Al Pacto Histórico –una de las coaliciones más grandes del Congreso– lo une un solo propósito: Gustavo Petro. Sin embargo, nadie sabe qué pasará con esta convergencia de varios partidos progresistas y de izquierda después de 2026 cuando el hoy presidente deje la Casa de Nariño. Celos, intrigas, divisiones y cuestionamientos públicos entre algunos de sus integrantes confirman que la unión de fuerzas políticas hoy no es tan fuerte como cuando nació.
Además de la escandalosa confesión de Nicolás Petro contra su padre, Gustavo Petro, y el ingreso de dineros irregulares a su campaña presidencial de 2022, que, sin duda generará un coletazo contra la coalición de izquierda, la entrega de avales a candidatos a concejos, asambleas, alcaldías y gobernadores la semana anterior, confirmó que la convergencia petrista no tiene una cabeza visible y un liderazgo que imponga el orden y la disciplina más allá de Petro.
El sábado 29 de julio, cuando venció el plazo para inscribir las candidaturas regionales, el caos en el Pacto Histórico fue de proporciones incalculables que, sin duda, les pasará factura el 29 de octubre.
El Comité Político –integrado por los directores de la Colombia Humana, UP, el Polo Democrático Alternativo, el Movimiento Alternativo Indígena y Social (Mais), Todos somos Colombia, entre otros– definieron los avales en los departamentos y, como era de esperarse, todos no quedaron contentos. Algunos de los congresistas, quienes pidieron omitir sus identidades, dijeron que no los tuvieron en cuenta porque hay desconfianza al interior de la coalición.
Al grueso de representantes y senadores no los consultaron, pese a que conocen sus regiones, pero el sábado pasado a las 9:00 de la noche, tres horas antes del cierre de la inscripción, les pidieron con urgencia que lanzaran un salvavidas al Comité Político y ayudaran con la definición e inscripción de candidatos en sus departamentos. Ya era tarde.
En Caquetá no habrá diputados; en Florencia, su capital, tampoco tendrán concejales. La misma historia ocurre en Amazonas y otros departamentos del sur y norte del país donde decenas de líderes petristas no alcanzaron a inscribirse porque sus avales llegaron hasta la 1:00 de la mañana el domingo 30 de julio, cuando el plazo estaba vencido. ¿Quién responde? “Nadie”, responde en la coalición.
Como si fuera poco, el presidente Gustavo Petro ordenó el 27 de julio hacer listas cerradas a concejos y asambleas en el país. El mensaje, en contravía de las primeras decisiones de los partidos, no cayó bien y decenas de candidatos amenazaron con no inscribirse. Pero el sábado 29, a las 6:00 de la tarde, el jefe de Estado reflexionó y el Pacto Histórico optó por abrir las listas en los municipios de categorías 4, 5 y 6. No hubo tiempo para reaccionar.
¿Quién manda en el Pacto Histórico?, se preguntaron internamente. En la coalición está claro que la presencia de 13 partidos políticos, cada uno con sus propias directivas, hace casi imposible que se pongan de acuerdo para tomar decisiones. Y el presidente –cabeza visible del proyecto político– está ocupado con los problemas del país y ahora, los de su hijo, Nicolás Petro, imputado por la Fiscalía por lavado de activos y enriquecimiento ilícito.
El propio candidato a la Alcaldía de Bogotá, Gustavo Bolívar, dijo que la dirigencia del Pacto Histórico “debe pedir disculpas grandes a nuestra militancia. Hombres y mujeres que trabajaron durante meses en sus campañas y no pudieron inscribirse por el caos en la entrega de avales y acuerdos de coalición (...)”.
El problema es que las elecciones regionales de octubre marcarán la pauta de las elecciones presidenciales de 2026 donde el Pacto Histórico no quiere dejarse quitar el poder. Como están las cosas, el petrismo perderá terreno.
Para rematar, el Pacto Histórico está roto por dentro. La Fuerza de la Paz, el partido político que el Consejo Nacional Electoral le entregó al expresidente del Senado, Roy Barreras, se movió por su lado en la entrega de avales, hizo rancho aparte y respaldó a sus propios candidatos.
Barreras avaló a Dilian Francisca Toro a la Gobernación del Valle, a Emilio Rey, en Cundinamarca, entre otros candidatos tradicionales que la coalición petrista no estaba dispuesta a respaldar. Al fin y al cabo, al expresidente del Senado le importan las cifras y los resultados, y tiene claro que necesitan votos para sostener su personería jurídica.
