“Como presidente de Colombia, le solicito a la Casa Militar traer la espada de Bolívar”, fue la primera orden que emitió el presidente Gustavo Petro apenas segundos después de tomar posesión de su cargo, el 7 de agosto, hace exactamente un mes.
Para el presidente, la espada es el símbolo de la lucha de Bolívar. La prefiere desenvainada, porque así le da valor a las palabras del Libertador: “No envainaré jamás la espada mientras la libertad de mi pueblo no esté totalmente asegurada”, las mismas que dejó el M-19 en una nota, cuando la robaron.
Por los años de la gesta libertadora, la espada era un símbolo y un regalo que acostumbraban a darse entre altos mandos. Por eso no es del todo claro si la robada de la Quinta de Bolívar es en realidad la espada de combate. Tiene en su mango un escudo de la Gran Colombia, las tres estrellas de general y una decoración con hojas similares al olivo, que coincidencialmente simbolizan la paz.
La espada de Bolívar tomó un papel estelar luego de haber sido robada en 1974 por el M-19. Dio muchas vueltas mientras el Gobierno trataba de recuperarla, la mayor parte del tiempo estuvo en Cuba. Fue devuelta en Venezuela a Antonio Navarro Wolff, quien la devolvió a Colombia cuando esta guerrilla hizo el acuerdo de paz, en 1991. Hoy está en la Casa de Nariño y será el presidente Gustavo Petro el encargado de su custodia.
Sin embargo, poco se imaginaba el jefe de Estado que le iba a salir competencia, pues otro alto funcionario, con quien seguramente se tendrá que cruzar bastante durante los próximos cuatro años, también tiene la espada de Bolívar en su despacho.
Se trata del magistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE) César Lorduy, quien conserva en su despacho privado en Barranquilla una réplica idéntica tomada a partir de imágenes reproducidas a escala de la espada original.
La historia de cómo llegó a manos del magistrado es bastante particular. Esta réplica fue elaborada por el joyero y artista Alfredo Vélez, quien recibió el encargo de elaborarla directamente de la Embajada de Venezuela, en 2015, como un regalo para la ciudad de Mompox, que fue la primera población del Reino de la Nueva Granada que proclamó la independencia absoluta de España el 6 de agosto de 1810 bajo el lema “Ser libres o morir”.
Más tarde, Simón Bolívar diría: “Si a Caracas debo la vida, a Mompox debo la gloria”. De ahí que le digan la Ciudad Valerosa.
“Cuando recibí la llamada para hacer la espada de Simón Bolívar, la que se robó la guerrilla, la que devolvió la misma guerrilla, la que pasó por países, mandatarios y hasta capos, me pareció algo irreal”, reseña el maestro Vélez.
Sin embargo, el proceso fue bastante complejo, pues en ese momento, hace siete años, no había acceso a la espada original, dado que se encontraba en una bóveda del Banco de la República.
“Ellos (la Embajada de Venezuela) consiguieron unas fotos de la espada y lo que hice fue mandar a imprimir esas fotos a escala real y empezar el proceso de elaboración, como la espada original, la que tiene Petro en la Casa de Nariño, ya está desgastada, tuvimos que reproducir también ese desgaste y tallarla completamente a mano”, le dijo Vélez a SEMANA.
Si bien el encargo fue hecho por la Embajada de Venezuela, la intermediación estuvo a cargo de la empresa colombo-venezolana Monómeros, con la cual en ese momento Lorduy tenía vínculo contractual.
“Cuando me enteré de que estaban haciendo una réplica de la espada, inmediatamente llamé al joyero y le pedí que me hiciera una a mí, que yo se la pagaba, sabía el valor histórico que esto tenía y que la Embajada de Venezuela había obtenido el aval para tomar las fotos de la original”, relata Lorduy.
Inicialmente, Vélez se negó al encargo del hoy magistrado, pues la orden era destruir el molde con el que se había elaborado la réplica y así lo había hecho, pero al final aceptó a regañadientes, le confesó el joyero a esta revista.
Esta decisión vino a tomar relevancia pocos meses después, pues por razones de seguridad no se pudo hacer el acto solemne de entrega de la espada de parte de la Embajada de Venezuela a la ciudad de Mompox y a partir de ese momento se perdió la trazabilidad de esa espada.
Hoy en día ni la Embajada de Venezuela, ni Monómeros ni la administración de Mompox tienen el dato sobre dónde quedó.
El único vestigio que permanece de ese particular encargo es la espada desconocida, la que conserva Lorduy en su despacho, que es una réplica idéntica a la que tiene Petro en la Casa de Nariño.
Actualmente en Colombia, aparte de la espada que hoy reposa en el Palacio Presidencial, que algunos llaman la original, se tiene dato de dos réplicas oficiales de la espada del libertador: una que se exhibe en la Quinta de Bolívar en Bogotá y la otra en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta. Ambas fueron donadas por el expresidente Hugo Chávez.
Sin embargo, estas dos réplicas fueron elaboradas a partir de otra de las espadas del libertador que se conserva en Venezuela, es decir, no son iguales a la que tiene Petro en la Casa de Nariño.
Este miércoles, cuando será la posesión de los nuevos magistrados del Consejo Nacional Electoral, Petro y Lorduy, los dos hombres que conservan original y réplica de la espada de Bolívar, cada uno en sus despachos, se darán la mano.
Eso sí, mientras Petro insiste en mantener la custodia de la espada original en la Casa de Nariño, un lugar que es poco accesible para el público en general, Lorduy le dijo a SEMANA que está dispuesto a donar su réplica a algún museo que conserve el legado de Simón Bolívar. Y usa una palabra que está bastante de moda por estos días: “Hay que democratizar la espada”.
La elaboración
Para la elaboración de la hoja del sable de la espada que conserva hoy Lorduy se utilizó acero inoxidable.
Para la elaboración del mango se utilizó madera proveniente del árbol Sapán, por poseer resistencia natural al ataque de hongos y perforadores marinos, debido a que su madera contiene sílice, componente químico presente en la arena.
Para la elaboración de la empuñadura, se empleó bronce Herculoy, tipo CDA 876, que es bajo en zinc y enriquecido con sílice. Este tipo de bronce es una aleación importada, diseñada especialmente para la escultura de objetos de arte y joyas.
La Espada se realizó en escala 1:1, según las imágenes fotográficas suministradas por la Casa Museo Quinta de Bolívar de la ciudad de Bogotá.
La hoja del sable tiene una longitud de 65 cm. La empuñadura mide 15 cm de alto y alcanza en ancho y largo aproximadamente 7 cm por 13 cm.