VICKY DÁVILA (V. D.): Juan Fernando Quintero, quiero empezar por algo de lo que usted nunca ha hablado. Es su encuentro personal con el general Eduardo Zapateiro, a quien algunos de sus familiares responsabilizaron de la desaparición de su papá hace 28 años.
JUAN FERNANDO QUINTERO (J. Q.): Vicky, cuando el presidente Duque toma la decisión de que el general Zapateiro lidere el Ejército, en ese momento, dos tíos míos, por parte de mi padre, desaparecido hace 28 años, dan una entrevista y dicen que el comandante Zapateiro estaba implicado en ese caso. Yo publico un trino porque, después de la entrevista, el comandante dijo que se ponía a mi disposición para contarme todo. Yo dije: bueno, después de 28 años de zozobra, las cosas y las experiencias que he vivido con mis familiares, de estar buscando a mi papá, las situaciones que hemos pasado, tomé cartas en el asunto. Publiqué varios trinos en los que decía que no cuestionaba nunca la voluntad del presidente de nuestro país y que tampoco iba a juzgar a Zapateiro cuando realmente no lo había visto ni lo había conocido y que sentía el dolor de mi familia, que queríamos saber la verdad. Simplemente eso. En ese momento, la verdad, sentí mucha tristeza y me llegó el miedo.
V. D.: ¿miedo por qué?
J. Q.: porque, la verdad, nunca había escuchado hablar de estas historias y nunca pensé ponerme en un escándalo en el país en ese momento. En la noche recibí una llamada del presidente Duque. Se puso a disposición y me dijo que el comandante, al otro día, iba a estar en Medellín, que él también iba a poder estar y que íbamos a hablar de la situación y así fue.
V. D.: ¿se encontraron personalmente y qué pasó?
J. Q.: al otro día me encuentro con el comandante Zapateiro y con mi madre. Era lo más apropiado porque mis tíos estaban pasando por un dolor y una situación muy difícil. Como hijo, dije: bueno, voy a hablar con el comandante. Tuvimos una charla de una o dos horas y, la verdad, después de la charla, me fui en paz. No soy nadie para juzgar. No podía juzgar sin saber la verdad, sin escuchar a la persona, sin conocerla. Creo que fue lo mejor que pudo haber pasado. Zapateiro tiene todo mi respeto. Se lo dije, escuché su versión y hay palabras sagradas que trascienden más que cualquier situación, cuando uno está con lo espiritual, con Dios y cuando uno ofrece eso a él.
V. D.: Juan Fernando, ¿cómo empezó esa conversación?
J. Q.: por ejemplo, tengo una tía que ha seguido el caso todo el tiempo. Creo en su dolor, en su tristeza enorme de tantos años. Eso nos ha traído muchos inconvenientes en la familia también, incertidumbre y muchas diferencias. Pero creo que uno es un ser humano y no tiene que juzgar realmente a nadie. Uno simplemente tiene que ver su corazón. A raíz de lo que uno siente en su vida y lo que uno promueve, eso da, ¿me entiendes? En las dos horas que hablé con el comandante, lo sentí sincero. Esa fue la palabra. Me contó realmente todo lo que había pasado y en mi corazón sané muchas cosas, mi madre también. La verdad, nunca me ha gustado hablar del tema, pero lo traté con las personas indicadas y solo sé lo que siento y se lo expresé al comandante. Creo y confío mucho y plenamente en su sinceridad, en su transparencia y así soy yo. Entonces, eso fue realmente lo que sentí.
