El congresista lleva 21 años como miembro del Polo Democrático y durante dos décadas se preparó para asumir la presidencia del Congreso. Con el triunfo de Gustavo Petro en las urnas, se imaginó que él sería el escogido para llevar la batuta de la agenda legislativa con las reformas del cambio. Sin embargo, su cálculo fue errado y Petro le dio un espaldarazo a Roy Barreras, quien estuvo hasta el 27 de mayo.
El Consejo de Estado anuló su elección por doble militancia y llegó, de carambola, la oportunidad para López. De paso, se convirtió en el primer congresista de izquierda en ser elegido para la presidencia del Senado. Su elección se produjo el 6 de junio y estará allí hasta el 20 de julio. En total 45 días.
Aunque su experiencia legislativa nadie se la puede negar, su corto paso por la presidencia de Senado está lleno de sinsabores. En dos semanas peleó con todos los sectores, la plenaria se le salió de las manos, dejó hundir importantes proyectos y no mantuvo el quórum.
En los pasillos del Congreso reconocen que López es un congresista de convicciones y luchas, pero coinciden en que es una persona que no se hace querer. De hecho, sus propios compañeros señalan que cambió desde que logró poner a Francia Márquez como vicepresidenta de Colombia. “Dejó de caminar para empezar a levitar”, dijo un senador del Pacto Histórico. Esa afirmación no es sorpresiva porque esa bancada está dividida entre quienes siguen a Petro y a Márquez.
En todo caso con la experiencia de López pensaron que lograría consolidar unas mayorías para empujar la agenda legislativa y no lo logró. La Comisión Primera del Senado, a la que él pertenece, hundió la ley de sometimiento por falta de trámite y la regulación del cannabis naufragó.
En parte, López tuvo responsabilidad en el segundo tema porque sorpresivamente hizo algo que por años criticó: hizo uso de una ‘jugadita’ que le salió mal y le pasaron cuenta de cobro.
El 19 de junio, tras una verificación del quórum, López ordenó cerrar el registro cuando había 53 asistentes y faltando 24 minutos para terminar la verificación que había pedido la propia coalición de Gobierno.
El desespero de López fue evidente, no tenía los votos para aprobar cannabis y si la cifra cambiaba a 54 se completaba el quórum y se debía hacer la votación. Cerró el registro y arbitrariamente levantó la plenaria. “Es un bandido. Apelé esa decisión y no me respondió. En 14 años nunca había visto esto que es increíble y ni Ernesto Macías se atrevió a tanto. Pasará a la historia como le peor presidente”, dijo el senador Juan Felipe Lemos.
Sin duda, a ningún presidente lo habían insultado con tanta vehemencia y le tocó quedarse por varios minutos en el atril porque más de 50 congresistas le gritaron “bandido” y rechazaron la actitud que tuvo porque no brindó garantías a todos los sectores.
Días antes de ese bochornoso hecho, permitió que los senadores Jota Pe Hernández e Inti Asprilla se insultaran y se dijeran de todo. No logró manejar la plenaria y también tuvo que levantarla. En su fugaz y polémico paso por la presidencia también logró ganarse una denuncia por presunto prevaricato por parte del Centro Democrático.
La senadora Paola Holguín acudió a la Corte Suprema de Justicia para interponer la acción legal, al considerar que López no respetó el estatuto de la oposición. “La presidencia del Senado negó injustificadamente el derecho de los partidos de oposición a establecer el orden del día de una de las sesiones plenarias ordinarias, específicamente de la última de esta legislatura y allí quedó concretada tan grave violación”, señaló la congresista.
La molestia con López llegó a tal punto que muchos extrañan a Roy Barreras a pesar de las diferencias. “Roy Barreras le apagaba a uno el micrófono, pero nunca nos irrespetó. Lo de Alexander López nunca se había visto en el Congreso”, dijo Paloma Valencia.
Hay quienes dicen en el Legislativo que si Roy hubiera terminado su periodo, la agenda legislativa hubiera tenido otro rumbo, pero eso ya nadie lo podrá saber. López, después del 20 de julio, entregará el atril a un colega de la Alianza Verde, partido en el que hay cinco aspirantes y tiene un pulso interno por dicha elección.