SEMANA: ¿Qué opinión le merece el vuelco que el presidente Gustavo Petro les ha dado a las relaciones con Venezuela y el reconocimiento a Nicolás Maduro?

JUAN GUAIDÓ: Todo lo que pasa en Colombia repercute en Venezuela. Lo importante es lograr una solución a la crisis en nuestro país: hay 6,81 millones de refugiados inmigrantes, la cifra más grande del mundo, similar a la de Ucrania y Siria. No se trata de un reconocimiento a Juan Guaidó, a la figura del presidente encargado, sino de la crisis migratoria, de la búsqueda de una solución al conflicto a través de una elección presidencial libre y justa, de respetar los derechos humanos, de proteger a esos refugiados migrantes, de los colombianos en Venezuela que también están sujetos a persecución por la dictadura de Nicolás Maduro. Es una decisión del Ejecutivo de Colombia, del presidente Petro, de la relación que toma con el dictador Maduro o la aproximación que tome para buscar soluciones y apoyar la causa democrática en Venezuela (...) Hay algo importante: no hay paz en Colombia sin democracia en Venezuela, como lo ha dicho Petro. No solamente tiene que ver con refugiados inmigrantes, también con la protección del ELN, las disidencias de las Farc en Venezuela, allá tienen un territorio seguro.

SEMANA: ¿Usted pensó que Petro o su embajador, Armando Benedetti, lo iban a llamar?

J.G.: Estamos dispuestos a hablar con todos los gobiernos democráticos de la región para abonar una solución del conflicto en Venezuela. Esa es una decisión del presidente Petro, electo por los colombianos, bajo elecciones justas y libres, que es por lo que estamos luchando los venezolanos. Si se hace eco de lo que fueron sus años de campaña y su defensa de los derechos humanos, las denuncias de los grupos terroristas y la lucha en contra de la corrupción, el acercamiento a un dictador es diametralmente opuesto. Estamos dispuestos a hablar con todos y el presidente Petro.

SEMANA: ¿Cómo queda Guaidó ante Colombia? Hay una realidad y es que el Gobierno Petro lo desconoció.

J.G.: No es un desconocimiento a Guaidó, eso sería reducir un conflicto, incluso banalizarlo. Nos interesa que se reconozca la lucha de millones de venezolanos por lograr la democracia, que se protejan los derechos humanos de millones de ciudadanos que hoy están siendo vulnerados. No se trata de Guaidó, sino de millones de refugiados inmigrantes que luchan por la democracia y elegir libremente, como fue elegido Petro. Este no es un conflicto entre Guaidó y Petro. Se trata de la defensa de los derechos fundamentales. Aquí la decisión es de Petro: está del lado de la democracia o de una dictadura.

SEMANA: ¿Qué opinión tiene del embajador Benedetti? Ya se reunió con todos los líderes del régimen...

J.G.: Es el enviado del presidente Petro, de los colombianos, el embajador designado por Petro ante 30 millones de venezolanos que representan los intereses binacionales. La voz de Benedetti en Venezuela es la voz de Petro. Lo importante sería que se hablara de la defensa de los derechos humanos, de los 6,81 millones de migrantes, de cómo se garantizará y salvaguardará la soberanía binacional, también del conflicto de las disidencias de las Farc y el ELN. No hay paz total en Colombia sin democracia en Venezuela, cuando hay territorio seguro para grupos terroristas e irregulares. Eso entorpece cualquier relación. Y también la comercial. La relación binacional comercial era de 6.000 millones de dólares hace casi diez años, hoy no llega ni a 6 millones. Eso no va a recuperarse con un estrechón de manos o sonrisas al lado de violadores de derechos humanos y solicitados por la justicia internacional.

SEMANA: Benedetti le dijo a SEMANA que usted no era nadie para él, para Colombia, ni en el mundo. ¿Qué piensa?

J.G.: Habría que preguntarle si 6,81 millones de refugiados inmigrantes, que también representamos, significan algo para la defensa de los derechos humanos. De nuevo, este no es un tema de Guaidó, no es un tema de política de micrófonos, es el respeto por la soberanía de las naciones. Caer en una guerra de micrófono con el enviado de Petro en Venezuela es absolutamente infructuoso. Lo que sí tiene sentido es que Petro acompañe lo que él ha prometido: la defensa de los derechos humanos. Entonces, decir que no existe en nuestra Constitución el Artículo 233, por el cual soy el presidente encargado, sería decir que no existen millones de refugiados inmigrantes y una crisis humanitaria compleja en Venezuela.

SEMANA: ¿Con quién será su contacto en Colombia? Al menos no será con el Gobierno Petro...

J.G.: Con todos los que nos reciban, los que atiendan el clamor de los venezolanos, los medios de comunicación, con la prensa libre que sí sabe lo que está pasando en Venezuela, con los colombianos que desprecian la dictadura de Nicolás Maduro.

SEMANA: ¿Qué margen de maniobra tiene? ¿No se siente solo? La izquierda está con Maduro.

J.G.: Aproximar lo que pasa en Venezuela desde la ideología, incluso desde la economía, es un trágico error. Lo que pasa en Venezuela no es un problema de izquierda o derecha o de mejorar la economía. La economía se mejora con seguridad jurídica, con Estado de derecho, con confianza, con recuperar la industria petrolera. ¿O es que los derechos humanos responden a ideología? Más que solo, me siento abrazado por la comunidad internacional que defiende aún la democracia, por los venezolanos que no se rinden.

SEMANA: ¿Fue un error del Gobierno de Joe Biden enviar una comisión a Caracas para hablar de petróleo? ¿No siente que lo traicionaron?