V. D.: ¿qué le dijo él acerca de su papá?
J. Q.: me dijo que en ese momento era un capitán del Ejército y que recibía a las personas que iban a prestar su servicio. Estuvieron en el Urabá, a prueba por tres meses. Tuvieron una situación con mi padre, particular, porque en ese momento, no sé, había ingerido varias pastillas psicoactivas o las que generan descomposición en el cuerpo, en el cerebro. Tuvieron un altercado en el que mi padre se vio envuelto con el comandante Zapateiro. Él simplemente, después del análisis, del estudio, se dio cuenta de que no era apto para ser soldado. En ese momento, me dijo que fue a una empresa donde devuelven a sus casas a los soldados que no pueden llegar al Ejército. Él me dice que hasta ahí sabe lo que pasó. Yo, Juan Fernando Quintero, le creo, después de verlo a los ojos, de escucharlo, de sentir esa transparencia que sentí. No quiero generar dudas de nada y simplemente eso fue lo que pasó. Fue un momento muy triste.
V. D.: ¿usted le creyó y quedó tranquilo?
J. Q.: yo, en mi corazón, le creo. Mi madre estaba llorando mucho. Se lo hice saber a mis tíos y les dije que todos nos íbamos a sentar a hablar seguramente con el comandante. Todos queríamos escuchar la historia, es muy importante para nosotros. Yo te puedo decir, Vicky, que mis tíos llevan 28 años esperando a mi padre y quieren saber la verdad. Creo que el comandante Zapateiro dio su versión de lo que realmente pasó. Lo que él hizo, y yo, Juan Fernando Quintero, siento, después de verlo, que fue sincero.
V. D.: Juan, han sido 28 años en los que usted no ha tenido a su papá.
J. Q.: sí (se quiebra). La verdad, no sabemos absolutamente nada. Lamentablemente, no solo es mi caso. A muchas personas les han desaparecido sus familiares cercanos. En este caso, fue mi padre. Pero sé que donde está nos conectamos. En mi corazón, mente y espíritu, siempre ha estado conmigo. Así no lo tenga terrenalmente, o no lo haya conocido, o no haya tenido la noción de verlo, soy el reflejo de lo que es él. Lo que él siempre quiso ser fue futbolista. Me siento muy orgulloso de llevar el apellido Quintero.
V. D.: y él, como usted lo dice, donde esté debe sentirse inmensamente orgulloso de usted.
J. Q.: sí, yo sé que sí.
V. D.: hablemos del Junior. ¿Qué pasó? ¿Por qué se fue? ¿Cuánto duró?
J. Q.: duré aproximadamente seis meses, jugué ocho partidos. Lamentablemente, casi tengo una fractura, no pude seguir haciendo lo que venía haciendo. En lo personal venía bien, pero el equipo no estaba muy bien y surgió una situación particular en medio de la pretemporada. Todos saben lo que pasó con mi situación, creo que se agrandó un poco más. Creo que viví una situación muy difícil, porque quería aclarar que la gente de Barranquilla no tiene absolutamente nada que ver con esto. Cuando fui me recibieron con mucho amor, fui por eso, porque vi el cariño de la gente, porque en 11 años que llevo en la Selección he recibido ese cariño incondicional. Yo, como Juan Fernando Quintero, quería jugar en el Junior y lo hablaba con muchos amigos desde muy niño.
V. D.: cuando se fue le dijeron de todo.
J. Q.: me tildaron de muchas cosas. Por encima del Junior no está nadie y por el Junior uno tiene que respetar las decisiones. El día en que uno no se siente bien, pues hay que tomarlas. Así me manejo yo, soy una persona muy respetuosa, no me meto en problemas y lo que trato es evitarlos. Pero también tengo un carácter y una forma de ser. Desde muy niño he salido a la calle a trabajar. No le he faltado el respeto a nadie. Simplemente, he sido una persona trabajadora, de una comuna donde las oportunidades son pocas, pero con una mentalidad y un enfoque grandísimo que, hasta el día de hoy, ha sido triunfador.
