SEMANA conoció nuevas denuncias del mal ambiente laboral que se estaría viviendo en RTVC y que se ha registrado desde la llegada de Hollman Morris a la gerencia del medio público. Luis Francisco García Martínez, asesor de Control Interno del medio público, decidió renunciar el pasado 28 de agosto con una carta dirigida al presidente Gustavo Petro en la que reclama obstáculos en contra de sus funciones y presuntas intromisiones en sus labores desde otras áreas.
García dice que exalta el Gobierno Petro y sus ideas, y agradece el apoyo que le brindaron para ese cargo, pero que su permanencia se ha vuelto insostenible por estos hechos. “Me encuentro en la desafortunada y obligada necesidad de justificar mi decisión, la cual no puede ser atribuida a su señoría, sino a otras personas que han asumido la dirección de la entidad, quienes han adoptado decisiones contrarias a las políticas y principios que su administración busca promover”, aseguró.
El exfuncionario menciona varias problemáticas que ha evidenciado, especialmente en la oficina de dirige, ya que allí se manejan varias quejas internas o solicitudes de los entes de control. “En los últimos meses, la Oficina de Control Interno se ha visto afectada por una burocratización inadecuada, causada por personas ajenas a la oficina, aunque pertenecientes a RTVC, que no respetan los límites y funciones establecidos para la entidad”, dijo.
García agregó que estas personas habrían interferido de manera inapropiada en la “autonomía” y relaciones con otras oficinas, cuestionando su actuar y solicitando información relacionada a informes a los entes de control, lo que le habría ocasionado retrasos en la entrega de esos detalles que fueron solicitados. El exfuncionario dice que en los 9 años de labores que llevaba allí, esto no había sucedido.
Uno de los ejemplos que pone como precedente es que en la aprobación de un acta de comité institucional de coordinación de control interno, realizada el pasado 6 de junio de 2024, había una solicitud de la Contraloría sobre la cual él había colocado el borrador del acta; sin embargo, la falta de ejecución de otros funcionarios retrasó esas solicitudes.
Otro ejemplo es que la Contraloría radicó ante RTVC un informe de auditoría. El exfuncionario dice que para que la Oficina de Control Interno pudiera cumplir con su función era esencial ese informe y que necesitaba el tiempo suficiente para revisar lo que allí se solicitaba, pero que por razones ajenas a su oficina se enteró tardíamente de la radicación de ese informe y que no fue sino hasta varios días después que se lo entregaron, y cuando se iba a suscribir ya estaba por fuera de los plazos de ley.
“No contento con eso, puse a disposición a mi equipo de trabajo y a una persona idónea en el tema, la cual contaba con un papel de trabajo que facilitaba el trabajo para las áreas involucradas, con el objetivo de trabajar de manera coordinada y evitar problemas en las plataformas por errores en su diligenciamiento. Lamentablemente, mi correo fue ignorado, al igual que la disposición de la Oficina de Control Interno para brindar el apoyo necesario en la suscripción y elaboración del plan”, aseguró.
En otro de los casos, el exfuncionario habla de una supuesta obstrucción por parte de la jefe de la Oficina Asesora Jurídica porque le habría cuestionado –según él– “sin fundamento” las labores de su dependencia y se habría “negado” a compartirle información diciéndole que eso no hacía parte de sus funciones. Además, le habría solicitado otros requisitos, lo que generó más retrasos “injustificados” y “obstaculizó” el cumplimiento de los plazos establecidos.
“Su interferencia, motivada por un desconocimiento del funcionamiento adecuado de la entidad, afectó significativamente el desempeño de nuestras funciones”, reclamó. Agregó que en otra ocasión esa misma funcionaria le pidió entregar los accesos de una plataforma interna que ha gestionado durante los últimos 8 años.
El exfuncionario dice que empezó a evidenciar un “ambiente hostil” en su contra y que escuchaba expresiones como “no podemos hablarte porque es peligroso” y que eso se había vuelto su día a día. “Esta situación ha generado animadversión por parte de mis compañeros y colegas de trabajo, quienes parecen más interesados en sus propios fines que en los intereses de la entidad. Además, ya sea por negligencia, descuido o falta de respeto hacia los requerimientos de los Órganos de Control, se ha obstaculizado la presentación de informes asignados a mi oficina, dificultando su entrega a las entidades correspondientes”, aseguró.
Dice que el trato de sus compañeros dejó de ser “cordial, armonioso, pacífico y colaborativo” para pasar a ser “conflictivo, cizañoso, un ambiente de intrigas, traiciones y falta de colaboración”. Y que incluso, eso llevó a que le negaran vacaciones.
El exfuncionario asegura que en un momento le solicitaron la renuncia y que ante la negativa su equipo fue prácticamente “desmantelado”.
“Estoy agotado de esta situación. Agotado de solicitar, sin éxito, el equipo necesario para cumplir con mis funciones. Agotado de las intrigas que entorpecen el ambiente laboral. Agotado de tener que rogar por la información que necesito para desempeñar mi trabajo. Agotado de recibir información fuera de los tiempos adecuados, debido a la falta de colaboración de algunos compañeros de trabajo. Agotado de ver cómo se ignora y minimiza el papel de la Oficina de Control Interno en la entidad, y de cómo funcionarios que no son los competentes me han despojado de mis funciones”, afirmó.
Las quejas no solo vienen de la parte administrativa de RTVC. SEMANA conoció el caso de algunos periodistas que están inconformes con lo que está sucediendo en el canal público y el trabajo que han tenido que desempeñar. Dicen que desde la nueva administración de Morris les han bloqueado contenidos o fuentes que antes consultaban con regularidad y que hay una clara línea editorial cercana a las ideologías del petrismo que se debe cumplir.
Asimismo, esta revista conoció que en las últimas horas a varios trabajadores les pidieron firmar una carta en apoyo al gerente Holman Morris. Aunque varios no estaban de acuerdo, tuvieron que hacerlo por temor a ser sacados de su trabajo o porque los cogieran entre ojos.