El primer semestre de la segunda legislatura de este Congreso de la República se caracterizó por la inacción. El turbulento trámite de la reforma a la salud frenó iniciativas de origen parlamentario como otras de la agenda del Gobierno, lo cual terminó posponiendo, entre otras cosas, la búsqueda de soluciones a otros problemas.
Es evidente que el balance no es positivo para el presidente Gustavo Petro, dado que aún tramita reformas que pensó que iba a aprobar en el segundo semestre de la primera legislatura. Esto, junto a las demoras de sus ministros en elaborar los textos de las iniciativas, tiene represados varios proyectos que forman parte sustancial de lo que se prometió en la campaña presidencial.
Sin embargo, el balance no es del todo negativo gracias a la aprobación de la reforma a la salud en segundo debate, el cual se llevó a cabo en la Cámara de Representantes. La primera conclusión es que la Casa de Nariño aún tiene el control sobre la mayoría de los representantes, a pesar de que la coalición está rota desde hace varios meses.
Los partidos Liberal y de La U fueron claves para salvar la reforma, a pesar de que las dirigencias de ambos han advertido en múltiples ocasiones los posibles peligros del articulado. Algunos conservadores ayudaron con el quorum y los verdes más cercanos al petrismo hicieron lo propio. El poder se vio principalmente en la votación de los artículos que requerían mayoría calificada, para los que se lograron hasta 99 votos a favor.
Luis Fernando Velasco, ministro del Interior, se aventuró a decir que contó con el apoyo de hasta 126 representantes, que equivaldría a un poco más del 67 por ciento de la Cámara Baja.
El Gobierno celebró una victoria que para muchos es efímera por un posible hundimiento de la reforma en el semestre que empieza el 16 de febrero. El proyecto tiene un poco menos de cuatro meses para aprobarse por completo, lo cual es tarea difícil teniendo en cuenta que solo el segundo debate demoró cinco meses llenos de dilaciones, falta de consensos y constante falta de quorum.
Solo hasta el final, con constante presencia de funcionarios del Gobierno y denuncias de posibles componendas a cambio del voto favorable, se logró destrabar el polémico proyecto.
Si bien el Gobierno se oxigena con su única victoria legislativa del semestre, la dicha puede durar poco. El Senado es un escenario en el que no tienen mayorías y en el que se espera que el nivel del debate suba considerablemente, así como el de las negociaciones para lograr votos favorables.
Por esa misma razón, con el fin de no perder el avance de la reforma a la salud, podría darse un bloqueo legislativo similar al del semestre que pasó.
Reforma laboral
La reforma laboral es la segunda gran apuesta del Gobierno en el legislativo. Quedó relegada y solo pudo comenzar su debate en Comisión Séptima de la Cámara después de la aprobación del proyecto de la salud. Empezó con serios cuestionamientos por posibles vicios de trámite, debido a la votación de impedimentos y una proposición sin haber sido anunciada en el orden del día.
Después del hundimiento en la legislatura pasada, el Gobierno intentó presentar una reforma con ajustes, pero estos no satisficieron a los gremios, que son los más preocupados.
Las principales apuestas de la reforma son combatir la informalidad laboral, mejorar condiciones en términos de tiempo y remuneración, y proteger a los trabajadores de posibles despidos. Entre otras propuestas, lo piensan lograr por medio de recargo dominical y festivo sobre el ciento por ciento del valor de la hora ordinaria, turnos nocturnos desde las siete de la noche hasta las seis de la mañana, reducir los contratos a término definido e indemnizaciones más caras.
Al mismo tiempo, el Consejo Gremial asegura que no combate los problemas que aquejan a los colombianos.
“La reforma laboral propuesta no resuelve los problemas estructurales del mercado laboral colombiano, como la alta tasa de desempleo y de informalidad laboral, así como tampoco actualiza el sistema legal a las nuevas dinámicas laborales”, explicó el gremio.
Y es claro que el Gobierno quiere un trámite rápido del articulado. El debate en la Comisión Séptima se llevó a cabo sin mayor discusión, negando una proposición para llevar a cabo audiencias públicas y con la aprobación de artículos neurálgicos, por lo que se percibe buen ambiente entre los parlamentarios.
La reforma pensional, que tenía fama de tener consensos para tramitarse rápidamente, quedó paralizada por falta de acuerdos con los partidos políticos y el sector privado. Apenas a principios de octubre se radicó la ponencia para segundo debate, que se llevará a cabo en el Senado.
Tal como el proyecto de reforma a la salud, corre peligro de hundirse. Ningún proyecto puede ser considerado en más de dos legislaturas, por lo que debe superar tres debates en cerca de cuatro meses, logrando mayorías en cada una de las cámaras.
La reforma a la educación cuenta con el panorama más favorable de todos, siendo aprobada ágilmente en su primer debate en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes.
Esta también corre peligro, dado que se trata de un proyecto de ley estatutaria y debe tramitarse por completo en una sola legislatura. De no lograrlo, se hundiría por tiempos, a pesar de haber avanzado en debates. Lo más probable es que tenga un tránsito menos accidentado que las demás iniciativas, pero su futuro sigue siendo incierto.
Existen varios proyectos represados, pero uno de los más importantes para el proyecto del presidente es la reforma a los servicios públicos, que se radicaría en las próximas semanas. Por otro lado, se espera la radicación de la reforma a la justicia, hecha por el ministro Néstor Osuna, en febrero.
El funcionario adelantó que se creará una comisión para redactar la reforma, con el fin de lograr un texto consensuado y preciso para combatir los problemas del sistema.
El semestre cierra para el Gobierno con la satisfacción del avance de la reforma a la salud, pero con la preocupación de que los tiempos que están tardando para lograr sus objetivos podrían acabar con el resultado de varios meses de esfuerzos y negociaciones.
El ministro Luis Fernando Velasco se prepara para que el cierre de la legislatura sea una verdadera contrarreloj, en la cual deberá aprobar las reformas a la salud, la pensional y a la educación en cuatro meses.
El Senado de la República será un cuadrilátero político en el que el Gobierno Petro deberá probar su fuerza, viéndose frente a frente con Iván Name, presidente de la corporación, que tendrá un rol distinto al que tuvo Andrés Calle, quien preside la Cámara.
Por su parte, Gustavo Petro podría cerrar la segunda legislatura de su mandato sin mayores resultados. Lo que el mandatario les prometió a sus adeptos en campaña se ve cada vez más complejo de concretar con un Congreso de la República que no está del todo convencido con que esa sea la ruta que debe tomar el país.