V. D.: ¿pero hubo algún problema? ¿Qué pasó?
J. Q.: realmente, creo que uno como jugador tiene muchas expectativas de lo que viene en una temporada. En mi caso quería quedarme seis meses más. Se hablaba mucho de que me iba. Todo el mundo sabía o el mismo dueño del equipo lo dijo cuando llegué, en el sentido de que en cualquier momento podía pasar algo. Eso se dejó claro siempre. Fue un pacto de caballeros. Estaba muy contento en ese momento, tenía estabilidad, estaba buscando colegio para mi hija. Ella estudia en calendario B y estaba en Medellín, en junio llegó a la ciudad. Estábamos en planes de instalarnos bien y surgió una situación que expliqué en su momento, no me sentía bien, no me sentía a gusto.
V. D.: ¿por qué?
J. Q.: no encajaba en un proyecto en el que el profesor Hernán Darío Gómez, el Bolillo, era el que lideraba y más que nada era futbolístico. Personalmente, no tengo nada que hablar con el hombre, no tengo nada qué decir. Yo solo sé qué pasó adentro, son códigos, son valores que respeto y que la profesión lo demanda. Bueno, tomé mi decisión. Detrás de eso vino una ola de juzgamiento, de acusaciones, de que yo era problemático, que hacía pataleta, y es normal.
V. D.: lo menos que dijeron fue que usted se había ido a “robar” al Junior.
J. Q.: sí, te voy a decir algo, Vicky, de corazón: solo sé lo que siento. Si fuera por haber ido a robar, creo que Junior no era la mejor oferta que tenía en enero. Eso lo quiero dejar bien claro. La primera vez que conversamos con los dueños no firmé y no acepté tres años de contrato. Después se dieron varias situaciones y la gente estaba muy entusiasmada. Yo dije: debo ir allá a mostrar ese respeto a la gente, a que disfrutemos todos, y esa fue mi decisión. Nadie roba. He tenido una carrera muy bonita, con pros y contras, pero siempre con mis valores, con mis principios y es jugar fútbol y ser feliz. Si no soy feliz, no fluye.
V. D.: y usted no estaba feliz en el Junior.
J. Q.: es así. Reina más un proyecto deportivo que cualquiera económico y así fue que lo tomé. Venía a Colombia a ser feliz, a disfrutar de nuestro fútbol, a hacer mucha gente feliz. Fui a la presentación y 42.000 personas me estaban recibiendo en el estadio.
V. D.: y estaban felices.
J. Q.: eso no es gratis. Me lo he ganado con trabajo, esfuerzo y quería hacer felices a esas personas. En ese momento se vendieron no sé cuántos abonos. A esas personas las pusieron en mi contra con una historia que no tiene sentido. No tengo realmente nada en contra del profesor Hernán Darío Gómez.
V. D.: ¿pero el Bolillo se portó mal? ¿Usted no se sintió respetado, sinceramente, porque lo pusieron de suplente?
J. Q.: te voy a aclarar: lo de ser suplente pasa en el fútbol. Es normal y he tenido la oportunidad de jugar 30 minutos, 10, 15 o 20. Eso no tiene sentido. Él sabe en su conciencia qué hizo y qué no. En su momento lo busqué y me mandó a su asistente técnico y dijimos que íbamos a hablar alguna vez y al final nunca se habló. En un momento me puso de suplente en un entrenamiento. Al otro día, tomé la decisión. Venía de muchos días sin dormir, sabía que mucha gente se iba a venir en mi contra. Pero estuve tranquilo porque dije: el tiempo, de una u otra forma, me va a dar la razón. Llevo 15 años en el fútbol y soy una persona muy realista. Soy una persona a la que le gusta ganar. Soy competitivo, así puedan decir lo que quieran. Pero el competir y el ganar trae un precio. Creo que uno juega con muchas cosas, con su prestigio, con miles de cosas. Al final, una persona que influya no te puede dañar todo.