“Somos una opción de centro, tenemos un equipo a nivel nacional más alineado hacia el centro. Consideramos que la mejor opción fue seguir defendiendo los ideales de Gustavo Petro, pero a nivel territorial nuestra plataforma gira más hacia el centro”, explicó a SEMANA Ricardo Torres, presidente de la Fuerza de la Paz.
El representante Alejandro Ocampo le dijo a SEMANA que Roy Barreras ya no hace parte del Pacto Histórico. Es decir, hoy la figura del expresidente del Senado es la de un aliado del gobierno de Gustavo.
“Él no está en el Pacto Histórico, es un aliado, pero no juega electoralmente con nosotros. Él quiere emprender su proceso, nosotros también porque teníamos dificultades con candidaturas que él avala y que nosotros no íbamos a respaldar”, dijo.
En otras palabras, la Fuerza de la Paz suma en el Congreso en favor del Gobierno Petro, pero toma sus propias decisiones como partido político.
Lo mismo ocurre con la Alianza Democrática Afrocolombiana (ADA), quien pagó las pugnas internas entre una fracción del petrismo y el senador Paulino Riascos, quien ha denunciado persecución, racismo y discriminación por parte de sus compañeros de bancada.
Los senadores Alexánder López, María José Pizarro e Isabel Cristina Zuleta exploran caminos jurídicos para expulsar del Pacto Histórico al ADA. Alegan, entre otras razones, que Paulino Riascos se convirtió en una pesadilla para ellos, que él no hace parte de la izquierda y que es un infiltrado de la derecha. Él, al contrario, argumenta que tiene buenas relaciones con todos los partidos políticos y eso le molesta a sus compañeros.
El ADA no fue incluido en el comité político del Pacto Histórico para la entrega de avales y la casa política no tuvo otra alternativa que formar sus propias listas. Además, al senador Riascos lo sacaron del chat de la bancada de congresistas y no lo volvieron a invitar a las reuniones privadas donde la coalición toma decisiones.
Riascos también tomó distancia de la Casa de Nariño. Aunque respaldará en el Congreso las reformas de Gustavo Petro, no volvió a asistir a los encuentros privados con el jefe de Estado. Líderes cercanos al senador afrodescendiente le dijeron a este medio que él está inconforme por el trato que ha recibido no solo de la bancada y sus compañeros, sino del Gobierno nacional.
Con todo este despelote, la única alternativa para evitar la dispersión y, eventualmente, disolución del Pacto Histórico es que la coalición se convierta en un solo partido político, como lo quiere Gustavo Petro.
En varias reuniones con sus senadores y representantes, él ha pedido que se disuelvan todas las personerías jurídicas de los 13 partidos políticos y se confirme una sola. El tema no es sencillo.
Entre los planes del presidente estaba que una sola convergencia de izquierda y sectores progresistas estuviera conformada para las elecciones regionales de octubre, pero no lo consiguió. Al contrario, cada quien parece moverse por su lado, poniendo por encima sus propios intereses políticos.
La senadora Clara López ha insistido en que se consolide con urgencia la propuesta. Al fin y al cabo, ella representa a Todos Somos Colombia, un partido político que le reconoció en marzo pasado el Consejo Nacional Electoral. No obstante, las casas políticas grandes como el Polo Democrático, la UP y el Mais, no tendrían el mismo interés porque sus directivos podrían, eventualmente, quedar relegados y perder poder en el nuevo partido. Además, porque después de 2026, viene la pelea por quién será la figura representativa de la izquierda.
“O se unifican las personerías jurídicas en una sola y se definen mecanismos democráticos para escoger candidatos, o desaparecemos. Difícil poner de acuerdo 13 partidos, 51 congresistas y dirigentes nacionales y regionales. Intereses van y vienen, nepotismo, venganzas, se castiga al que levanta la voz, se cierra el paso a liderazgos por envidias o conveniencias, se negocian avales o se envían faltando minutos para cerrarse las inscripciones. Una vergüenza total”, reconoció Gustavo Bolívar.
Mientras que el concejal de Bogotá Carlos Carrillo concluyó: “Si no se disuelven las personerías jurídicas y nace un gran partido Pacto, este proyecto se va a desvanecer en el aire, la decisión de quién es elegido y quien no, no puede quedar en manos de una camarilla minúscula reunida a puerta cerrada”.
Por ahora, el Pacto seguirá como está. Más adelante decidirán entre volar en 1.000 pedazos o dejar a un lado sus egos y convertirse en un solo partido.