Gustavo Petro llegará a Colombia este viernes después de dos semanas de vacaciones en Europa. Una de sus principales tareas será trazar una línea sobre lo que quiere que sea uno de los momentos más importantes de su vida: su posesión como presidente el próximo 7 de agosto.
El entrante mandatario ha dicho que quiere un evento protocolario, pero también popular.
Como ocurre en todas las posesiones, Petro contará con la presencia de varios presidentes de la región, menos Nicolás Maduro, de Venezuela, pese a que el grueso del Pacto Histórico quisiera que estuviera porque una de las principales acciones de la entrante administración será el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con el vecino país. La administración de Joe Biden enviará a un funcionario de alto nivel.
SEMANA conoció que el equipo de asesores que acompañó en la campaña a Verónica Alcocer, la esposa del presidente electo, está al frente de los detalles de la posesión.
Incluso suenan varios nombres de quiénes organizarán el evento, entre ellas Silvia Sáenz Pumarejo, una de las mejores relacionistas públicas del país, experta en la realización de eventos de altas marcas en Colombia y América Latina.
Hasta el momento se han escuchado varias propuestas para la posesión, pero será Petro el que decida. Entre ellas, hay una que podría resultar polémica: la exhibición pública de la espada del libertador Simón Bolívar que la guerrilla del M-19 robó en la Quinta de Bolívar en Bogotá, pero que le devolvió al gobierno en 1991 cuando entregó las armas.
Ninguna decisión se ha tomado, pero no es secreto el valor que Petro le da a ese símbolo. “Reunido con el presidente Duque. Me mostró la mítica espada de Bolívar que entregamos. Ahora la cuidaré y haré que el pueblo colombiano la pueda ver y ser su dueño”, señaló el presidente electo tras su primera visita a la Casa de Nariño.
Más allá de los símbolos que pueda tener la posesión, está claro que será distinta a la de gobiernos anteriores. Hasta el momento, no está descartado que sea un acto popular, sin dejar a un lado el protocolo que exige la ocasión. Es decir, la entrante administración hará alarde a su propuesta de “cambio”.