V. D.: la cuestión es que con Bolillo no solo se fue usted, sino también Viera, por ejemplo, uno de los ídolos.
J. Q.: Sebas es un gran amigo mío y fue algo muy particular y uno se pone a pensar muchas cosas.
V. D.: cuénteme.
J. Q.: a esta carrera le debemos todo. Olvídate de los personajes. Es la carrera. El día de mañana quiero darle todo al fútbol porque me dio todo. Vengo de un barrio y sé cómo son los valores y los códigos de donde nací. Para mí, el profesor es una persona a la que no se le puede quitar el mérito de lo que ha hecho en Colombia por el fútbol colombiano. Como siempre se lo hice saber, es una persona que nos crio en el camino. Pero no me sentí respetado y así fue, cada quién sabrá qué hizo y qué no.
V. D.: el Junior ha perdido los dos partidos que ha jugado hasta ahora.
J. Q.: sí, ojalá Dios permita y ganen los que vengan. Hay personas maravillosas ahí, compañeros que me hicieron muy feliz durante seis meses, me apoyaron. Desde acá he tenido la oportunidad de estar pendiente. Seguramente, el tiempo nos va a dar otra oportunidad. Como lo dije en su momento, vine a ser feliz y a disfrutar del fútbol de mi país. Por estas cosas se va uno como dolido, pero la vida sigue y es una experiencia más que uno va a vivir. Que el hincha del Junior siga apoyando a su equipo como siempre lo hace. Sabemos de la hinchada, lo exigente que es, y qué bueno.
V. D.: cuando iba a llegar al Junior, lo vimos negociando con Álex Char. ¿Se despidió de él?
J. Q.: hace unas tres semanas, antes de tomar la decisión, le dije que tranquilo. Él siempre está pendiente de mí, estuvo ahí, ligado, le dije que estaba haciendo mi pretemporada, que estaba enfocado en conseguir la décima estrella, él lo sabe, lo hablamos. Igualmente, cuando le envíe el mensaje, le dije que la situación era muy difícil, que no quería seguir. Él estaba en Europa en ese momento y me mandó el pantallazo de la conversación cuando le decía lo de la décima estrella. Le dije que era imposible en esos momentos porque no me sentía bien y que sabía lo que se venía. Para evitar un malentendido o un altercado con cualquier otro tipo de persona o del cuerpo técnico, prefería hacerme a un lado.
V. D.: cuando vio que algunos hinchas del Junior empezaron a borrar su nombre de la camiseta del Junior, ¿le dolió?
J. Q.: a uno le duelen muchas cosas en ese momento. Uno ahí empieza a hacer el duelo, me duró muchos días, me aguanté muchas situaciones. El fútbol maneja muchas pasiones, sentimientos, hasta llegué a ser amenazado, eso forma parte del fútbol. A mí no me duele, pero a toda mi familia le duele lo que pasa, los insultos, las amenazas, la camiseta duele obviamente, porque uno siempre tiene la esperanza de hacer cosas importantes por un club.
V. D.: ¿qué les dice a esas personas que quedaron tristes y que no están en la mala onda de inventar cosas?
J. Q.: quedé triste, al igual que ellos. Dije en un momento que no cuestionaba la forma de jugar del profesor Hernán Darío Gómez, sino que yo no encajaba. No sé si Teófilo dijo por ahí que yo era un “cagón” o que “los de la Costa somos varones y no somos cagones”. Detrás de las cámaras todos somos hombres. De frente es fácil. Estar dividiendo a las personas, hoy en día, no es un ejemplo para todos. Hoy en día tengo niños que me siguen y me admiran. Tengo que darles ejemplo. No les voy a dar el ejemplo de que peleen o que dividan. Cuando uno se retire del fútbol, debe ser una persona íntegra de la sociedad. Que lo respeten a uno por cómo fue, por sus valores. Hoy estoy más enfocado en eso, en crear y entrar al mundo empresarial. Trascender más allá de lo que me dio mi carrera y mi profesión de futbolista.
