algo inhumano. Apoyo la idea de un edificio de oficinas para los trabajadores del Congreso”, escribió Salamanca en sus redes sociales. Para él, la nueva edificación es una necesidad.
Aunque el costo de la obra supera los 120 mil millones de pesos, a Salamanca le parece que es buena idea adelantarla a pesar de los problemas económicos que tiene el país.
A pesar de todas las polémicas y cuestionamientos contra Salamanca, él tiene defensores en el Gobierno Petro y los ministros siempre salen a respaldarlo. Por ejemplo, Juan Fernando Cristo, es uno de los que más lo defiende. “Todos los congresistas han contado con plenas garantías para deliberar. “Y varias de las muy valiosas representantes a la Cámara como usted son las principales protagonistas. Ojalá las discusiones continúen con más propuestas y menos recusaciones injustificadas e improcedentes”, dijo.
Salamanca estará en la dignidad hasta el 20 de julio de 2025, pero lo que es incierto es el futuro de las relaciones con sus colegas ya que están rotas y cada día la situación empeora.