J.G.: Sin duda, pudo tener una mejor aproximación esa visita. Ahora, la política de Estados Unidos ha sido muy firme y clara. Ejemplo: en el levantamiento progresivo de sanciones. La sanción es una herramienta para hacer responsables a este tipo de dictadores, como ocurre con Vladímir Putin en Rusia, en Nicaragua con Daniel Ortega y Venezuela. Así que si a la dictadura de Maduro le interesa ese levantamiento de sanciones o licencias, tiene que haber avances.

SEMANA: ¿Pero siente que lo traicionaron?

J.G.: De ninguna manera. Seguimos con una relación fluida y articulando alternativas de solución al conflicto en Venezuela.

SEMANA: Muchos sienten que su proyecto político fracasó. Maduro está más fuerte en el poder

.J.G.: Somos mayorías los que queremos un cambio en Venezuela, hemos resistido muchos años en esta etapa. No se trata de Juan Guaidó, sino de la resistencia de años de lucha de una sociedad que no se va a rendir. Por eso, aproximarse a un dictador es relativizar la lucha y esa causa democrática, por lo cual vamos a insistir.

SEMANA: ¿Maduro sigue escondiendo a las Farc y al ELN en Venezuela?

J.G.: No solamente escondiendo, sino protegiendo y financiando. Es muy claro cómo han cedido territorio. Maduro no solo protege, financia a las disidencias de las Farc directa e indirectamente entregándoles territorio.

SEMANA: Benedetti dejó claro que no hablará de las Farc ni del ELN con Maduro, al menos por ahora

.J.G.: Obviar los problemas no los desaparece, los agrava. ¡Dios nos ampare! Es como el que niega que tiene cáncer, eso no desaparecerá la enfermedad. Hay que atenderla. Hay que tomar las medidas propias. El diagnóstico es muy claro: Maduro es un dictador.

SEMANA: Hablemos de Monómeros, ¿qué pasará con la empresa?

J.G.: Monómeros es una industria de fertilizantes colombo-venezolana, donde Venezuela tiene mayorías. Está protegida por licencias de Estados Unidos para operar luego de las sanciones a Maduro por violación a los derechos humanos. Tenemos tres prioridades: que se mantenga al servicio de los venezolanos y colombianos, sobre todo en un momento difícil, donde la crisis en Ucrania ha disparado los precios de los alimentos, donde los fertilizantes son un requerimiento fundamental en este momento; lo segundo, que siga siendo de los venezolanos al servicio de los colombianos, y tercero, que rinda cuentas de manera transparente. Será decisión del presidente Petro si reconoce al dictador Maduro, lo cual implica algunas consecuencias prácticas: Maduro está sancionado por Estados Unidos, lo cual tiene un impacto si se reconoce directa o indirectamente.

SEMANA: Petro ya tomó la decisión, Monómeros pasará a manos de Maduro.

J.G.: Eso tiene un impacto porque Maduro está sancionado. Entregarle hoy cualquier empresa a Maduro, sea Monómeros o el oro que está en Inglaterra, o Citgo, que está en Estados Unidos, significa financiar directa o indirectamente una dictadura. Para Monómeros implica entrar en el régimen de sanciones de Estados Unidos.

SEMANA: ¿Piensa impugnar la decisión de Petro de entregarle la empresa a Maduro?

J.G.: Nuestra responsabilidad es salvaguardar los activos de los venezolanos y que no caigan en manos de una dictadura que los ha dilapidado en el pasado, como sucedió recientemente con una refinería dominicana. Lamentablemente, la remataron. Nosotros estamos evaluando a nivel jurídico.

SEMANA: Maduro quiere vender Monómeros a Colombia, según Benedetti. ¿Qué opina?

J.G.: Sería la contradicción más grande en la historia, aunque han tenido muchas. Hay un hecho muy claro: con la protección de los activos de Estados Unidos, en el caso de Colombia, con el expresidente Iván Duque se mantuvo tanto Citgo como Monómeros en manos de los venezolanos al servicio de la sociedad colombiana. Vender una empresa sin la autorización del Parlamento o el consentimiento de la mayoría de venezolanos constituiría no solamente un gran acto de hipocresía por parte de Maduro, sino que reflejan claramente lo que son.

SEMANA: Es decir, no está de acuerdo…

J.G.: Monómeros es hoy de mayoría accionaria venezolana, nos ha rendido frutos a los colombianos y venezolanos. No estamos de acuerdo con entregar los activos de Venezuela.

SEMANA: ¿Colombia debe comprarle gas a Venezuela?

J.G.: Sería lo mismo que comprarle gas a Vladímir Putin, es financiar un aparato de guerra y desestabilización. Ahora, ¿hay necesidad de gas en Colombia? La hay. Hay una realidad y no podemos ser ajenos a eso. Pero hay que entender que financiar a una dictadura repercute negativamente, tarde o temprano, en las relaciones binacionales.

SEMANA: ¿Su proyecto político no es un fracaso?

J.G.: Nuestro proyecto es la democracia y eso no puede fracasar. Se lo puedo garantizar hoy como venezolano. Lo que es un fracaso es acostumbrarse a una dictadura.

SEMANA: ¿Qué mensaje les envía a Petro y Benedetti?

J.G.: A Petro: hay que luchar por la defensa de los derechos humanos, hacer valer esos años de profesar los derechos humanos que hoy están siendo violados en Venezuela. Nuestra exigencia es sencilla: luchar por las elecciones presidenciales libres y justas, sumarse a la causa de la democracia, reconocer el sufrimiento de un pueblo, la lucha de toda una sociedad por hacer valer sus derechos y por buscar una solución al conflicto. No se puede desconocer a toda una sociedad.

SEMANA: ¿Y a Benedetti?

J.G.: A Benedetti, Petro le da instrucciones.