V. D.: ¿en qué está incursionando en el mundo empresarial? ¿Qué áreas le interesan?
J. Q.: hace varios años vengo trabajando con un grupo empresarial de Medellín. Estamos inaugurando un restaurante en Medellín, se llama Rúnico. Me encanta la gastronomía, me encanta crear empleo, empresa y estar en mi país. Creo que las amistades y lo que me ha dado el fútbol ha sido para aprovecharlo, para ir más allá de lo que ha sido mi profesión. Tenemos que evolucionar en muchos aspectos. Me siento contento, muy realizado por mejorar en mi vida y como persona.
V. D.: ¿ve bien al país?
J. Q.: tengo mucha fe en que, en los momentos difíciles, los colombianos le buscamos la forma, como se dice, y surgimos de nuevo. Hoy en día sabemos los problemas que hay. No soy ajeno a eso. Tengo fe en que cada día mejoremos y nos unamos por nuestra patria, por nuestro país, nuestra sangre. Tenemos un país hermoso que se puede explotar en muchos aspectos. Como líderes influyentes en la sociedad, podemos dar ese ejemplo y ayudar.
V. D.: hay problemas económicos, políticos, de orden público, de crimen…
J. Q.: tenemos muchas fallas. Hace tiempo tengo proyectos para Medellín y la Comuna 13, donde nací, proyectos para los niños y jóvenes, para crear oportunidades de estudio, empleo, para crecer y crear una mentalidad de trabajar y de surgir. Lo más importante es pensar en el prójimo, mirar en qué se puede ayudar. En las comunas faltan educación, oportunidades. Ahí es donde debemos apuntar. En vez de estar pensando en qué me van a dar, hay que trabajar para el día de mañana darles ejemplo a los que vienen.
V. D: ¿por quién votó?
J. Q.: no estaba en el país, pero puse una publicación. Me dieron duro porque fue por Fico. Soy de Medellín, confío plenamente, lo conozco. Bueno, hoy tenemos al presidente Petro, también le deseo lo mejor, que piense mucho en nuestro país, que saque lo mejor, todo su conocimiento, lo que tiene, sus experiencias y que crezcamos. Eso es lo más importante y que nos unamos. En la unión está la fuerza y no creemos esas divisiones. Al final, nada traen.
V. D: ¿va a votar por Fico a la Alcaldía de Medellín?
J. Q.: es una persona que conozco hace mucho tiempo, sé lo que puede dar, lo que hace. Tengo una buena relación con él, seguramente mi voto va a ser para Fico.
V. D: ¿le gusta la política o no?
J. Q.: uno siempre está empapado y quiero lo mejor para mi país.
V. D: llevamos un año del Gobierno. ¿Le gustan las reformas?
J. Q.: vengo de una comuna donde nací el 18 de enero de 1993, viví muchas cosas y vi la falta de oportunidades. Hoy soy privilegiado, pero pienso en las personas que no lo son. De alguna otra forma debo crearles conciencia de trabajar y ser personas respetuosas, escuchar, hacer lo que nos toca hacer. También pude haber cogido otro camino, pero escogí el fútbol, una oportunidad, el deporte, la educación.
V. D: ¿y qué camino pudo haber escogido?
J. Q.: fácil. El hambre, la calamidad, ver mal a su familia, cuando no hay trabajo, no hay oportunidades, se desestabiliza un hogar. Las rabias, frustraciones, son muchas emociones que te llevan a un problema. Es un caos total. Soy partidario de ayudar al prójimo para que trabaje, se esmere por lo suyo, y sepa que trabajar y tener el premio da mucho orgullo.
