Gustavo Petro, presidente de Colombia, prometió en campaña que gobernaría junto a las mujeres. El mandatario aseguró que su administración iba a implementar “el feminismo popular”, el cual se encargaría de darles aquello que carecen, como tierras. Incluso, la elección de Francia Márquez como vicepresidenta fue para muchos un símbolo de la lucha feminista que llevó al poder a una mujer negra dedicada a gobernar para ellas.
Lo que comenzó como el primer Gobierno con identidad feminista en la historia del país, termina con un progresismo dividido, con una buena parte cansada de la falta de acción e indignada por la constante y repetitiva defensa del presidente a hombres señalados en múltiples ocasiones de haber agredido, violentado o acosado sexualmente a las mujeres.
Hollman Morris, subgerente de RTVC, desató la polémica en los últimos días porque en la entidad se denunció acoso de él contra mujeres con las que comparte espacios laborales. No es la primera vez que el periodista es denunciado, ya que otras mujeres habían advertido abuso y demás agresiones sexuales de su parte.
Petro, sin dudarlo, ha defendido a su compañero progresista en medio de todas las denuncias en su contra. Ocurrió en la campaña a la Alcaldía de Bogotá en 2019, cuando el entonces candidato Morris recibió su respaldo, a pesar de que decenas de mujeres de la Colombia Humana le imploraron que no lo hiciera.
Ahora ocurre en RTVC, lugar donde el ahora mandatario le dio la subgerencia al periodista sin pensar en la opinión de las feministas y lo protege ante nuevos señalamientos, llevándolo como acompañante al Foro Económico Mundial.
Pero el respaldo de Petro no se reduce a Morris. El Pacto Histórico, su coalición, no permitió que mujeres feministas aspiraran al Senado y a la Cámara de Representantes, así como ubicó a varias en puestos en los que no podían ser elegidas por las listas cerradas. Al mismo tiempo, apoyó al ahora senador Álex Flórez, quien es señalado por haber golpeado a su expareja.
También se nombró a Víctor de Currea-Lugo como embajador en Emiratos Árabes, cargo al que renunció por señalamientos de acoso sexual a estudiantes, y mantiene al canciller Álvaro Leyva, a pesar de que se conoce que les habría gritado a mujeres como la exviceministra Laura Gil y Martha Lucía Zamora, en su momento directora de la Agencia de Defensa Jurídica del Estado.
Y no solo es el presidente. En Migración Colombia permanece Francisco Cante, exdirector de la Regional Andina y exmilitante del M-19, a quien la Fiscalía le imputará el delito de acoso sexual contra una subalterna. En conversación con SEMANA, Juana Afanador, socióloga y feminista, aseguró que el mandatario prefiere mujeres “que hacen caso, que son juiciosas y que no cuestionarán a sus amigos”.
“Es una relación hipócrita con las mujeres. Pensamos que caminábamos hacia el mismo lado, pero no. Se ha encargado de ir en contra del movimiento feminista. Protegen un pacto patriarcal entre hombres de izquierda. Primero va la solidaridad masculina. Es más fácil culpar a las mujeres, que es un complot”, dijo. Por otro lado, Mónica Godoy, antropóloga y activista feminista, dijo que el presidente posó con los símbolos del feminismo solo para atraer a las votantes.
“Es un ‘postureo’. Aparecer con pañoletas moradas o verdes, hablar de las causas de las mujeres, mostrarse interesado en la lucha contra la violencia. Es una instrumentalización. Aunque puede haber iniciativas como el Ministerio de la Igualdad, están muy restringidas”, opinó.
Las feministas ahora protestan en las calles contra el Gobierno que prometió incluirlas, cansadas de ser borradas y de que el presidente insista en defender a sus compañeros denunciados. Mientras tanto, en la Colombia Humana, su colectividad, existen múltiples casos sin resolver de posible violencia basada en género que no salen a la luz. En el progresismo de Petro, la ropa sucia se lava en casa.