V. D.: no regalar.
J. Q.: es muy bonito trabajar y poder crecer, surgir. Hay que tener esa mentalidad de trabajar.
V. D.: en ese ambiente en el que creció, ¿le llegaron a ofrecer que hiciera algo malo o que consumiera drogas?
J. Q.: todo el tiempo, pero uno es el que decide. En un momento, tenía 10 años, mi madre estaba en embarazo de mi hermano y fui a donde el jefe mío en Envigado. Recuerdo que le dije: “O me ayudas, o no sé qué será de mí porque mi mamá y mis hermanos no van a aguantar más hambre”. Esa decisión y ese carácter de enfrentar a una persona que me podía ayudar me ha llevado hoy en día a mi realidad. Si no hubiera tenido el valor y esa calle que forma tu carácter y te hace un hombre, no hubiera estado donde estoy. A los 14 y 15 años estaba jugando fútbol profesional. Y así fue. Hasta el día de hoy no me traiciono. Voy a ser así hasta el día en que Dios me dé vida.
V. D.: ¿su jefe lo ayudó?
J. Q.: sí, mi mamá había estudiado sobre belleza y le montó un negocio de peluquería y empezó a darle el arriendo y la comida. Desde los diez años, gracias al fútbol y a esas personas, nos hemos mantenido.
V. D.: claro, Juan Fernando. Cuando usted habla de “mi jefe”, era la persona que lo había chequeado para el fútbol.
J. Q.: sí, claro, en ese momento, con diez años, me compra, como se dice, me hace firmar un contrato.
V. D.: qué es esa historia…
J. Q.: desde los diez años estoy ligado al fútbol con contrato.
V. D.: ¿se acuerda de cuánto era su primer contrato?
J. Q.: tenía diez años. La que recibía el dinero era mi madre. Creo que en ese momento que tenía la peluquería le daban 320.000 pesos mensuales, por poner un precio, era así y con eso vivíamos. A los 14 años me llevan a vivir a Envigado para estar más cerca de los entrenamientos y el estudio. Luego, empiezo a entrenar con el equipo profesional y ahí ya es otra historia.
V. D.: increíble. Cuando usted se acuerda de todas esas cosas se le hincha el corazón de la emoción.
J. Q.: sí, uno ha sido privilegiado, no te puedo decir que no. Me considero una persona muy bien educada, con valores. Los ejemplos fueron mis tíos, mis abuelos que trabajaron, ellos que han sido mis mentores. Hoy puedo darles ejemplo a mi hija, a mis primos, a los que vienen. Hemos sido una familia con calamidades, pero muy unida y eso nos ha servido para salir adelante en la vida.
V. D.: sé que usted siempre menciona a su abuelita.
J. Q.: sí, a mi abuela Rosalba, hermosa, mi vieja, que en paz descanse. Fue mi ejemplo para ser íntegro. Creo que eso se ve reflejado mucho en lo que somos los nietos, no solo yo, sino todos. Mi abuelo era un trabajador incansable, vendía lotería para podernos dar plata y comida. Ese ejemplo es el mayor que hoy tenemos.
V. D.: nadie le regaló nada…
J. Q.: claro, sabía que el deporte me iba a llevar a conocer muchas cosas, a vivir otras experiencias y hoy le agradezco a Dios.
V. D.: Juan Fernando, ahora que está en Medellín, le cuento que me vi con James hace unos días. ¿Se ve con él?
J. Q.: sí, ese es mi hermano. Es un gran amigo desde que teníamos diez años. Él sabe lo que hemos vivido, lo que siento por él, lo que le he expresado, lo que nos hemos expresado, lo que seguimos viviendo.
V. D.: ¿se aman?
J. Q.: al final, lo que importa es la amistad. Yo amo a ese cabrón, lo amo, él sabe.
V. D.: y ahora James se fue a Brasil. ¿Usted se animaría a ir también a ese país?
J. Q.: sí, que le vaya muy bien y que Dios lo bendiga y que la rompa toda, porque es un crac. Hoy en día, para aclararte, no tengo club. Mucha gente pensó que saldría a firmar con otro equipo, y no. Hoy estoy analizando situaciones, nos pondremos las pilas y miraremos cuál es la mejor gestión.
V. D.: todo el mundo está diciendo que se va para el DIM.
J. Q.: ¿en serio?
V. D.: ¿será que sí?
J. Q.: tenemos una muy buena relación, indirectamente hemos hablado, pero no hemos llegado a nada claro. Tengo una excelente relación con los dueños, con el presidente, con la gente del club y ojalá Dios lo permita y se dé. Si no se da, tampoco va a cambiar el cariño y el amor.
V. D.: quienes critican a Messi dicen que se fue a Estados Unidos por plata. ¿Qué piensa de lo que pasa con algunos futbolistas? No solo Messi. Ya ocurrió con Ronaldo y ha ocurrido con muchos.
J. Q.: son normales las críticas, creo que el precio no lo pone la gente, lo pone el jugador y el precio es lo que abarca más que ser un buen jugador de fútbol, y eso nadie se lo ha regalado a nadie. Lo viví en Barranquilla. A mí nadie me regaló nada. El cariño que también me dio la gente de River me lo gané en el campo. El fútbol es demasiado hermoso para disfrutar y lo veo reflejado en esas dos personas que son las más influyentes en los últimos diez o 12 años en el fútbol.
V. D.: ¿y cuál le gusta más? ¿Messi o Ronaldo? Dígame uno solo.
J. Q.: soy team Messi. Hasta el día que me muera.
V. D.: ¿y quién le gusta más: Petro o Uribe?
J. Q.: viví todo lo que pasó en la Comuna 13 con la Operación Orión. Vi lo que le pasó a mi padre. Creo que no soy absolutamente nadie para juzgar, pero pasan muchas cosas. Hablamos de derecha y de izquierda, y pasan cosas todo el tiempo, pero creo en el corazón y la obra de la buena fe. Hoy en día, nuestro líder es el presidente Petro y le deseo lo mejor. Que nos lidere con valores, con principios, que saque todo su talento a flote como en su momento lo hizo el presidente Uribe y creo que tenemos mucho para dar.
V. D.: pero no escogió. ¿Petro o Uribe?
J. Q.: te voy a decir la verdad, Vicky: escoger hoy en día te trae problemas.
V. D.: entonces, prefiere ser prudente.
J. Q.: no es prudente. Creo que siempre hay unos pros y contras, y hay que hacer una balanza. Creo que viví todo el tiempo del presidente Uribe y en mi caso lo viví fantástico.
V. D.: para usted, ¿la Operación Orión sirvió en la Comuna 13?
J. Q.: para mí y para lo que vivía en la Comuna 13, donde yo estudiaba. A mí me dio mucha tristeza lo que estaba pasando. Después hubo paz en toda la comuna y eso no se puede negar. Me tocó esconderme debajo de los pupitres por las balas perdidas. Y eso trajo una consecuencia de que sea lo que yo soy. Hoy en día estamos viviendo la actualidad del presidente Petro, de izquierda. Creo que no comparto esos ideales, pero quiero, espero y aspiro a que gobierne bien, porque soy colombiano. Defiendo mi bandera. A donde voy soy un colombiano orgulloso. He leído la historia de Colombia y no podemos seguir con tantos problemas. Tenemos que unirnos, así tengamos diferencias de pensamientos, pero unámonos por una mejor Colombia.
V. D.: Juan Fernando, le agradezco muchísimo. Espero que muy pronto encuentre el equipo, que lo veamos brillar como siempre, hacer sus supergoles. Quiero decirle que como colombianos usted nos ha dado solo felicidad. Todos esos cuentos de que usted es difícil, conflictivo, quiero que sepa que no creo nada de eso. Usted es un tipazo, así que un abrazo, y que Dios lo bendiga.
J. Q.: muchas gracias, Vicky, Dios te bendiga, de verdad que un placer. Vamos a seguir dando todo por Colombia, por hacer quedar esta bandera en alto.